Estimado ciudadano René Francis Merino Monroy:
Usted ostenta el grado militar de contralmirante, equivalente a general de brigada. Pero como ministro, usted es un ciudadano igual que cualquier otro servidor público civil.
La Asamblea Legislativa ha decidido interpelarlo. Es su oportunidad para explicar cuál ha sido su papel y responsabilidad en el operativo militar del 9 de febrero que terminó en la ocupación del Salón Azul de la Asamblea Legislativa por soldados con armas largas. Alguien tiene que haber ordenado este operativo, el cual además involucró al presidente de la República, quien entró al Salón Azul una vez que los militares habían tomado control de él. Y sentado en la silla del presidente legislativo, el presidente dijo: “Bueno, ya está claro quien tiene el control aquí…”
Sus colegas del gabinete obviamente no ven que la interpelación es su oportunidad de explicar qué pasó el 9 de febrero y quién dio las órdenes. Lo ven como un ataque a un héroe nacional. Lo que nos obliga a hacernos dos preguntas: ¿Por qué un procedimiento previsto en la Constitución (art 131, apartado 34) como potestad de la Asamblea es visto por el gobierno como un ataque? Y la otra pregunta: ¿Cómo usted se ha convertido en héroe y por tanto en intocable por los procedimientos constitucionales, inmune al control parlamentario?
La primera pregunta se contesta fácil: Este gobierno no acepta que la Asamblea ejerza funciones de control sobre el Ejecutivo, aunque esto sea previsto en la Constitución. Por esto quieren cambiar la Carta Magna y crear un Estado con un Ejecutivo omnipotente.
La segunda pregunta no tiene respuesta racional. Todo el concepto del héroe no es racional. Un tuit como este del ministro de Agricultura no es racional: “Que les quede claro, se meten con Merino Monroy y se meten con todos nosotros. El pueblo no va permitir que se metan con nuestros héroes”.
Viendo todas las reacciones de los miembros del gobierno a su interpelación queda claro que ellos le dicen héroe porque anda repartiendo víveres, porque anduvo en lancha durante las inundaciones, porque personalmente supervisa retenes y cercos sanitarios.
Un buen soldado sabe qué significa ser héroe. Implica mostrar el valor de arriesgar su vida para proteger a otros. Hacer su trabajo no lo convierte en héroe, mucho menos actuar en spots de propaganda…
Cuando realmente su cargo de ministro de Defensa le exigió valor, usted no respondió con la dignidad que debería mostrar un oficial: No se negó a cumplir una orden del comandante en jefe que a todas luces contradijo la Constitución. Tal vez actuar con honor el 9 de febrero, sacrificando su cargo, y renunciando antes de hacerse cómplice de comprometer la Fuerza Armada en un operativo anticonstitucional, lo hubiera convertido en héroe.
Pero no, usted no renunció el 9 de febrero, y ahora le tocará explicar al Órgano Legislativo quién le dio la orden de militarizar la Asamblea, en qué términos y por qué usted la acató sabiendo que era una orden ilegal.
Si le queda un resto de dignidad como soldado y como ciudadano, todavía puede pararse frente de los diputados, decir la verdad sobre el 9 de febrero, aunque sea vergonzosa, y anunciar su renuncia antes de que lo sustituyan. Y sobre todo, antes de que la Fuerza Armada sufra daños irreparables.
La verdad y su renuncia serían un mensaje muy sano a los oficiales y soldados, que luego de un año de tener al ciudadano Bukele como comandante en jefe y a usted como ministro de Defensa deben tener una gran confusión sobre su rol en una sociedad democrática.
Saludos,