Querido Negro:
Hace un año que no te veía. Te detuvieron en agosto del 2017. Desde entonces estás en Mariona. Hace poco, te vi en una audiencia. Me impactó verte tan gordo, pero no gordo saludable, sino inflado por la diabetes y otros males y por la falta de la atención médica necesaria. Vos siempre pones buena cara, tirando carcajadas, pero a mi no me puedes engañar. No lograron quebrarte el ánimo, pero sí la salud. Salí triste de este encuentro – y con rabia.
De nada te sirvió que te absolvieran en el famoso “caso tregua”. Ni siquiera tuviste chance de escuchar la sentencia absolutoria del juez Godofredo Salazar, porque estabas grave e internado en el Seguro Social. Ahí mismo los fiscales, al ver que estaban perdiendo el “caso tregua”, te imputaron otro delito (llegando al extremo de esposarte en tu cama de cuidados intensivos). Esta vez por extorsión, acusación “fundamentada” en el mismo jefe de pandilla convertido en testigo criteriado, cuyos cantos la fiscalía ya había usado en el “caso tregua”. Y poco después, basándose esta vez en el “testimonio” de otro cabecilla criteriado, te acusaron hasta de homicidio. Así que con estas dos acusaciones encima ya no saliste de Mariona, donde irónicamente compartís la famosa Sección 9 con Luis Martínez, el fiscal que inició la persecución tuya, con Tony Saca y sus colaboradores. (Espero tu libro sobre estas convivencias.)
Por las dudas, la Fiscalía fue a la cámara especializada y consiguió que levantara la sentencia absolutoria en el caso madre de toda esta persecución, el “caso tregua”. Tiene que repetirse la vista pública. Obviamente la fiscalía especula que, por mal que estén planteadas, una de estas tres acusaciones pegue…
Esta es la historia resumida de la persecución sistemática y maliciosa contra un hombre que cometió el pecado de prestar sus servicios de mediador para reducir la violencia y abrir espacios de diálogo que podían preparar el camino para construir la paz social.
Siempre he mantenido que esta persecución es política. Su objetivo real es erradicar, de una vez por todas, la idea atrevida que el diálogo y la mediación pueden ser un instrumento legítimo y útil para enfrentar la crisis de la violencia. Para borrar esta idea, que algunos ven como peligrosa, del imaginario popular, tienen que destruirte, quitarte toda la credibilidad adquirida, y convertirte de mediador en delincuente.
Para esto han construido los casos que te tienen en Mariona. En el asunto de extorsión, vos actuaste de mediador. Fue la empresa extorsionada que te solicitó que mediaras para poder llegar con las distintas pandillas a un acuerdo que por lo menos garantizara la vida de sus vendedores y motoristas. Lo lograste. La empresa y sus empleados se beneficiaron. Nadie murió. Pero la Fiscalía te acusa de extorsionista. Un extorsionista que actuó por pedido de la víctima – y de choto…
La acusación de homicidio es aun más perversa. Detectaste que una clica estaba rompiendo el acuerdo de cese al fuego que las diferentes pandillas habían alcanzado. Como mediador, encaraste a los firmantes de este acuerdo, exigiéndoles que resolvieran este problema. El responsable de los incidentes después cayó preso, y en el penal lo ajusticiaron por desobediencia. Y nuestra fiscalía acusa al mediador de haber dado la orden de asesinarlo. Los cabecillas no reciben órdenes de nadie fuera de su pandilla, y lo único que hiciste es informarles de un problema que estaba a punto de romper la tregua. Otra vez, el mero ejercicio del papel de mediador está siendo criminalizado.
Hace un año que no te veía. Te detuvieron en agosto del 2017. Desde entonces estás en Mariona. Hace poco, te vi en una audiencia. Me impactó verte tan gordo, pero no gordo saludable, sino inflado por la diabetes y otros males y por la falta de la atención médica necesaria. Vos siempre pones buena cara, tirando carcajadas, pero a mi no me puedes engañar. No lograron quebrarte el ánimo, pero sí la salud. Salí triste de este encuentro – y con rabia.
De nada te sirvió que te absolvieran en el famoso “caso tregua”. Ni siquiera tuviste chance de escuchar la sentencia absolutoria del juez Godofredo Salazar, porque estabas grave e internado en el Seguro Social. Ahí mismo los fiscales, al ver que estaban perdiendo el “caso tregua”, te imputaron otro delito (llegando al extremo de esposarte en tu cama de cuidados intensivos). Esta vez por extorsión, acusación “fundamentada” en el mismo jefe de pandilla convertido en testigo criteriado, cuyos cantos la fiscalía ya había usado en el “caso tregua”. Y poco después, basándose esta vez en el “testimonio” de otro cabecilla criteriado, te acusaron hasta de homicidio. Así que con estas dos acusaciones encima ya no saliste de Mariona, donde irónicamente compartís la famosa Sección 9 con Luis Martínez, el fiscal que inició la persecución tuya, con Tony Saca y sus colaboradores. (Espero tu libro sobre estas convivencias.)
Por las dudas, la Fiscalía fue a la cámara especializada y consiguió que levantara la sentencia absolutoria en el caso madre de toda esta persecución, el “caso tregua”. Tiene que repetirse la vista pública. Obviamente la fiscalía especula que, por mal que estén planteadas, una de estas tres acusaciones pegue…
Esta es la historia resumida de la persecución sistemática y maliciosa contra un hombre que cometió el pecado de prestar sus servicios de mediador para reducir la violencia y abrir espacios de diálogo que podían preparar el camino para construir la paz social.
Siempre he mantenido que esta persecución es política. Su objetivo real es erradicar, de una vez por todas, la idea atrevida que el diálogo y la mediación pueden ser un instrumento legítimo y útil para enfrentar la crisis de la violencia. Para borrar esta idea, que algunos ven como peligrosa, del imaginario popular, tienen que destruirte, quitarte toda la credibilidad adquirida, y convertirte de mediador en delincuente.
Para esto han construido los casos que te tienen en Mariona. En el asunto de extorsión, vos actuaste de mediador. Fue la empresa extorsionada que te solicitó que mediaras para poder llegar con las distintas pandillas a un acuerdo que por lo menos garantizara la vida de sus vendedores y motoristas. Lo lograste. La empresa y sus empleados se beneficiaron. Nadie murió. Pero la Fiscalía te acusa de extorsionista. Un extorsionista que actuó por pedido de la víctima – y de choto…
La acusación de homicidio es aun más perversa. Detectaste que una clica estaba rompiendo el acuerdo de cese al fuego que las diferentes pandillas habían alcanzado. Como mediador, encaraste a los firmantes de este acuerdo, exigiéndoles que resolvieran este problema. El responsable de los incidentes después cayó preso, y en el penal lo ajusticiaron por desobediencia. Y nuestra fiscalía acusa al mediador de haber dado la orden de asesinarlo. Los cabecillas no reciben órdenes de nadie fuera de su pandilla, y lo único que hiciste es informarles de un problema que estaba a punto de romper la tregua. Otra vez, el mero ejercicio del papel de mediador está siendo criminalizado.
A pesar de todo, quiero seguir creyendo en nuestro sistema de justicia. De todos modos, no queda otra. Sigo pensando que cuando uno logra hacer transparentes los casos, la opinión pública conseguirá que la justicia corrija los errores de la fiscalía. Es por esto que vuelvo a escribir sobre vos. Y lo haré hasta que estés en libertad, absuelto de las acusaciones absurdas, recuperando tu salud y tu vida.
Saludos, tu amigo Paolo
(MAS! / EL DIARIO DE HOY)