lunes, 19 de marzo de 2007

Rufina y el coronel

El héroe declarado de la Fuerza Armada en la guerra civil salvadoreña es el coronel Domingo Monterrosa. Su némesis, Rufina.

El término némesis deviene de la diosa griega de este nombre. Némesis es conocida en la mitología griega como la diosa de la venganza. Pero esto es la versión popular. Realmente Némesis es la diosa que castiga la soberbia. Es la diosa que se encarga de la caída de los personajes que han llegado a un elevado estatus social -poder, riqueza, reconocimiento o fama- por medios ilícitos, contrarios a las leyes y la decencia. El ejemplo clásico: la caída de Creso, el poderoso e inmensamente rico rey de Lidia, quien al ser demasiado soberbio fue arrastrado por Némesis a una guerra contra el rey persa Ciro que provocó su ruina. (Busque “Némesis” en Wikipedia).

Rufina Amaya, una campesina de Morazán, sobreviviente y testiga de la masacre de El Mozote, es el obstáculo inamovible, insuperable e invencible para el coronel Monterrosa para convertirse en héroe nacional en la memoria colectiva. Para siempre queda en la historia del país como el responsable de la masacre de El Mozote. Muy a pesar de los intentos de sus compañeros de armas de escribir otra historia, gracias a Rufina Amaya se conoce la historia real: un militar de grandes capacidades y de extraordinario liderazgo, la estrella entre sus camaradas, el niño mimado de los asesores gringos que quieren hacer de El Salvador el experimento exitoso de cómo ganar una guerra contrainsurgente sin intervenir directamente sino más bien a control remoto vía entrenamiento y asesoramiento.

En esta estrategia, Monterrosa era una figura central. Por esto, los asesores gringos le ponen al frente de la primer unidad contrainsurgente entrenado por ellos, el batallón Atlacatl. Y ahí iba Monterrosa, la esperanza de los gringos, el líder carismático de la tropa, el macho por excelencia, queriendo enseñar a la vieja casta de militares corruptos cómo enfrentar y vencer a la insurgencia. Monterrosa iba con todo y a ganar, primero el poder en el ejército, luego la guerra, luego el país.

Y en la primera gran acción de su batallón estrella, echa a perder todo. El gran estreno del batallón Atlacatl bajo el mando de Monterrosa: la masacre de El Mozote. Sube el Atlacatl, bajo el mando de Monterrosa, al norte de Morazán para golpear a la guerrilla. El golpe cae al vacío. Monterrosa no encuentra campamentos a destruir, sólo campamentos abandonados. No encuentra tropa a cercar, sólo unidades guerrilleras invisibles que le causan docenas de bajas. ¿Cómo justificar le pérdida de tantos hombres y armamentos sin haber matado a nadie? Entonces, se va a El Mozote, el único lugar donde la población, como era evangélica y no colaboraba con la guerrilla, se había quedado en sus casas. El Mozote: el único lugar donde había gente para matar. El resultado: Mil civiles muertos. Varios caseríos erradicados del mapa, con todo: casas, ganado, pobladores.

Tal vez el error más grande: Dejaron viva a Rufina Amaya. Si estuviéramos en la Grecia antigua, la historia se hubiera contado más o menos así: Némesis, la diosa que no permite que la indecencia lleve al estrellato a los hombres, se apoya en una humilde muchacha campesina –Rufina Amaya- y le da un don muy poderoso y raro: la capacidad de contar la verdad de una forma que nadie podía dudar de ella.

Cuando los primeros guerrilleros llegamos a El Mozote después de la masacre, Rufina nos contó lo que había pasado. Me quedé congelado. Tanto que decidí, este mismo día, quedarme peleando esta guerra pasara lo que pasara. Después de escuchar a Rufina, el volado era conmigo. Ya no era un asunto de solidaridad sino un asunto personal.

Cuando trajimos a periodistas de los medios más influyentes de Estados Unidos a El Mozote, Rufina les contó lo que había pasado. Y un hombre tan escéptico (y tan honesto) como Ray Bonner del New York Times la interrogó diez veces sobre cada detalle, y al final me dijo: Yo no quisiera que fuera verdad, porque va contra todos los valores en los cuales yo como americano creo - pero esta señora dice la verdad y mi gobierno miente. Y así lo escribió en el New York Times. La verdad de Rufina –y de Bonner- fue tan opuesta a la verdad americana que Bonner perdió el empleo. Pero en Estados Unidos quedó la duda…

Hace poco, como 25 años después, fui nuevamente a El Mozote, con unos amigos de Europa y escuché a Rufina contarles su historia – y era igual. ¡25 años y la historia era igual! No había crecido, no era más dramática, no había más detalles. Era la historia de Rufina, la verdad.
Sigamos en la versión griega de la historia de Rufina y el coronel. Némesis hizo que Rufina sembrara la verdad. El coronel hizo lo posible para tapar la verdad y convertir la primera acción grande de su batallón estrella de masacre en victoria militar. Pero en los pasillos en Washington quedó sembrada la duda. El Congreso no soltó la ayuda militar como la necesitaban los militares. Sin embargo, no castigaron a Monterrosa. Por lo contrario, le dieron más poder dentro de la Fuerza Armada. Le hicieron jefe de la región donde sabían iban a perder o ganar la guerra, la tercera región militar que abarca todo Oriente. La región realmente en disputa de control entre gobierno y guerrilla.

Pero Némesis nunca tolera la soberbia. Y nunca tolera que los hombres alcancen poder con acciones de maldad. Preparó la caída definitiva del asesino convertido en poderoso líder militar. Obviamente, no fue la diosa que planificó la muerte de Monterrosa. De ésto se encargó Joaquín Villalobos, el máximo jefe de las guerrillas en Oriente. Aprovechándose de la soberbia de su adversario –que había estudiado pacientemente por años- le puso una trampa mortal. Sabiendo que el trofeo más deseado de guerra para el coronel era la Radio Venceremos –que nunca dejó de hablar de los niños muertos en El Mozote-, le puso un transmisor viejo de la Venceremos en el camino. Supo que Monterrosa no iba a permitir que nadie más que él mismo llegara al cuartel con el trofeo perseguido por años. Monterrosa inmediatamente voló al lugar del descubrimiento, subió el trofeo a su helicóptero, y murió. El trofeo contenía una bomba que fue activada por los guerrilleros bajo el mando de Villalobos, cuando vieron despegar al helicóptero.

Némesis no tolera la soberbia. No tolera que el mal que hace un hombre lo lleve al poder. Para materialmente destruir al hombre asesino que estaba al punto de abrazar el poder, Némesis se apoya en el comandante guerrillero –con tu perdón, Joaquín-, pero sobre todo en Rufina, la muchacha campesina que representa la verdad. A ella, Némesis le da el don de contar la historia de El Mozote tal cual. Le da este don raro de la verdad que no da espacio para la duda.

Muere Rufina, 26 años después de la masacre, pero no muere la verdad. Queda con nosotros la verdad de Rufina haciendo imposible que falsifiquen la historia. Haciendo imposible que a Monterrosa lo suban a estatus de héroe nacional. Queda en la memoria de la humanidad el coronel Monterrosa como el que echó a perder todo: sus ambiciones de ganar la guerra; sus ambiciones de llegar al poder político como el héroe que ganó la guerra contra el comunismo. Y de paso echó a perder el éxito de la nueva estrategia contrainsurgente norteamericana (la estrategia post-Vietnam), basada en el entrenamiento gringo de tropas elites y su conducción a control remoto, sin mancharse las manos blancas. Quedaron manchadas. Se quedaron sin poder vencer la insurgencia. Gracias a Rufina Amaya. Perdón, diosa, gracias a Némesis.

(Publicado en El Faro)

lunes, 12 de marzo de 2007

Sólo preguntando III o ¿hay conexión salvadoreña?

En mayo 2004 escribí: “No puedo opinar sobre este caso de trascendencia nacional. En un momento en que nadie habla en voz alta, pero todo el mundo, en privado, divulga especulaciones y teorías de las más insólitas, sólo me queda decir: me niego a opinar, porque para opinar primero necesito información; pero también me niego a callar, ya que en este tipo de casos, el silencio es lo que provoca más especulaciones, más veneno, más daño. Entonces, sólo me queda preguntar.” En aquel entonces, se trataba del asesinato de Federico Bloch.

Hoy debo decir lo mismo sobre el caso que ya no es el caso del asesinato de los tres diputados en Guatemala, sino del triángulo crimen organizado-policía-escuadrones de la muerte en Guatemala y, posiblemente, El Salvador.

No voy a entrar en especulaciones. Tampoco callar. Entonces, voy a preguntar.

El catálogo de 23 preguntas que a petición de un partido opositor tendrá que contestar el ministro de Gobernación Carlos Vielman ante el Congreso guatemalteco fue la publicación más relevante que La Prensa Gráfica ha hecho sobre el caso (cosa que habla mucho de la calidad informativa de La Prensa). El personaje clave en el catálogo de preguntas: un tal Víctor Rivera, conocido en los círculos de inteligencia, policial y hampa de El Salvador y Guatemala como “Zacarías”, señalado por un candidato a la presidencia de Guatemala como figura clave en este triángulo fatal de crimen organizado-policía-escuadrones. Lo raro: aunque el archivo de La Prensa Gráfica está lleno de información sobre este oscuro personaje, vinculado también en El Salvador al montaje de estructuras y operaciones paralelas a las institucionales y legales de la policía y de la inteligencia, muy poco quieren escribir de él, mucho menos de sus amigos. O sea, da la impresión que no quieren hablar de él porque saben quienes son sus amigos y de qué son capaces…

Esto nos lleva al primer grupo de preguntas, relacionadas todas con “Zacarías” y sus contactos históricos y actuales en El Salvador.

-¿Fueron realmente desmanteladas las estructuras paralelas a la PNC que “Zacarías” montó en los años 90 para Hugo Barrera, en aquel entonces vice-ministro de Seguridad?
-¿Qué pasó con los integrantes de la tal Unidad de Análisis Policial que manejaba “Zacarías”?
-¿Quiénes de los colaboradores de “Zacarías” en esta Unidad que posteriormente fueron incorporados a la PNC y cuáles son sus actuales cargos?
-¿Cómo fueron incorporados, pasaron o no por los mecanismos establecidos y por la Academia Nacional de Seguridad Pública?
-¿Hay o había personal de la ex Unidad de Análisis de “Zacarías” trabajando en empresas de Hugo Barrera?
-Dentro de las actividades de la Unidad de Análisis, ¿hubo ocasiones donde integrantes de esta unidad usaban placas de la PNC, aunque no eran miembros de la PNC?
-¿Tienen las autoridades salvadoreñas conocimiento de un viaje de “Zacarías” a San Salvador el día domingo 25 de febrero de 207, día del asesinato de los 4 policías acusados del asesinato de los tres diputados?
-¿Tienen conocimiento las autoridades salvadoreñas si en esta ocasión “Zacarías” se comunicó o encontró con integrantes de la PNC salvadoreña o con otros funcionarios públicos?
Se ha reportado en varios medios que los dos oficiales de la PNC guatemalteca destituidos (el jefe de la División de Investigación Criminal (DINC), Víctor Soto, y su jefe inmediato, el subdirector de investigaciones, Javier Figueroa) han viajado a El Salvador en fechas anteriores al asesinato de los diputados. ¿Tienen conocimiento las autoridades salvadoreñas si estos policías guatemaltecos han tenido contacto, en estos viajes, con integrantes o asesores de la PNC salvadoreña?
-¿Tenían las autoridades salvadoreñas conocimiento del hecho que “Zacarías” tenía participación en las investigaciones de la muerte de los diputados? ¿Sabían que “Zacarías” tuvo acceso directo a los cuatro policías detenidos?
-¿Existe una investigación en El Salvador de las personas y sobre todo de los funcionarios públicos salvadoreños que tienen contacto con “Zacarías”?

El segundo conjunto de preguntas tiene su escenario en Guatemala:

-¿Continúa “Zacarías” desempeñando su cargo en el ministerio de Gobernación de Guatemala?
-¿Continúa “Zacarías” participando en las investigaciones de los asesinatos de los diputados y de los asesinatos en el penal El Boquerón, teniendo acceso directo a testigos, evidencias, información sobre futuras investigaciones y detenciones?
-¿Cuál es la posición del gobierno salvadoreño sobre el papel de “Zacarías” dentro del aparato de seguridad de Guatemala y dentro de las investigaciones de los asesinatos?
-¿Dentro de las asignaciones que tenía “Zacarías” dentro del Ministerio de Gobernación, ha tenido autoridad o relaciones de trabajo con los seis policías que participaron en el asesinato de los diputados, con las autoridades de centros penales y del penal El Boquerón, con Víctor Soto y con Javier Figueroa?
-Cuando “Zacarías” se traslada de El Salvador a Guatemala, en 1997, para trabajar con el Ministerio de Gobernación, ¿es presentado, recomendado o avalado por algún funcionario salvadoreño?
-¿En qué momento y en qué función específica, el ex-director de Inteligencia y de la PNC salvadoreña, Mauricio Sandoval, se relaciona con la PNC o con el Ministerio de Gobernación en Guatemala?
S-i en algún momento Sandoval se desempeñó como asesor de autoridades guatemaltecas, ¿esto ha sido avalado o gestionado por el gobierno salvadoreño?
-¿Ha tenido Sandoval vínculos de trabajo con los oficiales de la PNC guatemalteca involucrados en el asesinato y en las investigaciones?
-¿Ha tenido Sandoval contacto directo con Víctor Rivera “Zacarías” en Guatemala?

Regresemos a El Salvador. Todavía preguntando.

-¿Existen en El Salvador, en el campo de seguridad, investigación e inteligencia, estructuras paralelas a la PNC, al Organismo de Inteligencia del Estado, financiadas y dirigidas por el gobierno, pero no sujeto a los controles legalmente institucionalizados para la PNC y la OIE?
-¿Existen y operan en El Salvador estructuras y equipos técnicos financiados por el Estado, con participación extraoficial de integrantes de la PNC u otras instituciones estatales, con el fin de monitorear comunicaciones telefónicas?
-¿Qué es el Grupo Omega? ¿Tiene relaciones con instituciones del Estado?
-¿En qué institución del Estado fueron a parar y equipos de escucha telefónica provenientes de Israel, adquiridos a finales del 2004 por el gobierno de El Salvador, por un monto de casi medio millón de dólares?

Cierro con las dos preguntas del millón: ¿Hay conexión salvadoreña? Y la otra: ¿Existen en El Salvador estructuras de seguridad e inteligencia paralelas?

Cabe señalar que algunas de mis preguntas no tienen relación con el caso actual de los diputados asesinados. Con las preguntas sobre estructuras paralelas en El Salvador –las que no tienen relación con “Zacarías”- no se quiere insinuar que estas tengan participación alguna con el crimen de los diputados. Personalmente creo que no las tienen. En el caso de las estructuras montadas en los años 90 por “Zacarías” dentro y fuera del aparato estatal de seguridad, hay razones por lo menos a investigar si tienen relación con los hechos en Guatemala – si es que siguen existiendo. Pero incluso las estructuras paralelas –si las hay- que no tienen ninguna relación ni con “Zararías” ni mucho menos con los crímenes en Guatemala, sí tienen que ver con el fenómeno de fondo que salta a la vista con el caso de los diputados, de los policías guatemaltecos y de “Zacarías”: el enorme peligro que constituyen las estructuras paralelas de seguridad e inteligencia. Incluso en caso que ahora estas estructuras paralelas sean útiles para resolver el caso de los diputados, siguen siendo peligrosas y dañinas.

(Publicado en El Faro)

lunes, 5 de marzo de 2007

Proteger a la PNC

En muchas pláticas sobre la tragedia guatemalteca de una policía enferma en cuerpo y cabeza del cáncer del crimen organizado escuché la opinión: ¿Cuál es la gran indignación sobre Guatemala, si nuestra PNC es igual?

Totalmente en desacuerdo con esta actitud. Es irresponsable. No tiene base histórica. Quien dice esto, no ha entendido nada de nuestra historia de guerra, paz negociada, reforma institucional, intentos de contrarreforma, defensa de las reformas…

Condenar a la PNC de manera general y sin base histórica, comparándola con la policía guatemalteca que tiene el mismo nombre pero otra historia totalmente diferente, no contribuye en nada a la urgente tarea de analizar cómo proteger a nuestra PNC, cómo fortalecerla y cómo recuperar y potenciar sus principales virtudes, que son su carácter civil, su carácter pluralista y su carácter apolítico.

Lo que ahora estamos viendo en Guatemala –una policía fuera del control civil; una policía y probablemente un gobierno infestados por el crimen organizado y por políticas fascistas de “limpieza social”- no es lo mismo que estamos viviendo en El Salvador. Tampoco es correcto entender esto como un problema genérico de las policías latinoamericanas. No toda policía tiene unidades que operan como bandas criminales o escuadrones de la muerte.
Por otra parte, ninguna policía está exenta de las tentaciones de la corrupción, del dinero fácil que ofrece el crimen organizado o de las operaciones extrajudiciales de limpieza social.
Si una policía se pudre o se cura, depende de las correlaciones de fuerza, de los mecanismos de control civil sobre los cuerpos de seguridad, del funcionamiento de las instituciones del Estado encargadas de las políticas de seguridad y de justicia.
En El Salvador tenemos que aprovechar la actual crisis guatemalteca, pero no para esconder los problemas graves que tiene nuestra PNC detrás de una cortina de resentimientos y valoraciones subjetivas, sino para analizar fríamente sus problemas y producir soluciones.
Si comparamos la PNC guatemalteca con la salvadoreña, llegamos a dos conclusiones paralelas: Todos los problemas que ahora detectamos en Guatemala, también existen aquí, pero de manera menos estructural; hay corrupción, pero de personas, no de estructuras enteras. Al mimo tiempo, la PNC salvadoreña tiene mecanismos de defensa mucho más fuertes, una institucionalidad más robusta, y sobre todo una composición diferente. Todos estos factores han permitido que en la PNC, aunque hay elementos corruptos y criminales, no existen unidades y cadenas de mando comprometidos y dirigidos por el crimen organizado.

Entonces, hay que reforzar y potenciar estos factores que en El Salvador operan como antídotos a la infestación criminal, a las filosofías de exterminio, a la corrupción.

Son tres los principales antídotos que tienen sus orígenes en el contexto histórico de la creación de la PNC salvadoreña como elemento central de los Acuerdos de Paz.

Primero, la ruptura institucional con la tradición de los cuerpos de seguridad. La desmilitarización de la policía. Su carácter civil, su supeditación a un gobierno civil. Todo esto combinado con un factor externo a la policía: la depuración de la Fuerza Armada y su separación estricta de la política.

Segundo: el pluralismo. La entrada a la nueva policía y sus estructuras de mando de un importante contingente de excombatientes de la guerrilla -en muchos casos de los mejores cuadros del ejército guerrillero, hace contrapeso efectivo a la influencia fuerte de ex integrantes de las Fuerzas Armadas y de los cuerpos de seguridad disueltos. Y se facilita y promueve la entrada masiva de civiles en todos los niveles de la PNC. Estos fenómenos internos se combinan y aseguran con un factor externo a la policía: la institucionalización del pluralismo en el sistema político e institucional del país.

Tercero, la mística: La nueva policía como garante de la democratización y de la vigencia de los derechos humanos. Nuevos contenidos y métodos en la Academia Nacional de Seguridad Pública.
Estas son las tres principales fortalezas de la policía salvadoreña. Y por más que estos tres virtudes de nacimiento hayan sufrido erosión en la práctica y bajo gobiernos adversos a la democratización de las instituciones de seguridad, estoy convencido que es gracias a ellas que nuestra policía no está enfrentando una crisis tan aguda y generalizada como en Guatemala. En Guatemala no hubo desmilitarización ni de la policía, ni hubo depuración y no hubo separación de la política del ejército y del ejército de la política. La policía guatemalteca es la misma de antes con otro nombre, no hubo cambio de su composición ni mucho menos hay nueva mística. Todos los jefes principales de la PNC guatemalteca provienen de la peor tradición represiva de la Fuerza Armada bajo las dictaduras militares – y a diferencia a El Salvador, donde lastimosamente también hay demasiados jefes policiales provenientes de los antiguos cuerpos de seguridad, no hay ningún contrapeso. En Guatemala no hay jefes policiales provenientes de la izquierda. Ni uno solo. Y casi no hay jefes policiales provenientes de la sociedad civil.
En El Salvador, cada una de las virtudes con los cuales nació la nueva policía, ha sufrido serias erosiones. Pero por más que directores de la PNC como Mauricio Sandoval y Ricardo Menesses han hecho para aislar a los mandos policiales provenientes de la guerrilla –pero no sólo a ellos, sino también a marginar a las mujeres de posiciones de mando, o sea a los elementos que más claramente simbolizan el carácter civil de la policía-, no han podido eliminar del todo el pluralismo dentro de la policía. Las mujeres y hombres con vocación democrática siguen existiendo en la policía, aunque muchas veces aislados por sus jefes. De hecho, cuando Rodrigo Ávila regresa a la dirección de la PNC, inmediatamente se apoya en los mandos marginados por sus antecesores –mujeres y ex insurgentes- para restablecer los equilibrios peligrosamente alterados por Sandoval y Menesses y sus protegidos dentro de la PNC. Son sus aliados naturales –independientemente de posiciones ideológicas, sino en base a coincidencias sobre el carácter de la policía- para combatir los lastres y los grupos de poder instalados en la policía bajo los directores anteriores.

Por más que los mandos policiales ineficaces, corruptos y represivos, que afianzaron su poder en la PNC bajo la dirección de Sandoval y, sobre todo, de Menesses, hicieran para dar al traste con la nueva mística democrática y civil construida en los primeros años de la PNC, no pudieron borrarla, ya que seguían en la policía miles de agentes y mandos comprometidos con este mística, seguía existiendo una Academia Nacional de Seguridad Pública fuera del control de la dirección de la PNC sino más bien bajo control e influencia de un Consejo Académico pluralista.
Lograron reducir a un ente conformista a la Inspectoría General de la policía, supeditándola a la dirección de la policía, pero ahora está sobre la mesa una propuesta de volver a darle a la Inspectoría la independencia que necesita para funcionar como entre controlador. Propuesta hecha por la Comisión de Seguridad con participación plural de la sociedad civil. Como primer paso, habría que apoyar y poner en práctica esta reforma.

Y en esta línea, aprovechando que las virtudes de nacimiento de nuestra policía (porque así como hay pecados de nacimiento en Guatemala, también existen virtudes de nacimiento que hay que entender para poderlas fortalecer) se han debilitado pero no borrado, habría que dar pasos concretos para fortalecer la PNC – no sólo en su capacidad profesional, que es indispensable, sino también en su compromiso con la democracia y los derechos humanos.

Esto sería la manera adecuada de reaccionar a la lección guatemalteca. No con resignación, metiendo a nuestra PNC en un mismo saco de basura con la PNC guatemalteca, sino fortaleciéndola en su carácter civil, profesional, democrático y plural.

Tal vez el miedo que a todos nos dan los sucesos guatemaltecos –el espectáculo de una policía podrida y un gobierno incapaz de controlarla- puede provocar a los partidos salvadoreños de unir criterios y esfuerzos para proteger a la PNC salvadoreña. Tal vez el pleito sobre los 100 millones de préstamo para seguridad puede resolverse con un debate sincero sobre qué necesita la PNC para blindarse contra las enfermedades guatemaltecas. Tal vez llegarían a la conclusión que en nuestra seguridad hay que invertir aun más que estos 100 millones, pero dirigiendo las inversiones a una obra que realmente ponga a la PNC, la fiscalía y el ministerio de Seguridad en condiciones de depurarse, de capacitarse, de protegerse. Inversiones que crean la capacidad de nuestras instituciones de seguridad pública de inmunizarse contra el crimen organizado, de inmunizarse contra tentaciones de exterminio social.

Por ejemplo: ¿Cómo hacer las carreras en la policía, en la fiscalía, en medicina legal, en la investigación criminológica tan atractivas que pueden atraer a los profesionales más capaces, más ambiciosos, más comprometidos con el futuro del país?

Siempre cuando alguien pone en la agenda el tema de los salarios que hay que pagar a nuestros policías para evitar la infiltración del crimen organizado, del narcotráfico, del crimen de cuello blanco, hay quienes sostienen que no hay salario que pueda competir con el dinero que ofrecen los narcos y la corrupción. Correcto. Debate cerrado. Error. Hay que pagar bien a los policías, los fiscales y los que llevan a cabo la investigación científica del delito, no para inmunizarlos con dinero contra las tentaciones de la corrupción, sino para atraer a nuestro aparato de seguridad a los mejores profesionales. Esto tiene que ver con salarios, pero además con formación académica, mística profesional, reconocimiento social y cultural.

Si se invierte en esto, pero de manera decidida y audaz, se asegura que a la policía no entren los mediocres o los que tienen afición por las armas, el poder y la vida militar, sino los civiles con vocación democrática, con ambición profesional y académica y con conciencia social. Necesitamos que para un abogado, un ingeniero, un psicólogo recién graduado de la universidad -igual que para un técnico, un mecánico, una enfermera- sea igualmente o más atractivo entrar a la PNC que entrar a la empresa privada. Necesitamos que para los mejores egresados de las escuelas de medicina sea atractivo especializarse en medicina forense o en investigación científica del delito que entrar a cirugía o pediatría.

Haciendo esta inversión ahora, podremos tener en 10 años una policía altamente motivada, capacitada y reconocida por la sociedad. Lo que es el mejor –talvez el único- antídoto a la corrupción.

Hay que repensar seriamente cómo asegurar el carácter civil de la policía. Con la actual estructura y filosofía, los destacamentos de policía en los pueblos parecen más bien tropas de ocupación. Son acuarteladas, de la misma manera como antes eran acuarteladas la GN y la PN. No tienen raíces en la comunidad, por lo tanto es difícil para la comunidad de ejercer su deber de control y escrutinio sobre la policía. Comunidad y policía no pueden ayudarse mucho mutuamente, en materia de prevención y detección de delitos, etc. Y una tropa acuartelada siempre tiende a desarrollar un espíritu de cuerpo que muchas veces es incompatible con la mística que debe tener una policía moderna, civil, democrática.

Todas las líneas de análisis de la situación de nuestra policía nos llevan a un elemento común: Hay que retomar las virtudes de nacimiento de la PNC. Hay que revertir las políticas que han llevado a una erosión de estas virtudes. Hay que construir de nuevo un consenso que trascienda intereses sectoriales y partidarios para proteger la PNC, darle capacidad, equilibrios internos y mecanismos externos de control.

ARENA, si sinceramente quiere seguir en el camino escogido de erradicar todas las influencias del crimen organizado sobre el partido y sobre el Estado, no tiene otro camino que apostar a una PNC profesional, apolítica, democrática. Así entendí al presidente Tony Saca cuando inmediatamente después de la ejecución de los tres diputados de ARENA dijo: Es un mensaje a nuestro partido y nuestro gobierno y no le vamos a hacer caso. No nos van a doblegar.

Y el FMLN, si en algún momento quiere gobernar, tiene que trabajar desde ya –junto con el gobierno- en el fortalecimiento institucional de la policía. Lo que menos le conviene a la oposición es retrasar más el esfuerzo –que por definición tiene que ser consensuado- de proteger a la PNC y dotar a la PNC y al resto de instituciones de los instrumentos y fondos necesarios para hacer irreversible su democratización y profesionalización.

Así que ambos partidos grandes, en vez de lanzarse mutuamente campañas de desprestigio en el tema préstamos, deberían decretar una moratoria en el pleito sobre los préstamos. Una moratoria para sentarse a concertar una política nacional de seguridad, incluyendo una reforma de la PNC, y después decidir conjuntamente de cómo financiar estos proyectos. Quedan suficientes temas para hacer campaña electoral de aquí al 2009. No vale la pena poner en peligro a la PNC por supuestas ventajas electorales. Hay suficientes temas para confrontar, para perfilarse, para distinguirse de aquí al 2009.
(Publicado en El Faro)