Ojala que estas elecciones se resuelvan
en primera ronda, este domingo. No sé si tengo el estómago para 6 semanas más
de campaña, con sus insultos, noticias falsas, bombardeos de anuncios y
canciones…
Todo está dicho. O sea, todo lo que los
candidatos están dispuestos a decir. Si van a una segunda ronda, ¿qué van a
decir que no hayan repetido mil veces? Bueno, los dos finalistas van a tratar
de seducir a los votantes de los partidos eliminados en primera ronda. Van a
detectar, de repente, muchas coincidencias con propuestas que durante meses
rechazaron, atacaron y ridiculizaron…
¿Habrá debates entre los dos finalistas?
Depende de quienes lleguen a la segunda ronda – y de quién viene con ventaja.
Si contrario a todos sus pronósticos Bukele llega segundo, será el primero en
pedir debate – no uno, sino tres o cuatro. Si llega primero, no habrá debate. Y
si llega tercero, los otros dos sí van a debatir – y esto podría valer la pena.
La otra incertidumbre: ¿Todos van a
reconocer el resultado de la prima ronda – o los candidatos que no ven
satisfechas sus expectativas van a pasar 6 semanas gritando fraude? Que lo
piensen bien, porque les puedo asegurar que quien arme un gran berrinche será
castigado por los votantes – en la segunda roda, si es que califique a ella, o
en las siguientes elecciones. Si no, pregunten a López Obrador, quien luego de
sus protestas masivas contra el supuesto fraude en el 2006 tuvo que aguantar 6
años luego, en el 2012, otra derrota –y esta vez asumirla sin berrinche- antes
de poder competir con éxito en el tercer intento y convertirse en presidente…
Aquí, el candidato ya tiene un año de
declararse víctima de bloqueos y fraudes, va a pagar, ahora en la primera vuelta,
el costo de este error de cálculo. Será una de las razones por las cuales no le
saldrán sus cuentas alegres.
Relajémonos.
Ya no hay nada que hacer, excepto ir a votar el domingo y esperar los
resultados. Y si no hay resultado final, reflexionar de fondo sobre cómo definir
la cosa en segunda vuelta. Ya que tercera no habrá, la segunda será la vencida.
O, quien quita, la primera…
Amigos: Escribo esta carta a los que están, como
yo, distanciados de los partidos, y quienes están entre no votar o, a
pesar de todo, votar por algún candidato.
Yo votaré el domingo por Carlos Calleja y Carmen Aída Lazo.
Aprovechando mi última carta antes de la veda electoral, voy a
explicar por qué. Votaré por ellos, a pesar de que a ARENA le tengo
mucho más crítica que simpatía. No me gusta cómo funciona este partido,
tampoco su dirección.
En mi criterio, buena parte del COENA es mediocre, sin capacidad de
convencer con argumentos y con creatividad; y otros son trogloditas
reaccionarios. No me gustó cómo se gestó el proceso de elección del
candidato presidencial. No me gustó la campaña interna de Carlos
Calleja, quise que ganara mi amigo Javier Simán. Pero tampoco me gustó
la actitud de los simpatizantes de Javier luego de haber perdido. No me
gusta la incapacidad de ARENA de enfrentarse a las partes oscuras de su
pasado. Y tampoco me gusta su intolerancia a la crítica y a
cuestionamientos, y su desprecio a los jóvenes con cabeza propia. Pero
una cosa es el partido y otra diferente sus candidatos.
Los candidatos, durante la campaña, llegaron a convencerme, primero
Carmen Aída Lazo y luego Carlos Calleja. Me sorprendió su apertura
frente a señalamientos francos, críticas y propuestas. Me impresionó su
manera de enfrentarse, día a día, a todo tipo de gente, la mayoría
humilde. Vi que ambos se dejaron tocar por la gente, sus problemas y
peticiones. El Carlos Calleja que conocimos al inicio de su campaña no
es el mismo de ahora. Sus preocupaciones y prioridades cambiaron.
Sigo pensando que ARENA necesita una radical renovación ideológica y
de sus métodos de organización, dirección y comunicación. No sé si
Carlos Calleja y Carmen Aída, desde Casa Presidencial, podrán empujar
esta renovación. Tendrán las manos llenas con limpiar y renovar el
gobierno.Los que estamos insatisfechos con los partidos, que somos la
mayoría, debemos seguir empujando la renovación de los partidos, o la
creación de nuevos que no nazcan con los vicios de los viejos, como
Nuevas Ideas. Pero para esto habrá tiempo, y hay que hacerlo con
paciencia e insistencia, gane quien gane la presidencia.
Pero mientras tanto, elijamos entre las cuatro fórmulas
presidenciales la mejor. Para mí son Carmen Aída Lazo y Carlos Calleja.
Para otros serán otros. Convirtamos nuestro voto en un mandato claro
para cambiar la forma de gobernar, para limpiar Casa Presidencial y el
gobierno entero de los mecanismos de corrupción, y para redefinir las
prioridades del gasto estatal, para que comiencen a solucionar de fondo
los problemas principales del país.
No
nos dejemos paralizar por lo difícil que es renovar los partidos, ni
mucho menos permitamos que la frustración y la impaciencia nos empujen a
un voto irracional y aventurero de castigo o venganza. No es un juego.
Luego veremos qué haremos con los partidos. Lo más probable es que yo,
en el 2021, votaré por diputados de Nuestro Tiempo. Pero ahora nos
toca escoger entre 4 fórmulas a quienes pensamos que formarán el mejor
gobierno. Votemos con cabeza fría.
Los periodistas, los políticos, y todos los que generamos opinión
pública tenemos que cuidar bien los términos que usamos para describir
eventos, porque muchas veces con solo utilizar palabras equivocadas,
cambiamos el significado de los eventos.
En los noticieros y en las notas de prensa sobre la actual crisis
constitucional venezolana están hablando de que el presidente de la
Asamblea Nacional Juan Guaidó “se autoproclamó presidente interino”.
También escuché que de repente hay dos presidentes, porque “el rival
político y opositor Guaidó se autoproclamó presidente interino”.
Seamos más precisos en las palabras que escojamos. Juan Guaidó no se
“autoproclamó” presidente. Lo que hizo es asumir la responsabilidad que
la Constitución dicta al presidente de la Asamblea en caso de ausencia
de un presidente legítimamente electo. En este caso, la Constitución
venezolana dicta que el presidente del Órgano Legislativo tiene que
encargarse del Poder Ejecutivo y convocar elecciones libres dentro de
un mes para restablecer el orden constitucional. Y no es Juan Guaidó
como persona —y mucho menos en su calidad de “rival de Maduro” o de
“opositor al régimen chavista”— quien determinó que Maduro no es
presidente legítimamente electo para otro período presidencial, sino la
Asamblea Nacional, el único órgano constitucional legítimamente
establecido en Venezuela.
Tampoco ha sido Juan Guaidó quien para asumir el Poder Ejecutivo de
forma interina invocó los artículos de la Constitución respectivos, sino
que ha sido la Asamblea Nacional, en cumplimiento de sus facultades
constitucionales.
En este contexto, hablar de que un “rival opositor” se autoproclamó
presidente de Venezuela, trivializa el serio problema que enfrenta ese
país. Y pinta una imagen equivocada. Juan Guaidó, aunque es miembro de
uno de los partidos opositores que en su conjunto en las elecciones de
2015 ganaron la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional, no es “rival
de Nicolás Maduro”. Es un diputado a cuyo partido Voluntad Popular,
gracias al acuerdo entre los partidos opositores sobre la rotación en la
presidencia de la Asamblea, le tocó asumirla para el último año de la
legislatura. Y le tocó a Guaidó porque el régimen de Maduro ha logrado
sacar de circulación toda las plana mayor de este partido: su
presidente, Leopoldo López, está cumpliendo una condena por haber
convocado las manifestaciones nacionales de 2014; y los que asumieron el
liderazgo, Carlos Vecchio y Freddy Guevara, tuvieron que exiliarse en
2015 y 2017, respectivamente, para no compartir la misma suerte. Los
tres, igual que los líderes de otros partidos opositores (Henrique
Capriles, Julio Borges, Henry Falcón, Henry Ramos Allup, María Corina
Machado…) son “rivales de Maduro” y serían posibles candidatos a la
presidencia, si se lograra convocar elecciones libres. Juan Guaidó no
tiene ningunas pretensiones de convertirse en presidente. Simplemente, y
a pesar del visible miedo a las consecuencias, asumió la
responsabilidad que la Constitución y su cargo como presidente de la
Asamblea Nacional le impone.
Siendo las cosas así, y no como sugieren los términos que tan
ligeramente se usan, hay que interpretar bien las decisiones que han
tomado los diferentes gobiernos del Hemisferio (y más allá de las
Américas) frente a la crisis constitucional venezolana. Los gobiernos no
han tenido que escoger entre dos presidentes, reconocer al gobernante
“de facto” Nicolás Maduro o al “autoproclamado” Juan Guaidó. No, los
gobiernos han tenido que escoger entre dos opciones: reconocer y apoyar
un régimen dictatorial ilegítimo, o apoyar el restablecimiento de la
democracia vía elecciones libres. Esta es la disyuntiva que enfrentaron
los presidentes de todo el mundo. La gran mayoría de los países,
reconociendo que fue legitimo que el presidente de la Asamblea Nacional
asumiera el poder interino, apostó por el restablecimiento de la
democracia en Venezuela mediante elecciones libres. Una minoría, a la
cual lamentablemente se inscribió el gobierno salvadoreño, optando por
reconocer y apoyar al gobierno de facto de Maduro, bloquea la única
salida posible y legítima: elecciones libres.
Habiendo dicho todo esto, queda claro que la crisis constitucional de
Venezuela no la podemos discutir como un problema más de la política
exterior de nuestro país. Nos plantea un desafío mucho más de fondo, y
exige a los dirigentes políticos (y potenciales presidentes) posiciones y
decisiones que tienen que ver directamente con la visión que cada uno
tenga del país, de la democracia y del compromiso con los Derechos
Humanos, el orden constitucional y el respeto a los poderes del Estado.
Quienes dudan en reconocer el derecho y el deber del parlamento de
aplicar la Constitución en caso que los demás poderes del Estado hayan
perdido su legitimidad, en Venezuela como en El Salvador, no deben
gobernar nuestro país. Por esto estamos exigiendo posiciones claras e
inequívocas a todos los candidatos a la presidencia y vicepresidencia.
No solo por solidaridad con los venezolanos, sino también para curarnos
en salud aquí en El Salvador.
La pregunta es: ¿Cómo actuaría aquí un
presidente a quien le tocaría gobernar con una Asamblea donde sus
adversarios no solo tienen mayoría absoluta, sino mayoría calificada que
les permitirá neutralizar cualquier veto presidencial?
En la discusión sobre las propuestas de los cuatro candidatos
presidenciales, el reclamo más frecuente es: Proponen cualquier cosa,
pero nunca dicen cómo financiarlo. Exigimos saber con qué dinero van a
pagar las escuelas nuevas. ¿De qué fondo salen los hospitales que van a
construir? ¿De qué ingresos, las medidas de seguridad y prevención?
Por supuesto, nadie tiene respuestas. Es que no puede haber
respuestas. El sistema de los fondos públicos no funciona así. No hay
una fuente específica para escuelas, otra fuente financiera para
hospitales y una tercera para la policía. Todos estos fondos provienen
de la caja central del gobierno, y todos los impuestos y otros ingresos
van a esta caja. Así lo dicta la Constitución. Hay algunas excepciones,
como los impuestos especiales para gastos específicos, pero los
constitucionalistas nos dicen que esto no puede ser la norma, sino la
excepción, y de forma temporal. No podemos crear financiamientos
específicos para cada rubro del gasto estatal.
Cuando dicen que van a recortar gastos de viajes para poder comprar
más medicina, o que van a suspender los seguros o vales de gasolina para
diputados y funcionarios para que la PNC pueda reparar sus vehículos,
son afirmaciones simbólicas, para no decir puro populismo. Los fondos
ahorrados no van a Salud ni a la PNC, sino van al fondo central del
gobierno y cualquier asignación nueva tiene que aprobarse en la Asamblea
como modificación a la ley de presupuesto.
Estamos haciendo las preguntas equivocadas a los candidatos. No hay
que preguntarles de dónde van a sacar el pisto para medicinas, uniformes
o bonos para policías y soldados, sino cómo proponen ellos sanear las
finanzas públicas. ¿Con qué medidas piensan aumentar los ingresos y
reducir los gastos del Estado? ¿Cómo van a hacer para que el presupuesto
general de la nación realmente sea reflejo de un plan de gobierno, en
el cual se priorizan correctamente los problemas a resolver?
Todo lo demás es paja. Paja de los políticos que no entienden la
problemática, o que nos quieren engañar con trucos como: Voy a aumentar
la recaudación tributaria y un día esto va a Educación; otro día va a
Salud; el tercer día, en otro discurso ante otro sector, va dedicado a
Seguridad.
O el truco del impuesto predial, que varios quieren implementar: un
candidato dice que el nuevo impuesto será para financiar proyectos de
infraestructura; y el otro afirma que será para financiar las
municipalidades. Sigue siendo paja. Lo que el futuro presidente necesita
hacer es revisar de fondo el gasto estatal con dos criterios: Primero,
¿qué realmente es necesario y qué es superfluo?, y segundo, ¿qué es
realmente prioritario, de acuerdo a un plan de desarrollo nacional?
Necesitamos líderes con la capacidad y la voluntad de priorizar y
focalizar los gastos estatales adecuadamente, en vez de seguir
distribuyéndolos con la regadera para que a todos les caiga un poquito y
nadie se sienta abandonado por el gobierno.
Así que, en los pocos días que faltan para las elecciones,
fíjense en quiénes son los candidatos dispuestos a priorizar y focalizar
los gastos estatales según nuestras verdaderas necesidades, y quiénes
son los que prometen un poquito a cada región y a cada sector social.
Los primeros son los visionarios y audaces, porque no temen tomar
medidas impopulares; los segundos son los populistas, quienes nunca van a
resolver ningún problema del país.
Faltan 10 días para las elecciones. Los programas de gobierno están
colgados en Internet. Muy pocos los habrán leído, pero todos escucharon
las propuestas emblemáticas de cada uno de ustedes. Casi todos tenemos
una idea del carácter de cada candidato, y todos sin excepción tenemos
una noción clara de por lo menos 3 de los 4 partidos que compiten: el
FMLN, GANA y ARENA.
Casi todo está dicho. Casi. Quedan muchas dudas, pero la duda más inquietante es: ¿Con quiénes van a gobernar?
Comparto esta duda y además creo que es la razón por la cual muchos aun no han tomado una última decisión por quién votar.
Los que están entre votar por Bukele o quedarse fiel al FMLN se
estarán preguntando: Si Hugo está hablando que va a corregir los errores
de los dos gobiernos del Frente, ¿quiénes van a ser sus hombres fuertes
en Casa Presidencial y los ministerios? Porque si viene con los mismos
comandantes y a misma gente de ALBA, ¿cómo va a gobernar diferente? Y si
quiere poner gente más joven, más abierta, más capaz, ¿de dónde los va a
sacar? ¿Va a llamar a personajes fuera del partido? ¿El partido le van a
dejar hacer esto? ¿Y quienes le van a aceptar la invitación?
Estas son las dudas frente al FMLN y Hugo. Pero los mismos sectores
tendrán dificultades similares para imaginarse un gabinete de Bukele.
¿Cuántos ministerios va a dar a GANA y otros corruptos? ¿Cuántos
funcionarios del actual gobierno se van a pasar con Bukele? Y si quiere
poner gente nueva, honesta, capaz, ¿quiénes serán, si solo pícaros lo
rodean y hasta la fecha nadie decente se ha dejado ver a la par de
Bukele? ¿Va a encontrar a profesionales competentes y confiables para
Salud, Hacienda, Seguridad? Porque si son los mismos de siempre, como
Walter Araujo y Guillermo Gallegos, este gobierno será un desastre…
¿Y Carlos Calleja? Él y Carmen Aída Lazo hablan de un ‘gobierno de
meritocracia’, incluso del ‘mejor gabinete de la historia’. Pero tampoco
nos han presentado nombres. Entonces, la gente se queda con la duda si
van a ver las caras viejas de ARENA en el gabinete. Mientras no digan lo
contrario, la gente se va a imaginar a Rodrigo Ávila en Seguridad,
haciendo lo mismo de siempre, pero esperando mejores resultados. ¿Vamos a
ver en el gabinete de Calleja a los que le fueron fieles en la
primaria? ¿O va a llamar a alguien como Juan Valiente, el ex diputado
que criticó al COENA? ¿Vamos a ver ministros con el mismo perfil de
Carmen Aída: jóvenes profesionales o académicos, competentes pero
críticos e independientes? ¿Hay empresarios jóvenes de la generación de
Carlos Calleja que estarían dispuestos a apartarse de sus negocios para
servir en el gobierno (y sin sobresueldos)?
Ya Calleja se atrevió a presentar a Carmen Aída Lazo como su
Secretaria Técnica, o sea darle el poder de coordinar el gabinete. Es un
buen inicio, pero no es suficiente para despejar las dudas.
En el caso de VAMOS la incógnita es total – con excepción de Luis
Membreño quien de repente apareció a la par de Josué Alvarado. El
problema es que Membreño ya tuvo ambiciones de entrar en el gabinete,
tanto de Funes como de ARENA…
Lo mejor sería que los candidatos nos revelaran algunas de sus
cartas. No necesitamos que nos presenten la lista del gabinete. Incluso,
sería sospechoso si sacarían de la manga esta lista, sin los
procedimientos transparentes de selección de funcionarios idóneos. ¿Pero
qué impide a los candidatos a decir: Aquí hay 6 nombres de personas que
me gustaría tener en mi gabinete, por su capacidad, su trayectoria, por
a confianza que darían a la ciudadanía y los inversionistas.
Si nadie nos da elementos para imaginarnos de sus posibles gabinetes,
vamos a tender a imaginarnos lo peor. Para cada presidente nos podemos
imaginar un gabinete de horror: Gallegos ministro de Seguridad de
Bukele; José Luis Merino ministro en el gabinete de Hugo (o de Bukele,
quien sabe?); alguien muy cercano a la familia Regalado y los azucareros
en Agricultura.
Si
no nos sacan de estas dudas, los optimistas vamos a votar por el
candidato de nuestra preferencia, a pesar de todo. Pero los pesimistas,
los escépticos y los más resentidos van a votar por nadie – o por el que
más grita.
Repito: Quien se atreva de despejar estas dudas, gana las elecciones.
Estimada Carmen:
Los ‘guerreros celestes’ de mil
batallas en redes sociales te pusieron ‘Betty la fea’. Pero no voy a
hablar de sus gustos, sino de su falta de decencia – y de inteligencia.
Cometen un tremendo error de cálculo: No saben que los salvadoreños, si
algo detestan, es la prepotencia. Se solidarizan con el ‘underdog’, el
‘outsider’, el ofendido – siempre cuando tenga agallas. No suelen
simpatizar con la arrogancia de los ‘ricos y famosos’..
La única manera que un ‘underdog’ puede
perder esta simpatía es cuando se hace la víctima y pasa quejándose, en vez de
pelear. Quien pone la cara, gana simpatía, y no importa que tan bonita o fea
sea.
Hay ciertas cualidades típicas de los políticos exitosos que no
tenés. Por ejemplo: No sos de teflón. Los ataques e insultos no te
resbalan, como a los políticos experimentados. No fingís que no te
duelen. A vos te duelen, sos vulnerable, y no lo escondés. Los
estrategas de campañas dirían que es una muy peligrosa debilidad. Pero
de hecho es una ventaja: Te hace humana. Mientras no te comportás como
una víctima llorona, tu vulnerabilidad es tu fuerza. Y si además lográs
que tus respuestas a los ataques e insultos, aunque las expresás
esforzándose a retener las lágrimas, sean de altura, ya ganaste…
Otra cualidad típica del político exitoso
es: Tener respuesta para todo. A vos no te cuesta decir: Habría que analizar el
problema y ver las soluciones. Porque vos sos analítica. Como académica sabes
que no se trata de saber todo, sino de saber cómo investigar para llegar a
respuestas.
Tampoco sos carismática. Vos no te parás
frente a una multitud y la hacés hervir de emociones. La hacés reflexionar. La
retás a pensar, no a gritar. Y a veces las multitudes no quieren pensar. Por
esto, nunca llegarás a presidente. Asumís, sin complejos, el papel de técnica.
Por muy importante que sea el liderazgo transmisor de visiones y rumbos, alguien
tendrá que garantizar que estas visiones se implementen de manera eficiente,
transparente, técnicamente correcta. Muchos suelen tener menosprecio a los
‘tecnócratas’, pero sin ellos las mejores ideas o visiones producirán
desastres.
Viendo todas estas tus deficiencias, de
repente uno llega a la conclusión que vos sos la verdadera ‘outsider’, ajena.
Por esto te atacan con tanta saña: Les estás disputando el rol de renovadores,
de gente ajena a las formas tradicionales de hacer política.
Tu mera existencia en la carrera es un
desafío complicado para los populistas. Mientras venden discursos que llenan a
política con emociones, vienes vos con un discurso que introduce racionalidad a
la política. De repente, ante el desgaste de la política tradicional, se
vislumbran dos opciones opuestas: la anti-política que apela a reacciones
irracionales, como el resentimiento y la venganza – versus el reto de
dignificar la política, haciéndola eficiente, transparente y centrada en los
resultados para los ciudadanos.
#DebateChallenge Esa es tu oportunidad, @nayibbukele. Si le ganas a @carmenaidalazo en un debate, sos presidente. Ella es el principal obstáculo a vencer. Con todas estas 'nuevas ideas' que tienes, ¿cuál es el miedo?
Este
debate, entre estas dos alternativas, estás planteando vos a Nayib Bukele. Por
supuesto no puede aceptarlo, sería demasiado arriesgado. Pero al no aceptarlo,
paga un costo posiblemente más alto. Parece irónico que la piedra donde al
final se topa su campaña es una mujer que en nada no corresponde al molde de
una candidata exitosa: carismática, cínica, fotogénica. Se topó con una pinche
técnica que e hace e #DebateChallenge…
El gran logro de los casos penales
contra Saca y Funes es que ya no nos queda duda sobre cómo y desde dónde
opera la corrupción: desde Casa Presidencial.
Por tanto, ya sabemos cómo combatir la corrupción: cortándole la
cabeza, el centro operativo, el puesto de mando – o sea cambiar de fondo cómo
funciona Casa Presidencial.
Saca y sus lugartenientes diseñaron un
sistema relativamente simple y sumamente audaz para robar cientos de millones
de dólares al Estado – y Mauricio Funes y sus lugartenientes (algunos siendo
los mismos de la época de Saca) lo heredaron y perfeccionaron.
Lo primero que se necesita para armar
esta operación: establecer la presidencia como centro único del poder
gubernamental. Armar en Casa Presidencial un sobre gobierno, junto con tus
lugartenientes incondicionales, dejando fuera de las decisiones y de toda
capacidad de control al Consejo de Ministros.
Entonces, para desarmar el esquema mafioso, lo primero que tiene que
hacer el próximo presidente es limpiar Casa Presidencial: desmontar el sobre-gobierno
ahí instalado, y volver a establecer la institucionalidad del Consejo de
Ministros.
Lo segundo que hizo el equipo de Tony: multiplicar
los fondos reservados a disposición libre de Casa Presidencial – fondos que
pueden gastar (y si quieren, robar) sin ninguna rendición de cuentas ni
auditoría. Para multiplicar la ‘caja negra’, establecieron un mecanismo
novedoso: asignaron a todos los ministerios partidas infladas artificialmente.
Estos fondos eran exclusivamente para reportarlas como ‘sobrantes’, para que
Hacienda los podía transferir (sin ninguna autorización de la Asamblea
Legislativa) a Casa Presidencial, engrosando la partida de ‘fondos reservados’.
De esta manera, Tony Saca logró aumentar su ‘caja negra’ por 240 millones de
dólares que se sumaron a las partidas originales asignadas a Capres. De estos
fondos (algo entre 300 y 350 millones de dólares) pagaron sus operaciones
políticas clandestinas (como por ejemplo financiar la creación de GANA), los
sobresueldos, etc. También pagaron gastos reales, como los de la Inteligencia
del Estado – y el resto se lo robaron y lo transfirieron a cuentas personales o
de sus empresas. El mismo mecanismo, con algunas innovaciones (un esquema de prestanombres)
lo usó después Funes.
Entonces, lo segundo que tiene que hacer el próximo presidente es:
erradicar las asignaciones ficticias en el presupuesto; prohibir cualquier
transferencia a Casa Presidencial sin aprobación de la Asamblea; y erradicar el
concepto de los ‘fondos reservados’. Todos los gastos tienen que ser auditados
– aunque algunas, como las de Inteligencia, no puedan ser públicos. Aunque los
mecanismos de la corrupción presidencial ya han sido revelados, el actual
gobierno no los ha erradicado del todo. Esto tocará al presidente que elijamos…
Todo este esquema de corrupción sistemática
dirigida desde Casa Presidencial solo pudo funcionar bajo la protección de un
manto de impunidad. Nunca hubiera funcionado con una Corte de Cuentas independiente
y profesional, ni tampoco con fiscales generales que no fueran parte de la trama.
Entonces, lo que el próximo gobierno tiene que promover son
acuerdos políticos y legislativos para reformar la Corte de Cuentas y el
Tribunal de Ética, y para fortalecer la Fiscalía General y Probidad.
Todos los candidatos a la presidencia y
vicepresidencia han hablado de la corrupción. Con más o menos credibilidad han
anunciado cómo piensan combatirla. Pero a la hora de firmar un compromiso
contra la corrupción, a invitación de docenas de universidades y organizaciones
cívicas, solo las fórmulas de ARENA y VAMOS se hicieron presentes y firmaron el
documento. El FMLN por lo menos mandó a Gerson Martínez, pero GANA quedó fiel a
su estrategia de ausencia.
Que
cada uno decida quienes son los candidatos que de hecho están dispuestos a
erradicar la corrupción cortándole la
cabeza: en Casa Presidencial. Con una presidencia sana, la corrupción
gubernamental no funciona.
Escribo estas líneas el 16 de enero 2019,
aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz. Para mi, este año no se trata
de una simple celebración de un evento que no solo puso fin a la guerra civil,
sino que abrió la puerta a la construcción de la democracia pluralista. Este
año, más que en cualquier otro de los 27 años que han pasado desde este evento
histórico, se trata de unirse para defender lo que a partir de este acuerdo de
nación logramos.
Nayib Bukele concentra su campaña en la denuncia
que todos los demás se están uniendo para bloquearle a él el acceso a la
presidencia. Por tanto, según él quedaría confirmada su tesis de que FMLN y
ARENA son lo mismo. Lo que no entiende es que estos dos partidos se están
uniendo para defender lo que juntos en Chapultepeque asumieron como
responsabilidad de construir y defender: la nueva República fundada en 1992,
basada en los Derechos Humanos, separación de poderes, pluralismo, libertad de
expresión, institucionalidad democrática.
Su tesis es falsa. El hecho que ahora el
Frente y ARENA se unan para defender lo construido a partir del acuerdo de
nación del 1992, no significa que sean lo mismo, ni borra sus marcadas
diferencias ideológicas y de materia de políticas públicas. Igual que el hecho que
garantizaron una alternancia pacífica e institucional en el 2009 no significa
que hayan hecho cómplices. Ahora se unen por responsabilidad histórica
compartida, porque de repente surgió una fuerza que desconoce lo construido a
partir de los Acuerdos del 1992, lo desprecia y lo amenaza con desmontar: Nayib
Bukele con su movimiento Nuevas Ideas.
¿Se han fijado en lo que dice el spot de
TV que vemos a cada rato de Bukele? Habla de “30 años de promesas falsas”. ¿Por qué habla de 30 años? ¿A que se refiere?
¿Qué pasó hace 30 años? ¿Cuál fue la promesa que se dio hace 30 años?
Hace 30 años arrancó en serio el proceso
de paz. Luego de años de promesas falsas de diálogo, en el 1989 al fin comenzó
la negociación real para desmontar la guerra. Esta fue la promesa de hace 30
años. Esta es la promesa que Bukele denuncia como falsa. Por esto él y Ulloa dicen
que la tarea de refundar la República, con una nueva constitución, todavía está
pendiente – y les tocará a ellos.
Para ellos los Acuerdos de Paz, firmadas
hace 27 años, no fueron un acuerdo de nación, sino un arreglo entre dos
partidos: FMLN y ARENA. Para ellos, lo que se aplicó y construyó a partir del
1992, no fue la voluntad de la sociedad expresada en un acuerdo nacional, sino
la repartición del poder entre dos partidos. Por tanto, desconocen lo
construido. Por esto, hablan con tanta ligereza de que Bukele, si fuera electo
presidente, marchara con el ejército y la policía a Asamblea Legislativa para que
deje de sabotear su proyecto político. Por esto, tiene tanto desprecio a
instituciones como la fiscalía y los medios de comunicación y su independencia.
Bukele y sus seguidores en Nuevas Ideas,
Cambio Democrático y GANA no se sienten comprometidos con los Acuerdos de Paz y
con lo que a partir de ellos hemos construido en el país. No se sienten parte
de este acuerdo nacional, y no lo van a defender.
Lo logrado en 27 años es deficiente. Pero
nosotros tenemos que decidir si lo queremos mejorar – o si queremos permitir
que lo destruyen para sustituirlo con recetas populistas que siempre llevan al
autoritarismo.
Celebrando
este mes el aniversario de los Acuerdos de Paz, el próximo mes hagamos lo
nuestro para defenderlos.
Candidato: El intento de copiar a Steve Jobs no
le funcionó. El legendario fundador de Apple inventó un estilo muy
propio de presentación pública de sus productos que se volvió parte del
mito de su marca – igual que su tecnología innovadora, su software
revolucionario, y su publicidad audaz. Su estilo es difícil de imitar,
como incluso su sucesor Tim Cook tuvo que darse cuenta.
¿Cuál es la esencia de este ‘estilo Jobs’ de presentación pública? Un
hombre solo en el escenario, acompañado únicamente de imágenes
digitales del producto que se está presentando.
Para que esto funcione, primero hay que tener un excelente producto
nuevo. El show, incluso si fuera bien hecho, sin un producto
revolucionario no sirve para nada.
Usted, joven Bukele, no tiene producto.
Con esto llegamos al tercer requisito de éxito: El producto tiene que
ser absolutamente acabado. Solo así funciona el truco: la fusión entre
el hombre inventor y su producto…
Usted, joven Bukele, presentó toda una ensalada de productos, ninguno
acabado, ninguno innovador. En vez de concentrarse en una, dos y tres
ideas fuerza, se dispersó con docenas de ideas, ninguna acabada.
Otro requisito, tal vez el más importante: El presentador tiene que
ser el autor, el inventor del producto. Lo que se presenta tiene que
ser 100% genuino, original, nuevo e innovador. Para poder venderlo como
SU creación, aquel hombre solitario en el escenario tiene que conocer
no solo el último detalle y aspecto de su producto, sino su esencia y
filosofía. La más mínima duda que ahí se puede haber copiado o reciclado
hace caer todo.
Esto es precisamente lo que le pasó a usted con su ‘reality show’ del
Plan Cuscatlán. Inmediatamente la gente se dio cuenta que el show no
era ‘live’, sino pregrabado; que no era un público real, sino un
público arreglado; que el candidato no dominaba el tema, sino usaba
teleprompter, y que cada rato había que parar la filmación y repetir
frases o bloques. Y el día siguiente aparecieron varias fuentes
señalando que muchas partes del Plan Cuscatlán no son originales, no son
de autoría suya, no son ni siquiera nuevas ideas, sino son pedazos de
artículos y documentos ajenos copiados. Un plan producido con el método
de copy-paste – método que en cualquier universidad inmediatamente es
detectado y sancionado.
El suyo fue un show chabeliado para presentar un producto chabeliado.
Resulta
que usted es nada más un (mal) imitador de Steve Jobs, que piensa que
copiando su método de presentación puede imitar el éxito del original.
Esto solo lo puede pensar alguien que nunca entendió nada de la
filosofía detrás del genio Steve Jobs y sus creaciones: originalidad,
autenticidad, y una obsesiva ambición de solo presentar lo que
verdaderamente podrá cambiar al mundo.
Jamás a Jobs se le ocurrió presentar sus productos a un auditorio
‘fake’. Para él, el reto era presentar sus creaciones al público más
exigente que existe: a los periodistas y analistas de tecnología, a los
gurús de la revolución digital.
Usted presentó su producto clandestinamente, en un escenario
alquilado por terceros bajo pretextos falsos; sin periodistas, sin
observadores, sin público crítico; ante unos cien ‘extras’ jugando el
papel de ciudadanos. Claro, un público atento y crítico se hubiera dado
cuenta que en el escenario actuaba un vendedor, no un creador de
ideas.
Usted no es ningún Steve Jobs, sino un pobre impostor que se
vio patético tratando de imitarlo. Menos caro le hubiera salido ir al
debate, enfrentar a los competidores y al público. Solo hubiera tenido
que fingir competencia unos pocos minutos, y no durante un largo
programa especial con un solo hombre hablando: usted. Mal cálculo.
Los debates entre candidatos son pruebas
de carácter, más que ocasiones para transmitir contenidos y propuestas. En los
debates, sobre todo cuando son de verdad, uno observa como los hombres que
quieren conducir el país se manejan bajo estrés, y cómo encaran la crítica y las
preguntas incómodas, en un ambiente que no pueden controlar y que puede
volverse hostil. El futuro presidente tendrá que enfrentar este tipo de
situaciones críticas con frecuencia, en escenarios internacionales y
nacionales. Tendrá que enfrentar conflictos con la oposición o con movimientos
sociales; huelgas, desastres y crisis regionales. Tiene que saber conducirse y
conducir en situaciones críticas y hostiles.
Esta capacidad de los candidatos es muy
difícil de medir, sobre todo cuando en sus campañas prefieren solo enfrentarse
al público en situaciones controladas, puestas en escena, coreografiadas. Los
debates ponen a prueba esta capacidad.
La manera más contundente de reprobarla es
no asistir.
Bukele no asistió al debate convocado por
la UES, y no participará este domingo en el debate televisivo organizado por
ASDER. No solo esto: Su vice Félix Ulloa no llegó a la cita de los
vicepresidentes con ASDER, y ninguno de ellos se dignó asistir al evento del
Colegio Médico, en el cual los médicos presentaron sus demandas a los
candidatos. Tampoco hicieron caso a una convocatoria que varias ONG hicieron a
los candidatos a nombre de la niñez salvadoreña.
Son candidatos ausentes. Esta ausencia extraña
en la recta final de una campaña también se manifiesta en los medios. Bukele y
Ulloa son los únicos candidatos que no se exponen a preguntas ni a entrevistas.
Prefieron monólogos. Incluso en los programas donde invitan a representantes o
voceros de las diferentes campañas para discutir ciertas problemáticas del
país, quedan vacías las sillas reservadas para GANA.
Lo mismo se refleja en los territorios.
Bukele solo se deja ver en pocos eventos totalmente controlados y
coreografiados para limitar el contacto directo con la población, incluso con
la propia militancia. Los otros candidatos diariamente se exponen a ‘baños de
pueblo’ en colonias, actividades casa por casa, mercados, buscando el contacto
directo con todos, incluyendo escépticos y adversarios. Por esto es que están
ganando terreno. Bukele rehúye este contacto y todas las situaciones que se
escapan del control y de la estricta escenografía de sus showmasters.
¿Qué hay detrás de esta ausencia
sistemática? Miedo a enfrentarse a riesgos, desafíos, y preguntas incómodas. Detrás
de este miedo: inseguridad. Pero también la inmensa arrogancia de alguien que
no cree en debates, en intercambios de ideas, en concertaciones, en la
necesidad de escuchar. Prepotencia e inseguridad son una mezcla fatal.
Muchos quieren explicar la ausencia de
los candidatos como la estrategia adecuada de quienes creen que están ganando.
La lógica: ¿Por qué exponer a los candidatos a cualquier riesgo (en
entrevistas, en debates, en eventos territoriales no controlables), si ya
estamos ganando? Entonces, ven la ausencia como muestra de fuerza. Yo la veo más
bien como muestra de pánico. Comienzan a ver que el globo se está desinflando –
y no saben cómo pararlo. La mejor prueba de eso es el intento fracasado de
corregir en un fin de semana el error de no haber construido a tiempo su
aparato de defensa del voto y apoyo logístico para el ‘Día D’. No saben ellos cuánto le está costando este
error, precisamente con las bases del FMLN que ya estaban al punto de enamorar.
Las bases del FMLN saben qué es organización territorial, sectorial y local,
saben cuánto cuesta y saben cuánto vale. Organización es parte de su ADN. Observando
a Nuevas Ideas haciendo política como
unos principiantes que no entienden, sino más bien menosprecian la organización
popular, y que no saben moverse fuera de las redes sociales, estas bases
históricas de la izquierda comienzan a perderle el respeto a Bukele – y se les
esfuma la expectativa de que este nuevo partido Nuevas Ideas podría ser la nueva izquierda, sustituyendo a un
Frente desgastado. Pero estas bases de la izquierda, por más que estén
frustrados con el FMLN y quisieran castigarlo, lo que menos soportan es el
menosprecio a la gente que comienzan a detectar en Bukele, en su ausencia y en
su arrogancia.
Igual los jóvenes, sobre todo los que se sienten rebeldes e
irreverentes. Tal vez son vulnerables que les den paja, pero a la vez
tienen un detector infalible de prepotencia. Estas alarmas ya están
activadas, tanto en las bases de la izquierda, como en los jóvenes. Y
por esto la campaña de Bukele se está desinflando.
Estimados
amigos:
Hace 10 años, el martes 13 de enero 2009, salió la primera de mis “Cartas de
Paolo”. Salió en el MAS. Ya tuve varios años de escribir mi Columna Transversal
para El Diario de Hoy, y queríamos crear un formato propio para el MAS: una
columna menos analítica, más directamente al grano, más provocativam más “de
calle”…
Fue hasta abril del 2010 que las ‘Cartas de Paolo’ también
aparecieron en El Diario de Hoy, y poco a poco se fueron transformando:
siempre polémicas, siempre al grano, pero con más contenido analítico o
reflexivo, más largas. La verdad, extraño las versiones más cortas,
aunque requieren, contrario a lo que uno podría pensar, mucho más
trabajo y arte…
La primera Carta de Paolo en MAS
Las cartas comienzan a reproducirse en El Diario de Hoy
Con la que están leyendo hoy, la número
1533, mis cartas cumplen 10 años de vida y forman parte de la cultura nacional.
He criticado a mucha gente, a algunos de manera demasiado dura, a otros de
manera demasiado condescendiente. Donde me he equivocado, pido disculpas a los
afectados, pero sobre todo a ustedes, los lectores.
Una
columna con este estilo controversial siempre sale bajo el riesgo de
cometer injusticias. Pero el error imperdonable sería callarse por miedo
a meter la pata.
Un día 10 de enero como hoy, pero del año
1981, llegué a El Salvador. Cumplo 38 años de vivir y trabajar aquí – ya más
que los años que pasé viviendo en Alemania.
Este mismo día, el 10 de enero 1981,
estalló la guerra que durará 11 años. Se anunció con unos bombazos en el
cuartel San Carlos, a dos cuadras de la casa donde con otros periodistas
estuvimos esperando el inicio de la ofensiva. En el avión me habían advertido
que a las 5 de la tarde iba a comenzar la guerra, cosa que por supuesto no la
creí – hasta que utualito a esta hora empezó a temblar la colonia Laico.
Este día cambió la historia del país – y
ciertamente la mía. De repente me encontré en medio de una guerra, con balas y
muertos de verdad, una guerra que comencé a acompañar como observador, pero que
pronto me arrastró como un remolino en corrientes cruzadas de agua. Lo más
violento que había visto como reportero y fotógrafo habían sido manifestaciones
donde estudiantes y antimotines se agarraron a palos – pero el 11 de enero 1981
ya me tocó tomar fotos de muertos en combate, y de cadáveres que en sus manos
tenían naipes, los “calling cards” de un escuadrón de la muerte. Poco después
tomé la decisión de unirme a la guerrilla.
Cuando 11 años después pusimos fin a esta
guerra, decidí quedarme y ser partícipe de la reconstrucción del país y de su
tejido social. ¿Qué sentido tiene aguantar la guerra, si luego uno no disfruta
de la paz, de la libertad, de los retos que plantean?
Hoy, 38 años después, todavía me topo
(sobre todo en las redes sociales) con algunos que me niegan el derecho de
opinar y participar en la política del país en el cual he pasado una vida
entera luchando, trabajando, haciendo familia, educando a mis hijos, ejerciendo
mi oficio, debatiendo. Callate viejo, ni sos de aquí… Me dan risa. Muchas veces
no tienen ni la mitad de años de vivir en El Salvador que yo. Lo que se
construyó en la guerra y en la paz les parece un sistema obsoleto, poco cool,
nada sexy, deficiente, aburrido, lo mismo de siempre. Te dicen en la cara que
todas estas luchas no cambiaron nada, no lograron nada – y que Bukele tiene
razón de querer botar este sistema y refundar la Patria.
Pero esto no va a pasar. Somos demasiados
los que sí hemos vivido la guerra y aprendido sus lecciones. Somos demasiados
que nos recordamos de los tiempos cuando por una broma o una canción te podían
detener o incluso matar. Son demasiados también los jóvenes que, aunque hacen
uso de la libertad de criticar y protestar, no se compran el discurso anti
político y anti sistema – mucho menos de un hijo de papi, que nunca tuvo que
arriesgar nada en su vida.
Por
esto no me afligen los fanáticos. En 38 años he venido a conocer a mi gente. Joden,
pero no se dejan joder. Pueden dejarse engañar, pero no dos veces por los
mismos. Defienden lo conquistado.
Voy a hacer lo que normalmente no se
hace: dar mi pronóstico para las elecciones presidenciales. ¿Por qué? Porque no
son tiempos normales. Demasiadas fantasías.
ARENA/PCN/PDC: 1,400,000 votos – 50%
FMLN: 600,000 votos – 21.43%
GANA: 740,000 votos – 26.43%
VAMOS: 60,000 votos – 2.14%
Total: 2,800,000 votos – 100%
Esto significa que Calleja puede ganar en
primera vuelta, o tendrá que ir a una segunda contra Bukele. Pero viendo estos
números, también ganaría en segunda vuelta.
En la segunda vuelta, el resultado
dependerá principalmente de los votantes del FMLN y de VAMOS, los dos que quedarían
afuera. Incluso si todos los votantes del FMLN votaran por el candidato de
GANA, este solo llegaría a 1.34 millones de votos. Lo más probable es que la
mitad de los votantes del FMLN se queden en casa, que una porción muy pequeña
vote por ARENA, y que el resto vote por Bukele. Démosle otros 300 mil votos extra
a Bukele…
En el caso de VAMOS, estimo que un tercio
de sus votantes se quedará en casa, un tercio votará por Calleja y el restante
tercio por Bukele. Démosle otros 20 mil votos a Bukele. Entonces, el cuadro
sería así:
Bukele: 740,000 + 300,000 del FMLN = 20,000 de VAMOS = 1,06 millones = 42.23%
Calleja: 1,400,000 + 30,000 del FMLN + 20,000 de VAMOS = 1.45 millones = 57.77%
Con solo 2.51 millones de votos tendríamos
la participación más baja en un segunda vuelta en la historia, debido a la
abstención masiva de los votantes del FMLN.
Si calculamos que este número de
abstenciones será compensado por unos 300 mil ciudadanos que no votarán en la
primera ronda, pero sí querrán votar en la segunda, el número total de votantes
llegaría otra vez a un poco más de 2.8 millones. Es razonable asumir esta
cantidad, ya que tradicionalmente hay un 10% adicional votando en la segunda
ronda de las presidenciales. Solo que esta vez el total no subiría, debido a
los votantes de Frente que no quieren votar ni por ARENA ni por GANA.
Incluso si el 100% de voto nuevo se
inclinara por Bukele, no sería suficiente para igualar o superar el voto de
Calleja. El
cuadro probable para la segunda vuelta sería más o menos así:
Calleja: 1,400,000 + 30,000 del FMLN + 20,000 de VAMOS + 100,000 votos nuevos = 1.55 millones = 55.16%
Bukele: 740,000 + 300,000 del FMLN + 20,000 de VAMOS + 200,000 votos nuevos = 1,26 millones = 44.84%
¿Estos números son realistas? Bueno, no
menos realistas que las cuentas alegres que sacan Bukele y sus propagandistas. Ellos
basan sus números en las encuestas. Yo baso los míos en los resultados de las
últimas elecciones legislativas de marzo 2018, en las cuales la suma de votos
para ARENA+PCN+PDC llegó a 1.24 millones, y para el FMLN a 569 mil. Para la
primera ronda calculo que la alianza ARENA/PCN/PDC solo tendrá un aumento
modesto de 160 mil, tomando en cuenta que la participación en elecciones presidenciales
siempre es más alta que en legislativas.
Por la misma razón calculo al FMLN un
aumento, aunque sea muy modesto, poniéndole 600 mil votos. Detrás de esto está
el análisis político que, aunque es cierto que la fuerza electoral de GANA/Bukele
ha crecido muy rápido, fue a costa del FMLN, pero que esta hemorragia se ha logrado
parar a partir de la candidatura de Hugo Martínez. Mientras tanto, los partidos
de la derecha, aunque no han crecido sustancialmente, se han mantenido. Para
que Bukele gane, el FMN tendría que colapsar totalmente, y además GANA tendría
que quitarles masivamente votos a ARENA, PCN y PDC.
Las
golondrinas basan sus pronósticos en su monitoreo de las redes sociales, y yo
en el monitoreo del trabajo territorial de las diferentes campañas. Pronto
veremos quien hizo cuentas alegres.