martes, 12 de agosto de 2014

Carta a mi hermano Hernán Vera

Querido “Maravilla”:
No puedo creer que moriste, enano. Te conocí en Managua, en diciembre del 1980. Ambos esperando el traslado a El Salvador, a la guerra que queríamos grabar, filmar, fotografiar, relatar desde adentro. Pasamos el tiempo tomando ron, despidiéndonos, platicando. Bueno, vos platicando, yo escuchando. Yo hablando poco, por lo del idioma - y porque aun no tenía nada que contar.


Una madrugada de un día como cualquiera, un 10 de enero del 1981, me despertaron: “Vas para San Salvador, con Hernán, van a llevar las cámaras. Apurate, el vuelo va en tres horas.”
Sentado en el avión, Hernán me dice: “Hoy comienza la insurrección. A las 5pm. Pero yo más bien creo que empieza una guerra larga.” Obviamente, no le creí nada, pensaba que era broma.
Lugo, ya instalados en la casa de Melitón Barba, en la Laico, le digo: “Faltan 10 minutos para las 5, y nada. Era paja.” Y Maravilla soltó una carcajada y dice: “Enano (toda la vida me dijo enano aunque le llevaba casi una cabeza; pero él dijo enano a todos, costumbre que se me pegó a mi..), y vos crees que el asalto al cuartel lo van a anunciar antes con unos tiritos.” – “¿Cuál cuartel?” – “El San Carlos, a dos cuadras, ¿no te recordás que te lo enseñé cuando pasamos?”
A las 5 de la tarde más 3 minutos comenzó el infierno. Ráfagas, sirenas, bombazos toda la noche. El 10 de enero resultó ser un día no tan ordinario, sino, como había dicho Hernán, el primer día de una larga guerra de la cual ambos saldríamos hasta enero del 1992, cuando Hernán me dijo: “Enano, me voy, quiero hacer cine. Buscáte una vida, , esta onda ya estuvo.” Y se fue. Se hizo independiente y hizo películas, telenovelas y documentales en México. Y yo me quedé en El Salvador, pero también me hice independiente - para volver a ser periodista, para hacer una familia y criar hijos…
Aquella larga noche del 10 de enero la pasamos en la casa en la Laico, encerrados por el toque de queda. En los noticieros escuchamos de la captura de Nelson Arrieta, el periodista venezolano que había alquilado la casa de Melitón donde estábamos, conocida entre los periodistas como la casa de los venezolanos. A Nelson lo agarraron en la casa clandestina que servía como cuartel general de los Comandos Urbanos del ERP.
“La primera casa que van a catear es esta, enano. Pero no te preocupés, no esta noche, Tienen suficiente que hacer para sobrevivir estos cabrones.”
A las 6 de la mañana del día 11 estábamos en camino a Morazán, en un microbús pintado de rótulos de “Prensa Internacional”, con nuestras cámaras. Pasamos retenes de la Guardia, de las FPL, del ejército, del ERP, de la PN, de las FAL - pero llegamos, en medio del caos total, a las minas de San Sebastián, cerca de Santa Rosa de Lima, tomadas por los mineros y los guerrilleros del ERP.
Ahí dejamos a Hernán, y Gustavo Amaya y yo regresamos a San Salvador, a activar el plan original de establecer una base periodística dentro de la capital, con cobertura internacional, con credenciales del Comité de Prensa del Estado Mayor, y en contacto con Managua y Morazán. Hernán se quedó en Morazán, para toda la guerra, grabando videos, escribiendo editoriales para la RV. Nos volvimos a encontrar en Morazán, trabajamos juntos, tejimos el colectivo de cine y su trabajo sincronizado desde la montaña, la capital y el exterior, donde editamos y las películas. Mucho de lo que aprendí en estos 11 años de trabajo en medio de la guerra, lo aprendí de Hernán. Sobre todo la filosofía que permite gozar de la vida y ser creativo a pesar de los horrores de la guerra.. Para entender esto, un ejemplo que demuestra que no estoy hablando de filosofía teórica, sino de filosofía para la vida: Vos me enseñaste que bajo los frecuentes bombardeos, lo mejor que uno podía hacer es meterse bajo un palo sombroso y dormir: “Enano, los morteros o te caen o no te caen. No tiene sentido afligirse, ni mucho menos correr de un lado al otro. Lo mejor es descansar.” Esta filosofía, Hernán, es lo mejor que he aprendido de vos: No afligirse por cosas que no podés cambiar.
Maravilla, me harás una increíble falta. Paolo Lüers
(Mas!/EDH