lunes, 31 de mayo de 2004

Fotos

A veces una foto puede cambiar la historia. Una de esas fotos recorrió el mundo en 1967. Salió en las portadas de casi todos los periódicos del mundo. Captaba a un general sur-vietnamita ejecutando a un prisionero. Esta foto hizo más que cientos de comentarios o reportajes para cambiar la historia de la guerra de Vietnam. Cambió la vida de muchas personas. Uno ve la foto y elementos de juicio y emociones antes aislados caen en su lugar, formando opiniones, provocando actitudes y acciones, forjando personalidades. Yo era un estudiante de literatura y lingüística de 23 años en la Universidad Técnica de Berlín, con una carrera asegurada en la industria cultural alemana. De un día al otro, la foto me cambió, me hizo cambiar de rumbo. Primero me hizo cambiar el tema de mi tesis: empecé a desarrollar, a partir de esta foto, una teoría sobre el nuevo lenguaje visual desarrollado por los periódicos y la televisión. Viví, trabajé, soñé con esta foto por casi dos años, hasta que dejé la tesis y la carrera para dedicarme plenamente al movimiento contra la guerra norteamericana en Vietnam, Laos y Camboya.Al mismo tiempo, la foto del general vietnamita ejecutando a su prisionero hizo nacer en mí el deseo de ser fotógrafo. Quería obtener este poder que tiene la fotografía sobre la mente.
Una sola foto me generó dos impulsos que por años intentaron propulsarme en direcciones distintas: las ganas de hacer de la fotografía mi profesión y la tentación de poner mi vida en función de la política como arte para cambiar el mundo. Una década más tarde, en 1980, estos dos impulsos se combinaron y me catapultaron a El Salvador para participar en la guerra como fotógrafo.

No sé si alguna de mis fotos tocó la vida de alguna persona como la foto del general vietnamita tocó la mía. Vi algunas fotos mías convertidas en póster y pegados en todas las universidades alemanas, una de un niño guerrillero, otra de un sindicalista en el momento de su captura por la guardia, los dos con caras llenas de una increíble mezcla de tristeza, desafío y orgullo.

Ahora hay fotos de Iraq que me hacen sentir que van a cambiar no sólo el rumbo de esta guerra, sino la percepción del mundo de muchas personas. De todas las fotos impactantes que nos vienen desde Iraq, hay dos que tienen esta característica: la foto de la militar norteamericana Lynndie England llevando a un prisionero iraquí desnudo amarrado del cuello como si fuera perro; y la foto del norteamericano Nick Berg, sentado frente a un grupo de barbudos encapuchados, antes de su decapitación. Son las fotos síntesis de este conflicto.

Pero hay una gran diferencia. Las fotos de Vietnam dieron dirección a toda una generación. A mí me hicieron revolucionario, me hicieron fotógrafo.Las fotos de Iraq son igualmente impactantes, pero lo que al final provocaron fue confusión. Confusión peligrosa. Materia prima de odios y rencores que envenenan generaciones.

Para explicar el porqué de esta diferencia, a lo mejor tendría que retomar mi tesis que abandoné en 1970. La diferencia no reside en las fotos. Reside en los momentos históricos, en la naturaleza de los conflictos. En la guerra de Vietnam (así como en la de El Salvador y antes la guerra civil de España) era fácil tomar partido. Es más, era casi obligatorio. Había buenos y había malos. No quiero decir que en estas guerras todo era blanco y negro, que de un lado todos eran malos y del otro, todos buenos. Nada de eso. Pero en esencia había en estros conflictos un bando que tenía la razón histórica y las fotos podían tener este efecto de hacer visible esta esencia y obligar al lector a tomar partido.

En la guerra de Iraq, no existen los buenos. Uno puede estar en contra de lo que están haciendo los Estados Unidos en Iraq, pero difícilmente en pro del otro bando. El dilema comienza con no saber quién es el otro bando. Termina con rechazar totalmente la visión del mundo que este otro bando propaga; sean seguidores de Saddam Hussein o de Osama Bin Laden, o fundamentalistas chiítas, no hay donde encontrar coincidencias. Ninguna. Tampoco sobre la manera de resolver este conflicto. Uno dice: entregar el poder provisional a la ONU, ellos dinamitan la sede de la ONU, de la Cruz Roja y de los corresponsales.

La guerra de Estados Unidos en Vietnam, Camboya y Laos no sólo generó un movimiento internacional contra la guerra norteamericana, sino un movimiento mundial en favor de un mundo más justo. Esto no va a pasar hoy.

No es que las fotos hayan perdido este poder mágico de poder tocar a las personas. Nos tocan profundamente. Las fotos de torturas y ejecuciones en Iraq hicieron llorar, hicieron pensar, hicieron protestar a muchas personas. Pero para cambiarlas, se necesita rumbo. Y rumbo no se ve. (Publicado en El Faro)

lunes, 17 de mayo de 2004

Círculo vicioso

Ojalá que no sea cierto. Dicen que Elías Antonio Saca va a nombrar a Julio Rank como su Secretario de Comunicaciones. Sería un error grave. Me cuesta creer que Saca, asesorado por el consejo de sabios que le ayuda a construir su gobierno, quiera mandar una señal tan negativa al inicio de su gestión.

¿Qué significa poner a Julio Rank, ex-director de prensa de TCS, al frente de las comunicaciones del gobierno? Muy simple, muy claro: significa que la política de comunicación del futuro gobierno va a ser manejada por Boris Eserski. En un momento cuando todo el mundo todavía está a la expectativa si Saca, una vez que asuma la presidencia, logra independizarse de su mentor Eserski, el nombramiento de Rank como secretario de comunicaciones realmente sería fatal.

Entre todas las posibilidades que tenía Saca -y cuales seguramente evaluó el consejo de sabios- ésta es la peor. Nombrar para este puesto a un periodista, siempre es un problema. Sobre todo para la ética profesional del gremio de periodistas. Incluso si fuera un periodista excelente en cuanto a capacidad y ética profesional, no se subsanaría este problema. Pero cuando se trata de un prominente ex-periodista de la empresa mediática más poderosa del país, muy vinculada al partido de gobierno y, en particular, al futuro presidente (y, además, la empresa con la más alta facturación al gobierno por publicidad), el problema se vuelve aun más grave. Tan grave que hay que hacer el llamado a Elías Antonio Saca que reconsidere esta decisión. No porque este columnista, hace varias semanas, le haya sugerido adoptar una política de información radicalmente diferente a la de los gobiernos anteriores, privilegiando la transparencia sobre la propaganda y la autopromoción, sino porque está en juego la credibilidad de este nuevo gobierno y porque de ella depende, en gran parte, la gobernabilidad.

Está en juego también la credibilidad de los medios. Para que puedan cumplir verdaderamente su papel de conciencia crítica de la sociedad, tienen que ser mucho más vigilantes de las fronteras que los separan de las esferas del gobierno.

Las pasadas transgresiones a esta frontera que separa el periodismo del poder político han causado graves daños a la credibilidad de ambos. Cuando Cecilia Gallardo de Cano (la ex-ministra de educación y persona de confianza del ex-presidente Alfredo Cristiani) fue instalada en la dirección de La Prensa Gráfica, sustituyendo a un grupo de editores que habían entrado en conflictos con la familia propietaria del diario y poniendo orden en una redacción cuyos miembros restantes estaban a punto de entrar en huelga, le costó a La Prensa Gráfica años de retraso en su desarrollo. Tal vez no en su desarrollo financiero, pero sí en su desarrollo periodístico. Si en esta situación, la familia Dutriz hubiera tenido el valor de poner al mando del periódico a un periodista, tal vez hubieran tenido menos desarrollo financiero, pero seguramente La Prensa Gráfica hubiera tenido un tremendo desarrollo editorial.

Cuando Flavio Villacorta, un ex-editor de La Prensa Gráfica, asumió la dirección del Organismo de Inteligencia del Estado, la confusión se volvió completa. Pareciera que los medios son parte integral de este circuito de funcionarios que van rotando entre diferentes dependencias del estado. Esta confusión provocó que uno se hiciera varias preguntas algo feas: ¿Acaso un periódico, un ministerio de educación y una agencia de seguridad de estado son conducidos con los mismos criterios y calificaciones? ¿Si es así, cuál es el denominador común que vuelve factible la libre rotación entre estas tres funciones?

¿Cuál sería este denominador común si adicionalmente tomamos en cuenta el caso de Mauricio Sandoval, un ex-publicista convertido en jefe de seguridad del estado y después de la PNC, y que Ricardo Chacón, después de salir de La Prensa Gráfica para trabajar en las comunicaciones de casa presidencial, cierra el círculo vicioso asumiendo la dirección de El Mundo?

Vaya, pero esto es historia. Reciente, pero historia. En parte, historia ya superada, ya que todo indica que Gallardo de Cano trabajó duro y se hizo periodista, conduciendo hoy un periódico con más independencia que aquella Prensa Gráfica que le tocó intervenir hace algunos años, cuando sus periodistas reclamaban mayor profesionalismo e independencia para su medio.
Hoy está otra vez en el tapete la relación entre medios y poder gubernamental. Podemos continuar con el círculo vicioso por el cual van rotando funcionarios entre los medios y el gobierno, produciendo mezclas mal olientes de intereses entre poderes que deberían estar limpiamente separados y cada uno jugando su papel con independencia y credibilidad.
Yo entiendo que el presidente necesita, para conducir las comunicaciones de su gobierno, a una persona de su plena confianza. Sólo le sugiero que no la busque entre los periodistas, y mucho menos entre los periodistas de TCS.

El nuevo presidente va a necesitar a alguien que puede concebir y conducir un nuevo estilo de comunicaciones gubernamentales, comprometidas con el principio de la transparencia y no con el vicio de la permanente campaña de autopromoción del gobernante y del gobierno.
Tal vez la persona que filtró a la prensa la información sobre los elegidos por el consejo de sabios se equivocó, o tal vez incluyó el nombre de Julio Rank para que todos los periodistas protestáramos. Tal vez todavía hay tiempo para evitar lo peor. Tal vez el presidente electo es de la poca gente en política que sabe escuchar. Para el caso que sea así, me atrevo a darle un consejo: llame a Federico Hernández. Este poeta convertido en diputado podría hacer una labor excelente y construir un nuevo concepto de comunicación estatal. (Publicado en El Faro)

lunes, 10 de mayo de 2004

Problemas de tránsito

El miércoles 28 de abril, tres microbuseros de la línea 41A fueron asesinados, dentro de sus vehículos y enfrente de sus pasajeros, en Soyapango. El mismo día, dos microbuses, de las líneas 42C y 46C respectivamente, fueron destruidos por participantes en protestas violentas convocadas por el Sindicato de Trabajadores del Seguro Social, en el centro de la capital.Un día negro para el gremio de los transportistas. No sólo para los transportistas, sino para el país. Un país en el que en el camino al trabajo corres el riesgo que te saquen a punta de pistola del autobús para quemarlo o para ejecutar al motorista, anda mal.

El día 30 de abril, el Viceministerio de Transporte, en un comunicado publicado en los periódicos, condena los ataques y exhorta a los transportistas "a continuar en su esfuerzo por brindarle a la población un servicio cómodo, seguro y moderno."

Perfecto. Muy considerado por parte del Viceministerio. Comparto la parte de condena del comunicado, aunque no me atrevería a hablar del servicio cómodo y seguro de microbuses. Junto al Viceministerio, estoy "preocupado por la seguridad de la población usuaria y de los empresarios transportistas". Este comentarista, igual que el Viceministerio, "condena las acciones violentas".

El único problema: el comunicado gubernamental se refiere exclusivamente a la destrucción de los dos vehículos. La muerte a punta de pistola de los tres microbuseros, ocurrida el mismo día, ni siquiera la menciona. ¿Son más importantes los buses que las vidas? ¿Es más condenable la destrucción de un bien que la destrucción de una vida? ¿O simplemente se explica la reacción (y la no-reacción) del viceministerio porque la quema de vehículos es un problema generalizado y los asesinatos son un hecho aislado? Obviamente, las tres respuestas son "no".

Vaya, van a decir algunos, otro escribano que defiende los actos violentos de los sindicalistas y estudiantes. Les tengo que defraudar. Como izquierdoso que soy, me caen mal los cobardes que a saber donde estaban cuando la única forma de romper el silencio era la toma de catedral y cuando podía costar la vida ocuparla, y quienes hoy heroicamente se toman catedral cuando, como escribió mi colega José Luis Sanz en La Prensa Gráfica, sólo tenían que haber convocado una conferencia de prensa para exponer su problema. Detesto a los pseudo-izquierdistas que se han olvidado que en las manifestaciones de verdad, cuando de verdad se trataba de exponer su vida defendiendo causas que valían la pena hacerlo, la presencia de los fotógrafos y camarógrafos era un seguro de vida, y quienes hoy se quitan sus frustraciones atacando a periodistas. Me recuerdo de una las caricaturas más geniales de Alecus: en el primer cuadro hay un camarógrafo filmando a un policía golpeando a un manifestante; en el segundo cuadro, hay un policía observando como el manifestante ataca al periodista. Antes y hoy.

De regreso al comunicado. Una obra insólita de oportunismo: condenar cuando conviene, y callar cuando no conviene o cuando condenar no tiene beneficio político. Resolver el problema de los microbuseros de la línea 41A, que está parcialmente paralizada por el miedo de los transportistas y los usuarios de quedar atrapados en medio de la guerra entre maras, requiere un poco más que publicar comunicados. Requiere enfrentar la triste verdad que la mano dura de Paco Flores no ha creado el clima de seguridad que prometió. Requiere toda una política de concertación y acción social que involucre a las comunidades, al gremio de transportistas, a la PNC y a las escuelas.

Más fácil publicar comunicados huecos, sobre todo cuando al mismo tiempo sirven para aprovechar los pasos torpes de la oposición política y del movimiento social. (Publicado en El Faro)

lunes, 3 de mayo de 2004

Sólo preguntando

Como en el caso Federico Bloch todo lo que va más allá de los meros hechos deducibles de la escena del crimen queda envuelto en un manto de silencio, no puedo opinar sobre este caso de trascendencia nacional. En un momento en que nadie habla en voz alta, pero todo el mundo, en privado, divulga especulaciones y teorías de las más insólitas, sólo me queda decir: me niego a opinar, porque para opinar primero necesito información; pero también me niego a callar, ya que en este tipo de casos, el silencio es lo que provoca más especulaciones, más veneno, más daño. Entonces, sólo me queda preguntar.

¿Por qué nos enteramos de la renuncia de Federico Bloch a TACA solamente después del asesinato? Cuando en la noticia sobre su muerte se habla del ex-presidente de TACA, ejecuto una rápida búsqueda en Internet. Sólo encuentro dos menciones muy escuetas de su renuncia en fechas anteriores a su muerte. Una en un servicio informativo de la industria aérea, llamado speednews.com, con fecha del 23 de abril:

“Federico Bloch this week announced his resignation as CEO of TACA. Roberto Kriete, Chairman, assumed Bloch's duties.” Nada menos, nada más.

La otra mención, casi igualmente escueta, salió el mismo día 23 en el vespertino salvadoreño El Mundo:

“El presidente del Grupo Transportes Aéreos del Continente Americano (TACA), Federico Bloch renunció a su cargo después de varios años de estar dirigiendo las operaciones de la compañía, pero no se dieron detalles de su retiro.” Siguen algunos datos sobre la trayectoria de Federico Bloch, pero ningún elemento que explica la renuncia.

En La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy, los dos diarios de mayor circulación y a los cuales normalmente no se escapa una noticia de tal trascendencia, no encontré nada, hasta después del asesinato. Supongo que las noticias del 23 en El Mundo y en speednews.com tienen que haberse originado en algún tipo de comunicado o de TACA o de Federico Bloch, y si es así, tiene que haber llegado también a los demás medios. Es más, tendría que haber estrellado como una bomba en la mesa de economía de cualquier medio. Esto me lleva a la segunda pregunta, que es una variación de la primera: ¿Cómo explicar que la renuncia del presidente de la compañía más poderosa de Centro América no se ha convertido en noticia del día, no ha generado debate, análisis, editoriales?

Imagínese que Bill Gates declarara que renuncia a Microsoft por razones familiares. Imagínese que este hecho sólo se reportara en un periódico estadounidense de segunda categoría (con el perdón de los colegas del Mundo), mientras que el Wall Street Journal, en New York Times y el Washington Post (con el perdón de estos tres periódicos de compararlos al Diario de Hoy o La Prensa Gráfica) guardaran silencio... Simplemente no se puede imaginar este caso.

Y para completar esta pregunta clave: ¿Cómo además se explica que la renuncia del ejecutivo probablemente más importante de Centro América ni siquiera se convierta en el centro de atención después de su muerte violenta ocurrida a pocos días de su no anunciada salida de la presidencia ejecutiva de TACA?

Por más que uno trata de encontrar sentido en todo este asunto, más preguntas surgen: ¿Por qué el sitio web oficial de la línea aérea taca.com, en su página news.taca.com, es tan escueto sobre el caso Bloch? Durante los primeros días después del asesinato de su principal ejecutivo, TACA en su página web se redujo a un comunicado que es tan escueto y frío que a mí, cuando lo leí por primera vez el día siguiente al asesinato, me dejó helado:

“El GRUPO TACA, ante el trágico fallecimiento del Ing. Federico Bloch, quien durante más de 25 años formó parte de su cuerpo de ejecutivos, aportando a la empresa su visión, liderazgo, profesionalismo y valiosa experiencia, lamenta y repudia ese hecho de violencia. Confía en que las autoridades respectivas pondrán al servicio de la investigación y esclarecimiento de este suceso todos los recursos a su alcance. Los directivos, vicepresidentes y personal de las diferentes áreas del GRUPO TACA, con quienes estableció invaluables relaciones profesionales y de amistad, se unen en el dolor por tan infausta noticia y expresan a madre, doña Carmencita de Bloch, a su esposa Jacqueline, hijos y demás familia, su más sentido pésame y elevan sus oraciones por el eterno descanso de su alma.”

Ni una palabra sobre su renuncia (no se puede adivinar hasta qué fecha llegaron los 25 años). Y obviamente, si no se menciona la renuncia, no se pueden mencionar las razones. Repito: sólo estoy preguntando, no tengo ninguna información sobre las circunstancias de la separación de Federico Bloch de la TACA, mucho menos de una posible relación con su muerte. Pero, si no se habla del asunto, si todo el mundo lo envuelve en silencio, es inevitable que la gente se haga tres preguntas feas: ¿No será que lo renunciaron? En este caso, ¿cuál puede ser la razón que no se puede decir? Y la más fea de las preguntas que el silencio provoca: ¿No habrá una conexión entre la razón de la renuncia y la razón del asesinato?

Envolver un caso tan espectacular como el trágico asesinato de uno de los empresarios más prominentes del país en silencio tiene su precio: las preguntas feas, la especulación desenfrenada. Con un daño grave a la familia, a la empresa, al país.

Todas estas preguntas, por lógica y oficio, tienen que haberse hecho los investigadores de la fiscalía y de la PNC encargados del caso. Entonces, ¿con base en qué información no divulgada el director de la PNC insiste en adjudicar el asesinato de Federico Bloch al crimen común?
Tiene que ser información no divulgada, ya que toda la información hasta ahora publicada no apunta en esta dirección, a menos que el asesinato al clásico estilo ejecución ya sea considerado común en El Salvador. Entrando en esta materia, surgen un montón de preguntas: ¿Por qué los asesinos, quienes ya tenían en su poder a la víctima en su propio vehículo, optan por ejecutarlo casi en público, cerca de la entrada a un recinto residencial de familias casi tan pudientes como Federico Bloch? ¿Por qué no lo mataron en un lugar donde no hay testigos y dejan el cuerpo en un barranco de una zona marginal, con toda la seguridad de que todo el mundo va a culpar a las maras? ¿Por qué la policía llega con tanto atraso a la escena, aunque el hecho fue reportado como asesinato de manera inmediata? ¿Por qué después los expertos de la policía criminal necesitan otras 8 horas para llegar al lugar y asegurar las evidencias?

El problema en este tipo de casos es que una vez que se comience a preguntar y a desconfiar de la los medios reportaron que el presidente de Nicaragua viajó a San Salvador para expresar a la familia Bloch sus condolencias, pero no hubo indicios que hiciera lo mismo el presidente de El Salvador? ¿Por qué participó en la ceremonia fúnebre en el lago de Coatepeque el presidente de Honduras, pero nuevamente no el presidente de El Salvador?

Que nadie se equivoque: todas estas preguntas no me las invento yo; se las hacen miles de personas en El Salvador y, por la importancia internacional del trabajo realizado por Federico Bloch en el mundo, sobre todo en el contorno internacional de la industria aérea. Yo sé que es delicado y sensible el tema y que duelen las preguntas, pero no se enojen con el mensajero. Formular todas estas preguntas hubiera sido responsabilidad de los principales medios de comunicación. No lo hicieron. Lo evadieron y siguen haciéndolo.

Puedo entender el silencio de los afectados, ciertamente de la familia que tiene todo el derecho de no hablar en público sobre su trágica pérdida; y hasta cierto punto también de TACA. Pero los medios de comunicación, los periódicos, los periodistas, ¿qué razón válida pueden tener de no decir la verdad, o cuando la verdad sigue oculta, por lo menos hacer las preguntas pertinentes? (Publicado en El Faro)