domingo, 26 de agosto de 2018

El reto del Frente. Columna Transversal


El FMLN corre riesgo de ser desplazado por Nuevas Ideas. Las próximas encuestas (las primeras desde que el tablero electoral está completo) lo van a confirmar. ¿Desplazado de qué? No necesariamente en el gobierno, porque las próximas encuestas también van a confirmar que ARENA tiene buenas posibilidades de ganar la presidencia. Entonces, repito la pregunta: ¿Desplazado de qué? Desplazado como principal expresión de la oposición contra ARENA. Desplazado como expresión de descontento social de los salvadoreños, y en este sentido como expresión de izquierda.

Esto sería un desastre para el país – y mortal para la izquierda. El Salvador, con tantos problemas sociales históricos no resueltos, necesita una izquierda racional y responsable, que se libere de las tentaciones populistas. Lamentablemente, ahora no la tiene. El FMLN, mucho antes de los fracasos de sus dos gobiernos, ha decidido no transformarse en una izquierda democrática, capaz de promover las reformas necesarias, sino que se ha inspirado en el autoritarismo de Cuba y Nicaragua – y a la vez del populismo de Hugo Chávez. Pero aunque parezca absurdo, viendo la historia de sus luchas internas, de la ortodoxia de su conducción política y de sus políticas erradas, el Frente es el partido que mantiene en sus filas y en su ADN la representación de los sectores excluidos y el ideal de su superación.

Nuevas Ideas es la prolongación de las desviaciones populistas del Frente, llevándolas al extremo del oportunismo. Veamos la historia de las relaciones entre el FMLN y GANA. Una vez en el gobierno, el Frente optó por la solución oportunista y corrupta a su problema de gobernabilidad. En vez de consecuentemente construir gobernabilidad mediante el desarrollo de políticas reformistas que correspondan a las necesidades de la gente, optó por comprar gobernabilidad aliándose con GANA, o sea con la expresión más corrupta de la derecha, marginada incluso por ARENA que luego de su experiencia con Saca optó por iniciar un proceso de renovación y limpieza.

Bukele y NI llevan este oportunismo al extremo fusionándose con GANA. Y aunque este nuevo bloque NI-GANA desata todas sus baterías de ataques políticos y sobre todo cibernéticos contra ARENA, lo hacen con la intención de desplazar al Frente como adversario de ARENA. Ellos saben que no van a quitar votos a ARENA, atacan a ARENA para disputar votos al Frente. Y no solo votos: Disputan al Frente las banderas de la izquierda.

La única estrategia viable del FMLN para parar esta hemorragia es dar un viraje audaz y transformarse, al fin, en una izquierda deliberante, autocrítica, tolerante, democrática y reformista. Solo si el Frente llena el gran espacio abandonado que existe en nuestra sociedad para una izquierda democrática, puede ponerle límite al crecimiento del populismo de seudo-izquierda que personifica Nayib Bukele. La decisión de Bukele de aliarse con GANA es la gran oportunidad del Frente de marcar con claridad la diferencia entre izquierda y populismo oportunista y corrupto. La esencia de la izquierda es promover la justicia social y a la vez la institucionalidad democrática y republicana que ella ha conquistada con los Acuerdos de Paz. La esencia de la izquierda no puede ser el poder a cualquier costo, mucho menos al costo de la democracia y la decencia. El FMLN tiene que dejar esta parte oscura de su historia a Bukele: el populismo y el oportunismo de Funes, las alianzas oscuras con Saca y GANA – y concentrase a recuperar la verdadera esencia de la izquierda: la democracia interna, el compromiso con la institucionalidad, la lucha por la inclusión social, las reformas responsables…

Si el Frente no tiene el valor de iniciar esta transformación, al final el país se queda sin una izquierda racional y con dos variantes de populismo disputándose quién lo sepa vender mejor.

Si el Frente tiene el valor de desmarcarse de sus componentes corruptos y populistas (Funes, alianza con Gana…), de la misma manera que ARENA, aunque con resistencias, se está desmarcando de sus errores populistas y corruptos (Saca), el país dispondrá de dos fuerzas que con legitimidad puedan defender el sistema republicano contra el populismo y la corrupción – a pesar de marcadas diferencias ideológicas y programáticas. Estas diferencias se deben seguir expresando en campañas electorales de alto contenido político, en el juego necesario de gobierno-oposición, y en un sistema de alternancia con transiciones responsables.

Lo irónico (y a la vez lo bello) de esta lógica es que, si ambos partidos la aplican consecuentemente y realmente se desmarcan y se limpian de sus errores de corrupción y populismo, todos los desechos se acumularían, a la vista de todos, en un nuevo bloque que se llama Nuevas Ideas-Gana, encabezado por Nayib Bukele.

Si ambos partidos entienden esta lógica, deberían reflejarlo en estrategias de campaña diferentes, ambos identificando a NI-Gana como el adversario principal a vencer.