sábado, 25 de septiembre de 2021

¿Qué viene luego de Angela Merkel? Columna Transversal dePaolo Luers

 Publicado en EL DIARIO DE HOY, sábado 25 septiembre 2021

Armin Laschet - Annalena Baerbock - Olaf Scholz




Esta elección alemana del 26 de septiembre no es cualquier trámite de votación. Las últimas tres elecciones federales las ganó Angela Merkel sin despeinarse, y todos lo sabían antes. Aburrimiento. Hoy, por primera vez desde 2005 Merkel ya no es candidata, y esta vez la competencia es de suspenso. Nadie sabe qué y quién viene luego de Merkel, y es una carrera muy cerrada. Por primera vez en la historia de la postguerra, es una competencia entre tres. Los Verdes, originalmente un partido encerrado en el nicho de los ecologistas, se ha convertido en un partido popular y por primera vez compite de túen tú con los conservadores de la Democracia Cristiana (CDU/CSU) y los Socialdemócratas (SPD). Estos dos partidos han puesto a cada uno de los jefes del gobierno federal, desde la fundación de la República Federal Alemana en 1949. 


Dos candidatos quedaron empatados durante meses: Armin Laschet, de la CDU/CSU de Merkel y Annalena Baerbock de Los Verdes, la candidata de la ruptura con el status quo, que llama a los alemanes a un “nuevo comienzo” luego de mucha paralización e inercia de la eterna y impopular “Gran Coalición” de Merkel que Merkel formó con los socialdemócratas. Laschet es primer ministro del más populoso de los 16 estados que conforman la República Federa de Alemania, el cual incluye ciudades tan importantes como Colonia, Bonn, Düsseldorf, Dortmund e Essen. El SPD, con su candidato Olaf Scholz, actualmente ministro de Finanzas y vicejefe del gobierno, quedó relegado a un distante tercer lugar. Esto parecía confirmar los pronósticos de todos los sabios y tan sabios analistas de que el declive del Partido Socialdemócrata era imparable e irreversible. Nadie daba un cinco por este partido que se había desgastado como socio minoritario en la Gran Coalición con la Democracia Cristiana y bajo la sombra de Merkel.

Hasta que en las últimas semanas el socialdemócrata Olaf Scholz, actualmente el ministro de Finanzas y el número dos en el gobierno de Merkel, comenzó a subir, mientras que al mismo tiempo la Democracia Cristiana, huérfana de su mamáAngela Merkel, comenzó a perder apoyo. Pagaron el costo de una lucha feroz por la candidatura, que al final Laschet ganó, pero sin convencer a nadie (ni siquiera a lis militantes de su propio partido) que podrá llenar los zapatos de Merkel. La veterana dirigente simbolizaba para los alemanes lo que más anhelan: estabilidad, confiabilidad. “Ningún experimento” siempre ha siso el lema de los conservadores que fundaron el partido demócrata cristiano.


Olaf Scholz, conocido como tecnócrata de alta competencia, de repente les pareció a los alemanes el verdadero heredero que podía dar continuidad a las políticas de Merkel. Y los Verdes se perfilaron como la alternativa fresca y audaz a la continuidad que muchos han comenzado a ver como obstáculo para enfrentarse al desafío de combatir el cambio climático sin poner en peligro el futuro de Alemania como próspera nación industrial que exporta tecnología a todo el mundo.


De repente se dibujaba algo nuevo: una mayoría de centroizquierda, con Verdes y socialdemócratas teniendo muchas coincidencias - y además ganas de gobernar juntos. Aún así no alcanzaba para una mayoría absoluta, pero sí para desplazar a la derecha del primer lugar - y posiblemente del gobierno, si un tercer partido se uniera a esta nueva colación: o la Izquierda, o los Liberales.


Pero una vez que Olaf Scholz logró empatar y poco después incluso sobrepasar a Armin Laschet, se generó otro cambio en la tendencia de las preferencias. Los votos que la derecha perdió ya no fueron hacia Los Verdes, sino de una sola vez hacia la opción socialdemócrata. La gente vio en el voto por Olaf Scholz la garantía de realmente sacar del gobierno a la Democracia Cristiana. Poco a poco, Los Verdes comenzaron a perder apoyo, pero sin desplomarse. Ahora el promedio de todas las encuestas da al Olaf Scholz (SPD) 26%, a Armin Laschet (CDU/CSU) 22%, y a Annalena Baerbock (Los Verdes) 17%.  



Tomando en cuenta la situación volátil y los márgenes de error, todo es posible, incluso Los Verdes podrían el próximo domingo ponerse a la cabeza de la carrera - pero lo probable es que Olaf Scholz gane y tendrá la primicia para negociar un gobierno de coalición. Su socio lógico sería el Partido Los Verdes - y la gran incógnita es si se atreve incluir a La Izquierda, que todavía tiene un ala de excomunistas. Resulta que la gran mayoría de los votantes de SPD, Verdes e Izquierda exige una colación Rojo-Verde-Rojo (ambos SPD y La Izquierda mantienen el clásico rojo). 


En respuesta a esta posibilidad, el CDU/CSU está enfocando la recta final de su campaña a explotar el miedo que la derecha tiene de un gobierno de izquierda. Los conservadores nunca realmente tuvieron confianza en los socialdemócratas, ve a Los Verdes como Hippies que en su obsesión con el cambio climático van a destruir la economía, y a La Izquierda como reencarnación del Partido Comunista. Sólo que los Verdes ya no son los lunáticos de su inicio, y La Izquierda es prioritariamente socialdemócrata y no comunista.


Es obvio que en Alemania, luego de 16 años de Merkel, hay una mayoría que quiere un cambio sustancial que redefina las prioridades de la política alemana: enfrentar en serio y sin demora el cambio climático, y más justicia social. La gran interrogante de esta elección es si esta tendencia será suficiente fuerte para que Scholz, en case de ganar, se atreva a incluir La Izquierda en su gobierno. Si no, tendría que negociar con los Liberales - y muchos temen que ellos serían un obstáculo para las decisiones audaces que el nuevo gobierno tendrá que tomar. 


El próximo gobierno alemán: Armin Scholz con Annalea Baerbock



 

Mi pronóstico: Scholz ganará las elecciones, la Democracia Cristiana pasará a la oposición. Socialdemócratas y Verdes formarán un gobierno de minoría apoyado por La Izquierda. Los tres tienen mucha coincidencia en temas ecológicos y sociales, y en cuestiones de defensa y política exterior y de defensa tendrán que aprovechar sus coincidencias con la Democracia Cristiana. 


Las dos buenas noticias: Primero, la ultraderecha racista y antieuropea, agrupada en el partido AFG, no juega ningún papel en esta historia. Segundo: En Alemania, si hay una ruptura con el status quo, será sin populismo, sin demagogia y sin peligro para la democracia.