Me alegra que la “tregua” (o como quieran llamar el acuerdo que tomaron) sigue en pié y que por casi dos meses el país está ahorrando vidas.
Al principio mucha gente dijo: “¿Y porqué
me tengo que alegrar porque los mareros dejen de matarse entre ellos? Que se
acaben entre ellos...”
A esta altura la gente ya se dio cuenta
que al suspenderse la guerra entre las pandillas rivales no sólo se ahorran
vidas de mareros. En todas las guerras la mayor parte de los muertos la pone la
población civil. Y los más afectados de este guerra loca entre ustedes fueron
las comunidades, los jóvenes, los estudiantes, los niños...
Ahora, las comunidades viven con menos
miedo, respiran un poco más. Empiezan a soñar con la paz: con una vida sin
miedo, sin violencia. Y sin extorsiones.
Ustedes despertaron este sueño. Y ya se
dieron cuenta ustedes que es un camino sin retorno: la gente, sus propias
comunidades, sus propias familias, la sociedad entera ya no les permitirán
retroceder en el camino de desarticular la violencia. Este proceso puede ser
gradual, todo el mundo entiendo que no es de la noche a la mañana, pero no
puede haber retroceso ni estancamiento. La gente no lo perdonaría.
En este sentido era lógico lo que
anunciaron el otro día: su decisión de declarar las escuelas “zonas de paz”. Su
decisión de no seguir atentando contra la vida de los niños y jóvenes y contra
su derecho a la educación. Ustedes tienen una buena parte de las escuelas públicas
paralizadas, tienen a los docentes y los alumnos atemorizados e incluso
expulsados. Ahora son las mismas comunidades y barrios (que ustedes dicen
“defender”) que les exigen que sea verdad lo de la paz en las escuelas...
Si ustedes demuestran en la práctica que
de veras respetan las escuelas, la gente va a empezar a creer que en nuestro
país la paz es posible y que ustedes no están engañando al pueblo con sus
promesas y “treguas”.
Para avanzar hacía la paz, luego
necesitamos ver otras “zonas de paz”: los parques, las calles, los buses del
transporte público. Paso por paso, pero pasos firmes y confiables. Así se
construye confianza y esperanza.
Primero necesitan construir confianza van
en serio cuando hablan de querer convertirse “en parte de la solución al
problema de la violencia”. En base de esta confianza construida se les van a abrir puertas para
insertarse a la sociedad, al trabajo, a la producción, a las empresas.
Todo depende de ustedes. Si cumplen,
habrá muchos que vamos a luchar para abrirles puertas. Si no cumplen, van a
estar muy solos.
Saludos, Paolo
(Más!/EDH)