un amigo salvadoreño regresé de un viaje
a Alemania y me contó lo que para él era una historia de las más insólitas:
Caminando por las calles de Berlin, vio como una limusina con estandarte
oficial se parqueó en la entrada de un edificio de apartamentos. El motorista
se bajó, tocó un timbre, y al rato se bajó una señora solita, con un su maletín
de ejecutivo, el motorista le abrió la puerta del vehículo, se apeó y se
fueron. El empresario salvadoreño preguntó a un alemán quien era esta señora.
“Es la Merkel, va a su oficina...”
Bueno, Ángela, para entender porqué este
salvadoreño se impresionó tanto con esta experiencia (para él de la séptima
dimensión), tendría que programar una visita de Estado para El Salvador (cosa
que me gustaría muchísimo...) y ver cómo se movilizan por nuestras calles el
presidente y sus seres queridos: en caravanas de docenas de vehículos
ostentosos, apartando a los ciudadanos, a veces atropellándoles. Tampoco nunca
lo verá cargando su maletín, ni mucho menos sin una docena de guardaespaldas,
policías y militares.
Hablando en serio: A pesar de que nunca
he sido amigo de la derecha alemana, sino todo lo contrario, usted me impresiona
mucho. No es por andar al trabajo casi como cualquier ciudadana, esto a mi como
alemán me parece normal, sino por valentía y firmeza en el manejo de la crisis
del Euro. Usted predica austeridad y responsabilidad fiscal, mientras todo el
mundo le exige que comprometa la economía de Alemania para programas
multibillonarios al estilo de Obama. Y usted neciamente dice: No hay que lanzar
dinero bueno, que puede servir para fortalecer la economía productiva, a tratar de salvar dinero malo y hacer
más grande la burbuja especulativa.
Tal vez no sería tan mala idea la de una
visita suya a Estado a El Salvador, para explicar a nuestros gobernantes qué
pasa con los países que año por año gastan más de lo que se producen.
Yo, como salvadoreño-alemán, la invito.
(Más!/EDH)