lunes, 20 de marzo de 2006

Crónica de un viraje esperado

Después de las elecciones de marzo 2006, días tensos. La reñida lucha por la alcaldía de San Salvador. Una candidata se proclama vencedora, aunque los números –a esta altura- indican que cualquiera de los dos puede salir electo. El otro se proclama alcalde electo también y recibe el respaldarazo del presidente de la República. El Tribunal Electoral se niega a proclamar a ninguno de los dos electos y anuncia que procede a revisar los votos impugnados cuyo número supera la distancia entre los candidatos. Gritos de fraude por parte del FMLN. Diputados y dirigentes del FMLN irrumpen en la sede del conteo. Insultos en el hotel, piedras, garrotes y balas en la calle. Al fin de la noche el Tribunal declara a la candidata del FMLN alcaldesa electa, con 44 votos de diferencia. El Frente celebra una doble victoria: no sólo ganaron la alcaldía capitalina, también se adjudican haber derrotado un fraude electoral. Fiesta. Durante los días y noches de alboroto, pleito y fiesta, ya nadie en el FMLN puso atención al hecho que ARENA había ganado 7 diputados más que en el 2003; que la derecha recuperó el control absoluto de la Asamblea; que la izquierda perdió el control territorial en el norte, en el oriente y en el occidente del país, y que en el centro metropolitano, ARENA les llegó tan cerca como nunca.

Uno podría pensar: Lo que comienza así, no puede terminar bien. Una Asamblea con mayoría de derecha, pero con capacidad de veto y bloqueo del FMLN. Las alcaldías rojas del área metropolitana enfrentando los inmensos problemas de la ciudad, pero sin apoyo del ejecutivo. Tú me vetas, yo te veto. Así de oscuro el panorama cuando se sentó el polvo.

De repente, algo pasó. Nadie sabe dónde ni cuando empezó. En medio de los consejos de guerra de los dos bandos, comenzaron a escucharse voces diferentes. Voces muy bajitas y muy aisladas. “Momento, antes de meterse cada uno en su trinchera, listos y preparados y predispuestos para una guerra de posiciones de por lo menos tres años, ¿quién dice que no hay alternativa”, dijo un empresario cercano al presidente. Nadie le hizo mucho caso. Todo el mundo ocupado con almacenar municiones contra el FMLN y su labor de sabotaje a la gobernabilidad.

“Momento, ¿porqué no probamos otro camino. Nadie ganó, nadie perdió. En vez de aceptar un empate de inmovilidad, ¿por qué no tratar de crear una situación en que nadie gana, nadie pierde y el país avanza?”, dijo un intelectual de trayectoria de izquierda –pero también de independencia- a sus ex compañeros. Nadie le paró bola, todo el mundo almacenando municiones contra una derecha que está dirigiendo al país a una nueva dictadura.

Como ARENA no hizo caso a su amigo empresario, ni el Frente a su amigo intelectual, los dos dijeron: Creamos un cortocircuito. Salgamos de los padrones. Rompamos moldes. Empezaron a hablar entre ellos. No hicieron ningún intento de superar las diferencias filosóficas, ideológicas que de manera muy marcada los separaban. Hicieron el ejercicio de identificar fríamente las coincidencias y las posibilidades de llegar a coincidencias en varios de los problemas muy graves, pero también muy prácticos, del país. La gran sorpresa: la lista de posibles coincidencias era muy larga e incluyó campos como industria, agronomía, turismo, seguridad, cárceles, salud, educación. Y la otra sorpresa: No dolía. Ninguno de los dos se sentía traidor a su ideología. Quedaron suficientes diferencias.

Con esta experiencia sorprendente, decidieron proceder de forma concéntrica. Cada uno iba a hablar primero con sus amigos. El empresario de derecha comenzó a hablar con intelectuales de derecha. El intelectual de izquierda comenzó a hablar con los pocos empresarios que apoyaban la izquierda.

Después se juntaron los círculos. En abril se celebró una serie de reuniones con empresarios, representantes de gremios, tanques de pensamiento de izquierda y de derecha, reconocidos académicos y respetados dirigentes religiosos. Reuniones a puertas cerradas, muy discretas. Muy prácticas. Repitiendo la misma dinámica: mantener diferencias, para que nadie tema por su identidad, y al mismo tiempo identificando coincidencias. El mismo resultado, la misma sorpresa: Hay soluciones que pueden ser apoyadas por derecha e izquierda. El país no está condenado a la inmovilidad, sólo porque hay un empate entre ARENA y el FMLN.

A finales de abril vino la parte decisiva y más difícil: influir en los partidos. Ambos partidos mayoritarios ya estaban listos para la guerra de posiciones. Iban a tomar posesión en la Asamblea, en las alcaldías, como si fueran casamatas, trincheras. Pero también en cada uno de los partidos –por muy enfrentados que fueran- había gente crítica y por nada feliz con la perspectiva de otros tres años de inmovilidad y polarización estéril. Los empresarios y los intelectuales hablaron con ellos, primero uno por uno, después enfrentándolos con la sorpresa de un grupo compuesto por gente de derecha y de izquierda; después confrontándolos mutuamente, o sea gente de ARENA con gente del FMLN.

Sembraron en la cabeza de varios líderes de los dos partidos primero la duda, después la idea loca de volver el empate político-electoral en la base de una concertación que respeta las diferencias ideológicas, pero llega a un pacto de gobernabilidad para sacar al país de la incapacidad de avanzar y reformarse.

A finales de abril tiene lugar la primera reunión bilateral informal entre los dos partidos. Las dirigencias se ven obligadas a arriesgarse y hacer un ejercicio que primero lo ven como meramente hipotético: identificar los puntos donde ambos pueden coincidir, sin perder su identidad política e ideológica. Algunos de los conspiradores iniciales han propuesto, cada uno a sus amigos en los partidos, una regla novedosa, también de manera hipotética: Que se acuerde que nadie tome crédito de las medidas que emanen de un posible pacto nacional. Que todas las medidas sean presentadas por comisiones multi-partidos o interinstitucionales (gobierno central, alcaldías), ninguna por el presidente, por los alcaldes o por las fracciones. La otra regla de un hipotético pacto nacional: dejar suficientes campos de desacuerdo. O sea, dejar suficientes campos abiertos donde enfrentarse en las próximas elecciones, sin tener que romper las coincidencias alcanzadas y la políticas consensuadas.

Lo hipotético, una vez que se articulaba con lógica y rigor, en cierto momento dejó de ser hipotético. Al principio por una minoría en cada partido, una concertación de este tipo comenzó a verse como una opción a considerar. Muchos dirigentes muy escépticos empezaron a considerar la posibilidad de un pacto nacional, no necesariamente por convicción, sino simplemente porque les pareció práctico.

Por otra parte, creció la presión. Suave, pero persistente. Reuniones con académicos, con organismos internacionales, con los gremios empresariales, con las iglesias. Todos empujando hacía un pacto interpartidario de gobernabilidad. Más bien un pacto para ejecutar las reformas y las medidas drásticas que necesita el país, pero que ningún partido tiene el valor de asumir.
Se discutió el viejo problema de concertación y co-gobierno. Quedó claro: nada de co-gobierno. Un pacto entre partidos y entre instituciones estatales, con medidas consensuadas, pero bajo la responsabilidad ejecutiva de los gobiernos respectivos.

En mayo al fin la reunión bipartidaria, donde el presidente Tony Saca y dos dirigentes areneros, junto a tres dirigentes del FMLN (que por su parte representan diferentes tendencias dentro de su partido) proponen a sus partidos y a la nación un pacto de gobernabilidad y reforma institucional para el período de 2006 al 2009. Incluye reformas institucionales, una política integral para enfrentar el crimen organizado (incluyendo las pandillas), y medidas de fomento a la producción nacional.

Todavía no están claras las medidas concretas, pero hay un acuerdo, a esta altura, casi irrevocable. Nadie se puede echar atrás porque el costo política sería inmenso debido al alto nivel de expectativa que el acuerdo bipartidario ha despertado en la población, en la comunidad internacional, en el mundo de los organismos internacionales.

Está abierta la discusión sobre las reformas, las medidas, las políticas, las legislaciones concretas. Identificar los campos donde se puede avanzar y llegar a consenso. Identificar igualmente los campos donde nos sigamos enfrentando, ofreciendo al pueblo diferentes visiones de cómo avanzar del punto de partida que es: cortar el nudo gordiano y devolver al país la capacidad de avanzar y reformarse.
(Publicado en El Faro)