Cuando ustedes leen estas líneas, en Venezuela están decidiendo en las urnas el futuro de este país - y posiblemente también de Cuba. O confirman en el poder a Nicolás Maduro preservando el modelo chavista en Venezuela y el castrista en Cuba; o eligen al joven líder opositor Henrique Capriles, terminando la 'revolución bolivariana' que en los últimos 10 años ha financiado la continuidad de la revolución cubana.
Si cae el chavismo, al rato caerá el régimen cubano. Y sin sus padrinos en La Habana y la chequera de Caracas, es cuestión de tiempo que el FMLN llegue al punto de no poder seguir negándose al cambio, la democratización, la conversión en una izquierda plural, y el cambio generacional.
Así que yo sostengo la tesis: Quien realmente quiere que la izquierda tenga futuro en El Salvador y el continente, tiene que cruzar los dedos para que hoy los venezolanos derroten en las urnas a Maduro, a la leyenda de Chávez, al socialismo del siglo 21, y al populismo...
Si Capriles gana las elecciones de este domingo 14 de abril, saldrá derrotado no sólo el chavismo, que es el populismo del siglo 21, sino también el populismo tradicional, que arruinó Venezuela en los años 80 y 90, representado por el binomio AD-COPEI que durante décadas compartió el poder y el fruto de la corrupción. Y la tercera fuerza política que quedaría enterrada por un triunfo de Capriles es la derecha tradicional. A todos ellos los habrá vencido un grupo de políticos jóvenes que se rebelaron contra estas tres fuerzas del pasado, creando sus propios partidos y movimientos. Esta fuerza renovadora es encabezada por Henrique Capriles, Leopoldo López, Henri Falcón, Pablo Pérez y Carlos Oscariz, todos socialdemócratas con ideas liberales (o al revés, liberales con ideas socialdemócratas).
Cuando los conocí en 2008, en el primero de mis cinco viajes periodísticos a Venezuela, cada uno de estos líderes jalaba a otro lado: Falcón todavía andaba con Chávez y soñaba con democratizar al chavismo desde adentro; Leopoldo se estaba peleando con Pablo Pérez el liderazgo en el partido socialdemócrata Un Nuevo Tiempo; y Capriles y Oscariz en Primero Justicia. En los subsiguientes años han logrado formar una unidad plural, pero disciplinada, y un futuro equipo de gobierno sólido, que proyecta a los venezolanos incomparablemente más certidumbre, confianza, profesionalismo que los herederos de Chávez, que a duras penas y sólo por órdenes del difunto se mantienen unidos...
Yo no sé predecir qué decisión mayoritaria van a tomar hoy los venezolanos. Tampoco sé si el régimen chavista va a reconocer una derrota o va a tratar de hacer fraude en la noche larga del conteo de votos. Lo que sí me atrevo a predecir son dos cosas: Primero, si Maduro logra ganar estas elecciones, sea por voluntad popular o por fraude, no podrá gobernar sin recurrir a mucho más represión que Hugo Chávez, quien dominaba principalmente mediante su carisma. Como Maduro no tiene nada de carisma, Venezuela enfrentará tiempos difíciles de represión. Segundo, gane quien gane, Venezuela va a enfrentar problemas económicos muy serios. Hubo incluso una discusión interna si era conveniente ganar el gobierno en estas circunstancias, y si no era más inteligente dejar que se desgaste Nicolás Maduro... Por suerte, el liderazgo de Capriles no permitió a la oposición venezolana asumir una actitud tan cobarde. La respuesta de Capriles: El país merece algo mejor que un chavismo sin el liderazgo de Chávez.
Con esta actitud recta y valiente, Capriles ya logró su primer triunfo: Incluso si pierde, su liderazgo y la unidad opositora saldrán fortalecidos. En cambio, Maduro ya está en una situación de pierde-pierde: incluso si logra ganar estas elecciones, difícilmente tendrá mucho futuro.
(El Diario de Hoy)