lunes, 27 de marzo de 2006

Discurso de un estadista que no fue

Últimamente, para escribir algo positivo, hay que recurrir a la ficción. Ni modo. Transcribo, a continuación, el discurso que el señor Presidente de la República, Elías Antonio Saca, no pronunció en la ciudad de Chalatenango, el día 22 de marzo. Por un momento, imaginémonos, que hubiera ido y hablado personalmente, asumiendo su rol de jefe de Estado, convirtiéndose –en un momento de crisis del presidencialismo salvadoreño- en estadista...

A continuación, el texto del discurso histórico que Tony Saca escribió para ir a Chalatenango, el día 22 de marzo de 2006. La versión auténtica y literal. Las diferencias entre la posición real de Tony Saca y esta versión del discurso se deben a que tuve que inventarlo.


“Estimados miembros de la familia Serrano; querido pueblo salvadoreño; señores expresidentes de la República, a los cuales yo solicité apoyarme en este momento histórico; señores miembros del Estado Mayor de la Fuerza Armada, a los cuales ordené acompañarme, porque aquí también voy a hablar a nombre de la institución armada de la cual soy Comandante en Jefe; señores firmantes de los Acuerdos de Paz de 1992 a quienes pedí personalmente presenciar este acto con el cual quiero cerrar un capítulo de nuestra historia de la cual ustedes han sido protagonistas; excelentísimos embajadores a los cuales invité como testigos, ya que la deuda que hoy quiero saldar también es con la comunidad internacional:

A nombre del Estado salvadoreño que represento como presidente de la República, y a nombre de la Fuerza Armada salvadoreña que represento como su Comandante en Jefe, me dirijo al pueblo salvadoreño para pedir perdón por los abusos, atropellos, crímenes que a nombre y bajo la responsabilidad del Estado y de la Fuerza Armada han sido cometidos contra ciudadanos salvadoreños durante el conflicto armado.

Muchos me han aconsejado no decir esta palabra: “Pido perdón”. Algunos me han aconsejado ni siquiera participar en este acto y dejar que algún miembro de mi gabinete hiciera las declaraciones requeridas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esto hubiera sido un acto de cobardía. Yo estoy aquí, no sólo para cumplir con algo que nos ordenara una Corte internacional. Estoy aquí para saldar una deuda del Estado salvadoreño con su pueblo y con la historia. Por esto, digo: “Pido perdón.”

Me han aconsejado, en concreto, mandar al señor canciller a que hable a nombre del Estado. Pero Chalatenango no es un país extranjero a donde se manda al ministro de relaciones exteriores. Y el asunto que hay que tratar hoy no es un asunto externo que El Salvador tiene pendiente con la comunidad internacional. Es un asunto interno. Por esto estoy aquí, el presidente de la República.

Hemos dicho miles de veces que lamentamos profundamente todos los hechos sucedidos durante el conflicto armado que imperó en nuestro país por más de 12 años y que afectó directamente a todas y cada una de las familias salvadoreñas.

Es cierto, pero no es suficiente. Más allá de lamentar, hay que asumir responsabilidad. Cada uno por lo que le corresponde. Por esto no estoy hablando de los atropellos en general, tampoco estoy hablando de los abusos a los derechos humanos cometidos por la otra parte beligerante en el conflicto. Hoy estoy hablando de los asesinatos, las masacres, los secuestros, las desapariciones, las violaciones, las torturas, los robos cometidos por y a nombre del Estado. Para estos abusos, como Presidente de la República pido perdón a las víctimas y sus familias.

Que nadie me entienda mal: No estoy diciendo que esta ha sido la conducta general que el Estado y su Fuerza Armada hayan tenido durante el conflicto. Pero hubo abusos que se han cometido a nombre de Estado, ejecutados por órganos de este Estado – y el Estado tiene que asumir su responsabilidad. Esto no resta nada al honor de nuestra Fuerza Armada, por lo contrario. Esto no ofende a los miles de soldados de nuestra Fuerza Armada que han cumplido su deber, muchos de ellos de manera heroica, muchos de ellos a costa de su propia vida.

Por lo contrario: No asumir el Estado su responsabilidad por los crímenes cometidos a su nombre pone en duda el honor de los soldados y oficiales que han actuado bajo la dirección del Estado y sus autoridades máximas.

Quiero aclarar otra cosa: Yo personalmente no me siento responsable de los crímenes por los cuales pido perdón hoy. Pero como presidente represento al Estado. Hay quienes últimamente me han señalado que mi actuación en el pasado proceso electoral haya sido dañino para la institución de la presidencia. Aunque yo no comparto esta crítica, tomo muy en serio la reflexión y el debate sincero sobre el rol que debe jugar un jefe de Estado. Tal vez sea esto lo que me ha impulsado a convertir este acto público, de una obligación frente a un organismo internacional, en un gesto de asumir, frente a todos ustedes, mi rol como jefe del Estado, tomando responsabilidad por los errores cometidos, pero también por conducir al país a un futuro de plena vigencia de los derechos humanos y por hacer el siguiente paso: un nuevo acuerdo nacional para superar la pobreza y la violencia.

Para lograr esto, la mesa tiene que estar limpia. Por eso estoy asumiendo responsabilidad por el pasado. Pero también por el futuro.

Cerrar un capítulo y abrir uno nuevo no significa olvidar. No estoy pidiendo a ninguno de ustedes que olviden los abusos que han sufrido en el conflicto armado. Tampoco estoy diciendo que nos olvidemos de los problemas que el país ha enfrentado durante el proceso electoral recién pasado. Si hubo problemas, hay que resolverlos fortaleciendo las instituciones de nuestra democracia. Si esto requiere reformas legislativas, comencemos a trabajar para hacerlas. Si esto requiere de reformas constitucionales que sólo serán posibles con el concurso de los dos partidos mayoritarios, comencemos a trabajar para remover los obstáculos.

Yo estoy aquí ante ustedes para remover, por lo menos, algunos obstáculos que provienen de nuestro pasado y que yo, como presidente de la República, puedo remover de manera unilateral. Termino con el llamado que cada uno hago lo suyo para remover los obstáculos que nos impiden resolver los problemas del país. Hay pasos que puede y debe dar cada uno, asumiendo su parte de la responsabilidad en el pasado y para el futuro. Habrá pasos que sólo podremos hacer juntos: los partidos, los sectores productivos, los ciudadanos.

Gracias."

(Publicado en El Faro)