Señor:
Al fin se fue. 82 años, 30 de gobernar, y 50 mil millones de dólares de fortuna personal son suficientes. Así lo decidió su pueblo y lo mandó al carajo.
Ahora el poder está en manos de los militares. Ojala que sepan administrarlo bien, o sea solo de manera provisional, preparando las condiciones para elecciones libres. Y para entregar el poder al gobierno que surja de estas elecciones.
Pero esto ya no es problema suyo. Su problema más urgente es adónde agarrar. Encontrar algún país donde le dejan gozar de su fortuna acumulada en 30 años de poder, donde la presencia suya no se convierta en la chispa para encender otro polvorín popular para botar a otro gobernante que se siente indispensable.
Por esto no creo que usted sea bienvenido ni en Libia, ni en Siria, ni en Saudi Arabia. No pensar en Cuba. A saber adónde va a parar usted, ero seguramente nunca gozará de tranquilidad ni felicidad. Los jóvenes egipcios que lo han expulsado, una vez que logren conquistar la democracia en su país, van a querer recuperar los 50 mil millones de dólares que robó a la nación.
Ojala que al final usted entre a la historia como ejemplo que los dictadores que se hacen ricos a espaldas de sus pueblos terminan mal, sin amigos, sin felicidad, sin paz.
Su terquedad de quedarse en el poder en contra de la voluntad manifiesta de su pueblo le ha costado la vida a unas mil personas, y incontables pérdidas económicas que afectan, como siempre, a los pobres.
A saber adónde va a quedar usted. Si encuentra el lugar perfecto, avísele a Fidel, tal vez se anime a acompañarlo.
Gracias por desaparecer de la historia,
Paolo Lüers
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