Todavía no lo conozco – y tengo la sospecha que no será tan pronto que usted se nos presente. Ahora ni siquiera me puedo imaginar cómo lo van a encontrar nuestros diputados. A lo mejor ni lo logren y haga falta otro cónclave en Casa Presidencial y nuevas amenazas desde Washington...
Sin embargo, tengo una
visión bastante clara de su perfil. Hay quienes sueñan con tener a un
fiscal general que proceda a echar preso a un presidente, sólo que cada
uno está hablando de otro: Muchos piensan en Tony Saca. Otros esperan
que enchuchen al actual presidente una vez que termine su mandato. Y hay
quienes quieren saldar cuentas pendientes más antiguas. Yo nada de
esto. Tengo claro que esto no va pasar. Usted no va a enjuiciar a ningún
presidente, quizás algún primo o uno que otro personaje prestanombre
que resulte dispensable o sirva de chivo expiatorio o para mandarle un
mensaje a algún presidente - pero de ahí no va a pasar. No hay manera
que los partidos se pongan de acuerdo sobre un fiscal que llegue más
lejos. Así que no nos hagamos ilusiones.
Lo
que sí espero es que usted sea un profesional serio que tampoco se
presta a extorsionar a nadie con sus investigaciones. Alguien que no se
deje presionar por ningún partido a joder a los demás. Pero que al mismo
tiempo pinte la raya y deja claro, con sus acciones, que el hecho que
aquí no se investiga a presidentes no significa que cualquier ministro,
presidente de autónoma o funcionario esté debajo del radar de la
fiscalía.
Me imagino a un fiscal
que se concentre en elevar la capacidad de investigación científica; un
fiscal que haga eficiente la fiscalía organizando fuerzas de tarea que
no se dispersan en el mar de delitos cometidos, sino focalizan en las
estructuras criminales a desmantelar; un fiscal que construya paso por
paso la profesionalidad de la institución; un fiscal que se enfrenta a
las presiones políticas – y que de esta manera sienta las bases para que
un día, cuando todo esto redunde en una fiscalía verdaderamente
independiente, usted o su sucesor pueda investigar a un presidente - y
tal vez enjuiciarlo.
Entonces, buscamos a
un fiscal que no tenga ilusiones, pero que tampoco abandona el sueño del
fin de la impunidad. Es decir, a un hombre o una mujer con paciencia y
principios.
Espero conocerlo pronto. Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)