lunes, 29 de marzo de 2004

Cuando ladra y mueve la cola, se supone que es chucho

Los editores de El Faro me informaron que Mauricio Funes les solicitó espacio para hacer uso de su derecho de respuesta a las críticas hechas a él en esta columna. Entiendo que en esta edición de El Faro saldrá un artículo (el cual desconozco) con aclaraciones de Mauricio Funes. Tiene todo el derecho del mundo de responderme y de corregirme.

En una entrevista publicada en El Diario de Hoy del 25 de marzo, Funes cuenta a Lafitte Fernández que él no contrató a ninguna empresa de encuestas para el 21 de marzo y que la contratación estaba al cargo del gerente general del canal. Muy interesante detalle desde las entrañas de una empresa mediática, pero irrelevante para el caso. No hice en este espacio ninguna afirmación sobre quien contrató, simplemente porque no tengo ni tenía por qué tener conocimiento de esto. Tampoco sé ni me interesa saber quién contrata a los reporteros de un noticiero; sin embargo, si cometen errores graves, voy a criticar al director del noticiero, no al jefe de personal o al gerente general.

Además, Funes declaró a El Diario de Hoy que la encuesta en cuestión (la tal encuesta "boca de urna" que él difundió a las 5:35 p.m. dando 49% a Schafik Hándal), no fue realizado por el Centro de Opinión Pública (COP) de la Universidad Francisco Gavidia, sino por una empresa mexicana llamada Sencom. No puedo ni tengo por qué cuestionar esta información. Obviamente, Mauricio Funes sabe mejor que yo quién le hizo esta encuesta y esta mala broma de declarar a Schafik Handal ganador en la primera vuelta.

Pero siendo así, la cosa se enreda aun más. Normalmente un medio identifica sus fuentes, ya que siempre se gana credibilidad con una fuente identificada. A veces hay razones para no identificar una fuente, por ejemplo si es alguien quien corre peligro de represalias al identificarse. En el caso de una encuesta, es difícil imaginarse por qué un medio prefiere no identificar su fuente, sobre todo en el caso de una encuesta al final de una jornada electoral de mucha importancia y cuyos resultados están en conflicto con todos los datos manejados por otros medios, o sea, por la competencia.

Dejar bien claro la autoría de la encuesta sería una manera de por lo menos no asumir solo la responsabilidad, en caso que esta encuesta resulte equivocada.

En este sentido, no entiendo por qué el Canal 12, al presentarse la mencionada encuesta, jamás mencionó a la empresa mexicana. Por lo contrario, en este justo momento se insertó en la pantalla un cintillo de la Universidad Francisco Gavidia. En ese contexto, si el conductor Funes no dice quién hizo la encuesta que está dando a conocer y al mismo tiempo aparece un cintillo de una universidad que maneja un instituto de encuestas, ¿qué conclusión voy a sacar? Que estoy viendo los resultados de una encuesta de la Gavidia.

Si en el súper veo una botella cuya etiqueta dice Flor de Caña, la voy a tomar pensando que es ron. Si esta bebida me causa vómito, de nada me sirve que después me digan en el súper: mire, no fue ron, sino alcohol industrial con sabor a ron, y de todas maneras, este contrato de adquisición lo firmó nuestro gerente de compras…

Había otra pista falsa en este enredo. En la mañana, Mauricio Funes hizo una especie de llamado al público para que colaboraran con los estudiantes que estaban realizando una encuesta para el Canal 12 en los centros de votación. Me imagino que son los mismos estudiantes que Funes menciona en la entrevista con Fernández, cuando cuenta: "yo tenía que dar una colaboración (a la firma mexicana de encuestas, Sencom)… La única colaboración que me pidieron es que consiguiera un grupo de estudiantes que, cumpliendo el servicio social, se convirtieran en sus encuestadores".

Esto nos lleva a otra problemática: Cualquiera que mínimamente entienda de encuestas sabe que una de las fuentes más peligrosas de error es el personal de campo sin experiencia práctica y sin capacitación adecuada. Como conductor de un programa prestigioso de noticias no daría mi cara para una encuesta de boca de urna realizada por estudiantes inexpertos que están cumpliendo horas sociales, es decir, trabajando de choto. Mucho menos sabiendo que en el país existen varios institutos que ya disponen de un cuerpo bien capacitado de encuestadores.
Y ahí estamos en el punto realmente crítico de todo este enredo: ¿Cómo es posible que un conductor de la estatura de Funes no haya por lo menos relativizado los datos de esta encuesta, sabiendo que fue realizada por estudiantes inexpertos y que tenían problemas para desempeñar su trabajo en los centros de votación, sabiendo que el 50% de los entrevistados no habían respondido, y sabiendo que otros medios manejaban datos no sólo diferentes sino inversos? Nada de las declaraciones que da Funes en El Diario de Hoy explica esto.

¿Que fue el gerente general del canal que contrató la encuesta?… La puede haber contratado Su Santidad el Papa, pero esto no obliga al periodista a cargo del programa a presentar los resultados sin cuestionarlos, sin relativizarlos. ¿Qué hace un periodista cuando hay información confusa o contradictoria? Citar todas las fuentes disponibles, identificar cada fuente con precisión, comparar los diferentes datos. No asumir como propio y verdadero ningún dato mientras no se resuelven las contradicciones. Punto. Nadie exige al periodista que sepa todo.
Dar a conocer un resultado inverso cuando cualquiera que observaba los comicios con los ojos abiertos y la mente despejada de partidismo podía ver al mediodía quién estaba ganando es grave para un canal de televisión.

En todo el mundo las elecciones no sólo son carreras entre partidos y candidatos, sino al mismo tiempo entre los medios que las cubren y que tratan de ser los primeros en tener los números correctos. Bueno, en El Salvador la derecha ganó ambas carreras. Mientras Funes todavía tenía su encuesta de boca de urna diciendo que Schafik ganaba con gran diferencia, TCS transmitía en vivo los primeros conteos rápidos, anunciando la clara tendencia de una victoria en primera vuelta de Tony Saca. Los canales con cierta apertura hacía la izquierda andaban igual de perdidos que algunos dirigentes del FMLN que todavía estaban cantando victoria cuando el resto del mundo ya sabía quién había perdido en grande.

Obviamente, se creyeron la propia propaganda que durante meses rezaba que TCS sólo propagaba mentiras. Y obviamente estaban viendo y haciendo caso a Mauricio Funes.

No sé qué pretende Mauricio Funes con sus aclaraciones. Se va por la periferia, hablando de quién contrató a quién, pero no habla de lo esencial: de la responsabilidad del periodista de manejar con transparencia las fuentes y los datos, sobre todo cuando son contradictorios. Esta responsabilidad es del periodista, no la podemos delegar a ningún gerente. Los gerentes contratan, esto es su oficio. Los periodistas manejamos datos y opiniones, y cuando fallamos, no nos podemos esconder detrás de ningún gerente, director o dueño.

PS: Prometo que la próxima columna no tratará ni de elecciones, ni de Mauricio Funes, ni de chuchos
(Publicado en El Faro)