lunes, 21 de junio de 2004

“Reformistas” o Reformistas

Un día de estos me topé con uno de los dirigentes de los "reformistas" en el FMLN. Hablando de cómo va la noble causa, le pregunté si realmente pensaba que las diferencias con los ortodoxos son nada más diferencias de estilo, de método, así como lo estaban diciendo Oscar y Hugo. Mi camarada de viejas andanzas me estaba viendo como a alguien que no quiere entender las cosas obvias, y me dijo: “No jodás, Chele, ¿vos creés que vamos a cometer el mismo error de Facundo y declararnos socialdemócratas? Facundo ya tenía la dirección del partido, declaró que lo quería transformar en un partido socialdemócrata, y lo desbancaron. Los ortodoxos sólo están esperando que cometamos el mismo error, para hacernos mierda. El problema es que las bases no aceptan ni entienden esto. Nosotros dos nos podemos poner de acuerdo bien fácil que, en El Salvador, cualquier política de izquierda, o es socialdemócrata o es mentira populista. Pero esto no hay que decirlo. Nunca. La política socialdemócrata se hace, no se declara." Entonces, le pregunto, ¿es paja lo que Ustedes dicen que en el Frente no hay diferencias ni de ideología ni de visión del país, que sobre esto hay unidad y la van a mantener? "Claro que es paja, pero es un discurso que hay que mantener hasta que se logre la transformación del partido. Una vez que está transformado, le podemos poner etiqueta socialdemócrata si es necesario..."

Le dije a mi amigo (y mediante esta columna lo digo a todos sus compañeros "reformistas" en el Frente): no sean tan hipócritas y no sean tan cobardes.

¿Cómo imaginarse la democratización de un partido si los dirigentes del cambio no dicen claramente que están enfrentados a una concepción e ideología autoritaria?¿Cómo será posible transformar a un partido sin decir a la base, al electorado y a la opinión pública adónde va el viaje?

La transformación de un partido no es tarea conspirativa sino política, es trabajo de concientización, de dirección audaz y de transparencia. Si los “reformistas” del FMLN se quedan en el plano conspirativo, tratando de arrebatar la dirección del partido a los ortodoxos, están condenados al fracaso. Sus adversarios son más experimentados y menos escrupulosos para la conspiración y el cínico uso del control burocrático para hacer fraude.

Me imagino que los dirigentes “reformistas” no se atreven a decir claramente qué tipo de partido diferente al FMLN existente y qué definición ideológica diferente al comunismo-populismo quieren construir porque tienen miedo de perder la batalla – y perder todo, incluyendo los cargos en la Asamblea y las alcaldías. Es un círculo vicioso: por miedo de perder están librando una batalla tan tibia, sin decir adónde quieren llevar al partido y al país – y por ser tan tibios y por falta de claridad ideológica van a perder. Perderán no sólo la batalla por el control del partido, sino también (y esto es mucho más grave) se quedarán sin haber acumulado fuerzas, experiencias e ideas para la construcción de una izquierda democrática, deliberante, responsable y creativa.

Para hacer esto, los “reformistas” en el FMLN deberían ser más honestos y más audaces. Deberían dejarse de paja, enarbolar de un solo y sin rodeos la bandera de la socialdemocracia y pelear consecuentemente por ganar adeptos, dentro y afuera del FMLN. Ganen o pierdan la batalla por la dirección del FMLN, siempre habrán hecho algo valioso por la transformación del país. Habrán aportado a formar un contingente de mujeres y hombres decididos a romper con los dogmas y a tomar en sus manos las reformas que necesita este país y que ahora están bloqueados por el empate fatal entre las ortodoxias de derecha e izquierda. Si los “reformistas” en el Frente fueran serios y responsables, estarían ya preparando la última batalla contra los ortodoxos, dispuestos a cualquiera de las dos cosas: transformar profundamente (y no sólo de estilo) al Frente en un partido socialdemócrata o abandonarlo y ponerse a la cabeza de una izquierda socialdemócrata.

Soy soñador, pero no soy ingenuo. Sé que nada de esto va a pasar. Conozco a mis “reformistas” y por algo les pongo entre comillas: no van a romper su esquema conspirativo de la política. No van a decir en público lo que dicen en privado: que a la izquierda no queda otra política que la socialdemócrata. Por lo tanto, no van a avanzar los cambios en la izquierda. Más bien, seguirán siendo obstáculos. Hablar de cambios y no tener el valor de nombrarlas transparentemente es bloquear el cambio.

Están creando la ilusión del cambio, consiguiendo que nada cambie. No conciben romper con el dogma de la unidad que, administrado por los ortodoxos, no es sino una camisa de fuerza. Para el caso que ganen, prometen mantener la unidad, o sea están preparados a limitar el cambio en el FMLN a lo que es digerible para los comunistas. Para el caso que pierdan, también prometen mantener la unidad del partido. Denuncian que la dirección del partido está preparando fraude, y siguen prometiendo mantener la unidad del partido. Reciben amenazas de muerte, denuncian que provienen por parte de los ortodoxos dentro de su propio partido, y siguen jurando mantener la unidad. Sólo hay tres explicaciones: los “reformistas” o son masoquistas, o son tontos o... no son reformistas.
Creo que hay de todos en esta rara coalición anti-Schafik: masoquistas que les gusta el papel de víctima; tontos que no entienden a quien están enfrentados; farsantes que agarran la bandera de las reformas para usurparlas; e impostores que predican el cambio para que todo quede igual.
Y algunos quienes realmente están dispuestos a luchar por la creación de una alternativa. A ellos les deseo buena suerte. (Publicado en El Faro)