martes, 14 de noviembre de 2017

Carta a los que no quieren entender nuestra historia

No tenía intención de volver a escribir sobre los padres jesuitas. No me gustan los rituales conmemorativos. Pero de repente, hablando de otra cosa, surgió una discusión en Twitter.
Empezó con un tuit que encontré: “Vistos en perspectiva, los logros tras de la guerra civil de los 80 fueron magros y el dolor mucho.”

A estas expresiones de pesimismo e ignorancia, casi siempre trato de responder con argumentos. En este caso, escribí: “Desmilitarización; libertad de expresión, organización y elección; pluralismo político… ¿magros?”

Me contestó uno de los dirigentes del Movimiento 300: “A excepción de la militarización (por motivos obvios), para 1989 ya había todo eso.”

Mi respuesta: “¿Está seguro? Entonces, ¿la bomba en Fenastras no tuvo nada que ver con libertad sindical; y la muerte de los jesuitas nada con libertad de expresión?”

Su respuesta: Lo de los jesuitas, libertad de expresión? Vamos que se q sos mas inteligente..”
Entonces, sí es necesario seguir hablando de la muerte de los jesuitas.

Incluso gente progresista dentro de la derecha no logran desprenderse del mitos que a los jesuitas los mataron por que estaban detrás de la ofensiva guerrillera del 1989. Por tanto no logran entender que la guerra y los Acuerdos de Paz tuvieron que ver con la conquista de la libertad.

En vez de decirlo con otras palabras, cito de una “Carta a Ignacio Ellacuría” que publiqué hacer tres años, el 14 de noviembre del 2014.
“Te mataron por la misma razón que asesinaron a Antonio Rodríguez Porth: Para abortar el proceso de paz. Ambos se volvieron peligrosos para los enemigos de la búsqueda de una solución negociada al conflicto. Estos enemigos los hubo en ambos bandos. Los que dentro de la insurgencia vieron con preocupación que con Alfredo Cristiani había llegado al poder un hombre que tenía la autoridad y la visión de abrir dentro de la derecha espacio a la idea de una salida sin vencedores ni vencidos. Por esto mataron al cerebro detrás de esta visión del nuevo presidente: su Ministro de la Presidencia y más cercano asesor, Rodríguez Porth.”

“Usted comenzó a convertirse en el puente entre los sensatos de ambas partes. Esto -y la incidencia que esto podría tener sobre las decisiones del presidente Cristiani- lo convirtió en un peligro para los enemigos de las negociaciones dentro de la Fuerza Armada.”


“Muy pocos en el ejército se creyeron la paja que usted y sus hermanos jesuitas estaban detrás de la ofensiva insurgente. Esto era el pretexto. Los que ordenaron este crimen no querían eliminar a colaboradores de la guerrilla sino a uno de los pocos puentes que quedaba funcionando entre los que, dentro del FMLN y dentro de la derecha, querían en serio avanzar hacia una solución negociada.”


“Por esto es ridículo pensar que Alfredo Cristiani haya ordenado o consentido la muerte de los jesuitas. Fue una operación contra Cristiani, para debilitarlo.”
Claro que los asesinatos de los jesuitas -y también de Rodríguez Porth- fueron ataques a la libertad de pensamiento y de expresión. Claro que para lograr la paz y la democracia, los Acuerdos del 1992 tuvieron que centrarse en garantizar esta libertad. Claro que hoy tenemos que seguir construyendo sobre este logro.


Cuestionar esto significa abrir espacio a la anti-política – y a los populistas (de izquierda y derecha) que en este vacío hablan de “refundar la república”, en vez de defender la república que conquistada.
Saludos,




(MAS! / El Diario de Hoy)