jueves, 5 de octubre de 2017

Carta a los que anhelan un ‘Segundo Acuerdo de Paz’: No sean ilusos

Estimados amigos:
Ahora están diciendo que fue por culpa de la oposición que se frustró la misión del embajador Andión y el mandato del Secretario General de Naciones Unidas de generar un “acuerdo de nación”. Primero lo dijo Rubén Zamora y luego El Faro, en una nota que fue más cuento que reportaje.

Claro que ARENA puso reservas y condiciones. Así lo hicieron el FMLN y el gobierno. Claro que ninguno de los dos entró con mucho entusiasmo a este proyecto, sino más bien con escepticismo. Así la sociedad salvadoreña entera.

Esta iniciativa estaba condenada al fracaso cuando se comenzó a hablar de un “segundo acuerdo de paz”. Los Acuerdos de Paz del 1992 eran posibles porque estábamos en guerra y todos llegaron a la convicción que nadie la podía ganar. Ahora no estamos en guerra, por lo menos no en guerra entre derecha e izquierda. Y no es cierto que nadie puede ganar. Estamos ante dos elecciones cruciales, y alguien las va a ganar.

Los Acuerdos del 1992 tuvieron como objetivo erradicar el uso de la violencia para alcanzar o defender el poder; desmilitarizar al Estado; e incluir a la izquierda en un sistema político pluralista. Para cumplir esto, había que refundar la república, reformar la Constitución, y establecer nuevas reglas para el juego político.

Hoy no estamos ante la necesidad de refundar la República, y quien lo exige, lo hace con malas intenciones. Tampoco necesitamos reformar la Constitución. Urge cumplirla y hacerla cumplir. Ponerse la meta de producir un nuevo Acuerdo de Paz significaba de antemano que iba a fracasar.

También fracasó porque no nació de la ciudadanía, ni siquiera de una iniciativa conjunta de las fuerzas políticas. Nació en Casa Presidencial.

Fracasó porque dejaron afuera los dos principales problemas del país: la crisis fiscal, porque la delegaron a una mesa paralela con mediación del Banco Mundial; y la crisis de seguridad y violencia, porque el gobierno tuvo miedo que por esta vía iban a entrar al diálogo las pandillas, como principales protagonistas del problema. Mejor vetaron el tema.

Y finalmente, el diálogo fracasó porque se inició a destiempo, cuando el país estaba al punto de entrar en dos años electorales, que van a definir el rumbo del país. Hay que dejar que se defina en las urnas, no en mesas de diálogo. Una vez que la nueva correlación de fuerzas esté definida, es el momento de sentarse y llegar a acuerdos.

Tengan paciencia. Saludos,


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(MAS! y EL DIARIO DE HOY)