domingo, 22 de septiembre de 2019

¿Hasta ahora se da cuenta de que huele mal El Chaparral? Columna Transversal de Paolo Luers



Publicado en EL DIARIO DE HOY, 22 SEPTIEMBRE 2019


Cuando en el 2013 entrevisté a don Billy Sol para El Diario de Hoy, el ex presidente de la CEL ya advirtió que algo feo estaba pasando con el proyecto de la presa El Chaparral, con sus elevados costos de construcción. En aquel entonces, el señor Nayib Bukele, recién electo alcalde de Nuevo Cuscatlán, estaba en camino de convertirse en la nueva estrella del gobernante FMLN, partido que también controlaba la CEL. Le escuchábamos hablando de cualquier cosa, menos de indicios de incompetencia y posiblemente corrupción en la CEL y su proyecto Chaparral. Nada.
A partir de esta fecha, el Diario dio seguimiento sistemático a los proyectos de la CEL, publicando innumerables reportajes, análisis, entrevistas y columnas describiendo cómo el proyecto El Chaparral estaba tragando millones de dólares sin avanzar en su construcción.
En el 2015, Nayib Bukele llegó a gobernar San Salvador, con bandera del FMLN, y se preparaba para su candidatura presidencial. En El Diario de Hoy salieron otros reportajes y análisis sobre los costos de El Chaparral, entre estos uno de mi autoría titulado “749 millones de dólares botados y quieren más”.En cambio, el alcalde capitalino pretendiente a la presidencia jamás habló de la CEL, nunca señaló la explosión de costos del Chaparral, nunca exigió que se investigara si existía corrupción en el manejo de este proyecto. Obviamente no iba a acusar de corrupción al gobierno de su propio partido. Y no iba a hacer caso a investigaciones o señalamientos de un periódico que despreciaba.
En los siguientes años, en El Diario de Hoy seguimos hablando de El Chaparral. Yo fui a entrevistar a David López, el presidente de CEL bajo el gobierno de Sánchez Cerén. Lo reté a explicarme los retrasos; el pago ilegal a ASTALDI; el hecho de que los costos iban a sobrepasar los 400 millones; la rentabilidad de esta inversión exageradamente cara. Diferentes actores de la política nacional comenzaron a pronunciarse sobre los costos de El Chaparral, pero Nayib Bukele mantuvo silencio. Tiene que haberse dado cuenta de las contradicciones en las explicaciones del gobierno, de la CEL y de su partido, pero guardó silencio prudencial. No le convino hablar de la CEL, de El Chaparral…
De repente, ya convertido en Presidente de la República, el señor Bukele sufre un ataque (ensayado y público) de cólera sobre El Chaparral y confiesa que tenía ganas de dinamitar este “monumento a la corrupción”. Uno se pregunta: ¿Con base en qué de repente se atreve a denunciar un robo, cuando está citando los mismos números que ya estaban ampliamente conocidos, y sobre los cuales hasta la fecha ha guardado silencio? Pero de repente acusa a sus ex camaradas del FMLN de robo. Dice que el costo para terminar El Chaparral ahora sobrepasa los 750 millones de dólares por una sola razón: porque su expartido se robó el dinero.
Esto es una acusación seria. Como periodista no me atrevería hacerla de esta forma vaga, y mucho menos debería hacerla un presidente de la República. En el Diario hablamos de corrupción en El Chaparral en el contexto del pago adicional de 30 millones de dólares que Mauricio Funes autorizó que la CEL le hiciera a la constructora ASTALDI, que había abandonado el proyecto. En todo lo demás hemos cuestionado las decisiones del gobierno y de la CEL, sus cálculos de factibilidad, etc. Pero no acusamos a nadie de robo, porque no teníamos (y no tenemos) pruebas que nos permiten hacerlo. Lo que exigimos fue que la Fiscalía investigue. Esta exigencia sigue vigente, hoy más que nunca.
Sería la única forma de determinar si hubo robo. De otra forma, y sobre todo desde la altura del poder presidencial, sería otra vez una campaña política sucia, que trata de conseguir condenas mediáticas mucho antes de que la Fiscalía y los tribunales hagan su trabajo. Esto ya lo vivimos durante la presidencia de Funes: un presidente usando su impacto mediático para declarar culpables a sus adversarios y críticos.
No permitamos que vuelva a pasar. 

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