Estimados amigos:
Entiendo que están preocupados por la situación en la cual va a entrar el país en los próximos cinco años.
Entiendo que ven con angustia que han
pasado 2 de los 3 meses de transición (entre la elección y la toma de
poder) y que no existe ningún mecanismo de entrega ordenada y
transparente del poder, de las finanzas públicas y los proyectos
inconclusos entre el gobierno saliente y el entrante —sólo porque el
presidente electo lo prefiere así.
Entiendo que les asusta la incertidumbre
en la que el presidente electo tiene al país en cuanto a la
composición y las líneas de trabajo de su gobierno.
Entiendo que ante esta situación muchos
ciudadanos y empresarios, poniendo el bien del país encima de sus
preferencias ideológicas o partidarias, quisieran ayudar para que el
próximo gobierno no fracase.
En este contexto, casi todos los días salen columnas o entrevistas de
personajes competentes y bien intencionados dándole buenos consejos al
futuro presidente. Que abra un diálogo nacional con todas las fuerzas
vivas del país; que busque un acuerdo nacional para enfrentar la
violencia y delincuencia; que aplique el principio de la meritocracia
para escoger a sus ministros y otros funcionarios claves; que deje de
deslegitimar a sus adversarios políticos, porque los va a necesitar para
construir gobernabilidad; que respete la independencia de los poderes
del estado; que respete la libertad de expresión y sea mas tolerante con
sus críticos; que aplique austeridad —y un montón de recomendaciones
más detalladas en materia fiscal, de seguridad, educación y salud.
Básicamente le piden a Bukele que sea buena gente y un presidente
decente…
La mayoría ofrece estos buenos consejos de buena onda, expresión de su preocupación por el país. Algunos los ofrecen de manera oportunista, buscando a acercarse al nuevo centro del poder. No es a ellos que va esta carta, sino a “asesores” desinteresados, pero lastimosamente también ingenuos.
Un político que maneja la alternancia del poder con tanto desprecio a la transparencia, al diálogo y la sana administración de diferencias, no hace caso a buenos consejos. Así como es resistente a la crítica, es resistente a buenos consejos. Se ríe de quienes de buena onda y como buenos patriotas lo tratan como un ser racional y abierto que va a tomar en cuenta criticas, propuestas, recomendaciones y consejos. Es como pedir peras al olmo. Es como esperar que un lobo se comporte como un pastor alemán, solo porque de lejos se parecen.
No les pido que dejen de analizar y comentar los retos que enfrentará
el país en los próximos cinco años. Es necesario que lo hagan. El país y
su ciudadanía necesitan entender su situación, y sólo lo podrán lograr a
través del diálogo abierto, del debate franco, de la crítica clara. Si
en el nuevo gobierno se incluye alguna gente capaz de escuchar, van a
sacar provecho de este diálogo de la ciudadanía —pero jamás del intento
de influenciar al presidente electo con consejos bien intencionados.
Mejor esperemos qué va a ofrecer el presidente Bukele a
partir del 1 de junio: qué tipo de gabinete, qué discurso, qué políticas
públicas, qué manera de relacionarse con la prensa y los órganos que no
controla, como la Asamblea, la Corte, la Fiscalía. Y luego sometamos
todo esto a un examen crítico y veamos qué se puede apoyar y a qué hay
que oponerse.
Paciencia será la virtud principal que necesitamos desarrollar.
Saludos
(MAS! y EL DIARIO DE HOY)