viernes, 29 de agosto de 2008

La transparencia comienza en casa propia

Han pasado dos semanas desde los despidos masivos en uno de los medios de comunicación más importantes del país, y todavía no hay un debate sobre este hecho.


Para los lectores que no saben de qué estoy hablando --que serán la gran mayoría, porque los medios principales lastimosamente han aplicado la regla “chucho no como chucho” y no han cumplido su deber de informar-- aquí un resumen de los hechos: El miércoles 13 de agosto fueron despedidos 170 empleados de La Prensa Gráfica, entre ellos unos 40 integrantes del aparato editorial, entre editores, reporteros, redactores, fotógrafos, diagramadores. Despedir un 20 por ciento del personal es despido masivo. Eliminar un 25% de una redacción, significa crisis en un medio de comunicación.

Las dos cosas son noticia de interés público. Merecen análisis. Los lectores y los anunciantes del periódico, así como la opinión pública en general merecen información y explicaciones. El mismo periódico que ejecute un plan de despidos de esta magnitud y con este impacto, si saliera en New York, Buenos Aires o México, se sentiría obligado a informar sobre el hecho, en sus propias páginas.

Los periodistas no podemos siempre exigir al Estado, a los bancos, a los partidos, a las grandes empresas transparencia de sus actuaciones – y callarnos cuando la noticia y la crisis se genera en casa. El hecho que una empresa líder de comunicación haya manejado tan mal su proceso de crecimiento, da pauta no sólo para información debida, sino para debate, análisis, crítica, reflexión profunda dentro del medio de los comunicadores sociales. Todo esto no se ha dado, porque se aplicó un filtro de silencio. El daño --para el periódico, para el periodismo, para el gremio de comunicadores, para la opinión pública, para el país-- no se hace más grande hablando del problema. Por lo contrario, es bajo el manto del silencio que se generan rumores, especulaciones, desconfianzas. Ahí reside el verdadero daño.

Tal vez la columna que sobre el tema escribí en este blog fue muy dura con los jefes editoriales que ejecutaron el plan de despidos. Era mi impresión que no hicieron lo posible, necesario y digno para defender a su gente y para convencer a la empresa a buscar otras soluciones. Platicando con ellos me doy cuenta que su actuación no fue de mala fe. Sin embargo, toda esta historia ejemplifica lo importante que es que en nuestros medios fortalezcan direcciones editoriales que no actúen simplemente como brazo prolongado de la patronal y sus lógicas financieras, sino que actúen como cabezas de sus cuerpos de periodistas, como garantes del profesionalismo y de la ética periodística.

Para que avancemos hacía este fortalecimiento del periodismo, para que juntos construyamos confianza en los medios, necesitamos aprender le las crisis. Por esto no hay que tapar los problemas, sino discutirlos.

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La Comandancia General en Tegucigalpa

Habló el comandante. Por más que Mauricio Funes trata de dejar a Hugo Chávez fuera del debate electoral salvadoreño, este se mete. No es quien se deja callar, esto ya lo mostró hasta al rey de España. ¿Se quedará callado porque a Mauricio Funes le conviene? No.

El presidente venezolano monta su propio acto electoral, le guste o no a Mauricio Funes. Sabe que Mauricio Funes no lo quiere tener aquí. Entonces, monta su acto lo más cercano posible: en Tegucigalpa. El comandante de la revolución bolivariana latinoamericana obviamente piensa que el FMLN ganará de todas maneras. Entonces, e una sola vez deja claro que al ganar el FMLN habrá ganado Hugo Chávez, no Mauricio Funes...

Un acto de 50 mil personas en Tegucigalpa, Honduras. Los “comandantes del ALBA” (como el mismo Hugo Chávez los nombró orgullosamente) celebrando la adhesión del presidente hondureño, Manuel Zelaya, a la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), el bloque anti-norteamericano liderado por Venezuela y Cuba, al cual también se unieron Evo Morales y Daniel Ortega.

Los comandantes del ALBA no se conformaron con reunirse en un salón, suscribir un documento, y tomar champagne ruso. No, fueron a la laza pública para arremeter contra los “vendepatrias” y “lacayos del imperialismo yanqui” entre los hondureños, que se atreven a estar en contra de la decisión de Zelaya de aliarse con Hugo Chávez, Raúl Castro y Daniel Ortega. Subieron a la tribuna de honor a “la querida comandante Nidia Díaz”, quien vino a Tegucigalpa a representar al FMLN y a decir que al ganar ellos las elecciones, habrá también en San Salvador un acto de adhesión a la alianza anti-imperialista.

Aquí algunas pruebas de la retórica que emplearon los “comandantes del ALBA” en Tegucigalpa:

“Pido al pueblo hondureño a que apoyen al comandante Zelaya y no se dejen calentar la oreja por los yankees." (Hugo Chávez)

"Hondureño que se oponga al ingreso de Honduras a la ALBA es un vendepatria o un ignorante". (Hugo Chávez)

"Hay dos caminos que hay que definirlos, si estamos con los pueblos o con los imperios. Son dos caminos, no hay medias tintas." (Evo Morales)

“Los TLC son peligrosos porque dividen países y confunden a la población. El libre comercio sólo trae la privatización de los recursos naturales y los servicios básicos, mientras que con la Alternativa Bolivariana decidimos nacionalizar nuestros recursos naturales.” (Evo Morales)

"Sepan los hondureños que ahora están protegidos por un tratado de seguridad
energética, es decir, toda la energía que necesiten la tienen asegurados al menos por 100 años en lo adelante." (Hugo Chávez).

Entonces, el gancho es la chequera: Les voy a dar a los centroamericanos petróleo, tractores y dólares. Pero todo tiene su precio: Detrás del FMLN voy a mandar yo, el teniente coronel Hugo Chávez. No un señor Mauricio Funes.

Vale la pena leer, bajo esta luz, el párrafo correspondiente en el programa de gobierno del FMLN que presentó Mauricio Funes: “Recuperar las capacidades del Estado para importar combustibles, creando la infraestructura de depósito y almacenamiento necesaria. Fortalecer la capacidad de regulación del mercado de combustibles en las áreas de importación, refinación, transporte, comercialización y distribución."

(Diario de Hoy. Observador Electoral)

martes, 19 de agosto de 2008

¿Qué tan creíble es el viraje del Frente?

Los partidos de izquierda sinceros y democráticos no producen giros programáticos sin pasar por debates abiertas, públicas y fuertes. El Partido Socialista Obrero Español PSOE necesitó cuatro congresos (entre 1976 y 1981) para conseguir una clara redefinición programática, renunciando al marxismo y abrazando la economía social de mercado. En el transcurso de estos debates, en 1979, Felipe González renunció a la presidencia del partido, ya que este no estaba listo para renunciar a la visión autoritaria del socialismo estatal. Fue solamente cuando en el siguiente Congreso Extraordinario --que se celebró medio año más tarde-- el partido logró el viraje hacía la concepción socialdemócrata que Felipe González aceptó volver a la presidencia del partido y asumir la candidatura a presidente del gobierno español.

El pueblo español votó mayoritariamente por Felipe, porque el proceso de cambio del PSOE tenía credibilidad. El liderazgo de Felipe se había comprobado en las batallas frontales contra la inercia ideológica de su propio partido. Antes de poder gobernar, el dirigente tenía que probar que tenía capacidad de transformar su partido. El hecho que dentro del partido había un grupo que no renunció a su oposición a esta transformación, no le restó credibilidad al PSOE y su candidato. Por lo contrario, la ausencia de voces disidentes hubiera despertado sospechas...

Felipe no dudó de llevar adelante esta batalla por construir una izquierda democrática, lejos de ortodoxias, porque tenía un mentor extraordinario: Willy Brandt, en estos años jefe del primer gobierno socialdemócrata de la post guerra alemana. Los socialdemócratas alemanes, para poder aspirar a un apoyo electoral mayoritario, también habían pasado por un largo debate interno que los llevó en 1959 a abandonar las posiciones marxistas que propagaban el control estatal sobre los medios de producción. Estoy hablando del Programa de Godesberg, donde el eterno debate sobre el marxismo al final se definió a favor de los renovadores, cuando uno de los dirigentes históricos del partido, el ex-comunista Herbert Wehner, exclamó: “¡Haganle caso a alguien que ha estado donde asustan!”

Las izquierdas de Alemania y España nunca hubieran llegado a representar mayorías si hubieran producido estos virajes programáticos sin debate público. Nunca han tenido Congresos partidarios donde unánimemente --sin debate, sin confrontación ideológica, sin resistencia, sin votos en contra-- aprueban virajes programáticos. Primera, hubiera sido imposible, por el carácter democrático de estos partidos. Segundo, ¿qué credibilidad hubiera tenido un viraje sin resistencia, sin debate, sin disidencia?

La Convención del FMLN de este domingo, y la manera cómo unánimemente, sin debate, sin voces de disidencia, aprobaron el nuevo programa de gobierno, nada tienen que ver con la tradición conflictiva, pero profundamente democrática, de los socialistas españoles y de los socialdemócratas alemanes. Recordaba más a los congresos de los partidos comunistas donde la unanimidad no era resultado de discusiones sino expresión del autoritarismo. Los comunistas siempre han tenido una gran capacidad de producir virajes estratégicos, pero nunca fueron resultado de un proceso sincero de análisis crítico de su propia historia.

Un partido como el FMLN, que hasta ahora ha preferido expulsar o callar a sus mentes críticas en vez de promover el debate interno, necesita más que el ritual uniformado de esta Convención para convencer a la opinión pública que está cambiando en serio.

Mientras no escucho este debate público y sincero, los cambios programáticos promovidos por Salvador Sánchez Cerén y Mauricio Funes son tácticos.

De paso sea dicho: No espero de ARENA nada diferente, mucho menos un debate interno de altura para producir un programa nuevo. Pero ahí no estamos hablando de un partido deliberante, sino de una maquinaria electoral. ARENA, aunque a veces parece que quiere, no trata de presentarse como un partido socialdemócrata.

Un partido de izquierda democrática --pregunten a Felipe González o a Lula-- es democrático, transparente y deliberante, o es un fraude. El FMLN de Mauricio Funes, más parece un fraude.

Esto quiere decir que no sea positivo que el FMLN y Funes hayan aterrizado en posiciones más racionales frente al TLC, el rol de la empresa privada, la dolarización, etc. Es positivo para el país. Lo que no quitó la Convención es la duda si estas nuevas posiciones son sinceras y confiables.


(Diario de Hoy. Observador Electoral)

lunes, 18 de agosto de 2008

No way, José!

¿Qué pasa con los medios en El Salvador? ¿Por qué termina su cobertura cuando uno de los medios es noticia?

Si el Washington Post decide deshacerse del 20% de su personal, incluyendo el 20% de su staff editorial, esto sería noticia y sujeto de comentario en todos los medios. Incluyendo en el mismo Washington Post.

¿Por qué La Prensa Gráfica puede despedir 170 empleados, incluyendo más de 40 integrantes de la redacción, sin que esto se convierta en noticia? El Colatino lo reportó, yo lo comenté en una entrevista radial. Por lo demás, silencio. ¿Silencio de complicidad, por parte de los medios? ¿Silencio de terror, por parte de los periodistas? ¿O es simplemente, como me lo comentó un columnista de La Prensa Gráfica, un asunto interno de una empresa privada que no compete a nadie comentar, cuestionar, ni siquiera hacer pública?

No way, José (R.). Cualquier empresa grande e importante del país que se ve obligada a despedir a un 20% de su personal, hace noticia. Esta noticia debería reportarse, analizarse, contextualizarse, comentarse en los medios. Sin ganas de joder, pero también sin ganas de ocultar. Más cuando es una empresa emblemática, y mucho más aún cuando se trata de uno de los medios de comunicación más influyentes del país.

En esta caso, el despido masivo no sólo tiene que reflejarse como problema económico, laboral y social, como en el caso de una fábrica, un banco, una casa comercial importante. En el caso de un medio de comunicación el despido masivo --y la forma cómo las direcciones editoriales y empresariales lo manejan y ejecuten-- tiene implicaciones para la ética profesional del medio.

Los jefes de redacción (o directores editoriales, o como sea el título que lleven) tienen otras funciones que los gerentes, directores financieros, o dueños de los medios. Tienen responsabilidades frente a su empresa, pero no son empresarios. Tienen responsabilidades frente al público lector, y tienen responsabilidades frente a sus reporteros, fotógrafos, diseñadores, editores, redactores.

Por esto, es casi mandato de ética profesional del periodismo separar las funciones del jefe de redacción y del gerente. El redactor jefe es el garante de la línea editorial y de la libertad de expresión de su personal periodístico, el gerente es el garante de la estabilidad financiera y de los intereses de los dueños accionistas. Todo mundo que ha laborado en medios sabe que estas dos funciones suelen entrar en contradicciones – mucho más y de otra manera que entre jefe de producción y jefe financiero en una empresa que produce zapatos o jabones.

Un jefe de redacción no tiene porque aceptar a la gerencia --at face value y sin haber evaluado otras soluciones-- la necesidad de despedir a 20% de su redacción, mucho menos aceptar hacerse cargo de la ejecución de esta medida. Puede ser que sea incuestionable la crisis financiera y la necesidad de bajar costos. Pero el director editorial no tiene porque aceptar y ejecutar la solución planteada (reducir 20% del personal) sin previa consulta con sus colaboradores. El director editorial es como un capitán de barco: Muere para salvar a su tripulación.

El director editorial y los demás jefes tienen que hacerse varias preguntas, que por definición no se va a hacer el gerente: ¿Hay otras formas, a lo mejor consensuadas con el personal editorial, de rebajar el valor de la planilla (retiro voluntario; medios tiempos; recorte voluntario de salarios...)?

¿Cómo hacer para que las medidas no afectan a la credibilidad de los jefes editoriales frente al personal? El trabajo dentro de una redacción requiere de mística, confianza, comunicación. Disciplina y jerarquía son necesarias, pero no sustituyen la confianza en las jefaturas. Confianza incluso que mi editor me va a proteger, incluso contra los intereses empresariales.

Y la otra pregunta que hay que hacerse: ¿Cómo asegurar que el medio siga jugando su papel en la sociedad y que no pierda credibilidad frente al lector y las fuentes? Con las elecciones el país está en una situación delicada que no permite un debilitamiento de la opinión pública. La Prensa Gráfica tiene un rol que requiere que internamente esté estable, cosa que a lo mejor no tiene porque entender un gerente financiero, pero sí un director editorial.

Ningún responsable editorial tiene que asumir la ejecución de un plan de despidos masivos sin transparencia, sin plan social, sin dar al cuerpo de la redacción la posibilidad de colaborar en la búsqueda de la solución que menos afecte al clima de paz y confianza dentro del periódico. Si actúan de otra manera, como simples ejecutores de las decisiones inconsultas de la parte patronal, pierden su capacidad de dirigir una redacción. Deberían mejor renunciar, porque de todos modos ya no van a poder hacer nada que valga la pena en periodismo.

Estoy seguro que La Prensa Gráfica no hubiera podido ejecutar su plan de despidos masivos de esta forma --sin plan social y sin consideraciones de ética periodística--si los cuatro integrantes el alto mando editorial se hubieran negado hacerlo sin antes agotar todas las posibilidades de buscar soluciones menos dañinas al periódico. Nuevamente se confirma lo que muchos en el ámbito medial hemos observado con preocupación: la falta de liderazgo en La Prensa Gráfica.

¿Cómo ha llegado La Prensa Gráfica a una crisis económica que la obliga a recortes masivos de personal? ¿Quienes han sido los responsables de un crecimiento tan desordenado de la empresa que ahora pone en riesgo el cumplimiento de su función social y política? ¿Hasta qué punto los jefes del área editorial han estado involucrado en las decisiones que han llevado a esta situación crítica? ¿Cómo es posible que incluso durante este año La Prensa Gráfica ha continuado contratando personal editorial, sin que nadie haya sabido que se acerca una crisis?

No tengo respuestas. Pero por lo menos puedo formular las preguntas. Si en La Prensa no buscan respuestas --y de una manera incluyente que repare los daños ya hechos y vuelva a establecer la mística y la confianza y el espíritu de cuerpo, sin los cuales no vale la pena hacer periodismo-- veo oscuro el futuro de este medio.

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jueves, 14 de agosto de 2008

Que comience la carrera

Ya han pasado los calentamientos y las salidas en falso. Listos para correr. El que uno ya lleva casi un año dando vueltas de calentamiento, ya es historia. Le ha dado ventajas (“quien pega primero, pega doble”), pero también desgaste. Por el otro lado, el que el otro, al sólo salir a su primera ronda de calentamiento, ya salió lastimado, también es historia. Ahora tienen más o menos igualdad de condiciones y están en posición de salida. A menos que salga a última hora un tercer corredor, parece que la carrera es entre dos.

Esto es el estado de las cosas agosto cuando regreso del país luego de seis semanas de viaje. Las encuestas ya no muestran grandes brechas entre las posibilidades de los candidatos. Más bien muestran, como era de esperar, que cualquiera de los dos puede ganar.

El candidato del FMLN ha logrado mantener y consolidar la cohesión de su voto cautivo (o “duro”) que desde su nombramiento ha estado apoyándolo. Es un logro no fácil de obtener durante tanto tiempo y con tantas tensiones entre candidato y partido. Es en sí un triunfo y una excelente posición para entrar en la batalla decisiva: la disputa por el voto “blando”, por la clase media que exige de los candidatos propuestas claras, discurso coherente, capacidad de concertación, y --sobre todo—muestras de independencia de sus aparatos partidarios y de capacidad de transformar a los mismos de obstáculos en instrumentos del avance democrático.

El candidato de la derecha entra en esta batalla con cierta desventaja. Todavía tiene que preocuparse de la consolidación del voto duro. Tiene que empezar a convencer al voto blando cuando todavía no tiene del todo asegurado el apoyo del os sectores que tradicionalmente votan por ARENA. Esto ese expresa en los siete puntos que todavía separan a los candidatos: Funes ya tiene asegurado su voto duro, Ávila todavía no.

Por otra arte, Ávila tiene una ventaja que a partir de ahora, cuando entran en serio en la disputa del voto blando, va a cobrar más importancia: A esta altura, ya tienen mucho más poder en su partido que Funes en el Frente. Poder en el sentido de libertad de acción en el campo programático; de capacidad de producir cambios en las estructuras de mando de su partido. Mauricio Funes ya ha dejado de aspirar a tener influencia --ni hablar poder de decisión-- en el proceso de nombramiento de los candidatos a diputados. En cambio, Rodrigo Ávila va a poder presentar una planilla de legisladores que corresponde a su programa de gobierno y a su liderazgo. Lo único que tiene que hacer es hacer uso de su posición de presidente del COENA y de la estructura y concepción verticalista de su partido. Mauricio Funes, aunque quisiera, no tuviera el poder de intervenir en la selección de candidatos. Ni siquiera ha tenido influencia en la selección de su propio compañero de fórmula, mientras que Rodrigo Ávila se guardó esta carta y no se ha dejado imponer a ningún candidato, por más que los poderes históricos en ARENA lo hayan intentado.

A esta altura, las ventajas y desventajas de cada uno de los dos candidatos parecen equilibrarse. Con la diferencia que las desventajas de Ávila resultan del pasado y tienden a resolverse, mientras las desventajas de Funes corresponden a la siguiente fase de la contienda y tienden a cobrar más importancia.

Si ninguno de los dos comete mayores errores y se mueve inteligentemente dentro del espacio que tiene en su propio campo, la tendencia será que para el fin del año los dos candidatos se mantengan en empate. Quien al fin logra convencer más en el sector decisivo, que es la clase media urbana, depende --ya lo hemos dicho en repetidas ocasiones-- del grado en que corresponden a la expectativa de cambio que tiene la sociedad. Empezando con el cambio en casa propia, o sea de la limpieza en las propias filas. Ganar va el candidato que proyecta más capacidad de convertir a su partido en instrumento de las reformas políticas, fiscales y sociales que ambos –sin mucha diferencia va a terminar prometiendo. La última razón de voto ya no será qué quiere hacer cada uno, sino ¿tiene la capacidad y el valor de hacerlo, contra todas las resistencias en su propio campo?

(Diario de Hoy. Observador Electoral)

Somos masa sincronizada, ¡¿y qué?!

Las inauguraciones de Juegos Olímpicos nunca son eventos deportivos. Son eventos políticos y propagandísticos. El anfitrión las usa para proyectar la imagen que quiere que el mundo se haga de su país. Eso es legítimo. Ningún país va a mostrarse así como es, con sus problemas, sino así como quiere ser. Va a proyectar el sueño que tiene de su futuro.

Ya vimos la ceremonia de inauguración de los chinos. Entonces, ¿así es que China sueña a si misma? No. no es China que se sueña así, es la minoría que tiene el poder de definir y proyectar su visión, su sueño de China. Es el sueño de la dirección del Partido Comunista, el único centro de poder.

Entonces, lo que cientos de millones de televidentes vimos en la transmisión de la inauguración de los Juegos Olímpicos es la versión de la cultura china como la define la dirección todopoderosa de un partido. Un Estado, para proyectarse, utiliza de manera ornamental a los seres humanos que necesita para su show. Sólo por momentos el artista individual es protagonista: una niña (que al final resulta ser un doble, porque la cantante no tiene la cara bonita que el Estado quiere proyectar), un pianista, un cantante estrella. Por lo demás, el protagonista es la masa sincronizada, orquestada, la masa convertida en pantalla gigantesca de proyección de video, la masa como reservorio de movimiento. La masa disciplinada y dirigida como medio para expresar la visión totalitaria de su dirigencia.

Viendo la ceremonia en televisión, se confirmó lo que quien quiso podía saber antes: Los Juegos Olímpicos 2008 serán un show propagandístico de un régimen totalitario. El show puesto en escena por el director cinematográfico Zhang Yimou fue perfecto en su ejecución técnica. Zhang ganó la primera medalla de oro en la disciplina novedosa de poner en perfecta sincronía a la masa humana. Un fiel espejo de la sociedad china bajo el régimen del partido.

Los chinos lograron algo increíble: Ponerle a los Juegos Olímpicos, símbolo mundial del civismo y de la paz, un marco simbólico profundamente militar. El ejército es la institución que utiliza para sus cohesión --y también para su distinción del resto de la sociedad-- la disciplina, lo monumental, la masa en movimiento sincronizado, la uniformidad. China se percibe y proyecta como aparato militar. China no trata de disfrazarse de sociedad abierta, civil, deliberante. Somos masa sincronizada, seremos masa sincronizada, en política, en cultura, en deporte, ¡?y qué?! Esto es el mensaje de Beijing 2008.

Lo verdaderamente lamentable y vergonzoso no es que China se proyecta de esta manera, sin que el Comité Olímpico Internacional no sólo permite este show, sino se hace partícipe, obligando a los deportistas a abstenerse de cualquier tipo de manifestación de desacuerdo, convirtiéndolos en parte de la puesta de escena. Muchos deportistas querían ausentarse de la ceremonia o manifestar de alguna manera pública su desacuerdo con la instrumentalización política de los Juegos. El escándalo es que 80 jefes de Estado avalaron con su presencia este show, en vez de deslegitimizarlo con su ausencia en la inauguración y su presencia en las competencias.

La dirigencia china se ha salido con la suya. Mantienen las restricciones a la prensa. No permiten que deportistas, turistas o periodistas se relacionen libremente con quienes quieren en China. Para los reporteros y los deportistas es absolutamente imposible hablar con alguien de la oposición china. Nadie puede viajar al Tibet ni a otras regiones conflictivas del reino chino. Nadie puede investigar las prácticas chinas de entrenamiento de niños y de doping.

No importa, pero los fuegos artificiales eran espectaculares...

(Publicado en El Diario de Hoy)