Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 12 diciembre 2019
El presupuesto nacional es el reflejo de la esencia del gobierno, su plan de gobierno expresado en cifras. Y el debate sobre este presupuesto es el reflejo del estado de la oposición. Ambos no se ven muy bien: el gobierno se ve con mucha improvisación, muchas inconsistencias en su presupuesto – pero con una arrogancia que se niega a negociar con la Asamblea. Pero aun teniendo la razón en muchas de sus observaciones, la oposición se ve sumamente débil. Se le nota la resignación: Por lo que hagamos, el gobierno nos va a ganar políticamente. Si ofrecemos poca oposición y el final aprobamos el presupuesto, sin reparar sus deficiencias e inconstitucionalidades, nos pintan de inútiles, incapaces de sostenerle una batalla al flamante presidente. Si condicionamos nuestros votos a los cambios que estamos proponiendo en el presupuesto, el gobierno no nos hará caso, sino aprovecharía la situación para seguir atacando y deslegitimando no solo a los partidos, sino a la Asamblea como órgano controlador del Ejecutivo, por ejemplo en materia presupuestaria. Pareceríamos como boicoteando los beneficios que el gobierno quiere llevar al país.
Así que yo les recomiendo: Si no tienen la fuerza real para descalificar ante la opinión pública el presupuesto así como Bukele lo mandó a presentar, mejor bajen el tono, enfoquen en dos que tres cambios que han logrado imponer, aprueben el presupuesto lo más calladito posible – y vayan a vacaciones. Es una cuestión de realismo. En este sentido, ARENA y el FMLN pueden aprender de Mario Ponce, quien está haciendo buena figura como nuevo presidente de la Asamblea. Hombre de realismo.
Hay que buscar las batallas que se pueden ganar, o por lo menos perderlas luego de una buena batalla. Las buenas batallas son aquellas que, aunque no se ganen, fortalecen la unidad, aportan a la autoestima, ganan respeto. Esta oportunidad, en el conflicto sobre el primer presupuesto del gobierno Bukele, ya la perdieron.
Cuando digo que hay que ser realistas, también me refiero a que hay que tener conciencia que este gobierno, por la manera como no sólo ganó las elecciones sino dejó a los demás partidos en serias crisis internas y en su relación con la ciudadanía, va a hacer lo que le da la gana. Sin pedir permiso a nadie, mucho menos a la Asamblea. En esta situación, la oposición tiene que marcar una línea de defensa que ya no sea de sus intereses y visiones políticas, sino estrictamente de la institucionalidad u constitucionalidad – por que este es el único campo donde tendrá apoyo en la sociedad civil.
El gobierno tiene el derecho -y actualmente también el poder- de definir con amplia libertad las políticas públicas a implementar. Una oposición tan débil como la actual no tiene capacidad de cuestionarle al gobierno sus propuestas de políticas públicas (en Seguridad, Educación, Salud, etc.), ni tampoco la manera como estas se reflejan en el presupuesto. Si el gobierno dice que va a combatir la delincuencia fomentando un tramado subcultural que llama 'reparación del tejido social' – ni modo, que lo intenten, y que así se refleje en el presupuesto con gastos que otros dicen que tienen nada que ver con seguridad.
Lo que deberían hacer los diputados de oposición, junto con organizaciones de la sociedad civil, es enfocar el debate sobre el presupuesto estrictamente en un par de inconstitucionalidades que contiene: la reaparición de la partida secreta en un presupuesto inflado de la Inteligencia del Estado; los exagerados rubros de gastos financieros en todas partes; la inclusión de ciertos gastos previsibles en el presupuesto.
Expongan estos puntos, traten de comunicarlos bien a la opinión pública, y luego voten por este presupuesto, en vez de crear un conflicto que tal vez no puedan sobrevivir.
Saludos,