Para la campaña de desinformación sobre
el acuerdo de las dos pandillas MS y 18 para reducir la violencia han
encontrado a este experto respetado en persona de Douglas Farah, un reconocido
periodista-investigador y analista de seguridad para el prestigioso “Center for
Strategic & International Studies CSIS” de Washington. En junio de este
año, Farah publicó en la pagina WEB del CSIS un informe titulado “The Transformation of El Salvador’s Gangs into
Political Actors – La transformación de las pandillas
salvadoreñas en actores políticos”. Y lamentablemente, mi amigo Douglas Farah,
a quien conocí como un gran reportero al final de la guerra salvadoreña, esta
vez no se tomó el tiempo para exhibir su usual rigurosidad investigativa, sino
que retomó, de fuentes para él creíbles y fuera de sospecha, informaciones y
juicios, sin realmente someterlos a prueba.
Y cabal, inmediatamente los medios lo
toman como referencia. Las mentiras y desinformaciones han sido lavadas. Ahora,
en boca de un analista de la talla de Douglas Farah, ya parecen objetivas.
Perdieron el pecado de origen.
Para evitar malentendidos: Ni Douglas
Farah ni a los medios que recogen su informe actúan de mala fe. Tal vez actúan
con cierta negligencia. Tal vez con una cierta predisposición, que los hace
bajar la guardia y los hace vulnerables de convertirse en eslabones de esta
cadena de reciclaje y lavado de desinformación.
Entremos en materia. ¿Cuáles son las
supuestas informaciones que llevan a Douglas Farah a sus juicios tan negativos
sobre “la tregua” de las pandillas? Primero, la supuesta información que ya
hizo olas cuando la publicó en marzo de este año El Faro: que “la tregua” se
originó en negociaciones secretas del gobierno, en particular del ministro de
Seguridad David Mungía Payez, con los dirigentes de las dos pandillas recluidos
en aquel entonces en la cárcel de máxima seguridad de Zacatecoluca. Segundo,
que el gobierno compró la voluntad de los jefes pandilleros de reducir la tasa
de homicidios. Tercero, que debido a esta corrupción de sus líderes, las bases
de ambas pandillas no están de acuerdo, lo que lleva a la conclusión que “la
tregua” no es sostenible. Y cuarto, que detrás de la negociación, por parte de
las pandillas, está su decisión de convertirse en actores políticos, lo que
lleva al señalamiento que El Salvador está en peligro de convertirse en un
Estado fallido que permite no sólo el fortalecimiento de las pandillas, sino su
conversión en crimen organizado con poder político.
Para ninguna de estas cuatro afirmaciones
nadie ha ofrecido pruebas. Muchos han intentado detectarlas, pero sin
resultado. Ni para las negociaciones del gobierno con las pandillas. Mucho
menos para la compra de dirigentes pandilleros por parte del gobierno. Tampoco
para divisiones y rebeliones dentro de las pandillas. Ni para planes de los
pandilleros de incursionar en la política. Todo se quedó, desde marzo a la
fecha, en la repetición de las alegaciones. Y mientras tanto, “la tregua” se ha
sostenido, contra todos los pronósticos. Las cifras hablan por si, incluyendo
las cifras de desaparecidos. Con lo que también se cae la tesis que las clicas
manipulan la tasa de homicidios desapareciendo a los cuerpos.
Un periodista tan profesional como
Douglas Farah no hubiera retomado estas “informaciones”, sin cuestionar y
someterlos a examen de comprobación, si las hubiera recibido de las fuentes
originales: sectores interesados dentro de los aparatos de seguridad e
inteligencia, que se sienten amenazados por los cambios en del gabinete de
seguridad con la llegada de David Mungía Payez a esta cartera. Unos porque
definitivamente fueron desplazados con la ruptura del control partidario del
FMLN sobre Seguridad, la PNC y las estructuras de inteligencia de la policía y
del Estado. Otros, porque no quieren tolerar que bajo el odiado gobierno de
izquierda se abra la posibilidad de resolver un problema que ellos no han
podido resolver cuando tuvieron el control de estos aparatos bajo los gobiernos
de derecha.
Si estas “fuentes” hubieron hablado
poniendo su cara, nadie les hubiera prestado mucha atención, mucho menos
Douglas Farah. Entonces, hablaron al oído de ciertos periodistas, aprovechando
el clima de rechazo a la llegada de los dos generales a la dirección de la
política de seguridad. Intuyeron -correctamente- que existía una cierta
predisposición de aceptar cualquier “información” que aparentemente confirmaba
la tesis que los militares iban a manejar mal los asuntos de seguridad.
Así cayeron en la trampa los colegas de
El Faro. Y otros, en todos los medios principales. Y también mi amigo Douglas
Farah, quien vino a El Salvador a invitación de El Faro a participar en un foro
sobre periodismo. Para alguien como Douglas Farah, El Faro es un medio respetable,
cuyo intento de desarrollar el periodismo investigativo siempre ha apoyado. Ve
a sus jóvenes y comprometidos reporteros y cronistas casi como sus alumnos. Así
que les compró la historia ya reciclada, ya casi blanqueada por la publicación
en su periódico digital, que el gobierno compró a los jefes pandilleros en las
cárceles. Les compró las historias de las amenazas de las pandillas contra el
director de El Faro. Les compró, sin necesidad de mayor investigación y
comprobación con otras fuentes, la historia de las divisiones en las pandillas.
Quiero pensar que algunas otras fuentes consultó, pero obviamente fuentes
igualmente contaminadas, algunos de ellos ex-colegas nacionales desde sus
tiempos de corresponsal de guerra.
El resultado es irónico. Mientras que El
Faro, viendo la realidad y haciendo su trabajo de investigación, abandona su
inicial postura y comienza a cubrir con escepticismo, pero también con
objetividad, el desarrollo de “la tregua”, Douglas Farah se lleva a Washington
una imagen superficial y contaminada y redacta un informe parcializado. Y este
informe, a su vez, es ampliamente citado por los medios. Una vez citado por los
medios mainstream, el analista Carlos Ponce puede usar el informe del CSIC como
comprobación de la tesis que siempre ha defendido: que “la tregua” es
insostenible y peligrosa. Se cierra el ciclo del reciclaje y lavado de
desinformación.
Conociendo bien a Douglas Farah y su
profesionalismo, le reto a venir nuevamente a El Salvador, esta vez por más que
unos días, y hacer una investigación seria sobre el tema.
(El Diario de Hoy)
El informe de Douglas Farah: http://csis.org/publication/transformation-el-salvadors-gangs-political-actors