jueves, 10 de enero de 2008

CON LAS MANOS LIBRES

N
o es suficiente tener definido un buen perfil de candidato. Tampoco que un candidato llene el perfil. Ni es suficiente tener un buen programa. El problema es la credibilidad.

Cualquier buen politólogo puede diseñar el programa para los próximos años de gobierno. Es bastante claro lo que el país necesita. Y cualquier político inteligente puede abrazar este programa. El problema es la credibilidad.

Las elecciones de 2009 las va a ganar el candidato que logre convencer a la mayoría del millón de votos blandos (votos no duros ni de ARENA ni del FMLN), que tiene la capacidad, la autoridad, el carisma y el poder real de cambiar el país.

En la izquierda, entre todos los presidenciables, el único que transmitía esta credibilidad, esta autoridad, era Arturo Zablah. No es candidato. El que sí es candidato, indudablemente tiene capacidades retóricas, pero ¿cómo va a convencernos que tiene el poder para producir, en su partido y su ideología, los cambios necesarios para forjar el futuro del país?

En la derecha, entre todos los presidenciables, el que más credibilidad despertaba en su capacidad, su autonomía y su poder de convertir el programa en viraje real, era Boby Murray Meza. Tampoco es candidato.

Murray dijo que no lo necesitan, ya que otros en la lista de presidenciables de ARENA llenan el perfil definido (alta capacidad de comunicación y concertación; sensibilidad social; honestidad...).

Cierto. El perfil lo llenan varios, como Francisco Laínez, Luis Mario Rodríguez, Federico Colorado, Jorge Nieto, Mario Salavarría, Ana Vilma de Escobar. Los primeros dos tengo el gusto de conocer y me convencen por su mente abierta, su tolerancia, su disposición al diálogo. ¿Pero quién de toda esta lista puede transmitir al electorado que posee la autoridad, el carisma, el poder real, en una palabra, el liderazgo, para traducir palabras escritas en papel en políticas públicas, en consensos nacionales, en apuestas para el desarrollo? Los retos que enfrenta el país requieren de un liderazgo extraordinario, que sea capaz de crear consensos, dispuesto a exigir e imponer sacrificios a sectores empresariales y populares, a romper clientelismos.

Parece increíble que teniendo candidatos idóneos, tanto la izquierda como la derecha, no hayan tenido la audacia ni la visión para lanzarlos. Básicamente, en una especie de espejismo ideológico, por las mismas razones: No están dispuestos a ofrecerles las condiciones que ellos --Zablah como Murray Meza-- pusieron para lanzarse. Condiciones muy simples: Sobreponer los intereses de la nación y su desarrollo por encima de intereses partidarios; desmontar en serio la polarización ideológica; formar un gobierno de transición para fortalecer las instituciones democráticas.

Las condiciones que puso Boby Murray Meza al COENA no eran caprichos personales o juegos de poder. Eran las condiciones mínimas para poder ganar, para poder gobernar, para cambiar al país y para poder producir desarrollo. Sin estas condiciones no tenía sentido lanzarse, porque iba a luchar --y después gobernar-- con las manos amarradas.

Si un hombre con la fuerza de un Murray Meza no logra que su partido le dé las armas para ganar y la autoridad para gobernar, ¿quién de los otros presidenciables lo logrará? A menos que Murray Meza las haya negociado para el ungido antes de retirarse.

Si no, o sea, si quieren mandar a la arena electoral a un candidato con una mano amarrada, es un juego muy arriesgado. Es cierto, el candidato contrincante la tiene amarrada también. Pero, entre dos mancos, es bien posible que gane el retador.

Aún hay tiempo. Ya no para tratar de convencer a Murray Meza o a Eduardo Zablah. Ya dijeron que no. Y no hay peor candidato que alguien que en el fondo no quiere asumir el reto de gobernar. Recuérdense de Héctor Silva. Ya tampoco tiene sentido seguir buscando al candidato ideal. De todos modos, entiendo que el candidato ya está definido. Los peces gordos --Murray Meza, René Figueroa-- no se retiran sin haber negociado quién queda y cómo es el acuerdo. Nadie guarda las armas antes del cese de fuego. Casi todos saben quién es, pero nadie lo dice, porque sería reconocer que las primarias en ARENA son poco más que un show. Hasta yo atino quién es y ya le mandé felicitaciones.

Ahora es tiempo de crear todas las condiciones para que el candidato ungido pueda entrar como el hombre del viraje histórico que se necesita, con las manos libres, con autoridad plena para asumir compromisos serios en el campo económico y social. El ungido tal vez no sea el candidato ideal, con liderazgo natural o ya ganado. Pero si la derecha política y económica entiende la responsabilidad y la oportunidad histórica de aprovechar la probablemente última presidencia de ARENA para producir los cambios, los acuerdos y las reformas que necesita el país para transitar a la institucionalidad asegurada y al desarrollo económico y social, pueden crear las condiciones para lograr esto.

Si no apuestan al cambio, si mandan a su candidato a luchar con las manos amarradas (con un COENA y una bancada legislativa no comprometidos con las reformas que el candidato quiere producir; con un gabinete que en vez de plural y amplio sigue siendo partidario), van a echar a perder todo, independientemente si ganan o pierden las elecciones.

(Publicado en El Diario de Hoy)