jueves, 28 de julio de 2005

Más democracia, más eficiencia

Un gobierno que no tiene autoridad sobre su territorio no es gobierno. En este sentido, aquí no tenemos gobiernos municipales. Los alcaldes y sus concejos no tienen capacidad de decisión sobre los factores que más determinan la calidad de vida en su municipio: salud, educación, transporte público, agua, seguridad.

Si los alcaldes y concejales no gobiernan, tampoco los ciudadanos. No hay derecho de autodeterminación. Todo el mundo sabe que el poder es más transparente, más fácil de controlar, más cercano a las necesidades de los ciudadanos a nivel local. Los países más democráticos son los que funcionan más descentralizados y tienen gobiernos locales fuertes con altos grados de autonomía fiscal. Además tienen concejos municipales plurales, permitiendo a las minorías participar en las decisiones locales.
Una reforma institucional que entregue a las alcaldías la autoridad sobre su territorio y la responsabilidad para el bienestar de sus comunidades –y los recursos necesarios para cumplir- no sólo crearía gobiernos locales más democráticos, sino también más eficientes. No hay mejor vacuna contra corrupción, ineficiencia y burocratismo que el control ciudadano. Cosa muy difícil de ejercer a nivel nacional y mucho más fácil de construir a nivel local.
Pero esta no es la única reforma que necesitan los gobiernos municipales. La otra es la reforma territorial. Para que los gobiernos municipales sean eficientes, los municipios tienen que redefinirse, tomando en cuenta los cambios demográficos, las migraciones, las fusiones de varias ciudades en áreas metropolitanos. El Gran San Salvador es un ejemplo. Hay muchas decisiones que mejor queden a nivel de los municipios históricos como San Salvador, Mejicanos, Ciudad Delgado, Santa Tecla.
Es más, requieren de más descentralización y cercanía con las comunidades, a través de distritos. Pero los asuntos que afectan a toda la ciudad-metrópolis, a todo el conglomerado urbano, como el transporte masivo, el agua, el medio ambiente, la planificación urbana, requieren de un gobierno metropolitano. De hecho, el Gran San Salvador se está convirtiendo en una sola ciudad, un solo organismo. Esto es absolutamente evidente para los que trabajan y viven en San Salvador, Mejicanos, Ayutuxtepeque, Cuscatancingo, Santa Tecla, Antiguo Cuscatlán, Ciudad Delgado, Soyapango. Ya no conocen fronteras. Cambian diariamente de un municipio al otro sin salir de la ciudad. Viven en un municipio, trabajan en otro, estudian en un tercero y van al cine a un cuarto. Cualquier cambio en cada una de estas partes del conjunto afecta a todos. Otro nuevo centro comercial mal planificado en Antigua Cuzcatlán amarga la vida a todos los habitantes de Santa Tecla. La situación disfuncional del centro de San Salvador afecta a los 2 millones habitantes del área metropolitana. Un sistema de transporte masivo es imposible a nivel de cada uno de los actuales municipios. Igual un sistema municipal de agua potable o de salud.
El Gran San Salvador merece un gobierno metropolitano fuerte que puede sentarse en una mesa con el gobierno central y con los grandes inversionistas. Merece un gobierno metropolitano que ejerza autoridad sobre su territorio. Es humillante para todos nosotros que un gobierno central viene a construir en nuestra ciudad una serie de pasos a desnivel tan mal diseñados y ejecutados como los del Bulevar de los Héroes-49 Avenida Sur, y crean una especie de autopista urbana que corta la ciudad en dos partes, sin pensar en los peatones, destruyendo comunidades y negocios, y todo esto sin que nuestra alcaldía tenga la más mínima autoridad o injerencia sobre el proyecto.
Si el responsable de esta barbaridad fuera un gobierno municipal, lo más tarde a los tres años pagaría la cuenta. Difícilmente un gobierno central cae sobre un proyecto local mal diseñado y ejecutado como la 49 Avenida Sur en San Salvador o el desmadre que con ayuda de los Poma, los Dueñas, los Simán y los Paíz han armado en El Espino. Un gobierno local así caería. Y duro. Los gobiernos tienen que pagar por sus actos. Otra razón más para descentralizar el Estado y entregar muchas competencias a los gobiernos municipales o metropolitanos.
Alcaldes tan fuertes como Milagro Navas en Antiguo Cuzcatlán o Valentín Castro en San Martín no podrían sobrevivir políticamente si tuvieran que asumir responsabilidad sobre los desastres que el MOP les ha metido en medio de sus municipios. En Antiguo Cuscatlán una especie de freeway pasando en medio de tres gigantescos centros comerciales y tres instituciones educativas; en San Martín, una nueva autopista que divide en dos al pueblo. Dos casos de mala planificación y ejecución cuyos costos los pagamos todos diariamente. Los responsables, impunes, indiferentes y algunos, anónimos.
El debate que en estas páginas abrimos sobre la ciudad tenía como propósito hacer un poco más transparente quiénes son los actores que intervienen y cuáles son sus visiones e intereses. Lo logramos en parte, gracias a la participación de seis destacados panelistas. Pero otros, tal vez los más importantes, no asistieron. Algunos por razones de viaje y salud, otros porque talvez prefieren no exponer al debate público –y tal vez controversial- sus políticas y apuestas. Agradecemos a los que sí se han sentado en nuestra mesa de debate, y a los demás les pedimos que lean el resultado y tal vez se convencen de que nuestros debates son quizá no siempre cómodos pero siempre abiertos y civilizados. (Publicado en encuentroselfaro.net)

lunes, 18 de julio de 2005

Periodismo de campaña

Siempre es un problema cuando los medios, en vez de limitarse a informar, documentar, analizar y opinar, se lanzan a campañas. Aunque los fines sean nobles. Campañas y periodismo no se llevan bien, tienden a entrar en conflicto, crear confusiones. Sobre todo en la parte informativa. Si las columnas de opinión se deslizan a campaña, se vuelven un poco engorrosas. Pero, por lo menos todo el mundo sabe: aquí se está opinando. Pero, cuando las campañas invaden las páginas noticiosas, ¡cuidado!

Veamos un ejemplo reciente. Día lunes 11 de julio, La Prensa Gráfica, página 8.
Titulación: CIUDADANOS SE TOMAN JUSTICIA POR SU CUENTA
Subtítulo: TRES MIEMBROS DE PANDILLAS FUERON ASESINADOS EL SÁBADO POR LA NOCHE EN EL CANTÓN QUEZALAPA, EN PANCHIMALCO. DOS HOMBRES FUERON ARRESTADOS Y CONFESARON EL TRIPLE CRIMEN. ARGUMENTAN QUE LOS PLANES DE SEGURIDAD DEL GOBIERNO NO FUNCIONAN (mayúsculas en el orignal).
Inicia la nota: "La 'Supermano dura' no funciona, por eso tuvimos que tomar la justicia en nuestras manos."

Y encima del título, a dos colores y con logotipo, el lema de la campaña: "TODOS CONTRA LA VIOLENCIA".

Bueno, parece que la campaña, recién lanzada por La Prensa Gráfica, es exitosa: en Panchimalco se incorporaron dos ciudadanos más a la campaña. Muy activamente se enfrentaron a la violencia matando a tres supuestos pandilleros. Aunque en La Prensa Gráfica no son supuestos pandilleros: "Tres miembros de pandillas fueron asesinados" dice en el subtítulo, y tampoco en la nota los autores se complican la vida con la fina pero debida distinción entre pandillero y supuesto pandillero. A lo mejor tienen razón, al fin y al cabo estas distinciones fueron hechas para los juicios formales y legales (y cuando informan de ellos, los periodistas de La Prensa Gráfica normalmente las respetan). Pero, como aquí se trata de la justicia popular (o de la "Ley de Talión", como lo clasifica La Prensa Gráfica en la siguiente página), ahí obviamente no existe la presunción de la inocencia. Por lo tanto, ¿para qué complicarse la vida con esos exagerados respetos a los derechos de los acusados? De todos modos ya están muertos.

Puedo entender a los dos hombres acusados de haber matado a los supuestos asesinos de su hermano. Pero como periodista, no puedo escribir la historia desde el punto de vista de ellos. Para los dos ciudadanos que tomaron la justicia en sus manos, obviamente no existe la presunción de la inocencia, no existen acusados ni mucho menos supuestos asesinos. Pero para el periodista, para el periódico, sí existen. Deberían, por lo menos. Mucho menos es admisible que los editores del periódico coloquen encima de la noticia un lema de campaña. Bueno, la verdad es que no se quien lo pone. ¿El departamento de campañas? ¡El encargado de orientación al lector? ¿o le toca al pobre editor complicarse la vida, encima de todos los problemas diarios de un editor? Y si es así, ¿con qué criterios formulados por quién?

Sea como sea cómo funciona esto en La Prensa Gráfica, cuando alguien coloca encima de la noticia un banderín con un eslogan, la noticia es puesta en el contexto de una campaña.
Coincido con las declaraciones que hace meses diera La Prensa Gráfica en su memorable edición en blanco y negro sobre la violencia y sobre la cobertura periodística de la violencia. Hay que buscar una forma de cubrir, documentar, analizar la violencia que aporte a su reducirla. Este es el reto.

Pero esto no hay que confundirlo con campañas, con mezclar titulares con lemas y eslóganes y banderines publicitarios. Investigar, describir, analizar, ilustrar y contextualizar la violencia de una forma que no se convierta en factor de reproducción de violencia, es una cosa, por cierto difícil. Otra cosa es anunciar la intención, por noble que sea, en una forma directa y propagandística y ponerla encima de la nota, como eslogan de campaña. Esto no resuelve el problema, mucho menos cuando las notas se escriben con las mismas falacias y ligerezas de siempre.

El reto que se puso La Prensa Gráfica respecto a periodismo y violencia era grande. Demasiado grande. Reprobaron.
(Publicado en El Faro)

viernes, 15 de julio de 2005

A veces, es mejor escuchar

De todas las frases que escuché en el debate sobre los medios y su rol en la construcción de la democracia, el que más me provocó olvidarme de mi papel de moderador y aplaudir es esta de Laffite Fernández: “¿Y por qué asustarse que los medios pongan agenda? En absoluto. (…) ¡Ojalá pusieran agenda…!”

Aquí en El Salvador, la mayor parte de notas en los periódicos y noticieros se generan porque alguna institución –un ministerio, un partido, una alcaldía- han puesto algo en la agenda. Hacen una conferencia de prensa, o inauguran algo, o convocan a un foro en un hotel capitalino, y todos los medios mandan a sus reporteros. Esta misma noche en televisión o el día siguiente en los periódicos sale reflejado el poder de convocatoria y de definición de agenda de la respectiva institución. Los medios reaccionan. Los reporteros apuntan.
¿Quién define la agenda? ¿Quién debería definirla? ¿Cómo se convierte un definido tema en sujeto de investigación, entrevista, noticia, comentario periodístico? Es una muestra de pobreza intelectual, de falta de iniciativa y de independencia (más bien de valor para asumir la independencia) cuando los medios y los periodistas aceptan que la agenda la están poniendo la clase política, las instituciones, el gobierno o los partidos.
Si los periodistas aceptamos que otros definan la pauta –la lista de los temas a cubrir por el medio en determinado plazo (pauta diaria, pauta semanal, pauta mensual) y producimos periódicos o noticieros principalmente con temas que otros, normalmente las autoridades o actores políticos interesados, han puesto en la agenda, estamos mal. Estamos siendo instrumentalizados. Cosa que es muy frecuente en nuestros medios, sea por falta de capacidad, sea por comodidad, o sea porque el medio así lo concibe y exige. La pauta de los medios la tenemos que definir los periodistas, en concordancia con la línea editorial del medio en que trabajamos, y con los criterios profesionales y éticos nuestros. Claro que aquí influyen criterios políticos, tanto las del dueño del medio, del editor jefe, del jefe de sección y del periodista que escribe. ¿Y por qué no? Prefiero que los criterios políticos que influyen en la definición de la pauta sean mías y las de mis jefes y no los de un partido, de un ministro, de un alcalde.
Los periódicos realmente independientes manejan pautas independientes. En los periódicos donde yo aprendí el oficio, casi nunca fuimos a conferencias de prensa. Jamás se hizo una nota sólo porque una autoridad estatal o partidaria había convocado a una conferencia, mandado un comunicado, ofrecido una entrevista o filtrado información.
Pero quiero ir más allá. Recuperar o conquistar (en caso que nunca se tuvo) la independencia de la pauta es importante, pero no es suficiente. No sólo estoy hablando de la agenda periodística, de la pauta, sino incluso de la agenda nacional. ¿Quién dice que es tarea exclusivamente de los partidos, del juego político entre gobierno y oposición, definir la agenda nacional, poner en la agenda de la nación los temas, los retos, los problemas a resolver?
Yo diría con Laffite: “¿Por qué asustarse que los medios pongan agenda?” Alguien podría preguntarme: ¿Y no tienes miedo que, entonces, los que van a definir la agenda nacional son los intereses políticos de los dueños de los medios? – Sí, pero con esto tengo que aprender a lidiar como periodista, es parte elemental del oficio. Lo que el medio logre poner en la agenda nacional será resultado de un enfrentamiento entre los criterios profesionales de los periodistas y los intereses económicos y políticos de los dueños de los medios. ¡Y qué! Más miedo tengo de la agenda nacional sólo en manos de los partidos, de las autoridades, de los políticos. Prefiero que en la agenda nacional influyan los académicos, las universidades, los empresarios, los sindicatos, los periodistas y, ¿por qué no?, los dueños de los medios de comunicación.
El periodismo no puede agarrar como guión una agenda nacional dictada por los políticos. Mucho menos de un solo partido o de un gobierno. Pero incluso si la agenda nacional fuera resultado de una concertación real entre todos los partidos políticos, no nos quita a los periodistas y a los medios la responsabilidad de formular nuestra propia agenda nacional; nuestro propio esquema de prioridades; proponer a la sociedad temas que ningún partido ha tomado en cuenta.
En nuestro debate entre periodistas y políticos, entre medios y partidos, apareció como fantasma el peligro de que los medios ocupen espacios que corresponde a los partidos. Que poniendo su propia agenda usurpan atribuciones reservadas para los partidos.
De alguna manera, este fantasma lo introdujimos nosotros mismos, el equipo de El Faro y Encuentros, al formular las preguntas a discutir: “¿Deben los medios limitarse a la función de informar y transparentar las posiciones de los actores políticos, o pueden además convertirse en un actor más? ¿Promueven los medios un debate plural sobre los temas del país, o imponen una agenda propia?”
Estas eran las preguntas nuestras para abrir el debate. Luego del debate, ya no formularía la pregunta así, sobre todo la segunda. Pluralismo y agenda propia no son excluyentes. Los medios pueden ser facilitadores y actores al mismo tiempo.
Parece que por lo menos en el moderador el debate tuvo el efecto deseado: me hizo revisar y reformular mis posiciones. Que buen resultado de un debate donde –como moderador- ni siquiera pude intervenir. A veces, es mejor escuchar. (Publicado en encuentroselfaro.net)

lunes, 11 de julio de 2005

Amalgama de resentimientos

"El nuevo partido de izquierda ni es nuevo ni es de izquierda", eso es el juicio de un grupo de renombrados escritores alemanes sobre el nuevo fenómeno en el mapa político alemán: un partido llamado "Linkspartei" (partido de izquierda).

¿Qué es el Linkspartei? Formalmente surge de un cambio de nombre del PDS (Partei des Demokratischen Sozialismus - Partido del Socialismo Democrático), el cual surgió en 1999 de un cambio de nombre del SED, nombre bajo el cual el Partido Comunista gobernó Alemania Oriental desde 1949 hasta la caída del muro en 1989.De hecho, el cambio de nombre de los comunistas es el requisito para que un grupo nuevo que ha surgido de escisión del Partido Socialdemócrata admita unirse con el PSD, primero en una alianza electoral, a mediano plazo en un nuevo partido. Los socialdemócratas disidentes, encabezados por el ex presidente del Partido Socialdemócrata Oscar Lafontaine, aportan al matrimonio un potencial electoral alrededor de los 10 por ciento en Alemania Occidental, mientras que el PSD, con 30% el segundo partido más fuerte en Alemana Oriental, en la parte occidental no sobrepasa los 2 por ciento.

Entonces, un matrimonio de conveniencia. No necesariamente de amor. Unidos por dos cosas: primero, la matemática electoral, que no es nada prometedora para cada uno separado, pero muy prometedora para la alianza. Pueden llegar a establecerse como tercera fuerza con un 15% del electorado, según las encuestas actuales; segundo, el enemigo común: Gerhard Schröder, líder de la socialdemocracia y el jefe del gobierno. Los dos, los comunistas y los socialdemócratas disidentes, detestan a Gerhard Schröder porque representa para ellos la esencia del reformismo pragmático. La política del gobierno Schröder de efectuar las reformas amargas pero necesarias al modelo clásico del estado de bienestar antes de que la derecha lo cambie por el modelo neoliberal, ha provocado que una parte minoritaria pero no marginal de su partido -y sobre todo del ala sindical de su partido- se separara del partido y buscara establecer una alternativa "a la izquierda de la socialdemocracia".

Esto es precisamente lo que los escritores, algunos exponentes del movimiento del 68 en Occidente, otros exponentes de la oposición democrática en Oriente, niegan enfáticamente: "El nuevo Linkspartei ni es nuevo ni es de izquierda, así como el Partido del Socialismo Democrático, sea cual sea el nombre que se ponga, no representa al socialismo democrático."
Me llena de mucha alegría poder constatar que, a pesar de la distancia de 40 años y miles de kilómetros, todavía pienso en sintonía con mis compañeros de batallas callejeras y de tertulias literarias Peter Schneider y Hans Christoph Buch quienes firman la crítica pública al nuevo partido supuestamente de izquierda que abre un segundo frente de guerra a la socialdemocracia, justo en el momento en que está retando a la derecha demócrata cristiana en elecciones anticipadas. Estas elecciones, a celebrarse en septiembre u octubre de este año, se están convirtiendo en un referéndum sobre el curso de Alemania: o reformar el estado de bienestar para salvarlo, como quieren los socialdemócratas; o abolirlo y sepultarlo, como plantean los neoliberales. En esta situación, los disidentes socialdemócratas -representando una especie de ortodoxia socialdemócrata y sindical- quienes abandonaron al Partido Socialdemócrata Alemán porque no aceptan las reformas que Schröder recetó al estado de bienestar para transformarlo y salvarlo, irónicamente se unen con los comunistas quienes siempre han sido enemigos de estado de bienestar desarrollado en Alemania Federal.

El resultado de esta alianza no es una nueva fuerza de izquierda. Es una amalgama de los más diversos resentimientos que florecen en un país en transición política y estagnación económica: los profundos resentimientos de los comunistas alemanes que perdieron el poder absoluto y represivo contra una revolución pacífica de su pueblo; los resentimientos de un sector sindical que se siente en defensiva ante las tendencias de la integración europea y la globalización de los mercados; y hasta los resentimientos xenofóbicos de una parte de la clase trabajadora alemana que responsabiliza a los inmigrantes de su desempleo.

El hecho que los líderes de esta nueva alianza de resentidos ocupen un discurso populista que poco se distingue del discurso xenofóbico de las derechas europeas, les puede, lastimosamente, servir de trampolín electoral. Para el concepto de una nueva izquierda, significa el suicidio. (Publicado en El Faro)

Se recomienda consumo crítico

Imagínese cómo cubrirían nuestros respetables matutinos la captura por defalco de la mayoría de un concejo en un municipio gobernado por el FMLN. ¿Alguien se puede imaginar que El Diario de Hoy o La Prensa Gráfica cubren esta noticia sin mencionar la afiliación partidaria de los acusados? Yo no.

Veamos La Prensa Gráfica del sábado 9 de julio. En la portada, un titular que nos remite a una noticia en las páginas interiores: "Presión política en Mercado Central. Miembro del FMLN propone sacar a vendedores no afiliados". Aunque conociendo el gobierno municipal de San Salvador me parece probable que hasta los administradores de los mercados sean militantes del FMLN, en la nota del reportero no se menciona su afiliación partidaria. Sólo en la madera en la portada.Sin embargo, la madera principal de la portada y el titular de las páginas 2 y 3 están reservadas para la verdadera noticia del día: la captura por fraude de 4 concejales y 3 funcionarios de la alcaldía de San José Villanueva. En este caso, ni la madera en la portada, ni el titular en página 3 ni el artículo que ocupa dos páginas enteras reporta la afiliación partidaria de los concejales acusados de un defalco de medio millón de dólares. Sólo al final del artículo podemos adivinar que se trata de un gobierno municipal de ARENA, cuando mencionan que "el alcalde Arias, quien busca una sexta reelección, dijo que informó al COENA de la anomalía y que sigue teniendo respaldo para las próximas elecciones. La FGR, por su parte, señaló que cualquier otro implicado será arrestado".

En ninguna parte se dice: "el alcalde Arias, de ARENA...." o "los concejales, miembros de ARENA..."

Nada de esto. Se habla del COENA de la misma forma que se habla de la FGR como si los dos fueran instancias comparables de autoridad. ¿Alguien se puede imaginar que en caso que los concejales acusados fueran miembros del PDC, el periódico hubiera escrito lacónicamente que "el alcalde dijo que informó a la CP", dado que la instancia superior del PDC se llama Comisión Política? Creo que sólo en el caso de ARENA se habla del COENA como si fuera una instancia estatal. Igual que en la Unión Soviética se hablaba del Buró Político o en Nicaragua de la Dirección Nacional y nadie dudaba de qué partidos estaban hablando. Estaban hablando del poder como tal, y así es aquí con el COENA.

Para ser justos, veamos como maneja El Diario de Hoy la misma noticia. La maneja igual. Sin mención del partido ARENA, como si los acusados en San José Villanueva fueran concejales sin partido. Ni siquiera se menciona al COENA. Una noticia aséptica, apolítica, sin tinte partidario, parece.

Uno se pregunta, conociendo el nivel de competencia entre los dos grandes matutinos, ¿cómo hacen para ponerse de acuerdo sobre este tipo de manejos? No creo que tengan un comité secreto para coordinar el trato desigual a los diferentes partidos. Tampoco quiero pensar que existe alguna instancia gubernamental que emite lineamientos al respecto. Tiene que ser por osmosis que asimilan las mismas actitudes...

¿Será casualidad que nunca cuando se refieren al caso Perla, nuestros dos principales periódicos mencionan su destacada militancia en ARENA? Probablemente no, porque cometen la misma omisión en el caso de la OBC: mencionan al señor Sandoval porque es imposible obviarlo, pero no mencionan que era precandidato de ARENA a la presidencia.

Una aclaración: hablo de los dos periódicos de mayor circulación. En el caso San José Villanueva, el diario El Mundo no cometió la misma falacia e identificó correctamente que el escándalo tiene lugar en una alcaldía gobernada por ARENA.

¿La moraleja de la historia? Cuando se avecinan elecciones, los periódicos deberían llevar un banderín como las cajetillas de cigarros, diciendo: el consumo de este producto puede ser nocivo para su salud mental, se recomienda un consumo crítico... (Publicado en El Faro)