sábado, 22 de septiembre de 2012

Carta a la Asamblea Legislativa


Estimados diputados:
Ustedes son los únicos que tienen el privilegio de poderse recetar su propio presupuesto. Self service. Esto supuestamente supone una especial responsabilidad para que nadie piense que se estén sirviendo demasiado...

Entonces, uno pensaría que ustedes, para aprobar el presupuesto de la Asamblea, hagan un riguroso examen de todos los rubros – y también de las prioridades del país, para no exponerse a ninguna sospecha o mala interpretación. Porque aunque ustedes no parecen darle importancia, hay mucha gente en el país que sospechan de ustedes. Nadie tiene dudas de la austeridad ni de la eficiencia de la Asamblea – sabemos con ciencia cierta que no existen. Pero sí existen sospechas de la honorabilidad de muchos diputados y de la transparencia y responsabilidad fiscal de la Asamblea como tal. Y bastante generalizado: todos sospechan de todos, independientemente de preferencias ideológicas...

Sin embargo, esto no les parece importar. Tuvieron la oportunidad de mostrar lo contrario: Sólo tenían que atreverse a transparentar todos los gastos de la Asamblea (incluyendo viajes, carros, asesores, fondos discretos del presidente de la Asamblea...), someterlos a un examen riguroso, confrontarlos con las otras necesidades urgentes del país – y reducirlos a lo mínimo necesario. Hubieran podido decir al país: Nosotros asumimos parte del sacrificio que todos tenemos que hacer para sanear las finanzas públicas y para concentrarnos en las prioridades urgentes del país. Hicieron todo lo contrario. No hubo examen riguroso ni transparencia. Y no hubo recorte sino aumento. Ni habrá ningún vehículo menos, ni una plaza de asesores fantasma eliminada. La Asamblea sigue con el plan de construir una nueva plenaria, cuando el país necesita construir escuelas, cárceles, hospitales. Ustedes van a seguir viajando a costa de un Estado que no puede pagar a sus maestros, policías y enfermeras.


Todo esto aprobado en plenaria, sin un solo voto disidente o de consciencia. Sin auditoría independiente al presupuesto ejecutado. Sin discusión. Ni siquiera ustedes mismos conocen la lista de asesores de las fracciones ni sus honorarios. Mucho menos los conocemos nosotros los ciudadanos...

Y por arte de magia, cuando se trata del presupuesto propio, ya no hay oposición.

 ¿Y ustedes en serio se extrañan porqué en la calle y en las redes sociales hablan peste de los diputados? Pero aunque a ustedes les parece que en la Asamblea no es vigente la regla que no hay almuerzo gratis (ni carro, ni trago, ni viajes, ni nada): al final del día les cobrarán las facturas.

Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)