martes, 14 de septiembre de 2010

Tres puntos de divergencia con el presidente

En una reciente entrevista en el periódico español El País (Entrevista: Mauricio Funes Presidente de El Salvador" La gente seguirá yéndose a EE UU pese a masacres como la de México"), el presidente Funes hace tres afirmaciones reveladoras que requieren de un análisis crítico.

I. “Los grupos pudientes siguen sin caer en la cuenta de que, si no apuestan por este Gobierno, está en juego su propia sobrevivencia como clase empresarial.”

¿Cómo interpretar esta amenaza? La empresa privada, o me apoya, o se hunde. Si no se hunde en la crisis que se desata porque no apoyan a mi gobierno, el FMLN se encargará de hundir al país con su visión socialista. De la cual, en esta misma entrevista, tomo distancia. La última línea de defensa contra el socialismo del FMLN soy yo, Mauricio Funes.

Pero la verdad es que sin Mauricio Funes el FMLN no estaría ni cerca del poder.

Esta clase de ‘protección’ huele a extorsión: tú me das una ayudadita y yo me encargo que nadie te haga daño... O te arreglás conmigo, que soy bien educado, o tendrás que vértelas con los rufianes...

Una oferta de un gobierno abierto a buscar consensos no suena así. Un diálogo no parte de la exigencia de “apostar a este gobierno”, sino de la convicción de que en una sociedad abierta cada uno defiende sus intereses, unos desde el gobierno, otros desde la oposición, y muchos desde la autonomía de su sector.

Si queremos concertación y estabilidad, hay que abandonar actitudes como la que el presidente expresó en esta entrevista, o la que manifiesta su secretario técnico cuando dice: Les invito a que negociemos un pacto fiscal, pero si no lo tenemos en enero, lo hacemos por decreto. Si decreto quieren, que lo hagan y paguen solos el costo político del aumento del IVA y otros impuestos. Si quieren un pacto y que otros les ayuden a asumir el costo político, que se dejen de imposiciones y chantajes.

II. “Lo que se construye en las sociedades no es lo que se desea sino lo que es posible. El FMLN sigue empecinado en construir el socialismo del siglo XXI, que podrá funcionar -si es que ha funcionado- en Venezuela, pero no necesariamente tiene que funcionar en El Salvador.”

Una cosa es no impulsar políticas de transformación socialista porque uno piensa que no es posible. Otra cosa es no desear el socialismo. La diferencia que el presidente tiene con el FMLN es si es posible el socialismo. Funes dice que no, y en el Frente hay muchos que dicen que sí. O dicen: Hoy tal vez no, pero creamos las condiciones para que mañana sí. Pero la diferencia que la mayoría de los salvadoreños tenemos con el Frente (y con Funes) es si es o no deseable el socialismo. Para desmarcarse de Chávez y de Castro no es suficiente decir que lo que ellos hacen con sus países no es posible en El Salvador. Porque esto abra la posibilidad de decir: tal vez en otro momento. Lo que queremos escuchar del presidente es: Aunque fuera posible, no es deseable. Punto.

III.“Yo no he visto al partido ARENA -la derecha que ha mandado durante 20 años en El Salvador- pronunciándose en contra del paro o de la violencia. Las pandillas se han convertido en unidades de tarea, en sicarios al servicio del crimen organizado pero también de intereses políticos. Y la derecha se ve beneficiada desde el punto de vista electoral. Yo no estoy diciendo que ARENA financie a las pandillas, pero sí que hay una coincidencia de propósitos.”

Si el presidente no ha escuchado lo que dijo en voz alta la oposición es porque no estuvo en el país y no interrumpió su campaña de imagen en Los Ángeles cuando aquí, como dicen en el Norte, “the shit hit the fan”.

Ya estamos aburridos que el presidente de la República interpreta a cualquier acto contra la sociedad como resultado de una conspiración desestabilizadora contra él y su gobierno. Así fue su primera reacción cuando los pandilleros quemaron el bus de Mejicanos, y así es su reacción ahora que los mismos pandilleros paran al transporte y buena parte del comercio con amenazas de muerte. Los pandilleros son enemigos de la sociedad y del estado, y así hay que enfrentarlos. Que sus acciones tienen un efecto desestabilizador, es obvio. Así como lo tiene la incapacidad (o falta de voluntad) del gobierno de enfrentarlos y dar confianza a la ciudadanía.

Pero el presidente entiende que cualquier crítica y cualquier oposición también es parte de una estrategia de desestabilización. En vez de obligar a todas las partes de su gobierno a dar respuestas contundentes, con mensajes claros y acciones inmediatas, el presidente se dedica a viajar primero a Los Ángeles, luego a México, ahora a Miami y pronto a Cuba. Y en sus escalas en San Salvador se dedica a regañar a los medios, a la empresa privada y a la oposición, en vez de poner orden en su aparato de seguridad pública.

Así no, presidente. Tres intentos fallidos.

(Para los que quieren leer la entrevista entera: http://www.elpais.com/articulo/internacional/gente/seguira/yendose/EE/UU/pese/masacres/Mexico/elpepiint/20100912elpepiint_6/Tes)