Pascal Lebailly hizo esta inversión. Puso todos los ahorros de su trabajo profesional en Europa en su proyecto: crear un hotel de tal calidad que puede marcar la pauta para el desarrollo del turismo en Suchitoto y en El Salvador.
Si fuera cualquier hotel que abre sus puertas, difícilmente sería noticia para El Faro. Pero el hotel y restaurante Los Almendros de San Lorenzo, que fue inaugurado el fin de semana en Suchitoto, es algo especial. Abre un capítulo nuevo, no sólo para Suchitoto, sino para el país y su oferta turística. Alguien vino, en este caso desde Francia, compró una casa señorial, y, en vez de tratar de ganar dinero rápido, pasó 15 meses gastando dinero en una restauración minuciosa y cariñosa del ambiente colonial.
Creó un contorno donde todos los detalles tienen elegancia, armonía y belleza.Cualquier otro empresario hubiera acomodada en esta casona unos veinte cuartos para turistas, un restaurante para un centenar de personas y un chupadero con musicón. Gastar poco y recuperarlo rápido. Pero Pascal Labailly es un empresario de otro tipo y decidió crear un hotel con sólo seis cuartos, pero ¡qué cuartos! Son para nunca querer regresar a la vida normal. Decidió lanzarse a un nivel de turismo donde la gente está dispuesta a pagar más pero exige una calidad coherente.
Pascal Lebailly describe el concepto de su hotel de esta manera: "Es un lugar de felicidad, serenidad, paz y belleza. Aquí todo tiene que ser de buen gusto: la restauración de la casa, la decoración, la atención, la comida."
Para lograr esto, Lebailly trajo muebles de Tailandia, piedras de Italia, y empleó los mejores profesionales de construcción que se puede encontrar en El Salvador: desde el arquitecto, José Geissman, y el maestro de obra, hasta los carpinteros, herreros, albañiles, jardineros. Contrató al artista Luís Lazo para pintar un enorme mural en la entrada del hotel, alegórico a las tradiciones religiosas y culturales de Suchitoto; e invitó a Licry Bicard a exponer sus cuadros. Contrató a un famoso chef francés para montar la cocina y entrenar al personal salvadoreño.
El resultado de todo esto: un lugar fuera de serie, no sólo para Suchitoto sino para el país. Un lugar que impresiona por el nivel de perfección y coherencia de todos los elementos y detalles. Y sobre todo, un lugar que refleja el amor y entusiasmo que el dueño pone en esta empresa. "Si yo fuera puro capitalista", dice Pascal Lebailly, "podría poner mi dinero en otra cosa, con más perspectiva de ganancia, pero con mucho menos placer y felicidad."
¿Por qué en Suchitoto?, le pregunto. "Hay una razón de corazón y una de mente. Llegué a Suchitoto y fue amor a primera vista: la arquitectura, las calles, el paisaje, pero también la gente, tan abierta, tan hospitalaria. Me sentí bien y bienvenido desde el primer momento y pensé: yo puedo reproducir esta sensación para otros. Ahí viene la otra razón, el cálculo de empresario: estoy convencido de que Suchitoto tiene futuro, la inversión turística en Suchitoto tiene futuro, siempre cuando se invierta en el capital principal de esta ciudad: su carácter colonial, la armonía, la autenticidad."
Pascal Lebailly hizo esta inversión. Puso todos los ahorros de su trabajo profesional en Europa en su proyecto: crear un hotel de tal calidad que puede marcar la pauta para el desarrollo del turismo en Suchitoto y en El Salvador. Este empresario francés, enamorado de El Salvador, está convencido de que su empresa será rentable, que hay suficiente gente dispuesta a pagar por calidad.
La estancia en Los Almendros de San Lorenzo no será barata. Los cuartos cuestan entre $80 y $120 la noche, pero estoy seguro que será inolvidable. La comida promete ser excelente, pero los precios para restaurante y barra son sorprendentemente accesibles, incluso más bajos que en muchos restaurantes en San Salvador.
Aparte de los clientes corporativos y turistas extranjeros, veo en Los Almendros clientes como yo: gente que una vez al año pueden cometer el dulce pecado de darse el gusto de pasar un fin de semana rodeado de belleza, armonía y finas atenciones. Yo he hecho este tipo de escapadas, y muchas veces me he quedado con un mal sabor, porque los hoteles nuestros cobran precios de lujo y ofrecen servicios mediocres. ¿Quien no conoce esta frustración, regresando de la Costa del Sol u otros lugares, sin pisto, pero también sin satisfacción? Bueno, de Suchitoto, de pasar un fin de semana en Los Almendros de Pascal, regresará tal vez quebrado, pero seguramente feliz.
Platicando con Pascal, sentado en los amplios corredores de Los Almendros, se puede visualizar un futuro prometedor para el turismo, en particular de Suchitoto. Una industria que no destruye, no desfigura, sino que se basa en lo auténtico, que invierte en la restauración, la preservación. "Respeto a lo auténtico" es el término favorito de Pascal Lebailly. Quien visita Los Almendros de San Lorenzo se da cuenta de que de esta visión puede nacer (es más, ya nació) un nuevo concepto empresarial, factible y bien calculado.
Este fin de semana, Pascal Lebailly llamó a Suchitoto y todo el mundo le hizo caso. Vino la presidenta en funciones, Ana Vilma de Escobar, a inaugurar el hotel, junto con el canciller, la Glorita Salguero Gross, embajadores, el alcalde, empresarios, artistas, y todas las personalidades de la vida cultural, política y empresarial de Suchitoto. Pues sí, estando en un lugar como Suchitoto, compartieron ex-guerrilleros con personajes del gobierno, por un día, unidos y sin ganas de pelear. Como dije: es un lugar de encanto. (Publicado en El Faro)