Para un presidente decir en público que “nuestra economía entera está hecha pedazos y nada funciona” es inusual, provocador e irresponsable, sobre todo, cuando no es cierto, como en el caso de El Salvador.
Nayib Bukele lo dijo en “60 Minutes”. Si “60 Minutes” todavía tuviera el estilo incisivo que lo convirtió en el clásico programa de periodismo investigativo de la TV de Estado Unidos, los productores hubieran inmediatamente convertido esta frase en el eje central de su investigación. Hubieran hablado con expertos, empresarios, sindicalistas para ver si es cierto que la economía salvadoreña está en un estado de caos donde nada funciona. Y al darse cuenta de que obviamente no es así hubieran preguntado: ¿Por qué el presidente lo dice? ¿Qué hay detrás de semejante afirmación?
La entrevistadora sí se reparó en el carácter disruptivo de la frase de Bukele y dijo: “Eso no es poca cosa que lo diga un presidente…”, pero se lo dejó pasar. No tomó lo dicho por el presidente como razón para cambiar en enfoque de todo el reportaje y entrevista.
¿Qué hubiera hecho Mike Wallace, el legendario reportero de “60 Minutes”? Hubiera dicho: “¡Wow, señor presidente! Entonces veamos más de cerca lo que realmente está pasando en su economía…”.
Luego de la entrevista, hubiera hecho un diagnóstico realista de la economía salvadoreña, obligadamente con el resultado que el presidente de El Salvador está “badmouthing” (haciendo aparecer mal) su propio país y su economía, que tienen muchos problemas pero están lejos de encontrarse en ruinas.
Y de alguna manera, alguien tan experimentado como Mike Wallace con encarar a políticos que dicen cualquier cosa para impresionarlo hubiera llegado a descubrir (no solo en su mente, sino en pantalla) lo que hay detrás de una mentira tan dañina del presidente: un personaje que está profundamente convencido de que este país estará mal mientras él (su familia, su círculo interno) no tome control del resto del Estado (Asamblea, Justicia, Fiscalía) y de los círculos que dirigen la economía.
Pero aun así, con la conductora de “60 Minutes” yendo a otros temas luego de escuchar respuestas tan insólitas por parte de Bukele, el programa comienza a pintar el retrato de un presidente que se siente más importante que el país que le toca presidir: un hombre comido por la ambición de poder.
Aparte de la frase sobre nuestra economía, Bukele confirmó, sin despeinarse y sin abandonar la permanente sonrisa, que las maras se han constituido como “gobierno paralelo”. Otro oportunidad que “60 Minutes” no aprovecha para dar un viraje a su programa sobre El Salvador y su presidente, haciéndose una nueva pregunta: ¿quién está entonces ganando la batalla madre proclamada por el mismo Bukele sobre el “control territorial”?
Invito a los mejores entrevistadores del mundo, gente como Cristiane Amanpour o Anderson Cooper, a ver el programa de “60 Minutes” con Nayib Bukele y a terminar la tarea de entrevistarlo como Dios manda. Aquí nadie lo va a hacer.
Saludos,