lunes, 5 de abril de 2004

Gobierno desnudo

Lo nuevo no es que tendremos otro presidente arenero, esto ya hasta aburre, sino que ahora tendremos, por primera vez, un presidente comunicador. Por lo menos, un comunicador como presidente.

Como soy periodista, lo considero un paso positivo. Normalmente los gobernantes son abogados, y no sirven mucho. De repente nos tocó un filósofo, y tampoco.... Entonces, me parece positivo que el próximo sea comunicador. Sobre todo tomando en cuenta que el actual presidente se destacó por haber llevado a un nivel impresionante la falta de transparencia y eficiencia en las comunicaciones gubernamentales. Lo que no es extraño, ya que entre su currículum laboral se encuentra que fue secretario de comunicaciones del presidente que lo precediera, pero con tan mal desempeño que a los meses lo sustituyeron. (Lástima que en este país no toman mucho en cuenta el récord laboral para la selección de candidatos a presidente, ni en la derecha ni en la izquierda).

Ahora tendremos a un presidente con trayectoria exitosa en los medios y quien además ha mostrado en su campaña que es un gran comunicador. La campaña ya pasó, y hay que gobernar. Gobernar y comunicarse con la gente resulta difícil. Sé de pocos gobernantes que han sabido conciliar el poder con la transparencia. Lo más fácil es caer en la trampa de la propaganda, confundiendo información con publicidad. Así como lo estuvo haciendo Francisco Flores (igual que sus antecesores) durante años, abusando de permanentes auto elogios; y así como lo hacen, a menor escala pero de igual vergüenza, los alcaldes del FMLN con su campaña "Somos buen gobierno". Lo que es una aberración en si. ¿Quién aguanta a los compañeros de trabajo o de deporte que siempre hablan que son los mejores? Nadie. Entonces, ¿Por qué aguantamos esta fanfarronería a nuestros gobernantes?

Me tomo la libertad, entre colegas comunicadores que somos, de pedir a Tony Saca que dé un viraje a las comunicaciones gubernamentales. Un viraje radical. Creo que si alguien lo puede hacer es un hombre como Saca. Quién con toda la frialdad, siendo el candidato del partido que lleva 15 años gobernando el país, le arrebata la bandera del cambio a la oposición diciendo "¿cuál cambio? El cambio soy yo...", y logra que la gran mayoría de la gente le crea y le confíe. O es un genio de propaganda, o realmente está convencido que el país necesita cambios y que él los puede producir.

Partamos que sea lo último. Por aquello del beneficio de la duda, y además porque parece obvio que si Saca no cumple con la promesa de cambio, la próxima vez a ARENA no le salva ni Schafik.
Los cambios que necesitan las comunicaciones gubernamentales son radicales. Alguien tiene que iniciar este proceso, ¿por qué no Saca con este mandato tan poderoso que le dieron las elecciones?

En términos generales, hay que dejar de confundir información con propaganda, estado con gobierno, y gobierno con partido. En la democracia, la información es el arma que da poder al ciudadano: poder de decisión, poder de elegir, poder de criticar, poder de influir o sustituir al gobernante. El gobierno no tiene ningún derecho de hacer propaganda para convencer a sus ciudadanos de su labor. Esto le toca al partido que quiere reelegirse, pero no al gobierno que maneja fondos públicos. Propagar obras gubernamentales significa usar fondos públicos para manipular al público, o sea al dueño de estos fondos.

Información es otra cosa. Y es lo que menos difunden los equipos de comunicación de los ministerios, de la presidencia, de las dependencias estatales.

No confundir el estado con el gobierno, ¿a qué me refiero? Es un escándalo que hasta los entes de servicio del estado, como ANDA, CEL, CEPA y el Seguro Social firmen sus comunicados con el sello "Gobierno del Presidente Francisco Flores". Primero, es el Gobierno de la República y no del gobernante. Y sólo así debería firmar. Segundo, el Seguro Social es parte del estado, pero no del gobierno. Sus obras, si las hay, las hemos pagado los cotizantes, no el gobierno.

Saca debería erradicar, desde un principio, todas estas aberraciones. Que ya no haya cadenas nacionales siempre y cuando el presidente quiera opinar, sino exclusivamente para casos de emergencia cuando es esencial que la ciudadanía obtenga, de manera inmediata, cierta información vital. Que nunca se use el término "Gobierno del Presidente Tony Saca". Que nadie ponga a las instituciones estatales en función de difundir opinión. Que se disuelvan los incontables departamentos de comunicación o de prensa en los ministerios y dependencias estatales. Que se cree una institución centralizada y altamente profesional de prensa que se dedique a facilitar a los medios de comunicación y a los ciudadanos el libre acceso a toda la información estatal. Que se rompa de una vez por todo con la tradición, ahora todavía en práctica, que todas las contrataciones importantes para las oficinas de comunicación pasen por el filtro de personajes dudosas como Waldo Chávez y Marvin Galeas. Que más bien se contraten los mejores profesionales. Que la transparencia e imparcialidad de esta oficina esté supeditada a supervisión parlamentaria. Que el gobierno y todas sus dependencias reduzcan a un mínimo sus presupuestos para pautar espacios en los medios, ahorrando así millones de dólares de fondos públicos, y al mismo tiempo evitando la permanente distorsión de la opinión pública. Que se redacte una ley de información pública que prohíba la utilización de fondos públicos para influir la opinión pública, que obligue al gobierno a dar libre acceso a toda la información en su poder excepto en casos contemplados por la ley.

¿Suena utópico? Si, pero esto precisamente es lo más triste, ya que para hacer todo esto lo único que se necesita es voluntad. Entiendo perfectamente que hay muchas cosas que se pueden pedir a un gobierno que son utópicas porque no hay como costearlas. Pero los cambios que aquí pido no cuestan más sino mucho menos que todo el actual aparato de comunicación que el gobierno mantiene.

Un gobierno dispuesto a entrar en serio en la ejecución de obras sociales, no tiene nada que temer si deja que hablen los hechos. Las clínicas, las carreteras, las escuelas, las viviendas se ven. No hace falta publicitarlas. La gente, los usuarios, pueden evaluar las obras, no necesitan que se contraten agencias de publicidad, tiempo de televisión y campos pagados. Las agencias de publicidad que trabajen para campañas comerciales o electorales. El gobierno no necesita publicidad sino transparencia. O más bien, los ciudadanos no necesitamos un gobierno envuelto en empaque publicitario, sino un gobierno lo más desnudo posible. (Publicado en El Faro)