lunes, 17 de marzo de 2008

HAY DOS CANDIDATOS, FALTA EL TERCERO

Hay dos candidatos. Falta uno. Falta un tercero para evitar que la campaña electoral se convierta en diálogo de sordos. Y no cualquier tercero: El tercer candidato que mucha gente demanda que entre a la contienda para complicarles la vida a Rodrigo Ávila y a Mauricio Funes se llama Arturo Zablah. Es el único con capacidad de topar y no dejarles pasar las falacias a los candidatos que representan los polos del esquema imperante de polarización.

Arturo Zablah tiene la capacidad -y las ganas- de obligar a Mauricio Funes a aterrizar en propuestas realistas de cambio, y a Rodrigo Ávila a concretizar su concepto de “país justo”. Arturo Zablah tiene la solvencia, la independencia y la agudeza académica para obligar a los candidatos a entrar en un debate sincero, de altura, abandonando las posturas populistas que tanto Funes como Ávila están adoptando.

Arturo Zablah y los tres partidos que les toca unirse para lanzarlo como candidato tienen que asumir que no se trata de ganar la presidencia. Parece muy improbable que esto sea factible. Se trata de que gane el país, que gane la cultura política, se ponga el punto de inflexión a la polarización, se construya el pluralismo. Y esto es posible. Siempre y cuando los partidos PDC, CD y FDR asuman esto como su responsabilidad.

No sé en qué punto se encuentran las negociaciones entre los tres partidos y el potencial candidato. Me consta que hay obstáculos serios. Pero los obstáculos que he escuchado mencionar provienen del pasado y no son insalvables, una vez que haya un entendimiento sobre el papel histórico que tienen que jugar la tercera fuerza.

No hay ninguna necesidad de que los tres partidos empeñen su identidad. No se trata del intento de fusionarse. Por lo contrario, se trata de construir una fuerza electoral –y luego parlamentaria- en si pluralista con capacidad de construir el pluralismo como esquema que sustituya al esquema de polarización.

Lo que sí es necesario es supeditar el interés particular de cada partido al interés mayor de constituirse -entre los tres y arrastrando otros- en una tercera fuerza. Entiendo que la discusión está entrampada en el punto de las alianzas municipales que previamente cada uno ha negociado con el FMLN. Para constituirse como tercera fuerza puesta a las dos mayoritarias, es indispensable que acuerden entre los tres partidos una alianza electoral –y más allá de lo electoral, una alianza política a largo plazo- en todos os nivelas: un sólo candidato a la presidencia, listas unificadas para diputaciones, un sólo candidato a alcalde en cada municipio, y consejos municipales plurales.

Para llegar a esto, tienen que acordar el principio de escoger, para cada puesto, al candidato más ganador. Las candidaturas no deben de discutirse con criterios ideológicos, sino simplemente con criterios de fuerza. En este sentido, las candidaturas de Will Salgado en San Miguel, Orlando Mena en Santa Ana, René Canjura en Nejapa, Carlos Molina en La Libertad, Héctor Silva en San Salvador, o Nicolás García en Tecoluca son incuestionables. Igual debería estar fuera de discusión que los mejores dirigentes de cada partido y fuera de los partidos –los probados así como los nuevos liderazgos- deberían encabezar las listas de candidatos a diputaciones donde más posibilidades tengan de elegirse.

¿Qué puede lograr una tercera fuerza así concebida? Primero, ganar varias alcaldías y en ellas mostrar que con concejos plurales se llega a una gobernabilidad mucho más estable que con concejos unitarios. Esta coalición puede defender las alcaldías que ahora están gobernando los tres partidos, y fácilmente ganar una docena más. Segundo, llegar a una fracción parlamentaria suficiente fuerte y calificada para establecer un nuevo esquema de gobernabilidad en el país: en vez de la gobernabilidad comprada, una nueva basada en concertación, debate de contenidos, compromisos con políticas de nación.

Y en la contienda presidencial, ya señalé el principio cuál puede ser el aporte estratégico de la tercera fuerza: imponer a los partidos grandes la disyuntiva de o discutir en serio los problemas del país y las soluciones realistas, abandonando el populismo - o perder gran parte de sus votos a esta nueva fuerza política. En ambos casos, el país gana.

(Publicado en siguientepagina.blogspot.com)

domingo, 16 de marzo de 2008

PRIMERAS REFLEXIONES SOBRE EL CANDIDATO RODRIGO ÁVILA

Le roy est mort, vive le roi... Murió el rey, ¡que viva el rey! Sólo que en nuestro caso el rey no ha muerto. Sigue vivo y pateando. Lejos de muerto, Tony Saca acaba de ganar otra batalla, como las ha ganado todas. Puso candidato, contra viento y marea.

Sus detractores dicen que todo estaba cocinado desde el principio, que las primarias de ARENA son pura pantomima. No es cierto. No eran democráticas, pero hubo competencia, y más fuerte que nunca. Los precandidatos pelearon con todo. Y no sólo ellos. Se metieron a pelear empresarios y ex-presidentes. Al final, ganó el más fuerte, el que controla al partido, y este señor se llama Tony Saca.

Los que hoy se quejan que el presidente ejerce control del aparato partidario, no hicieron nada para evitarlo. Por lo contrario, estaban felices con un presidente que asumió la tarea de renovar, reorientar y reorganizar al partido, llenándolo nuevamente con ánimo, disciplina, rumbo. Desde que Tony Saca tomó el liderazgo del partido, nunca he escuchado ni a Murray Meza, ni a Francisco Laínez, ni a Hugo Barrera, ni a Ana Vilma de Escobar, ni a Armando Calderón Sol criticar la concentración del poder en el presidente. Nunca propusieron una reforma del COENA para convertirlo en una dirigencia plural.

Las quejas comenzaron a escucharse cuando este aparato del partido, así como estaba constituido, abrió el proceso de sucesión. Pero de democracia hay que hablar antes, no sólo al momento final de la elección. La democracia hay que pelearla y vivirla en lo cotidiano. En el proceso de “primaria”, ARENA funcionó así como estaba constituido, de manera centralizada. Un partido que durante cinco años no sólo deja que su presidente tome todas las decisiones, sino más bien se lo exige, no puede esperar que a la hora de definir al candidato de repente opere, por arte de magia, un partido democrático, participativo, horizontal.

En otras palabras: La innovación del partido ARENA es tarea pendiente. Y urgente. Tony Saca ha sido el gran reformador que logró darle rumbo a ARENA con el enfoque central en lo social. Rodrigo Ávila, como heredero de un partido ya enrumbado, tiene la oportunidad histórica de dar el paso siguiente: la democratización, la transformación de ARENA en un partido plural, con una dirigencia deliberante, pluralista, representativa de los diferentes intereses y enfoques ideológicos existentes en la derecha salvadoreña.

Rodrigo Ávila ya mostró en sus discursos durante la competencia por la candidatura que ha entendido que es irreversible la reorientación de ARENA que condujo Tony Saca: de una expresión política del gran capital hacía un partido popular con responsabilidad social. Ávila sabe que tiene que profundizar e institucionalizar los programas sociales.

Lo que tal vez aun no tiene tan claro Ávila es la otra gran responsabilidad que acaba de adquirir este sábado 15 de marzo: la democratización del partido. Y esto incluye la erradicación del autoritarismo, del caudillismo y de la corrupción. Este es el paso lógico e indispensable. Esto es, en esencia, la formulación positiva de querer dar continuidad al proceso iniciado por Tony Saca. Dar este paso requiere decisión, valor y lucha. Pero vale la pena, porque es la única manera para Ávila de unir y motivar al partido –y más allá del partido- luego de las frustraciones y resentimientos de las “primarias”.

No importa que tal vez algunos de los que han empujado a Rodrigo Ávila hasta este punto lo hayan hecho con intenciones muy diferentes. La historia, por suerte, no está condenada de depender de las intenciones subjetivas y muchas veces mezquinas, sino de las oportunidades y necesidades.

(Publicado en El Diario de Hoy)

jueves, 13 de marzo de 2008

Laboratorio Venezuela

Tuve el privilegio de pasar tres semanas reporteando en Venezuela. Además el privilegio, casi insólito, que El Diario de Hoy me prestara, durante ocho días, las páginas que fueran necesarias para hacer una radiografía del conflicto entre el chavismo, que quiere perpetuarse en el poder, y una oposición que se prepara para derrotarlo.

Haciendo balance de esta experiencia, lo primero que me toca resaltar es el hecho que tuve absoluta libertad de escribir lo que yo quería. No sólo no hubo ninguna interferencia por parte de nadie del Diario, sino hubo apoyo incondicional sin ni siquiera preguntar qué temas iba a tratar y cómo los iba a enfocar.

La segunda conclusión también es de carácter profesional: Es indispensable para el periodista ir a ver las cosas desde cerca, sumergirse en la problemática, hablar con los protagonistas y dejarse sorprender por sus experiencias y enfoques. De otra manera, ni leyendo mil libros, no hubiera logrado entender que lo de Venezuela no es un conflicto entre derecha e izquierda, sino entre autoritarismo y democracia. Y que la oposición está ganando, precisamente porque en ella los sectores y conceptos democráticos y progresistas están prevaleciendo sobre la derecha reaccionaria, mientras dentro del chavismo es al revés: está volviéndose cada día más autoritario e intolerante, derrotando o expulsando las tendencias democráticas.

La derecha política venezolana, me dijo un viejo protagonista del sistema bipartidista de la hoy tan desprestigiada Cuarta República, ha perdido el derecho no sólo de gobernar, sino de participar en política. Y esto incluye a los dos partidos que durante la Cuarta República compartieron el poder. Por esto, los poderes fácticos de Venezuela, no menos dominantes y conservadores dentro del empresariado que en otras partes de América Latina, no tienen partido de derecha que los represente.

La otra fuerza que está encaminada a perder el derecho de gobernar es el populismo de Hugo Chávez, esta rara mezcla entre nacionalismo, militarismo y un socialismo que surge más del resentimiento social que de la voluntad revolucionaria de transformar la sociedad. El vacío que se está creando lo comienza a llenar una izquierda democrática conciente de que en Venezuela hay que hacer dos cosas: recuperar la institucionalidad democrática, y hacer un uso eficiente e incluyente de la riqueza petrolera con dos fines: erradicar la pobreza e impulsar el desarrollo productivo del país. "Sembrar el petróleo", el viejo y no resuelto reto de Venezuela.

La Venezuela de hoy es el laboratorio político de América Latina. Ya algunas recetas clásicas, tanto de la derecha como de la izquierda, han sido puestas a prueba en este laboratorio. Y fallaron. Falló el neoliberalismo que Carlos Andrés Pérez ejecutó, aplicando el famoso "consenso" de Washington. Está fallando de igual manera estrepitosamente el viejo socialismo del Estado aplicado por los socialistas del Siglo XXI. Y en lo político, falló una democracia que formalmente funcionó, pero que perdió toda legitimidad por los niveles de corrupción y por la exclusión fáctica de la ciudadanía de un sistema bipartidista donde todo el poder estaba pactado. Y está fallando ahora el intento de construir una "democracia popular", cuya sustancia participativa está siendo erosionada por el sistemático maltrato a la institucionalidad, las tentaciones autoritarias, la excesiva centralización del poder.

Los laboratorios son, supuestamente, para aprender. Comparar siempre es peligroso, pero no comparar es casi imposible. Lo voy a hacer con todas las reservas del caso. Veo en El Salvador una derecha que, si sigue aferrándose a sus viejos esquemas, corre también peligro de perder el derecho de gobernar. No sólo su capacidad de gobernar, sino su credibilidad y legitimidad.

Pero cuidado, que no se alegre a destiempo la izquierda salvadoreña. En Venezuela lo que cayó en los 80 no era un partido, cayó un sistema bipartidista. A lo mejor, en El Salvador, cuando la derecha pierda el derecho de gobernar, esto no signifique que lo gane el Frente. Siguiendo la lógica del laboratorio histórico Venezuela, lo que cae no es una fuerza, cae un sistema inoperante de fuerzas confrontadas. En el caso de El Salvador, lo que se está desgastando a lo mejor no es ARENA, sino el sistema de polarización ARENA-FMLN.

Que esto aún no es visible, ya que la polarización ARENA-FMLN parece estar celebrando nuevos triunfos, no significa nada. En Venezuela tampoco era visible la implosión del sistema AD-COPEI antes de que irrumpiera Chávez. Y hace un año, para la clase política venezolana apenas era visible la muerte cerebral de la derecha. Pero es hasta ahora que se comienza a ver que sin una derecha viva, tampoco tendrá vida el chavismo.

¿Y en El Salvador? A lo mejor la alternancia democrática no significa que el poder sea asumido por el otro polo del esquema de confrontación, sino la ruptura con este esquema...


(Publicado en El Diario de Hoy)

lunes, 10 de marzo de 2008

El discurso no pronunciado del presidente Saca en Santo Domingo

“Estimados colegas:

respetuoso de los asuntos internos de los países hermanos, y confiando en su capacidad de llegar a soluciones pacíficas, no pensaba intervenir en este conflicto entre Ecuador y Colombia. En asuntos tan serios, para los terceros es irresponsable tomar medidas o hacer gestos “de solidaridad”. En vez de aportar a la solución y la paz, sudar calenturas ajenas sólo aumenta el peligro que los conflictos se compliquen y regionalicen. Por esta razón, no íbamos a intervenir en este debate.
Sin embargo, me siento obligado a tomar la palabra, no para apoyar o censurar a ninguno de los gobiernos involucrados, sino para aclarar unos conceptos aquí aplicados de manera errónea. Se ha mencionado el proceso de paz en Centroamérica y, en particular, el proceso de negociación en mi país, como modelo de un mecanismo que algunos aquí quieren proponer –a veces me ha dado la impresión que es más bien imponer- al presidente Álvaro Uribe para facilitar una salida pacífica en Colombia.

El grupo de Río nació del grupo Contadora y se consolidó como grupo de amigos del Secretario General de las Naciones Unidas en su rol de mediador en las negociaciones que condujeron a la paz en mi país. Los salvadoreños reconocemos con profundo agradecimiento el rol que en este momento histórico jugaron los gobiernos de México, Venezuela, Panamá y Colombia.

Pero es importante mantenernos fiel al espíritu de estas iniciativas que dieron pauta a este organismo regional que nos tiene reunidos hoy en esta cumbre de Santo Domingo. Es imposible, como lo ha hecho el distinguido presidente de Venezuela, comparar la situación que vivió Centroamérica cuando se formó en grupo Contadora, con la situación que hoy vive Colombia. Es aun menos admisible comparar la situación de Colombia con la situación que vivió El Salvador, cuando se formó el grupo de países amigos del Secretario General de Naciones Unidas para facilitar las negociaciones entre el gobierno de Alfredo Cristiani y el FMLN.

La más importante de las diferencias y la que no permite proyectar el proceso de paz en El Salvador como modelo para Colombia, es que estamos hablando de fuerzas irregulares que no son comparables. Tal vez les parezca extraño que un presidente de derecha les diga lo siguiente, pero no tan extraño, ya que el mismo presidente Cristiani ya lo reconoció en público: La insurgencia salvadoreña era una fuerza representativa con causas legítimas. Era una izquierda excluida de la vida política por gobiernos militares, a la cual había que incluirla para construir la democracia.

Lo mismo no se puede afirmar de las FARC en Colombia. Las FARC están prolongando una guerra contra un gobierno democrático. No están excluidos por un régimen autoritario, como fue el caso en El Salvador.

No podemos proponer o tratar de imponer a Colombia una especie de grupo Contadora para facilitar negociaciones con una fuerza irregular que no tiene legitimidad ni representatividad, sino que se sostiene por sus actividades criminales, como el narcotráfico y los secuestros.

En El Salvador, primero se articuló la voluntad sincera de las partes internas para buscar la paz, y en base de esto comenzaron a actuar los gobiernos de la región. No veo esta situación en Colombia. No podemos imponer a Colombia un modelo histórico que no aplica. No podemos dar, por la puerta trasera, a las FARC un reconocimiento que no han podido ganarse en Colombia.

Dejemos que Ecuador y Colombia resuelvan su conflicto actuando ambos respetando las normas de convivencia entre las naciones. Este es el tema aquí. No aprovechar este conflicto para intrometernos en la manera cómo Colombia resuelve sus conflictos internos.

Los países de Centroamérica, que hemos tenido el privilegio de poder resolver nuestros conflictos internos con el apoyo respetuoso de los países aquí reunidos, no tenemos derecho de olvidarnos de esta lección histórica, mi querido colega Daniel Ortega, y aplicar diplomacia guiada por afinidad ideológica o comercial. Gracias.”

Hasta aquí el discurso que Tony Saca decidió no dar en Santo Domingo. Se entiende porqué. No había ninguna posibilidad de sostener esta posición madura sin decir en público que la insurgencia salvadoreña, a diferencia de las FARC, no era terrorista y sí tenía legitimidad. Lástima que una posición que figuras de la derecha salvadoreña como Alfredo Cristiani y David Escobar Galindo ya han asumido en público, hoy el presidente de la República no se atreve a defender, sólo porque estamos cerca de la primera contienda electoral donde la derecha no lleva la ventaje sobre el FMLN. Lástima que por esta razón, Tony Saca optara por dejar sólo al presidente Uribe.

(Publicado en siguientepagina)

domingo, 2 de marzo de 2008

Conmemorando el 28 de febrero y el 2 de marzo

El pasado 28 de febrero, aniversario de la matanza de la Plaza Libertad, recibí un email que un compañero de andanzas guerrilleras, Raúl Vásquez, más conocido como Mincho, había mandado a varios amigos. El propósito de Mincho: mantener viva la memoria y, con ella, la reflexión y la sensibilidad. Mandó la nota que abajo voy a publicar, con una nota personal que dice: “Algo de historia sobre la que se puede reflexionar. Por cierto hay muchachos universitarios que en la actualidad desconocen más de la mitad de los datos que por ahí van.”
Eso sí me hace reflexionar. ¿Es negativo o es positivo el hecho que los jóvenes de hoy, nuestros hijos, no se interesan por las fechas de los masacres y de las acciones guerrilleras heroicas? Me imagino que tienen algo de negativo y peligroso y algo de positivo y esperanzador.

Por una parte, me alegra de sobremanera que mis hijos no viven en una sociedad que celebra los aniversarios de fechas como el 2 de marzo, cuando unos muchachos como ellos inauguraron una guerra insurgente matando a dos guardias. Yo entiendo perfectamente a estos muchachos del año 1972. Y entiendo perfectamente a los muchachos de hoy que ni siquiera quieren saber de esto. Los que no entiendo son los que hoy en día, cuando nadie los reprime porque nadie los toma en serio, quieren emular a los muchachos del 2 de marzo de 1972.
Pero, ¿cómo enfrentar esto? Con información. Con historia contada, reflexionada, analizada. Entonces, aquí lo positivo y lo necesario de hacer memoria.

La cuestión es cómo. No es cierto que “la memoria nos salva de repetir los mismos errores”. No es tan simple. Depende de la manera cómo procesamos nuestra historia, con qué grado de responsabilidad, con qué capacidad analítica. O con qué grado de nostalgia, con qué grado de sectarismo, con qué grado de ceguera. Mal hecha, la memoria te puede condenar a repetir los mismos errores...

Hay que abrir este debate. Por ello, reproduzco aquí el texto que me mandó mi amigo Mincho el día 28 de febrero:

Durante casi todo el sigo XX, en la historia de nuestro país y especialmente, a partir del 2 de diciembre de 1931, cuando el General Maximiliano Hernández Martínez dio Golpe de Estado al presidente constitucional de aquel entonces (doctor Arturo Araujo), este mecanismo, y el de los fraudes electorales se convirtieron en los métodos idóneos para la “alternancia” en el poder de los distintos regímenes o dictaduras militares que padecimos los salvadoreños.

Pero fue la década de los años setentas, que se convirtió en la antesala del conflicto armado generalizado, la que pudo presenciar de manera más brutal la ejecución de los dos fraudes electorales más connotados de la historia: el primero, en febrero de 1972, y el segundo, llevado a cabo en febrero de 1977.

Las fórmulas presidenciales en el primero de los casos la integraron, el Ingeniero José Napoleón Duarte y el Doctor Guillermo Manuel Ungo. En 1977, la fórmula estuvo integrada por el Coronel Ernesto Claramount Lucero y el Doctor José Antonio Morales Erlich.

En ambos casos, el proyecto opositor, lo encabezaba la Unión Nacional Opositora, coalición integrada por tres partidos que se mantuvo durante toda la década: El partido “de masas”, con presencia en los 262 municipios del país, en ese momento era el PDC, Partido Demócrata Cristiano. Los partidos “de cuadros”, la Unión Democrática Nacionalista, UDN, que era la expresión abierta del Partido Comunista Salvadoreño. Y como expresión del pensamiento socialdemócrata, estaba también el Movimiento Nacional Revolucionario, liderado por Memo Ungo.

Toma de la plaza Libertad y luego la masacre.

Posterior a la realización del fraude electoral del 77, los movimientos de trabajadores, maestros y estudiantes universitarios se tomaron la plaza Libertad para denunciar, tanto el escandaloso fraude como el incremento de la represión, tanto en el campo como en las ciudades. La respuesta del régimen del coronel Molina fue: más represión y una matanza realizada en la madrugada del 28 de febrero en la plaza Libertad.
En dicha matanza participaron los tres cuerpos de represión política de aquella época: Guardia Nacional, la Policía de Hacienda y la Policía Nacional. En ese momento, el candidato oficial, General Carlos Humberto Romero, fungía además como ministro de defensa. Inmediatamente después de la masacre, vino la cárcel y el destierro para los dirigentes de la UNO y el cierre de los locales de los sindicatos y asociaciones populares y una mayor represión para terminar de imponer al nuevo presidente.

Ese mismo año, meses después de la masacre, una de las cuatro organizaciones revolucionarias armadas, el Ejército Revolucionario del Pueblo ERP reivindicó la fecha al crear la organización de masas “Ligas Populares 28 de Febrero”, la que se sumaría al resto de organizaciones populares existentes, como El Bloque Popular Revolucionario, el Frente de Acción Popular Unificada, las que en 1980 construirían la Coordinadora Revolucionaria de Masas.

El día de jueves 28 de febrero, se estarán cumpliendo 31 años de estos históricos eventos, que marcaron para siempre la vida nacional. Desde el lugar donde cada uno de nosotros se encuentra, considero es importante reflexionar acerca de ellos, no solo por aquellos que en esas jornadas se nos adelantaron y ya no nos acompañan, sino sobre todo por el futuro y el presente del país (pensando en hijos y nietos. Y hasta bisnietos en otros casos), cuidando los espacios logrados con los Acuerdos de Paz é impidiendo el deterioro institucional que va caminando al galope.

Tengo muy presente la consigna con la que las LP-28 surgieron: “Por la unidad del movimiento popular y la conquista de las libertades democráticas”.

Por cierto, una consigna bastante utópica, aún para aquel momento, conociendo nosotros que en las filas de las izquierdas (especialmente latinoamericanas), por lo menos en el pasado, el sectarismo y el vanguardismo fueron la regla general. En todo caso, no tenemos que olvidar lo dicho por un escritor latinoamericano: Siendo la utopía como el horizonte que no se puede alcanzar, pero siempre sirve para darnos ánimo y caminar con un rumbo definido, …buscando

Y hablando de efemérides, también el próximo domingo 2 de marzo se cumplen 36 años del aparecimiento, ya con ese nombre, del Ejército Revolucionario del Pueblo ERP, una de las organizaciones político militares que constituyeron el FMLN histórico el 10 de octubre de 1980.

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