lunes, 25 de septiembre de 2006

Estimado doctor Argumedo

Estimado doctor Argumedo:

Hace poco fui invitado a la celebración de décimo aniversario de la radio 102.9.En la cabina montada en Multiplaza un permanente ir y venir de políticos, periodistas, artistas y amigos que querían compartir la fiesta con esta pareja excepcional de radiolocutores. Conmigo en la pequeña cabina estaban Daniela Heredia, la Tenchis y Federico Colorado. Sale Federico y entra Arturo Argumedo, diputado del PDC por Santa Ana…

Saludos, presentaciones, apretones de manos. ¿Ya se conocen?, pregunta alguien. El diputado: Claro que conozco a Paolo. Fue guerrillero, anduvo por las montañas de Morazán. Bueno, gracias a la amnistía, ahora los guerrilleros andan por todas partes. Hasta en la Asamblea. Se pusieron sacos y descubrieron el desodorante…

Más o menos así. Por el respeto y cariño al Chiri, a Aída y a Pencho, le dejé hablar veneno al honorable diputado, al reputado ex fiscal general de la república. Entregamos nuestros regalos y saludos a la 102.9 y nos fuimos.

Pero sí hay un par de palabras que hay que decirle a este padre de la patria: Hay tufos, señor diputado, que ningún desodorante quita. Usted -que nunca se quitó el saco, nunca dejó de usar desodorante- huele mal.

Es cierto: Nosotros bajamos de la montaña con el tufo a monte, sudor, sangre – y el tufo que deja la muerte cuando pasa cerca. La muerte dada como la muerte recibida. Algunos nos bajamos con la plena conciencia de que parte de este mal olor que deja la guerra podremos quitárnoslo con un buen baño – pero otra parte no. El olor al sudor del sacrificio, sí. El olor a carne humana quemada en El Mozote; el olor al sudor del miedo, no. Estos olores uno no se los quita con ropa limpia ni con desodorante. Tal vez con un arduo trabajo para cuidar la paz, para desarrollar la democracia…

Me imagino, diputado Argumedo, que detrás de su cinismo esconde algo muy humano. ¿Duerme bien cuando piensa en el rol que jugó como fiscal general de una república secuestrada por matones y corruptos?

Cuando otros se subieron a la montaña, usted se hizo fiscal general de la república. Su misión: enterrar las investigaciones en los casos de Óscar Arnulfo Romero, de los dirigentes del FDR, de las masacres de Sumpul y El Mozote, de los asesores de la reforma agraria asesinados en el Sheraton…

Usted se burla de la amnistía que hizo bajar de la montaña y salir de la clandestinidad a los guerrilleros, que hizo que nos mezcláramos con los portadores de sacos, perfumes y poderes. Pero no fue esta amnistía que hizo daño a la sociedad, señor diputado, por lo contrario: La amnistía (a los dos bandos beligerantes) hizo posible la paz. E hizo posible la democracia integrando la izquierda al sistema político. Lo que sí hizo daño y sigue haciendo daño a la sociedad es el sistema de impunidad que funciona gracias a fiscales generales como usted.
Entiendo perfectamente, diputado, que le molesta, que por todas partes, toparse con ex guerrilleros que se mueven en este país como si fuera suyo. Están en la Asamblea, en la policía, en los tribunales - por ello, su exabrupto contra la magistrada Mirna Perla, la cual no fue guerrillera, sino algo peor: activista de derechos humanos precisamente cuando usted era fiscal general de la república, o sea su peor pesadilla investida del más alto cargo judicial de la nación). Hasta en la dirección de su partido se tiene que topar con ex guerrilleros.

Le recomiendo, diputado, que cada vez que esté reunido con la dirección del PDC le regale a Ana Guadalupe Martínez un frasco de perfume. O se tape la nariz.

No se sienta tan mal, señor diputado: No está solo. Así como hay gente como usted que resienten la amnistía porque los obliga a convivir con ex guerrilleros, hay trasnochados de izquierda que quieren abolir la amnistía porque les obliga a convivir con los protagonistas de la represión y los crímenes de guerra cometidos a nombre del estado y del status quo. Por suerte, los resentidos de los dos lados son la minoría - y la mayoría ha aprendido a convivir con los adversarios.

Con todo respeto a su cargo,

Paolo Luers

lunes, 11 de septiembre de 2006

Querido candidato escondido...

No te has lanzado, pero te conozco. Te puedo, incluso, describir: Has dirigido instituciones estatales o empresas importantes. Provienes de la izquierda, pero te confían mucha gente en la derecha y en la empresa privada; o al revés: provienes de la derecha, pero te confiamos muchos en la izquierda y en la otra empresa privada (la que no está ligada a ARENA). No importa cual de las dos historias es tuya. Es una diferencia importante, pero para efecto de la alternativa que necesitamos en 2009 da igual.

De todos modos puedes ganar los votos del medio millón de gente que votaron por ARENA (más bien por Tony Saca), por la única razón de estar contra el FMLN; y del otro medio millón de votantes que votaron por el FMLN, pero por la única razón de estar contra ARENA; más en el otro medio millón de gente que no han votado porque están en contra de los dos, ARENA y FMLN, y la manera como entre los dos tienen secuestrado al Estado.

Todos los sabios dicen que nuestro sistema partidario está hecho en piedra y que no hay vida política más allá de los dos partidos grandes. Pero existe un millón de votantes y millón y medio de aptos a votar que no están de acuerdo ni con la derecha gobernante ni con el Frente. Qué falta de imaginación, qué falta de creatividad, qué falta de coraje político de parte de todos los que no estamos de acuerdo con la manera como los dos partidos, en un extraño contubernio de adversarios, tienen secuestrado al país.

Entonces, basta ya con los juegos al escondite: Hay cinco o seis personas –mujeres y hombres- que tienen la llave en la mano. Son ustedes, los candidatos no declarados. O son candidato o son creadores de candidato. Como dije, algunos provienen de la derecha, otros de la izquierda, otros de la empresa privada. Cada uno de ustedes puede ser el candidato de todos ustedes y de todos nosotros. Teóricamente sólo se tienen que reunir y ponerse de acuerdo, cada uno asumiendo su papel. El que presenten ustedes, será. Juntos pueden ganar y transformar al país.

Ustedes ya saben que la alternancia no es de ARENA al Frente. El país no aguanta otro gobierno de ARENA bloqueado por el Frente, ni un gobierno del Frente bloqueado por ARENA y la empresa privada. La alternancia se facilita construyendo nuevas opciones; o sea un sector de la derecha asumiendo el poder abriendo las puertas a la izquierda responsable. O sea un presidente de izquierda que gobierne con los sectores democráticos, responsables y progresistas de la derecha y del empresariado. Sólo así se pueden empezar a diseñar políticas de Estado para seguridad pública, empleo y producción.

Ustedes ya saben todo esto. Ya lo están discutiendo. Saben incluso que esto no significa, para nadie, negar su identidad ideológica. No estoy hablando de revivir la idea de un partido del centro. Ya sabemos que esto no sirve. Estamos hablando de una alianza estratégica entre socialdemócratas, socialcristianos, demócrata-cristianos y liberales. Estoy hablando de un gobierno de transición. De un movimiento de rescate. De la construcción de liderazgo responsable.

Así que, antes de que me sienta obligado a presentar aquí, con todo y fotos, las fórmulas y las listas de gabinete posibles y deseables, salgan del closet. Asuman su responsabilidad. Si no, conformémonos, de una sola vez, que la única alternativa es un alcalde de Oriente.
Mis más cariñosos pero impacientes saludos,

Paolo “el Wagner” Luers.
(Publicado en El Faro)

viernes, 8 de septiembre de 2006

Lenguaje paternalista vrs. lenguaje de impotencia

Con el perdón de los que piensan diferente –como suele decir mi respetado amigo Héctor Dada Hirezi antes de repartir golpes certeros- voy a hacer algunos comentarios sobre el lenguaje de los participantes del Encuentro sobre la ratificación de los convenios de la Organización Internacional de Trabajo y la armonización de las leyes nacionales con los derechos garantizados en dichos convenios.
El lenguaje a veces dice más que las declaraciones explícitas. Veamos. Más bien, escuchemos. Leamos.

El representante del gobierno, el secretario jurídico de la presidencia, Luis Mario Rodríguez, en varias ocasiones anteriores me ha sorprendido –y conquistado mi respeto- con su lenguaje estructurado; con su independencia de criterio; con su capacidad crítica frente a la derecha, de la cual orgullosamente se declara militante; con su esfuerzo de construir un lenguaje común que exprese la posibilidad de llegar a visiones comunes….

En este debate, sobre los derechos sindicales, su lenguaje es diferente. Habla de los derechos sindicales como algo que el gobierno, el presidente, la derecha ha dado, concedido, casi regalado. Nunca habla de estos derechos como algo que pertenece al trabajador, al empleado, al servidor público y que –medio siglo tarde- el gobierno reconoce y se compromete, no sólo a respetar, sino a cuidar, desarrollar, convertir en motor de la concertación… Hace incluso una metáfora que explica mucho, comparando a los sindicalistas con el niño que no se pone feliz con el chocolate que le regala su mamá. El gobierno es la mamá que regala chocolate. Los sindicalistas los niños que, en vez de decir gracias, arman berrinche… En este contexto, no es extraño que Luis Mario, uno de los más cuerdos, más conciliadores, más pacientes representantes de este gobierno, en este debate se enojó. El enojo del papá con el niño malagradecido…

Claro, la otra parte en la mesa, el sindicalista William Huezo de AGEPYM, y el diputado Calixto Mejía del FMLN, emplean el lenguaje opuesto: hablan de derechos conquistados. ¿Conquistados? ¿Por quién? ¿El movimiento sindical? ¿El partido vanguardia de la clase trabajadora? ¿O por el señor Ramón Calvo?

Nadie habla de los derechos sindicales como resultado de una construcción conjunta, de una visión compartida, de una llegada a un punto común, de concertación. Como digo, el lenguaje es traidor. Los diferentes términos que las partes emplean expresan una verdad: No hay visión común. No hubo proceso de construcción conjunta. Ni siquiera en el raro caso de haber votado conjuntamente… Hubo una rara coincidencia de conveniencias. Y un par de llamadas de los señores Calvo y Zapatero.

No me extraña, pero sí me llama la atención, que el tema sindical es un tema que despierta pasiones, malentendidos, desconfianzas. La derecha –la gobernante como la empresarial- no logran visualizar a los sindicatos como factor de estabilidad. Ni tampoco el FMLN. Los dos lo ven como instrumento de desestabilización. Y los sindicalistas, los pocos que hay, se ven como perdedores, como víctimas. El sindicato como instancia de denuncia.

Nuevamente, así es el lenguaje: llorón, contestatario, encapsulado en la denuncia, la experiencia de violaciones, batallas perdidas, engaños e instrumentalizaciones….

Si algo puso al descubierto este debate –si uno escucha bien los lenguajes- es que la democracia laboral, en este país, sigue inexistente. Ni siquiera un sueño –porque nadie está soñando de estas cosas. Inexistente. Punto.

Como dije: con el perdón de los que no están de acuerdo conmigo.

(Publicado en encuentroselfaro.net)