Mientras escribo estas líneas, afuera en Plaza Palestina hay una manifestación,
que algunos quieren usar para expresarse contra mi persona, contra mis cartas, contra
mi negocio, y contra mi participación en el desfile bufo y el carnaval de la alegría
del 31 de mayo.
Cuando ese día miles de ciudadanos celebramos
el fin del quinquenio Funes, expresamos la esperanza que con él salieran del
ámbito político no solo el despilfarro de Casa Presidencial, sino también el
resentimiento, la prepotencia, y los permanentes ataques personales a
cualquiera que piensa diferente…
Y de hecho es así. Con solo una semana
sin Funes en el poder, el país ya respira otro clima, más relajado, con menos stress
y ansiedad. Aunque no se desmarque de Funes, los primeros discursos y acciones del
presidente Sánchez Cerén marcan una clara diferencia de estilo. Luego de 5 años
que la palabra “diálogo” era una mentira inmediatamente desmentida por
berrinches presidenciales, la gente comienza a creer que vale la pena intentar
llegar a entendimientos…
Pero seríamos muy ingenuos si esperáramos
que con solo salir del poder Funes, todo cambiará. El pozo envenenado necesita
tiempo para limpiarse. Mauricio Funes nos dejó una herencia de confrontación que
no se borra automáticamente y deja huellas en la cultura política. Introdujo al
aparato del estado y los movimientos sociales financiados por Casa Presidencial
la descalificación personal sistemática, la intolerancia y hasta la persecución
política. Cuando hablo de la confrontación que nos heredó Funes, no me refiero
a la confrontación política y de ideas, que es normal y necesaria, sino a
ataques a las personas, su reputación, y su dignidad. Hubo oficinas en
entidades estatales que se dedicaron a esto, de manera anónima: minar la
dignidad de opositores, empresarios, políticos, periodistas, funcionarios que
no se plegaron.
Aun si el nuevo presidente decide
realmente desmontar estos aparatos de guerra sicológica incrustadas en
entidades gubernamentales, la mentalidad confrontativa sistemáticamente creada
desde arriba queda en el ambiente partidario, cultural y social del país.
Incluso en las filas de oposición, porque la guerra sucia no tiene exclusividad
ideológica. Sin embargo, una vez que estas actitudes dejan de ser financiadas,
organizadas y protegidas desde el poder del estado, los pozo envenenados se van
a comenzar a limpiar.
En las redes sociales están pidiendo que
me deporten del país, porque sienten que la fiesta del 31 de mayo fue una falta
de respeto al presidente y a su madre, que lamentablemente falleció
precisamente cuando la caravana se desplazaba por la colonia Escalón. Además
alegan que faltamos el respeto al pueblo de Palestina, por haber usado la Plaza
Palestina para esta fiesta de despedida al presidente. Nadie le faltó respeto a
la madre del presidente ni mucho menos al pueblo de Palestina. Sólo expresamos
nuestra opinión sobre la forma de gobernar de Mauricio Funes.
Al sentir que las campañas de ataque
personal a los críticos del gobierno ya no tienen el aval de Casa Presidencial,
se van a sentir menos envalentonados. Las reacciones a las críticas van a ser
menos violentas, y los que nos dedicamos a la crítica, unos desde la oposición
política, otros desde la opinión pública y los medios, otros desde movimientos
ciudadanos, ya no tendremos que concentrarnos en el carácter y la falta de
probidad de los gobernantes, sino en la confrontación de ideas y propuestas.
Así que los que protestan en Plaza Palestina
por los derechos del pueblo de Palestina, bienvenidos. Los que pintaron
consignas en pro de la causa de Palestina en las láminas del parque, solo están
haciendo uso del derecho que a todos asiste de hacer uso de los espacios
públicos para manifestarse y expresarse libremente.
Trabajamos por más tolerancia y menos
división. Paolo Lüers
(Mas!/EDH