lunes, 30 de julio de 2007

Más perturbación del orden, por favor

Hoy quieren una ley contra la perturbación de la paz. ¿O es del orden público que quieren proteger contra turbas? En la mente de los conservadores, probablemente paz y orden es lo mismo. Quien perturba el orden público –la tranquilidad de los ciudadanos, su derecho a circular sin impedimento- atenta contra la paz. Por tanto, tiene que ser castigado con una ley especial. Si no es con la ley contra el terrorismo, y si tampoco es conveniente aplicar la ley contra el crimen organizado, entonces necesitamos una nueva ley especial contra la perturbación de la paz y del orden público.


Pero la paz necesita perturbación permanente. La paz no es estática, no es tranquilidad, no es orden. La sociedad es cambiante y requiere de una paz dinámica. La paz, si no es permanentemente perturbada para producir más justicia, se vuelve restrictiva. La paz, si es confundida con el mantenimiento del orden público, peligra volverse represiva y ahogar el cambio.


Nuestra sociedad, para avanzar, necesita mucho más rebeldía, más ciudadanía, más desobediencia, más manifestación de protesta, más movimiento social reivindicativo, más sindicatos... Con tal que sean auténticos, democráticos, independientes de estrategias partidarias. Para la paz es tan peligroso el intento del FMLN de instrumentalizar los movimientos y protestas sociales que el intento de ARENA de restringir e ilegalizarlos.


Entonces, cuidado con los términos que usemos en el debate sobre las reformas penales y sobre la paz que queremos. Quienes proponen una reforma penal que convierte delitos comunes como el vandalismo contra bienes de propiedad privada o pública y resistencia contra el arresto en delitos especiales contra la paz, con penas mucho más graves, y con factores agravantes cuando hay motivación política, está erosionando el sistema democrático.


Todo lo que el anteproyecto presentado por el ejecutivo quiere sancionar bajo este nuevo término “perturbación de la paz” ya es delito. Quemar vehículos, lanzar piedras a una patrulla policial o al vehículo en que se conduce un funcionario público, manchar paredes con consignas, lesionar a golpes a policías o reporteros, impedir el acceso a un hospital, resistirse al arresto – todo esto siempre ha sido delito y tiene sanciones. Y es muy prudente que hasta ahora los legisladores no han tipificado estos delitos como otra cosa que delitos comunes, los cuales hay que aplicar de la misma manera a pandillas de estudiantes, manifestantes políticos, mareros, vendedores o borrachos. Una vez que se crea una legislación especial -como la que ARENA ahora propone-, estos delitos se convierten de comunes en políticos. Y los actores en presos políticos.


Cualquier abuso violento y delincuencial que individuos o grupos de choque hacen del derecho a la manifestación pública, puede y debe ser castigado. Con las leyes vigentes. De los ataques a periodistas hasta los disparos fatales a policías. Igual que cualquier abuso que cometa un miembro de la policía contra ciudadanos que hacen uso de su derecho a manifestarse.


Para todo esto tenemos leyes. El problema es que no las aplican. ¿Cuántas personas han sido condenadas -aplicando las leyes vigentes- por delitos que han cometido abusando de su derecho a la manifestación y protesta pública? ¿Cuántas personas están sirviendo las penas -que ahora dicen que son demasiado blandas- de 6 meses a dos años por delitos cometidos dentro de manifestaciones? Estoy seguro que son muy pocas.


Si tuviéramos las cárceles llenas de gente condenada por haber quemado vehículos, por haber lanzado piedras a policías, por haber destruido bienes, y aun así la ola de manifestaciones violentas no ceda y el grado de la violencia callejera aumenta, tal vez tendríamos que revisar si las penas previstas son suficientemente severas. Podríamos aumentar las sanciones, pero sin cambiar la tipificación de los delitos de comunes a políticos.


Pero esto no es el caso. No ha sido probado que las leyes existentes son blandas. Simplemente, no han sido aplicadas. Lo que nos lleva a la necesidad, no de cambiar las leyes, sino de hacer eficiente el sistema de justicia. El ejecutivo, en vez de presentar leyes con tinte político, debería empezar a poner orden en su propia casa.


Si grupos de oposición andan promoviendo una estrategia de desestabilización, incluyendo el uso de violencia callejera insertada en luchas gremiales y manifestaciones públicas, la respuesta no puede ser cambiar las leyes y crear delitos políticos. Si la estrategia del FMLN es manipular las protestas y manifestaciones, la respuesta no puede ser restringir las libertades de expresión, manifestación y protesta pública, sino robustecerlas para hacerlas más resistentes a estrategias desestabilizadoras.


El gobierno está confundiendo el enfrentamiento político de ARENA con el FMLN con sus responsabilidades frente a la sociedad salvadoreña. Aunque el FMLN y otras organizaciones estén tratando de instrumentalizar el derecho a la manifestación pública, este sigue siendo un derecho inalienable de toda la ciudadanía, un derecho que requiere protección por parte del Estado.


Lo sociedad, para transformarse, para no estancarse, necesita de la permanente perturbación de la paz y del orden establecido. Incluyendo métodos que, aunque interrumpen la paz y la tranquilidad, no son ni violentos ni delincuenciales ni mucho menos terroristas. Muchos de los derechos fundamentales, sin los cuales la democracia moderna no sería pensable, han sido conquistados haciendo uso masivo de la desobediencia ciudadana, de la masiva perturbación del orden y la tranquilidad: los derechos sindicales, la equidad jurídica de las mujeres y de minorías (a veces mayorías) raciales, el derecho al voto universal...


Una legislación contra la perturbación de la paz, como ahora la propone el gobierno, hubiera tenido en la cárcel a dirigentes perturbadores del orden público como Martin Luther King, Mahatma Ghandi, Lech Walesa, para no hablar de los dirigentes estudiantiles de Berkley, la Sorbonne y Berlin que organizaron sit-ins or teach-ins bloqueando calles, palacios judiciales y universidades para protestar contra la guerra en Vietnam y contra la represión policial en casa.


Hay que reformar la Ley Antiterrorista, de la manera que ya no puede dar paso a aplicaciones aberrantes como las que se hizo contra los detenidos de Suchitoto. Y por favor, sin caer en otra aberración, como lo es la propuesta de ARENA y el ejecutivo de crear delitos de perturbación de la paz.

¿Cuántos terroristas quiere tener el Ministerio de Seguridad en el país? Si cualquiera con potencial de encachimbamiento como para tirar una piedra es potencial terrorista, ¿cuántos tendremos en El Salvador? ¿Mil, dos mil, diez mil? ¿Cuántos presos políticos quieren facilitarle al FMLN?


Para un gobierno, ver en buena parte de la oposición social potenciales terroristas (o desestabilizadores, según la nueva propuesta) no es otra cosa que una declaración de bancarrota. Quiere decir que ya no tiene políticas para integrar a la sociedad a los afectados de sus políticas o de su falta de políticas de empleo, de educación vocacional, de desarrollo sostenible en las zonas rurales, de seguridad, etc.


Si hay convulsión social, y si hay peligro que grupos irresponsables dentro de la izquierda y de la derecha quieren usarla para justificar acciones de violencia política y de represión estatal, la única respuesta responsable y efectiva es fortalecer la democracia, las instituciones, las libertades, los derechos de los ciudadanos; no restringirlos. Cerrar los canales de expresión y manifestación de la protesta no genera paz, sino genera violencia, como ya lo comprobó El Salvador en su reciente historia.

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jueves, 19 de julio de 2007

De zonas liberadas, emboscadas, presos políticos y otros anacronismos

Todavía queda bastante que decir sobre lo de Suchitoto. No voy a discutir el programa de descentralización, tampoco sobre la problemática del agua. Ya personas mucho más calificadas que yo en estas temáticas, como por ejemplo Sandra de Barraza en dos columnas en la Prensa Gráfica y Rodrigo Samayoa en Siguiente Página, han tomado la palabra. Tampoco voy a hablar de la las ridículas y escandalosas acusaciones de terrorismo contra los 13 detenidos de Suchitoto – ya se está incluso debatiendo una reforma a la ley antiterrorista, para evitar estas confusiones y abusos. Tampoco veo sentido entrar en un debate si los 13 detenidos son presos políticos – no quiero echar agua al vino de quienes están celebrando que ahora, al fin, vuelven a tener presos políticos. Claro, ¿qué es un movimiento revolucionario sin presos políticos? Es como no lo toman en serio.


Voy a hablar de un aspecto del conflicto que ha pasado desapercibido. Voy a hablar de zonas liberadas.


Hay unas mantas atravesando la Panamericana en San Martín, anunciando al viajero que se encuentra en “territorio liberado” gobernado por el FMLN. Por suerte, todavía no hay un puesto fronterizo donde cobran peaje a los que no somos militantes de este partido. Y había, en la discusión sobre las manifestaciones de Suchitoto, un argumento que merece reflexión: Que era una “provocación” la intención del presidente Saca de anunciar su programa de descentralización en Suchitoto. Como si en este lugar viven unos salvajes que ligeramente pueden volverse violentos si alguien los provoca. O como si Suchitoto fuera una especie de zona extraterritorial, donde que no es sujeta al poder central del gobierno. O como si fuera una zona bajo control de una fuerza beligerante, como fue el caso de las zonas bajo control guerrillero durante la guerra. Si al presidente Duarte se le hubiera ocurrido hacer un acto presidencial en Perquín para anunciar su política de ganarse los corazones y las mentes de la población de Morazán, seguramente en la Venceremos lo hubiéramos declarado un acto de provocación, y el comandante Jonás se le hubiera cobrado carísimo este antojo. Pero, cuando firmamos la paz, ratificamos no sólo el fin de los escuadrones de la muerte y de los batallones contrainsurgentes, sino también el fin de las zonas liberadas, donde el gobierno no podía ejercer control militar ni poder civil.


El domingo pasado, en el acto de celebración de los 149 años de la ciudad de Suchitoto, el alcalde Javier Martínez estimó conveniente hablar en su discurso de esta “provocación” del gobierno a Suchitoto (“pero los suchitotenses no nos dejamos provocar ni atacar”). Sin embargo, internamente él y los dirigentes locales en Suchitoto ya habían censurado “la emboscada” que este día 2 de julio hicieron los grupos violentos dentro o alrededor del FMLN, no sólo a la caravana de los invitados al acto presidencial, sino sobre todo a sus propios compañeros de Suchitoto. Estos querían hacer una manifestación pacífica – y terminaron envueltos en una batalla campal. Y claro, la disciplina partidaria –y el sobredimensionado operativo policial y militar- los obliga ahora a solidarizarse en vez de distanciarse de los grupos que bloquearon la carretera y atacaron a los vehículos de los invitados del presidente. La maldita unidad sigue dictando errores...


El 2 de julio simboliza lo absurdo de la confrontación política en El Salvador. Primero se inventa un problema que no existe, mucho menos en Suchitoto, pero tampoco en el resto del país: la privatización del agua. Movilizar por movilizar. Sin motivo real, pero pacífico y civilizado. Segundo, infiltración de la movilización por parte de la violencia organizada. En medio de consignas y reivindicaciones, de repente barricadas y piedras. Tercero, la respuesta de las fuerzas de seguridad, totalmente desmesurada. En vez de simplemente abrirles paso a los invitados y detener a los núcleos violentos, una operación masiva, despliegue de fuerzas y equipos militares, la toma militar de comunidades enteras, lejos del escenario de la batalla. Cuarto, los halcones de la derecha hablando de terroristas y los halcones de la izquierda hablando de presos políticos y activando sus redes de solidaridad internacional...


Lo que al final ha logrado el gobierno y su aparato de seguridad, con su respuesta exagerada y anticonstitucional, es nada menos volver a unir a todo el FMLN y sus bases, y precisamente bajo banderas de confrontación. Lo irónico es que los que habían organizado las protestas pacíficas de Suchitoto –las comunidades locales y organismos como CORDES, CRC y CRIPDES- son precisamente el sector que más se había alejado de las estrategias de desestabilización de la dirección. Hay comunidades en Suchitoto, donde durante años nadie hizo caso a las consignas confrontativas del FMLN, que hoy están diciendo: La próxima vez que entran aquí con armamento de guerra para catear, guerra tendrán. O, como dijo un dirigente local: Somos pacíficos, pero tampoco pendejos.


Regresando al punto de partida: ¿De dónde viene la concepción que el presidente de la República no puede ejercer su cargo en un municipio, sólo porque está gobernado por el FMLN, o sólo porque el gobierno y la mayoría de la población local no está de acuerdo con la política que quiere anunciar? ¿Implica al revés que los militantes de ARENA tienen derecho de impedir que en la UCA se celebre el festival de la verdad, sólo porque en Antigua Cuscatlán gobierna ARENA? ¿Vamos a ver heridos o muertos porque los partidos no van dejar entrar a sus respectivos enemigos a hacer campaña electoral en sus “zonas controladas”?


Si uno está no está de acuerdo con la política del gobierno, tiene todo el derecho de manifestar su desacuerdo, pero no a declarar al presidente y sus invitados personas non gratas en su municipio. Además, como alcalde, recibir al presidente en su municipio no significa, por nada, suscribir las políticas gubernamentales. Significa solamente el respeto a la institucionalidad. Me hubiera gustado ver al alcalde de Suchitoto o recibir al presidente o en la carretera ejerciendo su autoridad para evitar confrontaciones violentas.


Hasta la fecha Suchitoto era, como Sandra de Barraza señala con mucho conocimiento de causa, un ejemplo exitoso de una gestión municipal que sabe negociar con el gobierno, con el FISDL y con fuentes externas proyectos de desarrollo para el municipio y sus comunidades. Las diferencias ideológicas y políticas entre los alcaldes de Suchitoto y el gobierno central hasta ahora no han sido obstáculos para avanzar conjuntamente en los proyectos de agua (¡precisamente descentralización de agua!), medio ambiente, seguridad pública, turismo, etc. ¡Y de repente Suchitoto es zona liberada, donde el alcalde no puede recibir al presidente, sino más bien habla de provocación! No se si se trata de un cambio en la concepción del señor alcalde, o simplemente de un acto de sumisión al discurso oficial de su partido. Las dos cosas serían igualmente lamentables. Sobre todo tomando en cuenta que Javier Martínez fue elegido alcalde por una gran mayoría (más allá del voto duro del Frente), justamente porque en las elecciones primarias se había distanciado claramente de los ortodoxos del Frente.


Suchitoto merece seguir adelante en su tradición de rebeldía, pero no sólo contra el autoritarismo del gobierno central, sino igualmente contra el partido gobernante de la ciudad, que no quiere permitir que un municipio “liberado” rompa la lógica de la confrontación estéril y logre avanzar concertando con el gobierno, convirtiéndose en modelo para otros municipios que no quieren ser zona liberada sino zonas desarrollada.


Yo entiendo que un alcalde del Frente tiene que protestar por el exceso de violencia mostrado por la policía en Suchitoto. Suscribo la protesta. Pero que también señale el exceso de violencia de los grupos que otros de su propio partido acarrearon de Soyapango, San Salvador y otros lugares para emboscar (literalmente) a la caravana de los invitados del presidente y (políticamente) a los manifestantes pacíficos de Suchitoto.


Claro que el alcalde de Suchitoto tiene que exigir “la libertad de los presos políticos”, sobre todo ante un gobierno que quiere transformar a unos vándalos y rufianes en terroristas, pero que también marque la línea en su propio partido y asegure que los grupos de choque no vuelvan a emboscar a Suchitoto.


La denuncia sigue siendo el discurso preferido de la izquierda. Pero que tampoco sean llorones: Cuando uno se mete con la seguridad de un acto presidencial, atacando a los invitados del presidente, recibe una paliza. En todas partes del mundo. Normalmente es una paliza, una noche de detención - y el día siguiente a la casa. Ya me pasó varias veces, la primera cuando no queríamos permitir que el Shah de Persia, el master de la temible policía secreta Savak, se divierta en la Ópera de Berlín a invitación del presidente alemán. Me dieron la paliza más grande de mi vida. Eso uno ya lo sabe antes. En Cuba, en Venezuela, en Estados Unidos y en El Salvador esta rebeldía resulta más cara, lo convierte a uno de enemigo del Estado - y esto hay que cambiar, por lo menos en El Salvador, antes de que alguien (sea el ministro de seguridad o la comisión política del Frente, o ambos) tome en serio lo de los presos políticos.
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lunes, 16 de julio de 2007

Un gabinete de lujo

Antes de que todos nos rindamos ante la polarización política aparentemente insuperable; antes de que nos resignamos a que no existe otra alternativa que escoger entre los dos polos; antes de que perdamos la esperanza, la creatividad y la rebeldía que nos han mantenidos vivos; antes de que caigamos en depresión y nos apartemos de la política y las elecciones, hagamos un ejercicio de imaginación. ¿Realmente no hay alternativa? ¿Realmente no hay personas con capacidad, liderazgo y solvencia moral que podrían juntarse para llevar al país a superar la confrontación y a desarrollar los potenciales de creatividad, diálogo y concertación?


No. No es cierto. Hay personas que podrían asumir el liderazgo y abrir nuevos caminos. Todos los conocemos. Todos se conocen bien entre ellos. Sólo que hasta ahora no han actuado juntos, están en diferentes partidos o no son de partidos. Algunos provienen de a la derecha, otros de la izquierda. Son personas que no han mostrado sed de poder. Lo que es simpático, pero hay situaciones históricas que plantean el deber de agarrar el poder y usarlo. Hoy es cuando.


Mientras hablo en abstracto, nadie me va a hacer caso. Planteamientos en abstracto no provocan ni discusión ni reflexión ni mucho menos acción. Entonces, hablemos con nombres y apellidos. Presento aquí una lista de 20 personalidades. No forman un grupo. Es un conjunto plural: hay socialistas, liberales, gente de derecha, socialcristianos, socialdemócratas, humanistas... Hay de todas las corrientes, menos de los polos extremos y excluyentes. La mayor parte es “gente de frontera”, como lo definió una de las mujeres que aparece en esta lista: gente que frecuentemente cruzan las fronteras ideológicas, para hacer alianzas, para buscar consensos, para resolver un problema al país. Gente movida más por preocupaciones concretas que por creencias o dogmas.


20 nombres. Por muy distintas que sean sus ideologías, los une la disposición al diálogo, la tolerancia, la capacidad de buscar compromisos, la voluntad de poner los intereses del país por encima de intereses sectoriales e ideológicos.


De esta lista se puede formar un gabinete de lujo como el país no lo ha tenido en su historia. Incluye varios presidenciables. Y para cada ministerio estratégico, varias opciones.


Sólo falta un pequeño detalle: no se han decidido a asumir la responsabilidad histórica que les da la polarización que lleva al país a la ingobernabilidad.


Elena de Alfaro, Rafael Barraza, Sandra de Barraza, María Eugenia Brizuela, Fidel Chávez Mena, Francisco Bertrand Galindo, David Escobar Galindo, Cecilia Gallardo, Evelyn Jacir, Gerardo Lechevallier, Guillermo López Suárez, Mauricio Loucel, Roberto Murray Meza, Ricardo Perdomo, William Pleitez, Roberto Rubio, Joaquín Samayoa, Salvador Samayoa, Carlos Quintanilla Schmidt, Héctor Silva.


De esta lista –la cual, obviamente, alguien con más conocimiento que yo podría ampliar- se puede armar gabinetes de varias formas, pero siempre de lujo, de capacidad, y con representatividad.


Les presento el gabinete que a mí me gustaría ver. Y de paso me he permitido hacer algunos cambios necesarios en la estructura del gabinete, convirtiendo al secretario técnico en ministro de la presidencia; reinstalando el Ministerio de Planificación; fundando nuevos ministerios (vivienda, cooperación, cultura, tecnología e investigación); reforzando el Ministerio de Sociales; dando a la Fuerza Armada un ministro civil… Ya que hagamos uso de la imaginación y de la ficción, hay que aprovechar.


Aquí el gabinete de gobierno 2009-2013:


Presidente: Cecilia Gallardo

Vicepresidente: David Escobar Galindo

Ministro de la presidencia: María Eugenia Brizuela

Canciller: Fidel Chávez Mena; Vicecanciller: Gerardo Lechevallier

Embajador en Washington: Roberto Murray Meza

Cooperación: Roberto Rubio

Defensa: Carlos Quintanilla Schmidt

Seguridad: Salvador Samayoa

Director PNC: Rodrigo Ávila

Gobernación: Francisco Bertrand Galindo

Hacienda: Guillermo López Suárez y Ricardo Perdomo

Economía: William Pleitez y Rafael Barraza

Planificación: Sandra de Barraza

Justicia Social (sociales, trabajo, red solidaria, etc.): Evelyn Jacir

Salud: Héctor Silva

MOP: Alberto Harth

Vivienda: Francisco Altschul

Educación: Joaquín Samayoa

Cultura: Roberto Salomón

Medio Ambiente: Rafael Castellanos

Agricultura: Jorge Villacorta

Tecnología e investigación: Mauricio Loucel


¿Les parece utópico? Bueno, paja se habla todos los días, sobre todo en círculos serios y de poder. Pero nadie puede negar que un gabinete como éste sería capaz de superar la polarización y de atacar los problemas del país, mejor que cualquier gabinete que podría formar por si sola la izquierda o la derecha, respectivamente.


¿Cómo llegar a esta fórmula? ¿Cómo hacer que tenga gobernabilidad, o sea respaldo parlamentario y social? Estas son las preguntas del millón.


Básicamente, hay dos vías. Una es que toda esta gama de gente forme un partido nuevo y corra contra ARENA y el FMLN, tanto en las elecciones legislativas como en las presidenciales. Si se quiere esto, hay que empezar a trabajar mañana. Es difícil, pero no es imposible. Algunos tendrían que salir de sus partidos, a lo mejor sin pleitos, sin quemar puentes. Dinero, para esta fórmula, habría. Apoyo intelectual sobraría. Apoyo internacional sería fácil conseguir. Activistas en el terreno habrá si hay dinero y un programa claro. Sin embargo, parece muy poco viable, casi misión imposible.


La otra vía, la más realista, es que algunos de esta lista –los que provienen de la derecha- disputen y ganen la candidatura de ARENA. Estamos hablando de la figura que, analizando bien la situación y las necesidades del país, después de una seria disputa entre las diferentes corrientes, ARENA llegue a apostar al cambio, a la reforma, a la apertura. Estamos hablando que ARENA postule a un candidato que, al llegar a casa presidencial, abre las puertas a un gabinete plural, a un gobierno de transición, con participación de la izquierda democrática, del centro y de la intelectualidad.


¿Utopía? Tal vez. Pero tal vez la utopía más realista para este país. Porque las alternativas...


PD: Espero que nadie de los mencionados se enoje por salir mencionado. Con algunos he discutido esta problemática, pero en términos abstractos. Con algunos nunca he hablado, con otros ni siquiera nos conocemos personalmente. A nadie le he pedido permiso para usar su nombre en este ejercicio de imaginación política. Estoy seguro que más que uno no está de acuerdo con mi planteamiento, ni mucho menos con la mención de su nombre. A estos les digo: Bueno, sólo es hipotético. ¿Quién soy yo para formar gabinete?


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lunes, 9 de julio de 2007

Tanto revuelo por un loquito

¿Quien está interesado en convertir a Mario Belloso en héroe? ¿O en el enemigo del Estado número uno? Lo que en cuanto a sobredimensión vale lo mismo. Según todo lo que se sabe de Mario Belloso, es un militante que tomó demasiado serio el lenguaje revolucionario de su partido; un desorientado queriendo jugar a guerrillero; el cabecilla de una banda de lúmpenes y rufianos que justifican su comportamiento violento con fantasías revolucionarias. Peligroso sí, aventado sí, un hombre sobre el cual pesa la acusación de haber asesinado, desde adentro de una movilización de jóvenes radicalizados, a dos policías. Por eso es bueno que esté preso. Pero las autoridades de seguridad y algunos de nuestros medios (no todos, pero los más influyentes) nos presentan a otro Belloso: un dirigente popular que desde la clandestinidad está organizando la próxima guerrilla. Un superman que ha burlado la policía durante un año (lo que es mentira; muchas veces lo tenían chequeado, pero durante casi un año no lo tocaron). Un hombre que ama a sus hijos y su mamá. Claro, para las autoridades de seguridad es una cosa anunciar la captura de un asesino con trasfondo de alucinaciones políticas y comportamiento de maleante - o tener el placer de presentar a los espectadores de su show al recién apresurado que estaba al punto de llevar al país nuevamente a la guerra. Por más grande el villano, más honor al gendarme...


Belloso, el fundador de la próxima guerrillea: un chiste de mal gusto para los miles de ex guerrilleros que viven en nuestro país. ¿Por qué aquí es tan fuerte e irresistible la tendencia a sobredimensionar todo lo que tiene que ver con la violencia? A un país como El Salvador, donde la violencia tiene raíces culturales, históricas y sociales muy fuertes, más le vale aprender a enfrentarse a la violencia con frialdad y sinceridad, despasionadamente. Necesitamos menos alarmismo, menos exageración, menos mitos y leyendas (como anteayer “El Directo”, ayer el “Viejo Lin” y mañana Belloso), y sobre todo menos aprovechamiento de la violencia para fines partidarios y para desacreditar al adversario político.



Apresaron a Mario Belloso, un hombre acusado de haber asesinado dos policías. Pero, en vez de aprovechar la captura y la aparente disposición de hablar del apresado para proceder a desmantelar y llevar a la justicia al grupo peligroso al cual él pertenecía, usando todos los medios de inteligencia policial, se utiliza todas las evidencias con un sólo fin: desacreditar al FMLN, pintándolo como partido que ilegalmente mantiene un brazo armado. Esto no sólo deteriora más el clima político del país, agudizando la confrontación, sino además compromete la investigación y el proceso, no sólo contra Belloso, sino contra otros focos de violencia. Esta campaña insoportable, donde varios medios aparecen como instrumentos, ni tanto del ministerio de Seguridad en el desempeño de su función, sino de dirigentes areneros que dirigen el ministerio en el desempeño de sus labores de campaña contra el FMLN.



Con esto nada aportan al tercer objetivo que debería tener absoluta prioridad, aparte de asegurar un debido y pronto proceso a Belloso y aparte de desmantelar y llevar a la justicia al resto de su grupo y a los grupos violentos relacionados: conseguir que se corten los nexos que todavía existen entre un sector del Frente y del movimiento social con este sub mundo de seudo revolucionarios que están preparando acciones violentas en incluso armadas. A este objetivo, desacreditar con métodos de la guerra sicológica al FMLN como partido político no aporta nada. El FMLN no es antisistema. Aunque algunos de sus militantes todavía no quieren reconocerlo, el FMLN como partido es parte integral del sistema surgido después de la guerra. El sistema necesita al FMLN. Quien niega esto, no ha entendido los Acuerdos de Paz. Y el FMLN necesita que el sistema funcione, dentro del cual vive y crece. Si hasta el 5 de julio del 2006 hubo muchos en el FMLN que coqueteaban con una doble estrategia que incluía el uso táctico de acciones armadas para desestabilizar el sistema, el crimen de Bellos provocó mucha reflexión dentro de la izquierda, incluso dentro del FMLN, tanto su militancia como su dirigencia.


Si los dirigentes de ARENA que controlan el aparato de seguridad no hubieran cometido el error (calculado por algunos, tolerado por otros, lamentado por algunos dentro del gobierno) de utilizar todos los recursos, incluyendo las evidencias del caso (la computadora y su contenido, las otras evidencias obtenidas en la casa de Belloso, las declaraciones del acusado) exclusivamente en función de hundir al partido FMLN, entonces ahora sería posible conseguir que dentro del FMLN (y en su contorno, el movimiento social) quedaran aislados los individuos y grupos que han apoyado a Belloso y sus cómplices antes e incluso después del 5 de julio. Quien quiere que en el FMLN siga fortaleciéndose y prevalezca la línea de cortar los nexos y vasos comunicantes entre el partido y el sub mundo clandestino de los Bellosos, no debe poner a todo el Frente en defensiva, sometiéndolo a una campaña política y mediática muy agresiva, dañina e intoxicante. No debe meter, de paso sea dicho, en el mismo costal la violencia de los Bellosos y la violencia callejera en manifestaciones. Es necesario actuar con policía y justicia contra la violencia política que se manifiesta en tomas violentas de edificios, bloqueos de calles y vandalismo, pero aplicar a estos delitos la ley antiterrorista o la ley contra el crimen organizado es lo contrario a justicia y sólo fomenta que la violencia se radicalice y se vuelva manipulable por los Bellosos.


El Frente tiene mucho interés de resolver el problema de la violencia política de una vez por todas. El Frente sabe que nada puede ganar -y mucho puede perder- consintiendo a los Bellosos. Durante casi un año existía un pacto: El Frente se comprometió que el 5 de julio no se iba a repetir. Que iba a cortar sus nexos con los grupos violentos. Personeros del gobierno se comprometieron a no hacer nada para capturar a Mario Belloso, para evitar precisamente el tipo de show y campaña contra el FMLN que ahora estamos presenciando. Con la condición que el fugitivo se desaparezca, y que ni él ni otros sigan organizando ni cometiendo acciones. Este pacto fue roto, no por el gobierno y tampoco por el partido FMLN, sino por Belloso y su gente, de los cuales algunas todavía operan desde adentro del FMLN y las instituciones y alcaldías que controla. Belloso regresó, no sólo a San Salvador, sino a sus andanzas y sus fantasías. Mucho más razón para el FMLN de separarse de todos que todavía coquetean con el uso de la violencia política. Hoy -bajo el ataque parejo de la derecha y los órganos de prensa que no distinguen entre malos y buenos dentro del FMLN, sino quieren hundirlos todos- los dirigentes más decididos a limpiar la casa FMLN tienen una tarea muy difícil. Aunque son indispensables, los cambios en la cúpula del Frente y las limpiezas en algunas de sus estructuras no se van a dar a corto plazo, porque serían interpretados como aceptación de la culpa y de la rendición ante la campaña de la derecha. La política de la confrontación a cualquier precio de un sector de ARENA y una parte de los medios está debilitando a los sectores en el Frente que quieren apostar a menos polarización, más concertación. Como siempre, caras contentas en los dos extremos, o sea entre los más duros y cínicos de ARENA y el Frente.


No quedaría completa esta reflexión sin hablar de los medios. Para esto, en última instancia, es la “Columna transversal”. Muchos de los medios, en esta semana de la captura de Belloso, se han manchado. Pocas veces en la posguerra he visto un comportamiento tan sucio, tan manipulado y manipulador, tan antiprofesional de medios de comunicación como en estos días. Se publican partes de los interrogatorios a Mario Belloso, sin que se deje claro quien está entrevistando. El Mundo llega al colmo de publicar como “entrevista informal” (cosa que no existe en periodismo) parte de lo que un día después se presentaría al público como parte de un video de 8 minutos de duración, editado por el ministerio de seguridad en base de una grabación de más de una hora del interrogatorio. Que yo sepa, ningún medio se ha negado a publicar un material tan poco confiable, ya que ha sido editado por una parte interesada. Tampoco me consta que algún medio haya rechazado hacer publicaciones que pueden comprometer las evidencias e invalidarlas para el juicio. Todo el mundo aparece aceptar, sin problema y protesta, que aquí prevalece el juicio político sobre el juicio penal, la confrontación partidaria sobre la justicia.


Los medios publican fotos, supuestamente extraídas de la computadora de Belloso, sin informar al lector cuándo -en qué época de la vida política de Belloso- fueron tomadas. Obviamente, una foto que muestra a un acusado de doble asesinato de policías junto con dirigentes del FMLN es una bomba - si es tomada después del crimen, o en la fase de preparación. En cambio, si es tomada años antes, cuando ni Mario Belloso sabía que algún día iba a convertirse en militante de grupos violentos y luego en asesino, no dice absolutamente nada.


Lo mismo con las fotos que demuestran a Mario Belloso -visiblemente más joven- dando una charla en un Instituto Nacional. También sin fecha. Mucha gente pensaba que ahí estaba en el Instituto el Belloso acusado de asesinato prófugo. O el Belloso preparando la acción armada. O cualquier cosa que uno se puede imaginar. Pero igual es posible que en esta foto sale un Belloso en una actividad que nada tiene que ver con su futuro accionar armado. Este es el problema, las fotos, sin investigar las fechas, no dicen nada, pero si ponen en entredicho a los profesores o el director del Instituto. Un colega me dijo: ¿Pero cómo íbamos a saber cuándo tomaron estas fotos? La respuesta es muy fácil y tiene que ver con el abecedario de la ética periodística: Si no lo sabés, y tampoco lo puedes averiguar, ¡no las publiqués! Menos cuando te las está entregando el ministerio de seguridad, y mucho menos este ministerio, en este momento, actúa como si fuera ministerio de propaganda. Ya no me dijo nada el colega...

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lunes, 2 de julio de 2007

Don Paco y la tragedia de la posguerra

Hace un año murió don Paco. Lo asesinaron con lujo de barbarie, junto a su esposa Juana, en su casa en el barrio La Cruz de Suchitoto. Un domingo 2 de julio. Cuando me lo contaron, no lo pude creer. Francisco Manzanares -o don Paco, como todos lo conocíamos en Suchitoto- era de la gente que uno no se puede imaginar involucrado en un crimen salvaje: ni como victimario, ni como víctima. Era demasiado buena gente para que alguien le quisiera hacer daño. Hablo de él, porque era mi amigo, mientras que a su esposa solamente la vi dos o tres veces detrás del mostrador de su tienda. Niña Juana no era de muchas palabras o sonrisas, por lo menos no conmigo. “No con los amigos míos,” solía decir don Paco.

Todo lo contrario don Paco: un gran platicador. Era imposible cruzar el parque central de Suchitoto sin encontrarse con don Paco. Y era imposible encontrarse con este señor erecto de pelo blanco y ojos sonrientes sin sentarse junto a él en un banco, en la sombra de los árboles (que ya no existen, víctimas de la transformación del parque en plaza) y platicar de lo que había pasado en el mundo, en el país, en el pueblo. Su saludo siempre era algo como: “Don Paolo, ¿qué hay de nuevo? ¿Cómo está esto del cambio climático? ¿Cree que Hugo Chávez realmente es un revolucionario?” Y ahí platicamos, analizando la situación electoral, la guerra en Irak, la situación cada vez más deplorable del Frente, las maniobras de ARENA, la ineficiencia de la alcaldía de Suchitoto... Y siempre, en estas pláticas dominicales, don Paco al final dijo: “Pero, don Paolo, algo tenemos que hacer, si esto no puede seguir así. Pensemos en algo.”

Una vez, a finales del 2002, le hice una propuesta – y don Paco me la agarró con entusiasmo: “Pongamos alcalde, pues.” El Frente iba a lanzar, por tercera vez, a Isaías Sandoval, para no perder la alcaldía. Isaías era amigo de nosotros dos, nada en contra de él. Pero el mismo alcalde –“Ardillo” para sus amigos- en privado estaba diciendo que la ciudad ya necesitaba un cambio, ideas frescas, concertación. Que él era el alcalde de la reconstrucción, pero para lo que viene, la apuesta al desarrollo, se necesitaba otros líderes con otras ideas y capacidades. Entonces, comenzamos a trabajar -don Paco entre los activistas más decididos- en la candidatura de Chamba Acosta, gran amigo de los dos, bajo la bandera de los Renovadores. Don Paco feliz: Al fin había algo que hacer, había una perspectiva: una izquierda ciudadana, una izquierda civil, un equipo plural y dinámico de candidatos al concejo, ex guerrilleros como Dimas junto con personajes honorables del pueblo, como don Tilo Melgar, alcalde duartista muy respetado y recordado...

En esta campaña, don Paco tuvo que enfrentarse a su propia hija, Mariposa, la más ardiente y agresiva activista del FMLN en Suchitoto. Lo hizo con dignidad, con calma, hasta con humor, aunque los insultos por parte de su propia hija le dolieron. “Ella no es mala, don Paolito, ella es producto de la gran crisis de valores del Frente”, me dijo. “No quieren ver la realidad. No logran ser tolerantes. Se aferran a sus dogmas. Pobrecito el Frente, pobrecita mi hija...”

Hicimos una buena campaña, perdimos con dignidad. Isaías, al final, nos dio una horrible paliza – y una gran lección: Ganó y adoptó buena parte de nuestras propuestas. Condujo al Frente en Suchitoto al cambio que necesitaba, contra todas las resistencias, asegurando que en las siguientes elecciones, en 2006, los ortodoxos no lograran caer a “su” alcaldía. Isaías, el líder local de las FPL, hizo alianza con sus adversarios tradicionales de la RN, los dirigentes de la zona baja del Guazapa, los más renovadores en el partido. Produjo el cambio que Suchitoto necesitaba. Y don Paco, feliz. “Al fin triunfamos, Don Paolo”, me dijo - aunque yo no estaba tan seguro. Y con esta sonrisa suya en los ojos: “Otra vez se fregó la Mariposa...” –quien, claro está, era la propagandista más gritona de la campaña frustrada de la candidata ortodoxa en las primarias...
Pero don Paco no sólo andaba en asuntos de política. Era partícipe de cualquier iniciativa de ciudadanos para mejorar el pueblo: agua potable, cultura, fiestas patronales, salud, educación, deportes... Cada iniciativa ciudadana podía contar con el apoyo de este caballero, con su paciencia, con su bondad, con su sentido común y práctico.

Yo conocí a don Paco, cuando hice de Suchitoto mi segunda residencia, en 2001. La primera vez que platicamos fue en casa de Chamba Acosta. Me dijo: “Yo sé quien es usted: Anduvo en la guerra con mi hijo.” Y así nos hicimos amigos: platicando sobre Paquito Cutumay, músico y guerrero. Platicando también sobre cómo murió Paquito. Muerte trágica, muerte polémica. Yo no escondía al padre mi opinión: que Paquito andaba, ya terminada la guerra, en cosas terribles que tenían que ver con policías corruptos, extorsiones, secuestros. Los dos estábamos convencidos que Paquito fue víctima de sus errores políticos: El pensaba que era legítimo y necesario, en el nombre de la revolución, seguir con acciones clandestinas. “¿Usted piensa que mi hijo era un criminal, don Paolo? Dígame, porque usted lo conoció bien.” “No, Paquito actuaba y murió pensando que estaba cumpliendo un deber revolucionario. Muy equivocado, pero no criminal.”

También hablamos de la campaña que su hija Mariposa estaba levantando en todo el mundo por la muerte de su hermano. Para ella, Paquito era víctima de policías actuando como escuadrón de la muerte. Don Paco estaba dispuesto -con tristeza, pero con dignidad- a enfrentar la verdad: Su hijo no era víctima de la represión, sino de los errores e irresponsabilidades de la izquierda. Su muerte refleja la tragedia de la izquierda salvadoreña en los primeros años de paz: Cuando el ex guerrillero Paquito Cutumay muere en un tiroteo con la policía en San Miguel, tanto su acompañante y supuesto cómplice como uno de los policías que intentan detenerlos y terminan matando a Paquito, son policías ex-guerrilleros. Dos de los ex guerrilleros en la escena de la tragedia, Paquito y su amigo policía, bajo investigación por extorsión de una prominente familia de Ahuachapán, lugar donde el policía amigo de Paquito prestaba servicio; el otro, investigando los secuestros. Al final resultaron Paquito muerto y el investigador condenado por su muerte. No sé qué se hizo el tercero...

Y un hombre como don Paco, quien de San Miguel se mudó para Suchitoto, enfrentando esta tragedia. Un hijo muerto por no saber terminar la guerra y aceptar la paz. Una hija -y un FMLN- usando Paquito Cutumay como mártir, como héroe, como víctima de un régimen represivo que sigue manteniendo escuadrones de la muerte...

Lo que más deseaba Francisco Manzanares era que su hijo descansara en paz. Esto lo distanciaba definitivamente del Frente y de su propia hija. Trágica posguerra salvadoreña.

Cuando don Paco y su esposa Juana son asesinados en su casa-tienda en Suchitoto, el impacto en el pueblo es profundo. En todas las conversaciones en el pueblo se escucha dos frases: “¡Esto hay que parar ya! ¡No más violencia en Suchitoto!” El mismo domingo 2 de julio se junta un grupo de ciudadanos para organizar que el pueblo de Suchitoto se manifieste. Dirigentes de barrios, activistas feministas y religiosos, profesores, ciudadanos de Suchitoto convocan una marcha blanca. Nadie saben quienes asesinaron a los esposos Manzanares, pero todos sabemos que esto hay que parar.

Para no interferir con el entierro que está siendo planificado por la hija Mariposa en coordinación con el FMLN, la marcha blanca de la ciudadanía de Suchitoto contra la violencia se programa para el martes 5 de julio. El lunes -ya han llegado a Suchitoto miembros de la dirección del FMLN- la familia pospone el entierro. La nueva fecha coincide con la marcha ciudadana. El día 5 de julio, en el barrio La Cruz, cerca de la casa de Don Paco y Niña Juana, se forma la marcha blanca. Cientos de mujeres y hombres, más los alumnos de las escuelas con sus profesores, todos vestidos de blanco, comienzan su marcha silenciosa hacia el centro de la ciudad. Pero a medio camino hay un obstáculo que detiene la marcha: Frente al mercado municipal está parado un camión grande, adornado de enormes banderas del FMLN, con parlantes que a todo volumen llenan la ciudad con música “revolucionaria”, con consignas contra los escuadrones de la muerte, contra los “arenazis”, culpándolos de la muerte de don Paco y niña Juana. Detrás va el carro que lleva los dos ataúdes, también cubiertos de banderas del FMLN.

El muy pequeño, pero muy colorido, muy bullicioso, y muy “revolucionario” bloque alrededor del camión del FMLN no se mueve. Quieren agarrar la marcha blanca –los ciudadanos- como cola. La marcha blanca no quiere ser cola de nadie. El mismo Isaías, ex alcalde, caudillo del Frente, pero de su parte no ortodoxa, quien acompaña la marcha blanca, trata de negociar una solución. Imposible. El bloque del FMLN con los ataúdes no se mueve.

Resultado: los profesores mandan a los niños a sus casas o a las escuelas, la marcha blanca se dispersa. La marcha roja llega sola a la plaza, a la iglesia, a la misa. El pueblo, nuevamente ausente.

Desde entonces, un fantasma más recorre el mundo: La muerte de Don Paco y su esposa Juana como crímenes políticos, cometidos por los escuadrones de la muerte para detener al movimiento revolucionario. Este fantasma aparece en los comunicados del Frente, vuelve a aparecer en actos políticos en Venezuela, Alemania, Cuba...

Pobre don Paco. Así como a su hijo, no lo dejan en paz, ni después de su muerte. Lo vistieron de rojo, cuando él no era ni militante, ni simpatizante, sino un crítico del FMLN de la posguerra. Pidió paz para su hijo y ahora está obligado a recorrer el mundo, junto a su hijo Paquito, como fantasma, testigo de los miedos, las incapacidades, las obsesiones de un movimiento que trata de sobrevivir manteniendo vivas las leyendas y los mitos de los años de guerra.

Hoy, un año después, todavía no sabemos quiénes asesinaron a don Paco y su esposa. Los amigos de Don Paco en Suchitoto desean que su muerte se investigue hasta encontrar y castigar a los culpables, sean quienes sean. Que la verdad termine con las leyendas. Y que así don Paco, niña Juana y Paquito Cutumay pueden descansar en paz.

PD: El mismo día de la frustrada marcha blanca contra la violencia en Suchitoto, en San Salvador, frente a la Universidad de El Salvador, la Brigada Limón, reserva paramilitar de un sector del FMLN, asesina a dos policías. Uno de ellos hijo de una familia vinculada al movimiento guerrillero de los ochenta. Tragedia de la posguerra. En Suchitoto, el mismo día histórico 5 de julio, uno de los participantes del entierro de don Paco y niña Juana, uniformado de rojo, informó a gritos a sus correligionarios: “¡Compañeros, en estos momentos, fuera de la U la policía está reprimiendo una marcha! ¡Muerte a los Escuadrones de la Muerte!” Tragicomedia de la izquierda de la posguerra.

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