jueves, 13 de diciembre de 2007

Dime quiénes son tus diputados y te diré quién eres

Ya es previsible que para ganar en 2009 los dos partidos grandes se verán obligados a cambiar su discurso. Todos van a decir que quieren una nueva forma de gobernar: más moderación, más concertación, menos polarización, más diálogo, gobernabilidad democrática y consensuada en vez de gobernabilidad pactada y comprada. Muy bien. Les voy a dar el beneficio de la duda cuando vea hechos. Si dicen querer cambiar la forma de gobernar y no cambian el tipo de personas que ofrecen como diputados, es paja. Con los que ahora ocupan las diputaciones en ARENA y el FMLN, no habrá otra forma de hacer política. Por más nuevas que sean las caras de los candidatos a la presidencia.

La pésima calidad de los diputados no es accidental. No es que los partidos se hayan equivocado. Es a propósito que los diputados de ambos partidos grandes son como son: mediocres intelectualmente; sin capacidad propositiva; sin capacidad de diálogo y de construcción de consensos. Los escogieron no para pensar y debatir, sino para obedecer y reproducir líneas partidarias.

Mientras no vea una propuesta legislativa del FMLN donde Hugo Martínez será el jefe de fracción; el doctor Eduardo Espinoza el presidente de la Comisión de Salud, el ex-diputado Héctor Córdova el vocero en asuntos fiscales, el doctor Fabio Castillo el hombre en la Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales, el renovador Francisco Jovel vicepresidente del Congreso, y donde vea incorporados como diputados a personas de la capacidad de un Roberto Rubio o de un Alberto Enríquez (ambos de Funde), Mauricio Funes puede seguir hablando de un cambio en la forma que el FMLN hace política, y no le voy a creer ni una sola palabra.

Igual, si no veo como dirigentes de la fracción arenera a personajes de la integridad, independencia intelectual y capacidad de concertación como Francisco Bertrand Galindo, Federico Hernández Aguilar, David Escobar Galindo, Federico Colorado, Evelyn Jacir o Elena María de Alfaro, me pueden poner como candidata a la presidencia a la Madre Teresa, y no voy a creer en un cambio en ARENA.

Obviamente, para ilustrar mi tesis, estoy usando nombres conocidos, lo que no significa que los diputados nuevos que se necesitan para llegar a una gobernabilidad consensuada no puedan ser caras nuevas. Por supuesto que sí. Con tal que no sean fotocopias de los prestanombres que ahora representan a sus direcciones partidarias en la Asamblea.

Alguien va a decir: ¿Pero cómo los partidos van a convencer a gente tan independiente y crítica como Elena María de Alfaro, Roberto Rubio, Francisco Jovel o David Escobar Galindo a convertirse en diputados? ¿Cómo va el FMLN convencer que a los que ha tratado tan mal que regresen a sus filas? Esto precisamente es el centro del problema. Mientras los partidos no logren convencer a estas mentes brillantes y exigentes que no quieren seguir con lo mismo, sino construir políticas públicas y formas de gobernar nuevas, nosotros como observadores o votantes tampoco nos vamos a convencer.

Si el FMLN no es capaz de incorporar en su estrategia de cambio a las cabezas críticas de la izquierda, mejor se queden de un solo con los diputados Salvador Arias, Humberto Centeno, Nidia Díaz, José Luis Merino. Entonces, ya sabemos a qué tipo de régimen político aspira el FMLN y no nos hagamos bolas con el nuevo discurso electoral…

Y si ARENA no es capaz de convencer a la Nena Alfaro, a Chico Bertrand o a don David que vale la pena convertirse en sus líderes parlamentarios, simplemente no habrá nada nuevo que esperar de ARENA…

Sigo escéptico, pero con gusto me dejaré sorprender. De paso se haría algo muy valioso para nuestra democracia: dar más valor, más fuerza, más autoridad ética e intelectual, más credibilidad al Parlamento. Y sobre todo: más capacidad de construir políticas de nación.
Nuestra democracia es presidencialista, no es parlamentaria. Prefiero los regímenes parlamentarios, donde los ciudadanos eligen a los diputados, y los diputados eligen al jefe de gobierno, formando coaliciones si un partido no alcanza la mayoría necesaria en el Parlamento para asegurar la gobernabilidad.

Nuestra Constitución es presidencialista y no vale la pena lamentarlo. Pero esto no significa que no se pueda y no se deba reforzar el Parlamento. Ningún artículo de la Constitución obliga a los partidos a tratar con tanto desprecio a la Asamblea Legislativa, nombrando como diputados a gente mal educada, mal preparada y mal intencionada. En cambio, si realmente quieren cambio, ahí es donde menos cuesta empezar, y donde todo el mundo entiende el mensaje.
Dime quiénes son tus diputados, y te diré quién eres.
(Publicado en El Diario de Hoy)