lunes, 19 de abril de 2004

Felizmente coincidiendo

Cuando Bush decide atacar e invadir a Irak, sin tener un mandato de Naciones Unidas, muchos no están de acuerdo. En Estados Unidos, en Europa, en todo el mundo, también en El Salvador. Uno de los argumentos de los oponentes a la guerra: en vez de producir más seguridad, como dice Bush, producirá más inseguridad, más terrorismo, más inestabilidad. Precisamente esto está pasando. Al Qaeda y sus redes terroristas se han revitalizado, en Irak, en toda la región, en Europa. El proceso de paz entre Israel y Palestina está en la peor crisis en años. Irak está al punto de caer en el poder de predicadores fundamentalistas del odio.

Los que han señalado que esto iba a pasar, y quienes por esto se han negado a apoyar la aventura de Bush, hoy son acusados de ser cómplices del terrorismo. En nuestro país, es el Diario de Hoy el que asume esta labor sucia. Uno de sus blancos es José Rodríguez Zapatero. El nuevo presidente del gobierno español fue claro en su rechazo al envío de tropas españolas a Irak, desde el principio. Nunca dejó dudas que al ser electo las iba a retirar. Lo dijo antes de la guerra y durante la guerra. Lo dijo antes y después del ataque terrorista a Madrid. Y así lo ordenó al sólo asumir el poder. Lo que es una actitud consecuente y transparente, en el Diario de Hoy aparece como un acto cobarde de un político que cede a las presiones de Osama Bin Laden.

Y en el editorial “Debe continuar nuestra tropa en Iraq” del lunes 19 de abril el Diario de Hoy juzga a al enemigo interno y eterno: “La izquierda salvadoreña ha encontrado un punto de feliz coincidencia con la red terrorista Al Qaeda: repatriar al contingente mmilitar salvadoreño para ir aislando a Estados Unidos en Iraq.” Vaya lógica magistral: sólo porque Osama Bin Laden exige la salida de Estados Unidos del Irak, todo el mundo tiene que apoyar a la guerra de Estados Unidos. Que mala suerte, Don Quique, que Osama Bin Laden comparte con usted las cruzadas contra aborto, los casinos y la prostitución. ¿Va a cambiar por esto sus convicciones, Don Quique? Espero que no.

La guerra unilateral de Estados Unidos y sus aliados contra Irak es una ofensa al Derecho Internacional, y esto no cambia porque los terroristas de Al Qaeda felizmente se han aprovechado de este grave error de Estados Unidos y sus aliados, de la división que este acto de soberbia ha provocado en la comunidad internacional.

Lo malo es malo, lo critiquen o lo aplauden los predicadores del terrorismo. España hizo bien en cambiar de gobierno y en comenzar el retiro de sus tropas de Irak. El Salvador también cambia de gobierno, aunque no de partido de gobierno, pero por esto no tiene que estar condenado a mantenerse fiel a una decisión que a la luz del desarrollo en Irak ya no es sostenible. El mismo Diario de Hoy ya no habla de la misión de reconstrucción que fue encomendada por el presidente y autorizada por la Asamblea Legislativa: “Se debe comprender que nuestro país no sostiene por turismo un contingente militar en Iraq, sino para cumplir con la cuota que le corresponde en la lucha de la civilización contra el terror.” Olvídense de pendejadas como repartir medicinas y reparar techos, nada de mariconadas humanitarias, a partir de hoy se trata de combatir, y en serio.

Muy consciente del riesgo que me vuelvan a criticar por “coincidencia feliz con Al Qaeda” y por “compañero de viaje de los comunistas” como en el citado editorial, me quedo en feliz coincidencia con el 50% de los norteamericanos, con el gobierno derechista de Chirac en Paris, con los gobiernos socialdemócratas en Madrid y Berlin, con la gran mayoría de gobiernos de América Latina en decir no a la política peligrosa de Estados Unidos en Irak. Debe regresar la tropa salvadoreña de Irak, antes de que se vea obligada a matar a civiles iraquíes.

Con esto tal vez yo tenga chance de escaparme del título de “compañero de viaje” que otorga el Diario de Hoy: “Conmueve el inusitado interés que se toman los comunistas salvadoreños y sus compañeros de viaje, por el bienestar de los soldados salvadoreños.” Puede ser que aquí el Diario de Hoy tenga el problema de una “feliz coincidencia” conmigo, o sea nada menos con un alguien que por su parte tiene “feliz coincidencia” con Al Qaeda en cuanto a condenar la presencia militar aliada en Irak, lo que posiblemente constituye una “feliz coincidencia de segundo grado” entre Don Quique Altamirano y Osama Bin Laden..

Regresando de este enredo a la coincidencia real: comparto que es ridículo que la izquierda salvadoreña se vista de luto por un soldado salvadoreño muerto en combate. No es este el problema central. El problema central y realmente sensible son las bajas que los soldados salvadoreños pueden causar a los iraquíes. Es el involucramiento en una guerra que no tiene legitimidad. Así como en la guerra civil salvadoreña no fueron las bajas causadas por el FMLN el daño más serio y profundo a la Fuerza Armada, sino las masacres a la población campesina y los asesinatos de los jesuitas, lo grave en Irak no será el número de soldados caídos en combate sino el número de civiles que les tocaría matar.

PS: A ver si alguien nos puede sacar de la duda sobre Irak o Iraq. Escribo Irak y estoy citando Iraq porque así lo escribe el Diario de Hoy. Juro que no es para no coincidir con Don Quique. Si yo ya he perdido el miedo a las coincidencias, como antes la vida me enseño perder el miedo a los conflictos. Pero, en serio: ¿escriben Iraq los que felizmente coinciden con la alianza Bush-Blair, una especie de anglicismo con connotación política, y escribimos Irak los opositores, negándonos a usar una palabra que coincida con su contraparte en inglés? (Publicado en El Faro)

lunes, 12 de abril de 2004

El presidente del monólogo y su pata metida en Irak

El otro día me llamó el señor presidente. Por lo menos así me anunció una voz solemne por teléfono: "Le va a hablar el presidente Francisco Flores". La verdad es que a mi no me habla todos los días el presidente de la república, así que estuve bastante impresionado. Cuando me empezó a hablar el presidente sobre nuestros héroes que luchan por la paz y el humanismo en Irak, finalmente me di cuenta que me estaban tomando el pelo. Era una grabación. Bueno, Tony Saca me habló varias veces, pero esto era campaña electoral, se entiende la ansiedad de comunicarse. Schafik casa por casa, Tony teléfono por teléfono. Pero ahora ya ganaron, y todavía llamándome...

Pues, ganaron las elecciones, pero no la guerra. Pensaban que iba a ser un paseo y se dan cuenta que lo de Irak es una guerra de verdad. Pueden haber ganado a Schafik apoyándose en mentiritas como la de las remesas, pero la guerra no se gana con mentiritas. Puede hablarnos todos los días el muy presidente, repitiendo que las tropas salvadoreñas están heroicamente cumpliendo tareas de reconstrucción y de ayuda humanitaria, pero ¿de qué sirve si las noticias lo desmienten?

Se acabó la tranquilidad en Nayaf. La guerra contra la ocupación entró en una nueva fase, con nuevos actores. Durante meses eran los últimos fieles a Saddam Hussein quienes atacaron a las tropas aliadas. Hoy se comienza a insurreccionar la población chiita. O sea, ya los insurrectos no son una minoría con poca legitimidad por sus vínculos a la dictadura o a grupos ligados a Al Qaeda, sino partes de la mayoría poblacional con otra legitimidad. Ahora, a los soldados del Batallón Cuzcatlán les toca disparar a gente que durante la dictadura de Saddam Hussein no han sido victimarios sino víctimas. Los enemigos de Saddam ahora son los enemigos que se trata de combatir. Y la peor noticia (que no salió en los periódicos salvadoreños pero sí en el New York Times): hay indicios de una coordinación militar entre los núcleos sunnitas (en su mayoría pro-Saddam) y los militantes chiitas (todos anti-Saddam) contra la ocupación.

En El Salvador nunca ha habido un debate serio sobre la misión militar en Irak. El presidente Flores, como es su costumbre, responde a la crítica con una campaña publicitaria. Así lo ha hecho en el caso del TLC, en el caso de la reforma de salud, y desde un principio en el caso de Irak. Y lo de Irak es posiblemente el debate que menos quiere enfrentar el presidente Flores. Nos habla por teléfono, pero como la llamada es de mentirita, no podemos responder. Así ha gobernado durante cinco años, así concluye su mandato: hablando sin escuchar. El presidente del monólogo.
Mientras tanto, la situación se vuelve muy complicada y muy peligrosa para las tropas salvadoreñas en Irak. La ciudad que les toca controlar -Nayaf- es el centro de la rebelión chiita. Como el gobierno de Estados Unidos no muestra ninguna disposición a distensionar la situación entregando el mando a la ONU y permitiendo que la mayoría chiita controle el futuro gobierno iraquí, la violencia va a escalonar en Iraq, y sobre todo en Nayaf. Muy pronto al Batallón Cuzcatlán le tocaría asumir un papel de represión y combate a miles de militantes fanatizados, papel para el cual ni está preparado ni equipado y para el cual definitivamente no tiene el mandato político de la sociedad salvadoreña.

La única salida es precisamente la salida. Hoy es cuando, porque la situación ha cambiado. Las mentiritas ya no se pueden mantener, ni con campañas de publicidad.Conociendo la mentalidad salvadoreña, quiero aclarar preventivamente un asunto que tal vez es esencial para este debate. Para el Batallón Cuzcatlán (ya para la Fuerza Armada y el país) el problema más serio no es el número de bajas que puede sufrir, sino el número de bajas que puede causar. Para ponerle apellido: el número de bajas que los comandos salvadoreños, al quedarse en Nayaf, inevitablemente van a causar a chiitas civiles, estudiantes y niños radicalizados que se van a enfrentar a ellos con piedras y palos y uno que otro fusil.

El peligro es que la Fuerza Armada, a 15 años de terminar la guerra en casa, esté nuevamente involucrada en acciones militares que incluyan violaciones a los derechos humanos. Y que de esta manera se pierda lo que ha sido el capital más valioso que sacamos de los Acuerdos de Paz: el cambio en la mentalidad de la Fuerza Armada, su profesionalismo, su apego al Estado de Derecho. (Publicado en El Faro)

lunes, 5 de abril de 2004

Gobierno desnudo

Lo nuevo no es que tendremos otro presidente arenero, esto ya hasta aburre, sino que ahora tendremos, por primera vez, un presidente comunicador. Por lo menos, un comunicador como presidente.

Como soy periodista, lo considero un paso positivo. Normalmente los gobernantes son abogados, y no sirven mucho. De repente nos tocó un filósofo, y tampoco.... Entonces, me parece positivo que el próximo sea comunicador. Sobre todo tomando en cuenta que el actual presidente se destacó por haber llevado a un nivel impresionante la falta de transparencia y eficiencia en las comunicaciones gubernamentales. Lo que no es extraño, ya que entre su currículum laboral se encuentra que fue secretario de comunicaciones del presidente que lo precediera, pero con tan mal desempeño que a los meses lo sustituyeron. (Lástima que en este país no toman mucho en cuenta el récord laboral para la selección de candidatos a presidente, ni en la derecha ni en la izquierda).

Ahora tendremos a un presidente con trayectoria exitosa en los medios y quien además ha mostrado en su campaña que es un gran comunicador. La campaña ya pasó, y hay que gobernar. Gobernar y comunicarse con la gente resulta difícil. Sé de pocos gobernantes que han sabido conciliar el poder con la transparencia. Lo más fácil es caer en la trampa de la propaganda, confundiendo información con publicidad. Así como lo estuvo haciendo Francisco Flores (igual que sus antecesores) durante años, abusando de permanentes auto elogios; y así como lo hacen, a menor escala pero de igual vergüenza, los alcaldes del FMLN con su campaña "Somos buen gobierno". Lo que es una aberración en si. ¿Quién aguanta a los compañeros de trabajo o de deporte que siempre hablan que son los mejores? Nadie. Entonces, ¿Por qué aguantamos esta fanfarronería a nuestros gobernantes?

Me tomo la libertad, entre colegas comunicadores que somos, de pedir a Tony Saca que dé un viraje a las comunicaciones gubernamentales. Un viraje radical. Creo que si alguien lo puede hacer es un hombre como Saca. Quién con toda la frialdad, siendo el candidato del partido que lleva 15 años gobernando el país, le arrebata la bandera del cambio a la oposición diciendo "¿cuál cambio? El cambio soy yo...", y logra que la gran mayoría de la gente le crea y le confíe. O es un genio de propaganda, o realmente está convencido que el país necesita cambios y que él los puede producir.

Partamos que sea lo último. Por aquello del beneficio de la duda, y además porque parece obvio que si Saca no cumple con la promesa de cambio, la próxima vez a ARENA no le salva ni Schafik.
Los cambios que necesitan las comunicaciones gubernamentales son radicales. Alguien tiene que iniciar este proceso, ¿por qué no Saca con este mandato tan poderoso que le dieron las elecciones?

En términos generales, hay que dejar de confundir información con propaganda, estado con gobierno, y gobierno con partido. En la democracia, la información es el arma que da poder al ciudadano: poder de decisión, poder de elegir, poder de criticar, poder de influir o sustituir al gobernante. El gobierno no tiene ningún derecho de hacer propaganda para convencer a sus ciudadanos de su labor. Esto le toca al partido que quiere reelegirse, pero no al gobierno que maneja fondos públicos. Propagar obras gubernamentales significa usar fondos públicos para manipular al público, o sea al dueño de estos fondos.

Información es otra cosa. Y es lo que menos difunden los equipos de comunicación de los ministerios, de la presidencia, de las dependencias estatales.

No confundir el estado con el gobierno, ¿a qué me refiero? Es un escándalo que hasta los entes de servicio del estado, como ANDA, CEL, CEPA y el Seguro Social firmen sus comunicados con el sello "Gobierno del Presidente Francisco Flores". Primero, es el Gobierno de la República y no del gobernante. Y sólo así debería firmar. Segundo, el Seguro Social es parte del estado, pero no del gobierno. Sus obras, si las hay, las hemos pagado los cotizantes, no el gobierno.

Saca debería erradicar, desde un principio, todas estas aberraciones. Que ya no haya cadenas nacionales siempre y cuando el presidente quiera opinar, sino exclusivamente para casos de emergencia cuando es esencial que la ciudadanía obtenga, de manera inmediata, cierta información vital. Que nunca se use el término "Gobierno del Presidente Tony Saca". Que nadie ponga a las instituciones estatales en función de difundir opinión. Que se disuelvan los incontables departamentos de comunicación o de prensa en los ministerios y dependencias estatales. Que se cree una institución centralizada y altamente profesional de prensa que se dedique a facilitar a los medios de comunicación y a los ciudadanos el libre acceso a toda la información estatal. Que se rompa de una vez por todo con la tradición, ahora todavía en práctica, que todas las contrataciones importantes para las oficinas de comunicación pasen por el filtro de personajes dudosas como Waldo Chávez y Marvin Galeas. Que más bien se contraten los mejores profesionales. Que la transparencia e imparcialidad de esta oficina esté supeditada a supervisión parlamentaria. Que el gobierno y todas sus dependencias reduzcan a un mínimo sus presupuestos para pautar espacios en los medios, ahorrando así millones de dólares de fondos públicos, y al mismo tiempo evitando la permanente distorsión de la opinión pública. Que se redacte una ley de información pública que prohíba la utilización de fondos públicos para influir la opinión pública, que obligue al gobierno a dar libre acceso a toda la información en su poder excepto en casos contemplados por la ley.

¿Suena utópico? Si, pero esto precisamente es lo más triste, ya que para hacer todo esto lo único que se necesita es voluntad. Entiendo perfectamente que hay muchas cosas que se pueden pedir a un gobierno que son utópicas porque no hay como costearlas. Pero los cambios que aquí pido no cuestan más sino mucho menos que todo el actual aparato de comunicación que el gobierno mantiene.

Un gobierno dispuesto a entrar en serio en la ejecución de obras sociales, no tiene nada que temer si deja que hablen los hechos. Las clínicas, las carreteras, las escuelas, las viviendas se ven. No hace falta publicitarlas. La gente, los usuarios, pueden evaluar las obras, no necesitan que se contraten agencias de publicidad, tiempo de televisión y campos pagados. Las agencias de publicidad que trabajen para campañas comerciales o electorales. El gobierno no necesita publicidad sino transparencia. O más bien, los ciudadanos no necesitamos un gobierno envuelto en empaque publicitario, sino un gobierno lo más desnudo posible. (Publicado en El Faro)