jueves, 26 de junio de 2008

La carta decisiva

Ya empezaron a aburrir las campañas. Giras y caravanas, caravanas y giras... Necesarias, tal vez excitantes para los pueblitos visitados, tal vez aprendizaje importante para los candidatos. Pero para el gran público, sin ningún sex appeal...

Al fin, movimiento. Se abre el telón a un nuevo acto: Salen los posibles candidatos a la vicepresidencia de ARENA. Normalmente, el acto más aburrido de la obra, por la poca importancia de la vicepresidencia. Esta vez, en ARENA, el acto decisivo. Esta vez, con la selección del candidato a la vicepresidencia, ARENA define su proyecto político y Rodrigo Ávila define el carácter de su candidatura. Nada menos.

Entre los nombres de los candidatos publicados en los diferentes medios hay varios muy honorables, pero no todos tienen el potencial de dar impulso y rumbo a la candidatura de Rodrigo Ávila. Luís Mario Rodríguez y René León, serían formidables vicepresidentes, pero no suman nada a la candidatura de Ávila. No aportan a trascender el potencial electoral de ARENA, que ya sabemos que no es suficiente para ganar. Elizabeth de Calderón aporta algo sustancial: la reunificación del partido. Pero esto no es suficiente para remontar. Cualquiera de estos tres personajes tiene la capacidad de definir el carácter de la candidatura. Sólo que lo define de manera equivocada. Define que ARENA va a ir sólo, va a tratar de ganar como ARENA. Proyecta la incapacidad (o falta de voluntad) de ARENA de transformarse, de incorporarse constructivamente en la construcción de un proyecto nuevo mucho más amplio, mucho más plural que un partido, incluso que la suma de los partidos que se podrían coaligar. Las tres personas en cuestión son excelentes, pero no son lo que ARENA necesita.

Pero parecen otros nombres: Arturo Zablah y Elena de Alfaro. No sirven para limpiar la casa arenera. Las condiciones internas de su partido las tiene que crear el presidente del COENA. No necesita para esto gastar la ficha de la vicepresidencia. Un partido que sólo ya no puede ganar, tiene que usar la fórmula presidencial para proyectar su capacidad de innovación y de alianza, su audacia. Ambos, Arturo Zablah como Elena de Alfaro, serían candidatos con este potencial, con esta voluntad, con esta capacidad de mandar señales. Ambos representan sectores empresariales comprometidos con el concepto de la justicia social y de las reformas necesarias para reforzar y democratizar las instituciones del Estado. Más allá, representan los sectores al centro de la sociedad --en el sentido socioeconómico y en el sentido ideológico-- que no se sienten representados por ARENA, pero que se sienten más cómodos construyendo un proyecto político compartido y consensuado con ARENA que con el FMLN. Ojo, dije con ARENA, no en ARENA. Son los sectores que van a definir estas elecciones.

Ojala que Rodrigo Ávila y su equipo tengan claro que nada ganan tratando de incorporar a estos posibles candidatos a su partido. De cualquier manera, no se dejarían. No entrarían en la jugada para salvar a ARENA. Jamás. Si entran sería para salvar al modelo político y económico, reformándolo.

Incluso en el caso hipotético que se dejarían convencer, al momento de ponerse la camiseta de ARENA y cantar su himno, perderían su capital: credibilidad, independencia, distancia crítica, impulso reformador. Y la capacidad de aglutinar, alrededor de ellos, los sectores más interesados en un proyecto reformador y responsable.

Se abrió el telón al acto decisivo de este drama salvadoreño.

(Publicado en El Diario de Hoy)

jueves, 19 de junio de 2008

Definan ‘cambio’, por favor

Apareció aquí un colega, corresponsal de uno de los grandes diarios de Estados Unidos. Entrevistó a candidatos y dirigentes. Cuando se dio cuenta que todos, sin distinción de partidos, hablaron de ‘cambio’, empezó a interrogar a toda persona que se le pusiera en frente --taxistas, periodistas, economistas, meseras, etcétera-- sobre sus expectativas. Todos le dijeron que esperaban ‘cambio’ -- pero muy pocos le sabían decir qué cambios. Les interrogó: ¿Quieren un cambio del sistema político? Nadie habló de eso, ni siquiera entendieron la pregunta. ¿Cuál sistema? Nadie le hablaba de un régimen de represión que había que sustituir por uno de libertades. Nadie le habló de un viraje al socialismo. Algunos, los más identificados con el partido opositor, hablaron de alternancia. Es tiempo para cambiar, nos toca a nosotros...

Al fin me tocó a mi el turno de ser interrogado. Mire, en este país todos expresan grandes frustraciones, todos esperan ‘el cambio’, pero ¿qué es lo que tiene tan frustrada a la gente? ¿Y qué diablos esperan que cambie?

No supe contestar. Es obvio que las observaciones del colega son correctas. Todos observamos lo mismo. Sólo que nosotros ya estamos acostumbrados a escuchar todos los días que la cosa no puede seguir así, que ya no aguantamos otro gobierno igual... y que el país necesita un cambio.

Analizando las encuestas, observamos lo mismo. La gente quiere ‘cambio’. ¿Que quiere? Más puestos de trabajo. Precios más bajos para artículos del consumo básico. Más seguridad en las calles y barios. Recuperación del agro. Un gobierno sin corrupción.

Okay, pero esto sólo significa que la gente quiere que todo mejore: la economía, el gobierno, la seguridad. Esto no define ‘cambio’. No define qué tipo de ruptura, qué clase de viraje se quiere. Cambio es otra cosa que mejorar.

¿Que esperan los millones de estadounidenses que apoyan a Barack Obama, candidato presidencial que hace campaña con frases como “Change we can believe in – cambio en el cual podemos creer” y “Unite for change – unirse para el cambio”? Obviamente quieren que vaya de la Casa Blanca George W. Bush, el tipo que ha metido a Estados Unidos en la peor crisis financiera de la reciente historia. Además en una guerra que no pueden ganar. Le pregunté al colega de Estados Unidos. ¿Además de deshacerse de Bush, que quieren los estadounidenses que cambie? No importa qué esperan, dice: The man is the message – el hombre es el mensaje. Es suficiente...

¿El hombre es el mensaje? Estaremos nuevamente frente a un período de hombres visionarios, de hombres-mensaje, de hombres con una misión? El colega del Norte me ve la cara de susto y me pregunta: ¿Será esto lo que está pasando aquí en El Salvador ? ¿El efecto Obama? – No. Lo de Obama es la respuesta casi religiosa a una desesperación, una crisis de credibilidad casi total, producto de 8 años de George Walker Bush y Dick Cheyeney en la Casa Blanca. El fenómeno Obama es la sed de un país entero, sobre todo de su juventud y sus sectores creativos e intelectuales, a un nuevo liderazgo. Aquí nada de esto está pasando. No veo ninguna movilización de la juventud, de los intelectuales, de los artistas a la par del Frente... Aquí la sed no es espiritual o de liderazgo, aquí hay hambre, angustia social, y lo que la gente pide es que el país mejore.

Lo siento mucho: No es lo mismo cambio y mejorar. Puede haber cambio para peor, así como puede haber mejora sin mayor cambio. Tampoco es lo mismo cambio y alternancia. Puede haber cambio en el país sin alternancia en el gobierno. Y puede haber cambio en el gobierno sin que nada cambie en el país.

A partir de hoy haré lo del colega gringo: A todo el mundo que habla de cambio, le preguntaré que lo defina. ¿Qué cambió, en qué área, hacía dónde? ¿Y con qué mediremos el grado de cambio? ¿En dólares para cubrir las necesidades, en alcaldes y diputados enjuiciados, en policías en la calle, en profesores en las aulas -- o simplemente en el color en que se pintan las instalaciones municipales?

(Publicado en El Diario de Hoy)

martes, 17 de junio de 2008

ARENA es obsoleta

La verdad oculta detrás de la crisis electoral de ARENA no tiene nada --o muy poco-- que ver con el candidato. La verdad que se nos revela es que ARENA es un partido obsoleto. Desgastado en 19 años de gobierno, maltratado por su cúpula de los últimos años, pero sobre todo esto: obsoleto. Ya no corresponde a las necesidades del tiempo. Ya no sirve ni siquiera para los intereses de los sectores empresariales que lo crearon como partido, lo financiaron en cada campaña electoral, y lo dotaron siempre de cuadros para sus nuevos liderazgos y para manejar el gobierno. Mucho menos sirve para el país. Ya no es instrumento útil del cambio que el país necesita. Ahora resulta que es más bien obstáculo para los siguientes pasos que el país tiene que dar hacia el desarrollo y para fortalecer su institucionalidad democrática. Los votantes lo saben -- y por eso ARENA está al punto de perder.

En otras latitudes y culturas políticas, esto no constituiría ningún desastre. Tomaría las riendas la oposición. El partido de gobierno pasaría a ser oposición, se transformaría, se revitalizaría, volvería a encontrarse con la realidad que vive la gente. Lastimosamente, en El Salvador no es así: El partido de oposición es igual de obsoleto. Y ARENA, al perder el poder, no se revitalizaría. Se desmoronaría, creando un vacío peligroso, y dejando espacio para un régimen autocrático. Esto es precisamente lo que ha pasado en Venezuela, Ecuador y Bolivia.

Lo que El Salvador necesita son nuevos partidos. Partidos que ya no corresponden a la lógica de la guerra. Ni siquiera a la posguerra, sino a tiempos normales, en los cuales El Salvador es un país más con los problemas normales de una sociedad frente al reto del tránsito del subdesarrollo al desarrollo. Los partidos de la guerra y de la paz tienen que ser sustituidos por partidos democráticos e incluyentes.

La manera como ARENA ha definido su candidato, dividiendo al partido cuando más necesitaba unidad; la manera --al parecer no superable-- como el partido se ha distanciado de los liderazgos intelectuales y empresariales de la derecha; la manera como el grupo que desde Casa Presidencial dirige el partido ha desatendido todas las advertencias, las recomendaciones, las inquietudes que desde adentro y afuera de la derecha se le han hecho; la manera como ARENA ha maltratado el centro y la izquierda democrática del país, sólo porque no han sido factores de poder; y la ceguera del partido --y el gobierno-- frente a las angustias de los sectores populares – todo esto es sintomático para la profunda crisis de representatividad de ARENA. Este partido ya no representa más que a un sector reducido enquistado en el Estado defendiendo sus propios intereses y privilegios.

Sólo enfrentando estas verdades, se puede buscar soluciones. Negándolas, como hasta ahora lo está haciendo ARENA, es hundirse. Hablar de esto en salones cerrados, tampoco es suficiente.

Así como el país necesita cambio, lo necesita el sistema político. Los sectores que hasta ahora han apostado a ARENA y ahora se sienten huérfanos, tienen que unirse a los sectores que en todo el proceso de polarización de la posguerra han quedado sin instrumento partidario para romper la polarización. Juntos, unidos por una plan de país, pueden ofrecerle a ARENA un pacto de nación.

La única manera de evitar que el poder pase de una fuerza obsoleta a otra y la polarización siga vigente --sólo con la polaridad al revés-- es que ahora, sin perder más tiempo, gente en y alrededor de ARENA tome una decisión estratégica: tomar el control de ARENA para utilizarlo como el vehículo de la transición. Haciendo un análisis sincero de la crisis de su partido, pueden tomar la decisión --y las acciones pertinentes-- de salvar al país, en vez de tratar de salvar a su partido que de todos modos ya no tiene futuro.

Es tarde para crear ahora un partido nuevo que aspire a ganar las elecciones del 2009. Pero no es tarde para que los sectores responsables y concientes en ARENA se unifiquen para poner a ARENA --partido que como tal ya no sirve para ganar ni para gobernar-- en función de la creación de una fuerza nueva capaz de llevar al país adelante. Una fuerza, además, de ciudadanos, no de militantes.

No es tarde para que a las elecciones del 2009 se presente una alianza de nuevo tipo que logre reunir desde la izquierda democrática con su gran capacidad intelectual y fuerza moral, los empresarios desencantados con ARENA con sus tanques de pensamiento, y los sectores centristas que tienen años de buscar cómo participar constructivamente y no han encontrado espacio ni con la derecha ni con la izquierda.

Precisamente esta transición hubiera tenido que preparar ARENA en los últimos años en vez de buscar recetas de continuismo. Muchos lo hemos recomendado. Buscar un quinto y último período de gobierno, ya no de ARENA sino con ARENA, pero con la visión clara de transición, de preparar el terreno para la alternancia, de fomentar el surgimiento de una nueva fuerza política mucho más amplia, más incluyente y más democrática que ARENA.

Aunque a muchos pareciera, no es tarde aún para hacerlo. La única posibilidad para el candidato de ARENA de no fracasar es esa: ponerse a la cabeza del surgimiento de una nueva fuerza. Porque las fuerzas que necesitan entrar en la solución, no entrarían nunca a ARENA. Entrarían tal vez en un espacio nuevo, si alguien toma el control de ARENA y abre la puerta hacia una construcción que trascienda ARENA. Que incluso, si es exitoso, hace prescindible a ARENA. Esto significa olvidarse del himno; descolgar el retrato del mayor; compartir el poder con otros; adoptar el pluralismo incluyendo una dirección plural; escribir un programa nuevo e incluyente; presentar una propuesta de gabinete que reúna a los mejores mentes de la izquierda y de la derecha salvadoreña. Todo esto chocará a muchos en ARENA. Pero corresponde a las visiones y aspiraciones democráticas de muchos otros, incluso dentro de ARENA, pero sobre todo entre empresarios, profesionales, académicos que quieren cambio pero no un paso al vacío.

La disyuntiva de ARENA no es cambiar o no cambiar al candidato. Lo que tienen que hacer es mucho más trascendental que la cuestión de candidaturas. Tienen ante si la siguiente disyuntiva: desmoronarse en el intento de asegurar el continuismo - o convertirse en parte de una nueva fuerza con nuevos liderazgos, nueva cultura política, nuevas formas de inclusión social y política. Si se inclinan hacia la segunda opción, pueden contar con amplios apoyos que ahora ni siquiera los pueden soñar. Sea para ganar las elecciones, o sea para crear una fuerza capaz de asegurar, desde la oposición, la democracia del país. La otra opción --ganar como y para ARENA-- no existe.

(Publicado en El Diario de Hoy)

martes, 10 de junio de 2008

Nadie le va a pedir permiso, señor candidato

El FMLN instaló mesas de trabajo para generar insumos para la elaboración de su programa de gobierno. Mauricio Funes recibió la semana pasada las recomendaciones de una llamada “mesa de comunicaciones y libertad de expresión.” Si un partido decide encargar al sector más ideologizado, resentido y parcializado entre los comunicadores sociales del país el diseño de sus “políticas públicas” a implementar en el terreno de la comunicación, no puede esperar resultados muy racionales. en el Mauricio Funes prometió que “esto no cae en un saco roto, esto será retomado en la elaboración de nuestra plataforma programática”. Si las recomendaciones de este documento se convierten en política pública, nos esperan tiempos difíciles a los periodistas y los medios: Múltiples intentos de intervención a la labor mediática, desde el Estado y desde el partido y las bases organizadas – “observatorios de medios, por parte de la ciudadanía organizada...”

Pero tomando en cuenta a quienes el FMLN encargó estas recomendaciones, todo esto no extraña. Lo que sí extraña es la actitud del candidato frente a estas recomendaciones. Que los activistas de los medios “alternativos” y “comunitarios” sueñan con un Estado que, como el venezolano, les dé decretos y dólares para sacarlos de su insignificancia, es una cosa. Nadie los toma en cuenta. Pero que un aspirante a la presidencia exprese intenciones de intervenir contra los medios independientes, es otra cosa. Ya no es pura retórica, es un programa de gobierno.

Mauricio Funes dijo, al recibir en la UES los resultados de la “consulta ciudadana” sobre “política pública de comunicación”:

“No podemos tolerar la impunidad de algunos medios de comunicación en El Salvador que se olvidan de su responsabilidad social, que publican cualquier cosa, dicen cualquier cosa frente a los acontecimientos de la vida nacional, frente a los personajes que tenemos alguna dimensión pública, con el único propósito de descalificarlos, de desacreditarlos.”
“No voy a permitir, ni el FMLN, que el director propietario de un medio de comunicación, que ha escrito por años con impunidad, le falte el respeto a una fuerza política que tiene la segunda bancada más numerosa del país.”

De esto exactamente se trata la libertad de expresión: Un periodista, un medio, pueden publicar “cualquier cosa” --a menos que el contenido viole una ley--, y el Estado, el gobierno, el presidente de la República lo tienen que aguantar. Es más, el Estado, el gobierno y el presidente están obligados a defender este derecho.

Lo anterior es válido incluso --yo diría sobre todo-- si esta “cualquier cosa” es escrita “con el único propósito de descalificar, de desacreditar” a un partido o a un gobierno. ¿No es esa la prueba de la libertad de expresión y de la independencia de la prensa?

Ojo, no digo que no hay que criticar esta tendencia de muchos medios de desacreditar, descalificar, tergiversar. Yo he escrito docenas de columnas criticando los medios por malas prácticas, incluyendo a los medios donde publico. Pero Funes ya no es periodista. Como candidato, puede y debe seguir criticando, pero tiene que medir sus palabras. Criticar es una cosa. Negarles a los medios el derecho a publicar libremente es otra cosa. Y anunciar medidas de intervención estatal contra los medios es aun más grave.

¿Que significa que un candidato a la presidencia diga “No podemos tolerar la impunidad de algunos medios...”, o cuando diga: “No voy a permitir que el director propietario de un medio, que ha escrito por años con impunidad, le falte el respeto” a un partido?

Impunidad significa la comisión de delitos sin ser debidamente sancionado. Funes está convencido que algunos medios están impunemente cometiendo delitos. Si un ciudadano común --o incluso un periodista-- dice “ya no voy a tolerar tal y tal cosa” o “no voy a permitir tal otra cosa”, uno puede entenderlo como manera de criticar algo. No es amenaza, porque como ciudadano y periodista no disponemos de poder coercitivo. Pero en la boca de alguien que pretende ser presidente, estas expresiones son amenazas. Significan que va emprender medidas legales contra los medios que según el cometen delitos impunemente. ¿Cuáles? ¿Con que tipo de legislación?

Y cuando el candidato dice a los periodistas “Me van a tener que tratar de presidente”, ¿qué quiere decir? Un mal pensado lo puede entender como amenaza. Cuidado con las palabras. Cuando uno es candidato a la presidencia, algunas palabras pesan más que en la boca de cualquier ciudadano. Se entienden ya en el contexto del poder que el candidato quiere ejercer. “Tratar de presidente” - ¿que quiere decir? ¿Que le tenemos que decir ‘señor presidente’? Con gusto. ¿O quiere el candidato, con esta frase, decir que quiere redefinir la forma en qué hay que tratar al presidente? ¿Qué hay preguntas y criticas que no se podrá hacer? Que hay actitudes frente al presidente que le podrán acarrear sanciones a un medio?

Pues, le tengo malas noticias al candidato: Mejor se acostumbre a la idea que va a tener que tolerar que los medios y los periodistas le critiquen, incluso en caso que se convierta en presidente, incluso con falta de respeto y con intenciones de desacreditarlo. Lo va a tener que tolerar, a menos que quiere tomar medidas anticonstitucionales.

Y a lo que “permitir” se refiere --ya que dice “no voy a permitir que falten el respeto...”-- también le tengo que decepcionar: Nadie le va pedir permiso. Lo permite la Constitución.

(Publicado en El Diario de Hoy)

lunes, 9 de junio de 2008

Algunas preguntas a los candidatos sobre su política exterior

Muy poco hemos preguntado a los dos candidatos sobre la política exterior que proponen poner en marcha a partir del 2009. Es obvio que las elecciones presidenciales no se van a definir en este campo, pero necesitamos abrir un debate sobre las relaciones internacionales de El Salvador.

1. ¿Qué pasará con la presencia militar salvadoreña en Irak? ¿Hasta qué fecha usted la mantendrá? ¿Cómo piensa negocia con EE.UU. la retirada o la permanencia de nuestras tropas?
2. ¿Cuál será la futura política salvadoreña frente a Taiwán y la República Popular de China? ¿Mantener relaciones diplomáticas con Taiwán y desarrollar convenios comerciales con China continental – o ruptura con Taiwán, en base de qué acuerdos con China continental?
3. ¿Cuándo, bajo qué condiciones y con qué objetivos se abrirán relaciones diplomáticas con Cuba?
4. ¿Cómo proteger de manera efectiva los intereses de los migrantes salvadoreños en EE.UU.? ¿Cómo lograr convenios para la concesión de visas laborales y el incremento de becas universitarias en EE.UU.?
5. Bajo su mandato, ¿El Salvador ampliaría los mecanismos bilaterales y multilaterales con EE.UU. en materia de cooperación militar, seguridad regional, combate el terrorismo, política contra el narcotráfico, etc.?
6. ¿Cuál debería ser la posición salvadoreña en el debate sobre un Consejo Suramericano de Defensa propuesto por Brasil y sobre la creación de una fuerza militar regional latinoamericana propuesta por Venezuela?
7. ¿El Salvador debería unirse a la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y a iniciativas como Petrocaribe?
8. ¿Apoyaría una iniciativa de reintegrar Cuba a la OEA?
9. ¿Qué piensa de la idea de formar una OEA sin Estados Unidos y Canadá?
10. ¿Debe la OEA pronunciarse en favor o en contra de estatutos de autonomía en países miembros, por ejemplo en Bolivia?
11. Bajo su gobierno, ¿qué iniciativas propondría o apoyaría El Salvador para fomentar la paz en Colombia?
12. ¿Cómo piensa avanzar en las negociaciones con la Unión Europea sobre libre comercio, visas laborales, perspectiva de asociación, cooperación con la integración centroamericana?
13. ¿Cuáles serán sus pasos concretos, en los próximos 5 años, en la integración de Centroamérica?
14. Como presidente, ¿cómo reaccionará en casos como el reciente de la cumbre del SICA de Managua, donde el país anfitrión y países invitados desde fuera de la región cambian el carácter de la cumbre y de la declaración final? ¿Usted firmaría una declaración como la de Managua?
15. Si Usted como presidente salvadoreño participa en una cumbre (OEA, iberoamericana, AL-Europa, etc.), ¿qué rol tomaría ante enfrentamientos como el de Hugo Chávez con los españoles, o como los que se dieron entre Correas y Uribe?
16. Si en una cumbre un presidente da declaraciones como la reciente de Evo Morales ante la ONU que hay que "erradicar el capitalismo" y sustituirlo “por un socialismo comunitario", si se quiere salvar al planeta de peligros como el cambio climático (El País, 22 de abril 2008), ¿cómo reaccionaría Usted como presidente salvadoreño?

(Publicado en Siguiente Página)

viernes, 6 de junio de 2008

¿Quién manda en su partido?

Teníamos dos candidatos a la presidencia que no mandan en su partido. Mauricio Funes quien quería cambiar la Comisión Política del FMLN, metiendo a sus dos más cercanos colaboradores – y no pudo. Le dijeron que no se meta en los asuntos internos del partido. Y si había alguna duda sobre quién manda, los jefes del partido dijeren en público que serán ellos, y no el candidato, quienes van a aprobar el programa de gobierno.

Por el otro lado, en ARENA, un candidato que surgió bajo la sombra de los dos hombres fuertes, Tony Saca y René Figueroa. Como la mayoría de las plantas, el candidato no iba a crecer en la sombra. Le impusieron un COENA donde seguían mandando ellos. El resultado era desastroso. La gente, aunque le cae bien Rodrigo Ávila, lo sintieron débil, porque no lo vieron como alguien que manda.

Entonces, dos candidatos que no mandan en su respectivo partido. Pero de repente, este cuadro empieza a sufrir cambios. Lentamente, el candidato de la derecha comienza a tomar control de su campaña y de su partido. Sale René Figueroa del COENA, dos hombres de confianza del candidato –Gerardo Suvillaga y Ricardo Martínez asumen los puestos claves en el COENA. Pero los movimientos de Ávila todavía muestran mucho cuidado. Tal vez demasiado. Se esperaba más audacia. Lo que el candidato necesita es más que una retirada elegante de René Figueroa, urge un gesto de poder y decisión. Quedan todavía en el COENA algunas piezas claves del poder saliente. Queda Rodrigo Ávila todavía sin control de la chequera. En cambio, parece una decisión sabia dejar a Cesar Funes, un cuadro experimentado y abierto al cambio, al frente de la campaña – siempre y cuando sea claro quién manda.

Rodrigo Ávila está al punto de producir un viraje – primero en el estado de ánimo de su propio partido, luego en la opinión pública. Pero para hacerlo, necesita agarrar el toro por los cuernos y dar unos pasos claros y valientes que den fe de su independencia, su audacia, su decisión al cambio y la renovación. La manera más convincente de hacer esto es incluyendo en el COENA, en su equipo da campaña y en el equipo de gobierno –que más temprano que tarde tiene que presentar- nombres que dejan claro que no está ofreciendo más de lo mismo sino renovación real.

Es por esto que cada nombramiento que el candidato hace es tan importante. Cada decisión audaz en la selección de sus cuadros claves demuestra dos cosas: liderazgo y rumbo.

Regresemos al otro lado. Las movimientos que está haciendo Ávila, tarde temprano van a obligar a Mauricio Funes a reaccionar. Su propia falta de liderazgo sobre su partido no le causa los mismos problemas que está causando a su contrincante Ávila. Todavía no, por la simple razón que tiene la ventaja en todas las encuestas. Pero los dos candidatos pronto se van a emparejar en las encuestas – y entonces Mauricio Funes va a sentir la misma presión que ahora sufre su adversario: la obligación de mostrar que de hecho es capaz de transformar a su propio partido; la exigencia que escoja –para gobernar, para legislar, para conducir- personas independientes del partido, con mentes libres de ataduras ideológicas.

Entonces, comenzará la batalla. Entonces, habrá parámetros de comparación. Entonces, la gente podrá realmente decidir por quién votar. Todo lo que estamos viendo ahora es calentamiento, escaramuzas preliminares. Sin embargo, el posicionamiento antes del juego es importante. O como decía Cassius Clay, ‘muchas peleas se definen en el foreplay’.


(Publicado en El Diario de Hoy)

miércoles, 4 de junio de 2008

Machismo vs. racismo

Aceptar a una mujer como presidente les cuesta más a los norteamericanos que aceptar a un negro. Esto es el resultado de las primarias demócratas. Posiblemente con la consecuencia que el presidente, al fin, será un hombre blanco.

Barack Obama se impuso sobre Hillary Clinton, a pesar de que con Obama los demócratas tienen menos seguridad de poder vencer al candidato republicano. Sobre todo, porque John McCain no es ningún retrógrado como Vds., sino un republicano relativamente cercano a posiciones demócratas.

Hillary Clinton tiene su fuerza principal en los sectores y estados que suelen cambiar entre demócratas y republicanos. Unos los llaman “swing voters”, otros los llaman “Reagan democrats”. Son principalmente blancos de los sectores más susceptibles crisis económicas, cambios tecnológicos, consecuencias del los tratados de libre mercado. Son una amalgama de demócratas conservadores. No votan por cualquier candidato demócrata. Con sus victorias contundentes en estados como Ohio, Pensilvana, New Jersey. Kentucky, West Virginia, Clinton mostró que ella es de los candidatos demócratas que no provocan deserción entre estos votantes.

Hay un dato interesante: Hay un porcentaje de los votantes demócratas que participaron en las primarias que dicen que no votarían demócrata en caso que su precandidato preferido no sea candidato. Este porcentaje es mucho más alto entre los votantes de Hillary Clinton que entre los votantes de Barack Obama. Por esto, muchos analistas y dirigentes demócratas dicen que Obama no puede ganar sin Hillary Clinton como candidata a la vicepresidencia. Esto no hubiera sido válido al revés: Si Hillary Clinton hubiera ganado la candidatura, no necesitaría a Obama en su fórmula. Para decirlo en términos bastante planos: Los votantes de Obama de todas formas votan demócrata, pero muchos votantes de Clinton igualmente pueden votar republicano.

Entonces, ¿porque los demócratas al fin se van con Barack Obama? Veo dos razones principales: uno, porque Clinton es mujer. Otro, porque Obama ha logrado definir una tendencia hacía un cambio más profundo, más radical, más generacional que Hillary Clinton promete. Obama logró convencer a los demócratas que tenían que escoger entre pragmatismo, representado por Clinton, y principios, supuestamente representados por él. Lo irónico es que esta preferencia por una renovación radical puede tener como consecuencia que todo quede igual. El menosprecio por las cambios pragmáticos tendrá posiblemente como resultado que no habrá cambio ninguno.

A menos que Hillary Clinton acepte la responsabilidad de incorporarse a la fórmula demócrata encabezada por Obama. Y que el último acepte que sin ella no puede ganar y, por lo tanto, le ofrezca no sólo la candidatura a la vicepresidencia, sino amplias concesiones en la parte programática y un rol decisivo en el gobierno.

En mayo del año 2007 escribí en una columna titulada “Carta a Ségolène Royal” la siguiente frase: “La vi en la televisión debatir contra Nicolás Zarcozy. Me enamoré de Usted. Sin entender mucho del contenido y sin saber mucho de Francia, dije: esta mujer ganó el debate y perdió las elecciones. Una mujer que argumenta fuerte, una mujer agresiva, es vista por la mayoría -no solo de hombres sino también de mujeres- como histérica. Una mujer que muestra mucha seguridad, no se deja intimidar, y llega al colmo de proyectar superioridad frente a un contrincante masculino, es vista como arrogante y poco femenina.”

Lo mismo puedo decir sobre las primarias demócratas en Estados Unidos. Bajo esta óptica, tal vez habrá que relativizar la frase que escribí en la introducción de esta columna. Diría, entonces, así: Aceptar a una mujer fuerte como presidente les cuesta más a los norteamericanos que aceptar a un negro con tal que habla suave...

(Publicado en el blog Siguiente Página en siguientepagina.blogspot.com)

lunes, 2 de junio de 2008

Cortar el nudo de un solo tajo

Hay una leyenda griega que se ha convertido en sabiduría universal – la leyenda del “nudo gordiano”. En el reino Frigio (en Asia), había un rey llamado Gordio que –antes de morirse- planteó el siguiente oráculo: Dejó atado el yugo a su carro con un nudo muy complicado cuyas puntas quedaron bien escondidas. Quien lograra desatar este nudo, se convertiría en el gobernante de todo el imperio asiático de los persas.

Muchos siglos pasaron sin que nadie lo lograra. El nudo era demasiado complejo. Miles de hombres estudiados y poderosos trataron a entender la hechura del nudo para poder resolverlo y conquistar el imperio. Nadie logró jamás analizar la técnica del nudo.

Cuando Alejandro Magno, rey de Macedonia, en su camino a conquistar Persia llegó a Frigia, lo llevaron al templo donde estaba el nudo del rey Gordio. Alejandro, en vez de estudiar cómo estaba hecho el famoso nudo, sólo tomó su medida, desenvainó su espada y lo partió de un golpe. “Igual da cortar el nudo que desatarlo”, dijo y –así como había predicho el oráculo- conquistó al imperio pérsico.

Desde entonces se utiliza la expresión “complicado como un nudo gordiano” para referirse a una situación de difícil solución o desenlace – una situación que sólo admite soluciones decisivas, rápidas y creativas.

En el pensamiento convencional, cualquier solución creativa –cortar el nudo en vez de tratar de resolverlo- es invalidada por objeciones como estas: Eso no funciona, porque nunca ha funcionado; eso no puede cambiar, porque siempre ha sido así; eso es más complejo...

Me atrevo a reeditar el oráculo del nudo gordiano. ARENA, para definir candidato, estrategia y poder, ha hecho un nudo gordiano. En guanaco esto se llama enchibolarse, enredarse, hacerse bolas. Pero es lo mismo: Hay un nudo complicado que nadie sabe cómo desatarlo. Y ahí mi oráculo: Sólo quien logra resolver el nudo conquistará el poder en el reino de los guanacos.

Siempre existe el método convencional: estudiar el nudo y tratar de desatarlo cuidadosamente para no enredar la cosa aun más. O sea, sin herir a nadie. La otra posibilidad es decir como Alejandro Magno: “Igual da cortar el nudo que desatarlo.”

De hecho, el enredo de ARENA parece complicado, pero no es nada que no se resuelve con un corte certero limpio de alguien que realmente quiere conquistar el poder.

El presidente Saca hubiera podido cortar de un solo tajo el nudo gordiano de ARENA. Muchos esperaban que iba a aprovechar su discurso del cierre de su cuarto año de gestión para hacerlo: “He decidido que en este último año de mi gobierno –año de enfrentamiento a los problemas del costo de la vida- necesito el 100% de la energía, del tiempo, de la concentración de mis colaboradores. En este año decisivo ya ningún miembro del gabinete –incluyendo este servidor- puede trabajar al mismo tiempo en la dirección del partido o en el equipo de campaña.”

El presidente decidió guardar su espada y no usar su poder de manera decisiva y creativa para cortar el nudo. A lo mejor entendió que no le toca a él cortar el nudo sino en el hombre que quiere gobernar. Y según la leyenda griega tiene razón.

(Publicado en El Diario de Hoy, Observatorio Electoral)