lunes, 2 de mayo de 2011

Erradicar a dos partidos no erradica la enfermedad


Paolo Lüers

Lo que pone en evidencia la última sentencia de la Sala de lo Constitucional es la necesidad de una Ley de Partidos Políticos. Hay quienes ahora están bailando de alegría ante la posibilidad que desaparezcan el PCN y el PDC.

Algunos porque ingenuamente creen que con estos dos partidos desaparecerán 'la partidocracia', la corrupción, la gobernabilidad comprada, los chanchullos entre los partidos. Otros festejan porque calculan que sin la competencia del PCN y del PDC su proyecto GANA vuelva a oxigenarse y sobrevivir las elecciones del 2012.

Aunque nunca he encontrado algo positivo que decir sobre el PCN y su forma sucia de hacer política, y aunque al PDC siempre he guardado una distancia crítica, no veo ninguna razón de festejar su posible desaparición. Es cierto que son partidos con mucha tendencia de oportunismo e incluso corrupción, pero estos males no desaparecerán del mapa político-partidario eliminando al PDC y al PCN.

No sólo porque el favorecido será GANA que es mucho más oportunista y mafioso que PCN y PDC juntos. En estos dos partidos ahora amenazados de desaparecer del mapa, aparte de oportunistas y corruptos, hay muchos ciudadanos que quieren participar en política sin someterse a los dos partidos grandes. Entre ellos, hay mucha gente honesta. En cambio, GANA -que se volvería la única opción fuera de la dinámica bipartidista y polarizante del FMLN y ARENA- esencialmente está hecho de oportunistas, mercenarios y corruptos.

Pero no sólo es por el factor GANA que la desaparición del PCN y del PDC, sobre todo en esta coyuntura específica, no aportará nada a la renovación ética y moral de la política. La perversión de la política es estructural, no es característica de dos partidos. Para cambiarla, no sirve desaparecer partidos, sino hace falta una reforma del sistema partidario, mediante una reforma electoral consecuente y una ley de partidos que garantiza tres cosas: el pluralismo dentro del sistema político; la institucionalidad democrática dentro de cada partido; y un sistema transparente y democrático de financiar a los partidos.

Las reglas actuales son obsoletas y en parte contraproducentes. Favorecen a los partidos grandes; hacen casi imposible el surgimiento de partidos nuevos; y casi obligan a los partidos, sobre todo a los pequeños, al permanente chanchullo para sobrevivir.

Hasta el casi jesuita CD sucumbió ante esta lógica inherente al sistema. Es este sistema que está en crisis, y la sentencia de la Sala sólo evidencia y lleva al punto crítico un problema estructural, pero ni siquiera no visualiza ni mucho menos lo resuelve.

Tampoco es competencia de la Corte solucionar este problema, sino de la legislación, o sea de los mismos partidos. La actual crisis no se generó a raíz de la última sentencia de la Sala, sino a raíz de una mala legislación. La sentencia sólo trata de enfrentar los síntomas consecuencia de la incapacidad de los partidos y de la Asamblea de crear una legislación adecuada en materia de partidos. Ahora, sea cual sea la salida de los partidos y del Tribunal Supremo Electoral de esta crisis, no afecta en esencia la situación grave del sistema político-partidario.

No hay que tener esta ilusión. Si el TSE encuentra una forma de dejar vivos a los dos partidos, basándose en el amparo de la Sala de lo Constitucional que los dejó vivos luego de las elecciones del 2004, todo queda igual. No sería, como algunos interesados señalan, un desastre o un gran revés para la legitimidad del sistema. El daño ya está hecho y es histórico y estructural, vivan o no el PDC y el PCN. Y si el TSE ahora procede a anular al PDC y al PCN, con eso tampoco se compone el sistema. La enfermedad sólo se traslada a GANA.

En ambos casos no se toca el problema estructural que incluye a los dos partidos grandes. La verdad que hay que enfrenar es que la enfermedad que se quiere erradicar, afecta a todos los partidos, incluyendo FMLN y ARENA. O alguien me quiere decir en serio que dentro de los dos partidos grandes no existen las mismas prácticas de pactos oscuros, falta de transparencia, y cúpulas autoritarias que en los partidos que ahora quieren suspender...

Si la desaparición o la supervivencia de PCN y PDC de todas formas no marca una gran diferencia esencial, y si de todas formas (vivan o mueran PCN y PDC) el sistema no se compone ni reforma, entonces sí gana importancia la conveniencia política. Yo entiendo y admiro lo que la Sala dice: Nosotros no nos podemos regir por la conveniencia política, solo nos regimos por criterios jurídicos. Pero para el resto de la sociedad (los partidos, el TSE, la opinión pública) sí cuenta la conveniencia.

Si la desaparición de estos dos partidos sólo favorece electoralmente a GANA y políticamente al FMLN, y de esta manera altera las correlaciones de fuerzas en un momento preelectoral decisivo, entonces sí habría que agotar todas los recursos legalmente posibles para que PDC y PCN no sean eliminados de la contienda electoral. Suficientes alteraciones y perversiones ha sufrido el sistema partidario con la compra-venta de diputados en la actual legislatura... Estoy de acuerdo con la opinión del experto constitucional Francisco Bertrand Galindo que la sentencia no ordena al TSE que elimine a los dos partidos.

La Sala no puede ordenar esto. Le ordena iniciar el proceso de desinscripción. El resultado de este proceso sólo depende del TSE y de los argumentos jurídicos que pueden aportar los partidos afectados.

Políticamente sería más sano para la legitimidad del proceso electoral que participen todos los partidos. Si esto es jurídicamente posible, conviene más al país que sacar a dos jugadores a esta altura del juego. Pero repito: Lo importante no es qué pasará ahora con el PDC y el PCN, sino qué hacemos para erradicar al ganguerismo del sistema político-partidario y de todos los partidos. Esto sólo será posible con una reforma electoral profunda y una ley de partidos políticos.

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