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Un grupo de jóvenes se organiza para articular la voz de su generación, exigiendo que las generaciones de sus padres y abuelos los escuchen, los tomen en cuenta y eventualmente les ceden el poder. Se dan el nombre 'Medio Lleno', porque quieren "fomentar ese pensamiento positivo, esa actitud para ver el vaso medio lleno, y dejar de estar enfocados en la porción medio vacía." Así se presentan en su página WEB (mediolleno.com.sv). Uno de los esfuerzos políticos más prometedores en el país: "Un grupo de jóvenes que está abriendo espacios para contribuir…" Lo abrieron, con gran agilidad. Pero no lo aprovecharon. Convocaron, por segunda vez, a un evento llamado "Mediollénate" para elaborar, entre los líderes jóvenes participantes, las propuestas que esta nueva generación hace al país. Y convocaron, además, a los protagonistas de la generación en el poder, a recibir estas propuestas. Doble éxito: lograron convocar y componer mesas temáticas de trabajo a 150 profesionales y estudiantes entre 20 y 30 años que representan diferentes pensamientos, experiencias, calificaciones y liderazgos. Y lograron que presidentes de partidos, diputados, directores de medios, columnistas, académicos de renombre llegaran para escucharlos. ¿Cuándo un grupo de jóvenes que quieren irrumpir e influir en el debate sobre el rumbo de la nación tienen a un expresidente de la República, a los máximos dirigentes de dos partidos, a varios presidenciables, a los más influyentes creadores de opinión pública, al dueño de uno de los principales medios de comunicación sentados durante dos horas para escucharlos? Un gran logro, resultado de un trabajo inteligente y persistente de estos jóvenes de 'Medio Lleno'. Una oportunidad de oro para una generación que no se siente escuchada. Lastimosamente, una oportunidad mal aprovechada. Tanta expectativa, tanto de los jóvenes como de los viejos, y la montaña parió un ratón. Cuando una por una las seis mesas de trabajo presentaron sus propuestas, los políticos convocados comenzaron a guardar sus bloques de apuntes, donde iban a registrar el catálogo de reclamos, críticas, propuestas, retos que estaban preparados de recibir de una generación inquieta que desafía la manera como conducen al país. No había nada importante que apuntar. No había reto. No había crítica. No había una nueva visión desafiando al establishment. Se habló de incentivos estatales para la empresa privada para que invierta en educación, deporte y cultura. Se hablaba de canchas, becas, emprendurismo, acceso a créditos… Todas propuestas racionales, bien argumentadas. Pero nada nuevo. ¿Estamos viendo la siguiente generación de lo mismo? Nadie habló de la corrupción, de la falta de rendición de cuentas y de transparencia y de otros factores que hacen tan poco atractiva -o más bien intragable- la política partidaria para esta generación. Nadie habló del hecho que ni los gobiernos anteriores ni el actual han construido una política de juventud que enfoque los problemas estructurales que enfrenta esta generación: un sistema educativo que no siente las bases para desarrollo tecnológico; políticas de seguridad que oscilan entre mano dura y mano blanda… Hubo una mesa de municipalismo, pero nadie habló de la necesidad de tener concejos plurales, candidaturas independientes a las alcaldías, participación de organizaciones juveniles, una descentralización real que dé a los gobiernos municipales el control de las escuelas, hospitales, redes viales - y los recursos… Hubo una mesa de temas económicas, pero ningún joven dijo que su generación ya no se traga los términos estériles sobre privatización versus nacionalización que durante 20 años han estancado reformas indispensables como del Seguro Social (donde no se puede hablar de privatización sin desatar una guerra ideológica); o del transporte público (donde no se puede hablar de nacionalización sin que se desmaye la derecha). Ni siquiera el puerto de La Unión se ha podido poner a cumplir su potencial de dinamizar toda una región y toda una línea de desarrollo, porque la generación en el poder no sabe romper este debate ideológico sobre mercado y estado… ¿Qué pasó con 'Medio Lleno', qué pasó con el enorme empuje con que sus organizadores arrancaron? Obviamente hay un problema con esta filosofía de la 'crítica constructiva', de querer ver el vaso medio lleno, cuando en verdad está casi vacío. O medio lleno de conceptos desfasados… ¿Qué pasó con la energía de los 'indignados', que hace pocas semanas obligara, primero ARENA y luego el FMLN, a rupturas con sus políticas tradicionales de manoseo a la institucionalidad democrática, en el caso del famoso decreto 743 contra la independencia de la Sala de lo Constitucional? Parece que esta muestra de rebeldía y desafío contra la clase política no ha dejado huellas ni siquiera en la generación que la protagonizó. En el evento de 'Medio Lleno', por lo menos, no ha dejado huellas. Este evento, proclamado como el reto de una generación a las anteriores, hubiera podido desarrollarse exactamente igual antes de toda la conmoción e indignación contra el 743… Pareciera que esta generación no tiene conciencia de su poder, de su capacidad de veto, ni siquiera de sus propias victorias. Escribo esto, en términos que parecen duros, no para detener o descalificar esfuerzos como 'Medio Lleno', sino para reforzarlos. Lo que menos necesitan estos jóvenes es una actitud condescendiente. Este evento no logró captar y expresar la fuerza ni la capacidad renovadora de esta primera generación de posguerra. Pero la fuerza existe. El reto existe. El desgaste de la generación que actualmente maneja al país es evidente. El espacio ya está abierto. Hay que ocuparlo, sin pedir permiso, y sin temer el conflicto que es implícito en cualquier proceso de relevo generacional. (El Diario de Hoy)
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