Cuando el 1 de mayo, en la sesión de instalación de la nueva Asamblea Legislativa, vi a los diputados de ARENA (¡todos!, incluyendo los agentes de la renovación que yo había apoyado en las pasadas elecciones) votar "a favor" de todos y cada uno los integrantes de la nueva junta directiva, tuve la impresión que estaba presenciando un error histórico y posiblemente fatal. No por la importancia de la junta directiva de la Asamblea, que no es tan grande como se piensa, sino por lo simbólico de este hecho. Era el primer día de la nueva Asamblea. Recién había pasado el desastroso acto final de la Asamblea saliente, con una mayoría legislativa ya deslegitimada por las recientes elecciones, imponiendo al país decisiones que le tocarían a la nueva Asamblea con su nueva correlación de fuerzas...
A la par de la extrema decepción de los ciudadanos, sobre todo de la juventud, con esta sinvergüenzada legislativa, había una cierta esperanza, débil y dudosa, que la nueva Asamblea iba a ser diferente. Por varias razones: por la novedad del voto por cara, por el ingreso de nuevos diputados que prometían romper con los vicios de los pactos entre cúpulas partidarias, por la nueva correlación de fuerzas: la presencia de una oposición que puede vetar este tipo de abusos.
Y lo que el primer acto que la nueva Asamblea pone en escena, es el ritual de unanimidad: Los diputados de ARENA votando "a favor" precisamente de los principales cocineros del tamal tóxico de la semana anterior: Sigfrido Reyes, Chico Merino y Guillermo Gallegos. ARENA votando "a favor" de cada uno de ellos en la elección de la junta directiva, luego de la marginación que sufrieron a manos de ellos en la aprobación de préstamos y en las elecciones de magistrados y del fiscal. Luego de la marginación incluso en la repartición del poder en la nueva Asamblea, dentro del tamal salió un 'protocolo de entendimiento' que daba la presidencia de la Asamblea nuevamente al FMLN y el poder a una mayoría segura de FMLN-GANA-CN, con cuatro directivos de ARENA que nunca podrán vetar nada.
Yo entiendo el razonamiento de ARENA: Es mejor estar presente en la junta directiva y darse cuenta de todas las maniobras. Correcto, pero no a cualquier costo. El uno de mayo ARENA, para estar en una junta directiva, pero sin obtener capacidad de veto, pagó el costo de su credibilidad. La 'nueva ARENA' perdió su virginidad el primer día, y por muy poco...
Yo expresé esta crítica y este desacuerdo, en el transcurso de esta extraña 'elección', mediante mensajes de twitter. Voy a explicar por qué pienso que ARENA necesita y merece la crítica inmediata y dura, aunque a veces sus diputados y dirigentes la sienten injusta.
La expectativa que se tiene con ARENA no es la normal de un partido de ganar elecciones y retomar el gobierno. Va mucho más allá de esto. El reto histórico que le toca a ARENA es nada menos que reconstruir la viabilidad económica y fiscal del país y reconstruir, al mismo tiempo, el concepto republicano de la división de poderes.
¿Por qué le toca esto a ARENA? No es por sus credenciales históricas en materia de responsabilidad fiscal y defensa de la institucionalidad, sino a pesar de sus pecados en ambos campos. Le toca a ARENA, porque no hay nadie más que lo pueda hacer. El FMLN va en dirección contraria, y es imposible pensar en que corregirá este rumbo a corto plazo. Y la nueva tercera fuerza Gana+Saca es por definición populista y erosiva de la institucionalidad... FMLN y GANA, si se mantienen en el poder (por separado, juntos, en cualquier matrimonio o contubernio imaginable), sólo profundizarían la crisis de la institucionalidad democrática y de la viabilidad económica.
La única fuerza partidaria que puede asumir la tarea de superar esta erosión es ARENA, precisamente por la profunda crisis en la cual su propio populismo metió a este partido. Crisis que para sobrevivir lo obligó a una renovación y depuración, que no están terminadas, pero que sí han abierto espacios de reflexión, redefinición y democratización que no existen en otros partidos. Y también han abierto al partido hacía la sociedad civil, la nueva generación de profesionales, la crítica y la participación ciudadana.
Además ARENA, luego de permitir a su presidente Saca a llevar al partido y al país a una crisis de populismo y corrupción sin precedencia en El Salvador, y luego de facilitar que esta crisis se prolongue con el actual gobierno del FMLN y Funes, tiene la responsabilidad histórica --y la oportunidad-- de reparar el daño.
Es bajo este estándar que la sociedad civil, la juventud, la academia, y los intelectuales tenemos que exigir, proponer y criticar a ARENA. No tiene nada qué ver con adhesión o simpatía a este partido, ni hablar de amor o lealtad...
Es por esto que cuando ARENA comete errores, la crítica tiene que ser inmediata y dura, correspondiendo al tamaño del reto que tiene este partido con el país. ARENA nos metió en esta espiral de populismo, corrupción y menosprecio a la institucionalidad democrática. ARENA dice que se depuró de estos males. Ahora ARENA tiene que mostrar que es cierto.
Para no estancarse en el camino de la renovación y de la construcción de un proyecto viable para el país, ARENA necesita de la crítica, de la controlaría ciudadana y sobre todo, de la presión de la generación nueva. Si no, será imposible que ARENA, con toda su historia, logre responder al reto de convertirse en la fuerza política que reconstruya la viabilidad económica del país y la confianza en el sistema político. Y si no ARENA, ¿quién?
Así que voy a seguir criticando, exigiendo y proponiendo a ARENA. Y en esta ocasión, sostengo lo que mandé a los diputados nuevos vía twitter: "Oportunidad perdida: Imagínense convertir esta sesión en un debate franco sobre ética y parlamentarismo. Con el riesgo de quedar fuera de la junta directiva. ¿Y qué?"