Para explicar (y otros para explotar) el descalabro que sufrió el
FMLN en las urnas el 4 de marzo, hoy muchos lo contraponen al “FMLN
histórico” de la guerra, constatando que en el camino al poder –y luego
ejerciéndolo- este partido ha abandonado sus virtudes revolucionarias,
democráticas y emancipativas, convirtiéndose en un partido cerrado,
autoritario, e incluso corrupto.
Es una narrativa muy simplista. No es nueva, Nayib Bukele la adoptó
desde el momento que decidió provocar su separación del FMLN. En la
lógica del pleito del divorcio, donde se trata de quien se queda con los
hijos, los chuchos y el capital, Bukele tildó al FMLN de Medardo
González y Salvador Sánchez Cerén como Arena.2 – y su propio movimiento
como verdadero heredero del FMLN histórico y guerrillero. Con este
discurso se fue a San Francisco Gotera, sabiendo que es en Morazán donde
es más profundo el distanciamiento de las bases históricas del Frente
con el actual partido FMLN.
La misma narrativa retoman, después de las elecciones, otros amantes frustrados del mito FMLN, como por ejemplo Dagoberto Gutiérrez. Ricardo Vaquerano escribe en Factum, en un una nota titulada “¿Por qué perdió el (ex) FMLN?” la siguiente frase: “Paradójicamente, cuando el partido que surgió de la guerrilla finalmente se llenó de poder, comenzó a vaciarse de contenido.”
Vaquerano describe como el Frente, antes una fuerza revolucionaria y comprometida con la lucha contra la corrupción y las mañas de la derecha de pisotear la independencia judicial, se convirtió en algo corrompido que él llama “(ex) FMLN”. En este cuento, la desgracia del FMLN comienza con la muerte de Schafik Handal, a quien presenta como el guardián de la ética del Frente, quien nunca hubiera permitido el ascenso al poder de un corrupto como Mauricio Funes. Pero Schafik murió, llegó Funes, lleva al FMLN al poder – y a partir de ahí el FMLN se jodió. Así va la el cuento. Así de simple. Así de falso.
La diferencia entre este Frente histórico y el partido FMLN actual no es que el primero haya sido libre de los pecados que ahora al FMLN le causaron la derrota. La diferencia es que el Frente, antes de que Schafik y Sánchez Cerén tomaron control total del partido, no era monolítica sino pluralista. No era un partido vertical, sino un frente de varias organizaciones con diferencias ideológicas y distintas formas de organización interna. Era un frente con constante lucha interna entre autoritarismo y democracia.
Siempre hubo en este frente plural, incluso en medio de la guerra,
actos de corrupción, abuso de poder, tendencias dictatoriales, desprecio
a la democracia – pero hubo corrientes y dirigentes que hacían
contrapeso. A la par de leninistas, estalinistas, maoístas y castristas
hubo tendencias antiautoritarias, socialdemócratas, socialcristianas y
hasta liberales. Estas contradicciones existían dentro de cada una de
las 5 organizaciones y entre ellas. Hubo asesinatos y purgas dentro del
Frente, como en la tragedia entre Marcial y Mélida Anaya; hubo masacres
como las de San Vicente, cuando las FPL, bajo el mando de Sánchez Cerén,
mandaron a matar a cientos de sus propios combatientes y simpatizantes
bajo la sospecha de desviaciones ideológicas. Pero estos casos
despertaron fuertes debates internos, que casi llevaron a romper al
Frente, porque la mayoría de sus militantes no estaban de acuerdo con
estas prácticas dictatoriales. Igual que no estaban de acuerdo con la
decisión de las FPL y del PC de asesinar a políticos e intelectuales de
la derecha, o de ejecutar secuestros durante las negociaciones de la
paz. Siempre hubo en la militancia del Frente histórico debate interno,
incluso rebeldía, siempre hubo un contingente de intelectuales críticos;
nunca hubo pensamiento único, sino pluralidad.
La transformación del FMLN en un partido autoritario no comenzó con la muerte de Schafik, tampoco con su ascenso al poder. Comenzó cuando los cuadros del Partido Comunista y los dirigentes principales de las FPL se unieron para convertir al FMLN en un partido centralizado, vertical, sin tendencias, sin debate interno, y sin apego a la democracia republicana. Comenzó con la salida escalonada de toda la dirigencia y militancia crítica y democrática del partido. Dirigentes como Salvador Samayoa, Joaquín Villalobos, Fermán Cienfuegos, Facundo Guardado, Héctor Silva, y miles de intelectuales y profesionales con sentido crítico, con tendencias liberales o socialdemócratas ya no cabían en el esquema de un partido vertical. Algunos se fueron, otros fueron marginados, otros expulsados. El Frente se jodió cuando los ortodoxos y autoritarios se quedaron con el control total del partido, y este proceso se terminó cuando los contingentes renovadores que no habían salido se sometieron y adaptaron. Esta es la triste historia de Gerson Martínez, Hugo Martínez, Violeta Menjívar y Oscar Ortiz, quien fue el último en dar batalla, hasta que lo hicieron vicepresidente.
Es falsa la narrativa de la transformación de unos revolucionarios
impecables en un partido oportunista. Para ilustrar lo absurdo de este
mito, cito lo que los editores de Factum pusieron como encabezado al
obituario de Ricardo Vaquerano:
Este es pura mitología. Es falsa nostalgia. La real historia es que se impuso una corriente que siempre fue antidemocrática y represiva, encabezada por Schafik, Sánchez Cerén. José Luis Merino y Medardo, y que todos los demás o se fueron o se subordinaron. Ahora surgen voces internas que exigen revertir este lamentable proceso, y posiblemente Oscar Ortiz se pondrá a la cabeza de esta exigencia. Veo difícil que la transformación de una izquierda plural en un partido vertical se pueda revertir. Nuevamente tengo que decir: Me encantaría que resultara equivocado.
Una narrativa falsa
Es una narrativa muy simplista. No es nueva, Nayib Bukele la adoptó
desde el momento que decidió provocar su separación del FMLN. En la
lógica del pleito del divorcio, donde se trata de quien se queda con los
hijos, los chuchos y el capital, Bukele tildó al FMLN de Medardo
González y Salvador Sánchez Cerén como Arena.2 – y su propio movimiento
como verdadero heredero del FMLN histórico y guerrillero. Con este
discurso se fue a San Francisco Gotera, sabiendo que es en Morazán donde
es más profundo el distanciamiento de las bases históricas del Frente
con el actual partido FMLN.La misma narrativa retoman, después de las elecciones, otros amantes frustrados del mito FMLN, como por ejemplo Dagoberto Gutiérrez. Ricardo Vaquerano escribe en Factum, en un una nota titulada “¿Por qué perdió el (ex) FMLN?” la siguiente frase: “Paradójicamente, cuando el partido que surgió de la guerrilla finalmente se llenó de poder, comenzó a vaciarse de contenido.”
Vaquerano describe como el Frente, antes una fuerza revolucionaria y comprometida con la lucha contra la corrupción y las mañas de la derecha de pisotear la independencia judicial, se convirtió en algo corrompido que él llama “(ex) FMLN”. En este cuento, la desgracia del FMLN comienza con la muerte de Schafik Handal, a quien presenta como el guardián de la ética del Frente, quien nunca hubiera permitido el ascenso al poder de un corrupto como Mauricio Funes. Pero Schafik murió, llegó Funes, lleva al FMLN al poder – y a partir de ahí el FMLN se jodió. Así va la el cuento. Así de simple. Así de falso.
El mito de Schafik como guardián de la ética
Aunque estoy de acuerdo que Funes arruinó al país, pero él no arruinó al FMLN. Se montó encima de un partido ya transformado. Para contar la historia real hay que desmontar algunos mitos. El FMLN no se jodió por la ausencia de Schafik, se jodió bajo el liderazgo de Schafik y Sánchez Cerén. Y tampoco es cierto que antes de esto en el FMLN, durante la guerra y en la postguerra, no hubo verticalismo, autoritarismo, corrupción, imposición, y todos estos pecados que hoy destacan en los diferentes obituarios que se escriben sobre el FMLN. Estos fenómenos siempre han existido en el seno del Frente histórico.La diferencia entre este Frente histórico y el partido FMLN actual no es que el primero haya sido libre de los pecados que ahora al FMLN le causaron la derrota. La diferencia es que el Frente, antes de que Schafik y Sánchez Cerén tomaron control total del partido, no era monolítica sino pluralista. No era un partido vertical, sino un frente de varias organizaciones con diferencias ideológicas y distintas formas de organización interna. Era un frente con constante lucha interna entre autoritarismo y democracia.
El mito del Frente Histórico
Siempre hubo en este frente plural, incluso en medio de la guerra,
actos de corrupción, abuso de poder, tendencias dictatoriales, desprecio
a la democracia – pero hubo corrientes y dirigentes que hacían
contrapeso. A la par de leninistas, estalinistas, maoístas y castristas
hubo tendencias antiautoritarias, socialdemócratas, socialcristianas y
hasta liberales. Estas contradicciones existían dentro de cada una de
las 5 organizaciones y entre ellas. Hubo asesinatos y purgas dentro del
Frente, como en la tragedia entre Marcial y Mélida Anaya; hubo masacres
como las de San Vicente, cuando las FPL, bajo el mando de Sánchez Cerén,
mandaron a matar a cientos de sus propios combatientes y simpatizantes
bajo la sospecha de desviaciones ideológicas. Pero estos casos
despertaron fuertes debates internos, que casi llevaron a romper al
Frente, porque la mayoría de sus militantes no estaban de acuerdo con
estas prácticas dictatoriales. Igual que no estaban de acuerdo con la
decisión de las FPL y del PC de asesinar a políticos e intelectuales de
la derecha, o de ejecutar secuestros durante las negociaciones de la
paz. Siempre hubo en la militancia del Frente histórico debate interno,
incluso rebeldía, siempre hubo un contingente de intelectuales críticos;
nunca hubo pensamiento único, sino pluralidad.La transformación del FMLN en un partido autoritario no comenzó con la muerte de Schafik, tampoco con su ascenso al poder. Comenzó cuando los cuadros del Partido Comunista y los dirigentes principales de las FPL se unieron para convertir al FMLN en un partido centralizado, vertical, sin tendencias, sin debate interno, y sin apego a la democracia republicana. Comenzó con la salida escalonada de toda la dirigencia y militancia crítica y democrática del partido. Dirigentes como Salvador Samayoa, Joaquín Villalobos, Fermán Cienfuegos, Facundo Guardado, Héctor Silva, y miles de intelectuales y profesionales con sentido crítico, con tendencias liberales o socialdemócratas ya no cabían en el esquema de un partido vertical. Algunos se fueron, otros fueron marginados, otros expulsados. El Frente se jodió cuando los ortodoxos y autoritarios se quedaron con el control total del partido, y este proceso se terminó cuando los contingentes renovadores que no habían salido se sometieron y adaptaron. Esta es la triste historia de Gerson Martínez, Hugo Martínez, Violeta Menjívar y Oscar Ortiz, quien fue el último en dar batalla, hasta que lo hicieron vicepresidente.
La falsa nostalgia
Es falsa la narrativa de la transformación de unos revolucionarios
impecables en un partido oportunista. Para ilustrar lo absurdo de este
mito, cito lo que los editores de Factum pusieron como encabezado al
obituario de Ricardo Vaquerano:“FMLN mío no existes
solo eres una mala silueta mía…
Ahora sé que no existes
y que además parece que nadie te necesita
no se oye hablar a ninguna madre de ti…”
Tuit que posiblemente dedicaría hoy Schafik Hándal al FMLN
(adaptación del poema El Gran Despecho, de Roque Dalton)
Este es pura mitología. Es falsa nostalgia. La real historia es que se impuso una corriente que siempre fue antidemocrática y represiva, encabezada por Schafik, Sánchez Cerén. José Luis Merino y Medardo, y que todos los demás o se fueron o se subordinaron. Ahora surgen voces internas que exigen revertir este lamentable proceso, y posiblemente Oscar Ortiz se pondrá a la cabeza de esta exigencia. Veo difícil que la transformación de una izquierda plural en un partido vertical se pueda revertir. Nuevamente tengo que decir: Me encantaría que resultara equivocado.
(El Diario de Hoy)