"La hora de los insurgentes del centro", titula el periódico El
País un primer análisis sobre las elecciones francesas, escrito por el
politólogo José Ignacio Torreblanca. Y el columnista concluye: "En
Francia se pone de manifiesto que la democracia no está en crisis, sino
los partidos tradicionales".
Muy cierto. El surgimiento de las "insurgencias" radicales de Marine Le Pen, del lado populista ultranacionalista, y de Jean-Luc Mélenchon, del lado populista de izquierda, son síntomas de la crisis de los partidos tradicionales, igual que eran Donald Trump y Bernie Sanders en Estados Unidos. En Estados Unidos con el agravante que el bipartidismo es tan fuerte que no deja espacio para nuevas opciones, cuando los partidos están siendo secuestrados por populistas como Trump (con éxito) o Sanders (que no prevaleció, pero logró debilitar al Partido Demócrata al punto de no poder competir contra Trump).
Pero en Francia, el surgimiento de la 'insurgencia' centrista de Emmanuel Macron y su muy probable victoria en segunda vuelta, son pruebas que la crisis de representación de los partidos no equivale a una crisis de la democracia representativa y republicana. Lo que pasó en Francia con Macron y su movimiento 'En Marcha', igual que lo que pasa en España con Albert Rivera y su emergente partido centrista 'Ciudadanos', comprueba que la crisis de representatividad de los partidos tiene solución, siempre y cuando la sociedad civil logre articular nuevos liderazgos, nuevas propuestas - y nuevos movimientos y/o partidos capaces de competir con los partidos tradicionales desgastados por corrupción y oportunismo.
Los partidos céntricos que nacen de la sociedad civil no necesariamente sustituyen los partidos tradicionales de derecha e izquierda. Más bien son complementarios y llenan el creciente vacío al centro de las sociedades, el cual los partidos tradicionales de derecha e izquierda no pueden llenar. Al no permitir que se genere un vacío peligroso que de otra manera llenarían propuestas demagógicas con discurso anti partido, estos movimientos o partidos céntricos resultan ser la salvación del sistema democrático y republicano. Al tiempo que son complementarios, también son correctivos: Así como "Ciudadanos", por su mera existencia y por la racionalidad de sus planteamientos obliga al Partido Popular y al Partido Socialista a una renovación que de otra manera estaba bloqueada, así va a pasar en Francia: los partidos tradicionales no van a desaparecer, sino el movimiento centrista de Macron los va arrastrar a una apertura y regeneración antes paralizadas.
Siempre hay que tener cuidado con aplicar en casas conclusiones que surgen de otros procesos en otros países. Pero por otra parte, no hay ninguna razón de peso que nos obligue a asumir que en El Salvador la crisis de los partidos y las posibles consecuencias y soluciones de esta crisis sean esencialmente diferentes e incomparables. Tenemos dos partidos mayoritarios que se han resistido a pasar por procesos de apertura que les permitieran ampliar el radio de su representación de los extremos al centro de la sociedad. Consecuencia de esto, existe un amplio abanico de fuerzas sociales y corrientes ideológicas al centro de la sociedad que no se ven representados ni por el FMLN (sobre todo luego de verlo gobernar durante ya siete años), ni por ARENA.
Aunque para las dos próximas elecciones del 2018 y 2019 la competencia seguirá siendo entre ARENA y el FMLN, dado que el sistema electoral no permite el surgimiento espontáneo de movimientos "insurgentes" al estilo de "En Marcha" de Macron, es muy probable que a mediano plazo desde el centro de la sociedad civil surgirán movimientos que competirán con los partidos tradicionales.
Hay un vacío – y además hay una amenaza ya planteada que sea ocupado por una "insurgencia" populista, ahora solo expresada por la figura de Nayib Bukele, y por un discurso de anti política y antipartidos muy parecido al discurso de Pablo Iglesias en España y de Mélenchon en Francia. Pero también hay sectores que están cansados de condicionar su incursión a la política a la apertura de los partidos tradicionales que nunca llega, pero al mismo tiempo inmunes a las tentaciones del populismo a la Nayib.
Están todos las condiciones y todos los ingredientes para que en El Salvador nazca una fuerza centrista para intervenir en las dos elecciones de 2018 y 2019, articulando la demanda electoral de la sociedad civil: institucionalidad, transparencia, eficiencia, verdadera inversión social, profesionalización de la política y del servicio público. ¿Pero quien quita que a partir de 2021 se articule también como una oferta electoral capaz de competir con ARENA y el FMLN?
Muy cierto. El surgimiento de las "insurgencias" radicales de Marine Le Pen, del lado populista ultranacionalista, y de Jean-Luc Mélenchon, del lado populista de izquierda, son síntomas de la crisis de los partidos tradicionales, igual que eran Donald Trump y Bernie Sanders en Estados Unidos. En Estados Unidos con el agravante que el bipartidismo es tan fuerte que no deja espacio para nuevas opciones, cuando los partidos están siendo secuestrados por populistas como Trump (con éxito) o Sanders (que no prevaleció, pero logró debilitar al Partido Demócrata al punto de no poder competir contra Trump).
Pero en Francia, el surgimiento de la 'insurgencia' centrista de Emmanuel Macron y su muy probable victoria en segunda vuelta, son pruebas que la crisis de representación de los partidos no equivale a una crisis de la democracia representativa y republicana. Lo que pasó en Francia con Macron y su movimiento 'En Marcha', igual que lo que pasa en España con Albert Rivera y su emergente partido centrista 'Ciudadanos', comprueba que la crisis de representatividad de los partidos tiene solución, siempre y cuando la sociedad civil logre articular nuevos liderazgos, nuevas propuestas - y nuevos movimientos y/o partidos capaces de competir con los partidos tradicionales desgastados por corrupción y oportunismo.
Los partidos céntricos que nacen de la sociedad civil no necesariamente sustituyen los partidos tradicionales de derecha e izquierda. Más bien son complementarios y llenan el creciente vacío al centro de las sociedades, el cual los partidos tradicionales de derecha e izquierda no pueden llenar. Al no permitir que se genere un vacío peligroso que de otra manera llenarían propuestas demagógicas con discurso anti partido, estos movimientos o partidos céntricos resultan ser la salvación del sistema democrático y republicano. Al tiempo que son complementarios, también son correctivos: Así como "Ciudadanos", por su mera existencia y por la racionalidad de sus planteamientos obliga al Partido Popular y al Partido Socialista a una renovación que de otra manera estaba bloqueada, así va a pasar en Francia: los partidos tradicionales no van a desaparecer, sino el movimiento centrista de Macron los va arrastrar a una apertura y regeneración antes paralizadas.
Siempre hay que tener cuidado con aplicar en casas conclusiones que surgen de otros procesos en otros países. Pero por otra parte, no hay ninguna razón de peso que nos obligue a asumir que en El Salvador la crisis de los partidos y las posibles consecuencias y soluciones de esta crisis sean esencialmente diferentes e incomparables. Tenemos dos partidos mayoritarios que se han resistido a pasar por procesos de apertura que les permitieran ampliar el radio de su representación de los extremos al centro de la sociedad. Consecuencia de esto, existe un amplio abanico de fuerzas sociales y corrientes ideológicas al centro de la sociedad que no se ven representados ni por el FMLN (sobre todo luego de verlo gobernar durante ya siete años), ni por ARENA.
Aunque para las dos próximas elecciones del 2018 y 2019 la competencia seguirá siendo entre ARENA y el FMLN, dado que el sistema electoral no permite el surgimiento espontáneo de movimientos "insurgentes" al estilo de "En Marcha" de Macron, es muy probable que a mediano plazo desde el centro de la sociedad civil surgirán movimientos que competirán con los partidos tradicionales.
Hay un vacío – y además hay una amenaza ya planteada que sea ocupado por una "insurgencia" populista, ahora solo expresada por la figura de Nayib Bukele, y por un discurso de anti política y antipartidos muy parecido al discurso de Pablo Iglesias en España y de Mélenchon en Francia. Pero también hay sectores que están cansados de condicionar su incursión a la política a la apertura de los partidos tradicionales que nunca llega, pero al mismo tiempo inmunes a las tentaciones del populismo a la Nayib.
Están todos las condiciones y todos los ingredientes para que en El Salvador nazca una fuerza centrista para intervenir en las dos elecciones de 2018 y 2019, articulando la demanda electoral de la sociedad civil: institucionalidad, transparencia, eficiencia, verdadera inversión social, profesionalización de la política y del servicio público. ¿Pero quien quita que a partir de 2021 se articule también como una oferta electoral capaz de competir con ARENA y el FMLN?
(El Diario de Hoy)