"Esta es en esencia el balance de la gestión legislativa que ahora termina: No hay un balance entre lo bueno y lo malo, porque no hubo nada bueno. Lo más triste es que la Legislatura 2024-2027 funcionará exactamente igual."
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Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, sábado 27 abril 2024
En unos tres días llega a su fin la Asamblea 2021-2024. Me pidieron calificarla, hacer un balance de sus logros y sus deficiencias. Pero logros no hay y deficiencias hay tantas que sería muy complicado enumerarlas una por una. Me daría pereza. Aburriría a mis lectores.
Voy a concentrarme en el problema sistémico de esta Asamblea, que es la madre de todas sus deficiencias: esta Asamblea Legislativa ya no es un parlamento, es una oficina de pasapapeles.
¿Qué caracteriza un parlamento, dentro del sistema democrático?
· Es independiente del poder ejecutivo;
· Contra al Ejecutivo, su manera manejar las finanzas públicas y de ejercer su poder;
· La esencia de la legislación es el debate parlamentario y la búsqueda de la concertación, para llegar a leyes que concilien los intereses y necesidades de todos los sectores sociales y políticos del país.
La Asamblea actual no sólo ha violado estos principios básicos, los ha abandonado del todo. La presidencia legislativa de Ernesto Castro, funcionando como correa de transmisión entre Casa Presidencial y Asamblea, ha erradicado de raíz la independencia de este órgano del Estado. Ha convertido la Asamblea en una oficina, donde los decretos se reciben desde el Ejecutivo y se sellan y firman para vestirlos de legitimidad. En tres años no hubo ni un solo proyecto de ley, solicitud de préstamo o nombramiento de funcionarios que haya sido rechazado o sustancialmente modificado por la Asamblea. La última vez que la Asamblea Legislativa se negó a aprobarle a Nayib Bukele una solicitud de préstamo, él personalmente encabezó una toma militar del Salón Azul. Esto fue en la Asamblea anterior, que todavía tenía independencia.
Plenaria del 1 de junio 2021: El pecado de nacimiento de la Asamblea 2021-2024, la remoción de la Sala Constitucional y del Fiscal General. Foto: José Cabezas |
Ernesto Castro (quien ha sido el chichincle de Nayib Bukele desde los tiempos que juntos manejaron la discoteca Code y luego como secretario privado durante el primer año de la presidencia) entregó el control del Poder Legislativo en bandeja de plata a Casa Presidencial. Obviamente ahí se murió la idea que la Asamblea iba a ejercer su función constitucional de controlar el ejercicio del poder. Cero control. Más bien funciona al revés: La Asamblea 2021-2024 tiene como misión fortalecer el control del presidente sobre todas las instituciones. Removió la Sala de lo Constitucional independiente y la sustituyó con una dócil. Lo mismo con el Fiscal General. Aprobaron todas las leyes que facilitaron al presidente tomar control del sistema judicial e imponer un régimen de excepción permanente. El mundo al revés, en el cual el parlamento, en vez de controlar al Ejecutivo, abre el camino para que el presidente controle todo.
El presidente de la esta Asamblea define su función así: garantizar gobernabilidad al presidente. Gobernabilidad para Nuevas Ideas significa: darle manos libres al presidente.
Siendo las cosas así, en esta Asamblea ya no quedó espacio para el debate. Concertación se volvió mala palabra y es fue sustituida por imposición. Esta Asamblea dominada por una mayoría que actúa como partido único, no escucha otras opiniones y aprueba todas las cosas importantes con dispensa de trámite: sin análisis en las comisiones, sin debate en la plenaria, sin escuchar a sectores de la sociedad. Los diputados de las fracciones oficialistas ni siquiera insisten en conocer los proyectos de ley antes de votarlos. Con todo razón la gente les dice puyabotenes.
Esta es en esencia el balance de la gestión legislativa que ahora termina. La triste conclusión: No hay un balance entre lo bueno y lo malo, porque no hubo nada bueno. Lo más triste es que la Legislatura 2024-2027 funcionará exactamente igual.
¿Y la oposición? Existe, ocupa sus curules, trata de generar debates, pero dentro de la Asamblea nadie escucha. Tiene que aprender de usar la Asamblea como tribuna para hablar a la gente. Dentro de la plenaria los diputados de todos modos no cuentan, la masa de oficialistas igual que los pocos opositores. Esto no significa que los diputados opositores no tengan nada que hacer. Tienen muchísimo por hacer para construir un diálogo permanente con la sociedad civil - diálogo que la Asamblea, como institución, ha abandonado.
Saludos a los tres valientes que irán contra la corriente,