lunes, 21 de noviembre de 2005

Chabelita vs. mediocres

¿Cómo es posible que los miles de estudiantes, docentes, trabajadores, egresados de la Universidad de El Salvador no hayan sido capaces de sacar del campus a unos cien impostores disfrazados de revolucionarios que lo tenían tomado?

¿Cómo es posible que la izquierda salvadoreña no haya sido capaz de poner en su lugar a este grupo que instrumentaliza el discurso de izquierda para secuestrar la Universidad?
¿Cómo es posible que todos hayamos dejado la tarea de defender la universidad a una señora de más de 80 años?

Si no hubiéramos dejado sola a María Isabel Rodríguez, la rectora de la Universidad, los impostores hubieran salido del campus universitario con la cola entre las patas, derrotados y aislados. Pero la rectora tuvo solamente dos opciones: recurrir a la policía para desalojar a los manifestantes, o negociar y concertar con ellos. Era bien previsible que una persona con la trayectoria de tolerancia y rechazo a la violencia como María Isabel Rodríguez no fuera a llamar a la policía sino al diálogo.

Resultado: los manifestantes tuvieron la satisfacción de salir del campus sin humillación, con la garantía de no tener que responder ni a la justicia interna de la universidad ni a la justicia penal. Las figuras de la política universitaria y nacional que se esconden detrás de ellos, quienes de cualquier manera no iban a pagar el costo, pueden seguir instrumentalizando la universidad dentro de su concepción burocrática, reivindicativa y clientelista.

Gracias a la terquedad y paciencia de la doctora, tampoco salen victoriosos. El acuerdo que consiguieron es básicamente lo mismo que el Concejo Superior Universitario presidido por la doctora Rodríguez había ofrecido antes de la toma: la celebración de una amplia consulta dentro de la comunidad universitaria sobre el proyecto de desarrollo de la Universidad que se está negociando con el BID. Dos extras han logrado arrancar los manifestantes con el secuestro de la UES y con la negociación que lastimosamente tuvieron que aceptar las autoridades universitarias para terminarlo: uno, que las negociaciones con el BID quedan “totalmente suspendidas” hasta el 15 de abril de 2006, con el riesgo que los fondos se pierdan, y con la seguridad que a la rectora ya no le quedará tiempo para ejecutar los proyectos financiados por el BID. Y la otra gran concesión que le sacaron a la doctora Rodríguez: que ella se compromete a no seguir utilizando la palabra “mediocres” en el contexto de la discusión con sus adversarios incrustados en la docencia de la UES.

Se hubiera esperado que, a cambio, ellos se hubieran comprometido a revocar las amenazas a la vida de la señora de 82 años que se interpuso al intento de los mediocres de seguir bloqueando el desarrollo de la universidad. O que se hubieran comprometido a respetar el resultado de la consulta aunque no fuera de su gusto; y de desistir de futuras acciones como la toma de la universidad. Nada de eso. Pregunté a los voceros del MAUES quienes, junto con la rectora, dieron a conocer el “gran acuerdo” que habían logrado, ¿a qué se comprometieron ellos? No lo contestaron, al igual que la pregunta complicada de cómo se llaman los que ahí estaban dando declaraciones a la nación. Al final de la conferencia, los encapuchados ordenaron a los periodistas abandonar el campus, y para mi vergüenza, obedecimos como manada de pendejos. Nadie de los periodistas estuvo presente en el recorrido que hicieron las autoridades civiles y las paramilitares para la entrega de las instalaciones; no constatamos el estado físico de los edificios y equipos. No tomamos fotos de la suciedad y las pintas “revolucionarias” que produjeron los manifestantes durante una semana de haber “liberado” la universidad, bajo el riesgo de su vida, de las influencias del neoliberalismo.

Los encapuchados se fueron y la batalla apenas comienza. Ojalá que en los meses de la amplia consulta sobre el destino de la universidad, no volvamos a dejar sola a la doctora Rodríguez. Ojalá que en estas discusiones, los estudiantes, los docentes y los investigadores levanten la voz para defender su universidad y asegurar su futuro como espacio de investigación, conocimiento, análisis, diálogo, pluralismo. Ojalá que en estos debates tengan que mostrar su cara no sólo los que están detrás de los pañuelos, sino también y sobre todo los que están detrás de los encapuchados. Ojalá que las izquierdas salvadoreñas no pasen otros cuatro meses calladas, dejando que unos impostores ocupen el espacio que tiene que jugar la izquierda en el debate sobre la universidad.

Como digo: La batalla apenas empieza. El que la ciudad universitaria esté libre, por el momento, no significa mucho. La posición de los encapuchados y los intereses detrás de ellos no han sido derrotados. Y mientras no estén derrotados, corre peligro la universidad. Ellos pusieron el plazo: cuatro meses. Okay, aceptemos el reto: tenemos cuatro meses para derrotarlos y encarrillar la universidad en el futuro que merece. Hablo en primera persona, porque esta batalla se ganará o se perderá, no en la universidad, sino en la opinión pública. Por lo tanto, requiere de la participación, cada uno desde su función, de universitarios, profesionales, intelectuales, periodistas y políticos. Sobre todo intelectuales y políticos de izquierda, porque como izquierda creamos el monstruo que ahora no deja trabajar la universidad.

Algunos apoyos han tenido la UES y su rectora y hay que reconocerlos: Mauricio Funes hizo una excelente entrevista a la doctora y facilitó que Gerson Martínez, diputado del FMLN, se expresara en contra de la estúpida afirmación de los grupos opositores a la doctora que aceptar un préstamo del BID significa vender la autonomía y el carácter público de la universidad nacional; y Gerson, cansado de las ambigüedades dentro de su propio partido, habló claro y con valentía; las Dignas publicaron un comunicado respaldando a la doctora Rodríguez y rechazando la toma de la UES. Los diputados del FMLN aprobaron la resolución de la Asamblea Legislativa certificando que no habrá privatización. Los dirigentes del FMLN, incluyendo el diputado Schafik Hándal, declararon a la rectora que, después de haber hecho análisis exhausto del documento UES-BID, no detectaron ningún elemento que de pie a la privatización de la universidad. Pero eso fue en privado. Una declaración pública y clara de Hándal en este mismo sentido y exigiendo el fin de la toma de la universidad efectivamente hubiera aislado y desenmascarado a los enmascarados.

Pero no es tarde. Esperemos el segundo round.
(Publicado en El Faro)