domingo, 21 de octubre de 2018

Bukele no. Cinco razones. Columna Transversal

En enero de 2015, cuando Bukele corrió por la alcaldía de San Salvador, publiqué ocho razones de no votar por él, concluyendo con la frase: “Como son razones de peso, haré todo lo posible para que no gane”.

I
Ganó y hoy, que va por la presidencia, reitero esta frase con aun mayor convicción, porque ahora lo conocemos mucho mejor. Hemos visto cómo administró la alcaldía capitalina, utilizando su gestión para promover a su persona y los colores de su futuro partido. Hemos observado la manera como provocó la ruptura con el FMLN, dándole a su partido solo dos opciones: aceptarlo como candidato presidencial, o expulsarlo.

A un hombre con un ego tan ilimitado nunca le debemos permitir llegar al poder.

II
En tres años ha llevado a la alcaldía capitalina al borde de la quiebra, igual como anteriormente en Nuevo Cuscatlán. Ha hecho buenas obras, pero no dentro de un plan coherente de desarrollo urbano con prioridades definidas, sino dentro de un esquema de impacto publicitario. Viendo sus propuestas en la campaña presidencial, queda claro que hará exactamente lo mismo desde el Gobierno Central. El plan urbano Una Obra por Día se transformó en un plan nacional 20 Obras por Día, siempre con un guion mediático que sustituye un plan de desarrollo nacional. Su proyecto Centro Histórico de San Salvador se convirtió en 50 Centros Históricos Recuperados. Parece que corre por alcalde de todo el país…

Un hombre con tan poca disciplina fiscal no debe ser ejecutor del presupuesto nacional.

III
La manera como ha provocado el conflicto dentro de FMLN y su posterior alianza con GANA demuestran que Bukele no es, como se proyecta, el hombre que supera las ideologías, sino un político que puede adoptar cualquier ideología cuando le conviene, y deshacerse de ella cuando su plan táctico cambia. Para provocar la ruptura con el FMLN y llevarse buena parte de sus bases, se vistió de heredero de los ideales del Frente histórico traicionados por un partido que, según él, se hizo copia de ARENA. Luego declaró que había plena coincidencia con el ideario socialdemócrata del CD, para al fin afiliarse a GANA, que representa la derecha rancia de Tony Saca.

Un hombre tan impredecible, oportunista y carente de principios no puede construir la estabilidad que necesita nuestro país. Está invitando a los salvadoreños, que con buenas razones están frustrados con la política, a una aventura sin rumbo ni plan coherente.

IV
Bukele se proyecta como el líder que va a superar la polarización. Pero es el político más polarizante de la posguerra. La polarización tradicional entre derecha e izquierda por lo menos tiene un marco de referencias que da cierta racionalidad. En cambio, Bukele polariza con todos: con el FMLN, con ARENA, con el sistema de partidos, con la oligarquía, con los medios de comunicación, con el sistema en general. Para él, la polarización y la permanente agresión verbal son el método para autopromoverse y para explotar los resentimientos en una sociedad expuesta a mucha violencia e incertidumbre.

Un hombre con un carácter tan destructivo no puede ejercer un liderazgo positivo y unificador.

V
Bukele se proyecta como nueva forma de pensar y hacer política, como alternativa a los mismos de siempre, los corruptos. Pero está rodeándose, desde el inicio de su carrera política hace seis años, con los mismos operadores políticos y propagandísticos de Tony Saca: Walter Araujo (exdirigente de ARENA), Peter Dumas (íntimo amigo de Saca), Porfirio Chicas (operador de inteligencia de René Figueroa), Ernesto “el Brozo” Sanabria (operador de guerra sicológica de Saca), Alejandro Muyshondt (desestabilizador de Saca), Merlin Barrera (quien hizo el plan de gobierno 2014 para Tony Saca y ahora lo hace para Bukele), Félix Ulloa y Giovanni Galeas (que se unieron a la segunda campaña electoral de Saca) –y ahora además con Herbert Saca, Andrés Rovira y Guillermo Gallegos (que fundaron GANA por órdenes y con fondos de Tony Saca, cuando este fue expulsado por ARENA).

Hay tres candidatos que nadie los ha podido vincular a casos de corrupción. Y uno que por propia decisión se rodea de corruptos y corruptores, y que además está siendo señalado de haber cometido un fraude de ley para evadir impuestos sobre 1 millón de dólares. Esta suma le pagó una empresa familiar de dividendos escondidos, generados por contratos de publicidad con el gobierno, cuando esta empresa no debería haber sido contratada mientras Bukele fue funcionario público. Tiene que arreglar cuentas con Hacienda sobre este monto no declarado, antes de que pueda ser inscrito como candidato.

Cualquiera de los otros tres candidatos presidenciales (Hugo Martínez, Carlos Calleja y Josué Alvarado) tienen más posibilidades de renovar la política que el candidato de GANA. Ellos plantean reformas, no rupturas. Sus propuestas no son tan dramáticas y espectaculares como las de Bukele, pero son más viables y toman en cuenta los obstáculos y la pluralidad. Para mi gusto, podrían ser menos conservadores, me gustan los líderes audaces, pero la verdad es que entre los tres ofrecen opciones para el amplio espectro de nuestra sociedad: izquierda, derecha, centro. Bukele, en cambio, ofrece mucho espectáculo, pero significa incertidumbre, inestabilidad y caprichos.

Los salvadoreños, tan defraudados que se sienten por la política, no necesitan antipolítica. Necesitan política racional y confiable.