Es un poco inusual dirigirse al mismo
tiempo a las cúpulas de ambos partidos opuestos. Pero como están haciendo
exactamente lo mismo (y de la misma manera), puedo matar dos pajarotes de un tiro.
Ustedes se han arrogado el poder de
escoger los candidatos que representarían a la derecha y la izquierda,
respectivamente. De ustedes, grupos bien reducidos de poder, depende qué clase
de presidente tendremos. A las militancias sólo le quedará ratificar a los
ungidos, y a la ciudadanía sólo escoger entres los dos.
Ustedes tienen en sus pocas manos un
poder que ya está siendo cuestionado incluso dentro de sus partidos, pero sobre
todo en la sociedad. ¡Úsenlo con prudencia!, porque están siendo observados,
mucho más que ustedes tienen conciencia.
Algunos dirán: ¿Y cuál es problema?. Que
cada partido tome sus decisiones y se atenga a las consecuencias. El partido
que escoge mal a su candidato, y de una forma que despierta más sospechas que
confianza, pierde las elecciones del 2014. Punto. Correcto, así es, los errores
se pagan. Si no, pregunten a los que pusieron de candidato a Schafik Handal o a
los que pusieron a Rodrigo Ávila.
Pero, ¿qué pasa si todos ustedes (en
ambos partidos) se equivocan e imponen dos candidatos equivocados? ¿Quién paga
los platos rotos en este caso? El país. Porque si esto pasa (y ahora más bien
parece que por ahí va el asunto), corremos el riesgo que entre dos candidatos
no idóneos salga triunfante un tercero, uno realmente malo. Y que la molesta
distorsión coyuntural de nuestro sistema política, que hasta ahora significan
Gana y Tony Saca, se vuelva opción de poder.
¿A qué me refiero con candidato no
idóneo? Candidatos escogidos de manera errónea, que más corresponden al interés
de mantener el status quo de poder y de pureza ideológica dentro de sus
respectivo partidos - y no a la necesidad del país de superar el populismo y el
clientelismo.
El problema principal no es quién al fin
será el candidato, sino querer entronizar al siguiente líder sin antes definir
con claridad el proyecto político y el tipo de reformas a hacer. De esta manera
les saldrá otro caudillo, pero no el estadista que puede volver a dar
viabilidad económica e institucional al país. Y no será culpa del ungido, sino
de ustedes que lo pusieron.
El FMLN tiene que decidirse si quiere ser
partido de reforma o partido anti-sistema. ARENA tiene que decidirse si quiere
ser partido de intereses particulares o partido popular, partido mercantilista
o partido liberal. Y las figuras que no pongan de candidatos tienen que ser
expresión manifiesta de estas decisiones.
Ambos partidos tienen ‘presidenciables’ para cada uno de estas opciones.
Escúchenlos y decidan sobre sus propuestas, no sobre su grado de ‘pura sangre’,
ni mucho menos sobre su grado de popularidad.
Hagan su trabajo, pero háganlo bien.
Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)