No me lo van a creer: de repente ustedes son héroes aquí. Héroes y víctimas,
casi mártires. Antes, estando aquí (en Soyapango, Lourdes o Zacatecoluca),
ustedes no importaban a nadie. Es más, siempre los vieron como un peligro
latente, como futuros pandilleros, y la policía se encargó de registrarlos cada
rato -y de verguarlos de vez en cuando-, para ponerlos quietos.
Ahora que se han ido al carajo, para
buscar suerte (o incluso, con suerte, a su mamá, su papá o algún familiar) en
el Norte, de repente son “los pobres niños”. Ahora que la migra los agarró, los
tiene en campos de concentración, de repente hasta los políticos, los ministros,
los diputados están preocupados por ustedes y su bienestar.
Hasta Obama pone cara de papá preocupado,
cuando habla de ustedes: apela a los padres de no exponer a sus hijos e hijas
al peligro de la migración ilegal, porqué él va a tener que detenerlos,
tenerlos presos y al fin deportarlos.
Me imagino que a esta altura será algo
difícil de darles paja a ustedes. Aunque menores de edad, ya han vivido
demasiado (primero en sus barrios aquí, y luego durante el largo viaje al
Norte) para que los traten como inocentes niños. Ya saben que los gringos los van
a deportar. Incluso a los que tienen padres viviendo en Estados Unidos. Ustedes
van a llegar a su querida patria, y a pesar de toda la paja que se habla ahora
y de todas las lágrimas de cocodrilo que se están derramando sobre ustedes, la
patria y sus gobernantes los va a recibir con un par de discursos, y luego se
van a olvidar de ustedes.
Ustedes aquí en El Salvador y en su
pueblo o barrio, se van a encontrar de vuelta con cada una de las razones que los
hicieron emprender el viaje, a pesar de todos los riesgos. Quienes de ustedes tienen hermanos
mayores pandilleros, los van a encontrartodavía sin perspectiva de salida de la
cárcel o de la vida criminal, porque aun no existe una política pública para
abrirles puertas a una vida dentro de la sociedad.
Y quienes de ustedes se han ido al carajo
porque sus familias o sus vecinos han sido víctimas de la violencia de las
pandillas, van a volver al mismo ambiente de miedo. Todos, hayan sido victimas
de pandillas o de policías o simplemente de la violencia generalizada, van a
regresar a lo mismo. Porque es ilusorio pensar que las grandes noticias sobre
su odisea en los desiertos y los territorios de narcos en México, sobre su
captura y su sobre su deportación hayan despertado en los gobernantes de su
patria El Salvador conciencia de lo que deben a esta generación perdida que
llaman “jóvenes en riesgo”.
Así que, bichos, prepárense bien: En el
aeropuerto los va a recibir con discursos conmovedores, pero al rato les va a
tocar ver cómo sobreviven, cómo terminen la escuela, cómo encuentran un
trabajo, y cómo hacen para no volverse pandilleros o víctimas de pandilleros,
presos o muertos.
¿Que más les puedo decir? Usen la fuerza
que han adquirido, a puro golpe en su travesía. Niéguense a regresar a la misma
mierda. Exijan a su patria que cambie de casete y comience a invertir en sus
barrios y en su juventud. Hoy que tienen la atención de los gobernantes, los
obispos y los medios, exijan a su patria un futuro.
Si
no ustedes, ¿quién? Les saluda Paolo Lüers
(Mas!/ED