lunes, 8 de marzo de 2004

¿Dirigentes reciclados o nueva clase política?

Oscar Picardo Joao, en su columna del 25 de febrero en La Prensa Gráfica, expone “Siete tesis sobre el centro político”, siendo la principal que “el país tendrá que esperar un nuevo liderazgo (…) para que resurja un centro que (…) no integre en sus filas a políticos frustrados, desencantados, desgastados o convertidos…” Y una semana después, en El Diario de Hoy, llega a la misma conclusión Marvin Galeas: “han fracasado, básicamente, porque sus fundadores estuvieron ligados a ARENA o al FMLN”.

No convence ninguno de los dos. El argumento que el centro no prospera por estar poblado de personas “recicladas” ayuda poco para entender la inminente derrota de la llamada Coalición del Centro. El proceso que estamos viviendo –y que apenas empezó- es de un reordenamiento del mapa político. Todavía prevalecen las fuerzas forjadas al calor de la guerra. El mapa político, con la predominancia de ARENA y el FMLN y la polarización entre ellos, es el mapa que nos dejó la guerra. La fórmula Silva-Sol -aunque su campaña no lo ha sabido proyectar- simboliza algo realmente nuevo y valioso, precisamente porque sus dos componentes son personajes históricos y, si se quiere concebirlo así, “recicladas”. Lo nuevo no reside en las personas, sino en la fórmula: un candidato presidencial, Héctor Silva, recién salido del FMLN; con una candidata a vicepresidente, Ana Cristina Sol, recién salida del ámbito de la derecha gubernamental. Otro cinco es que no han sabido capitalizar lo audaz de esta fórmula. La vendieron como una coalición de dos partidos, los cuales en última instancia no sumaron más que sus deficiencias: el CDU que ni siquiera es partido, no tiene cuerpo, no tiene presencia territorial ni identidad propia; y el PDC con todo el bagaje negativo de su co-gobierno con los militares durante la guerra. La suma PDC + CDU solo ocupa una mínima fracción del espacio teóricamente abierto por la fórmula Silva-Sol.
No se trata de buscar o inventarse dirigentes nuevos que no hayan tenido protagonismo durante las dos décadas del conflicto. ¿De dónde? Apenas han pasado 12 años desde el fin de la guerra. La naturaleza del conflicto ha obligado a toda una generación a tomar partido. ¿De dónde van a surgir hombres o mujeres con madera de dirigentes y con más de 35 años que no han sido, de una u otra manera, protagonistas de uno o del otro lado? Solo podrían salir gente mediocre, pálida y sin vértebra, como la “nueva clase política” de Ronald Umaña que se tomó al PDC para hundirlo más.

El problema de la coalición alrededor de Silva y Sol no es que en ella participan dirigentes “reciclados”, o sea, gente que anteriormente han tenido protagonismo en otros partidos, sobre todo en el FMLN histórico. Es al revés: la campaña de Silva no ha sabido aprovechar y convertir en participación activa la presencia, el apoyo y los insumos teóricos y morales de tantos personajes que en algún momento eran protagonistas dentro del esquema de polarización y conflicto, y quienes han roto con este esquema. ¿Apenas no es un privilegio de Héctor poder contar con el apoyo de una buena parte de la izquierda histórica de este país, o sea de las mujeres y los hombres que han hecho la guerra y construido la paz?

Ha pasado desapercibido que casi la mitad de los que firmaron por parte del FMLN histórico los Acuerdos de Paz hoy están alejados del FMLN y más bien apoyan a la fórmula Héctor Silva- Ana Cistina Sol: Salvador Samayoa, Ana Guadalupe Martínez, Fermán Cienfuegos, Joaquín Villalobos. Lo mismo pasa con una buena parte de los ex-jefes militares y políticos del FMLN durante la guerra; con muchos dirigentes históricos de las organizaciones populares de los 80 (ejemplo: Facundo Guardado); y con casi todos los dirigentes históricos del Frente Democrático Revolucionario de Guillermo Manuel Ungo y Enrique Córdova.

¿Y apenas no es un hecho político positivo y constructivo para el país que estas personalidades históricas de la izquierda hoy pueden unir esfuerzos con aquellos que provienen de la derecha, pero han llegado a la convicción que es necesaria la democracia social, como Ana Cristina Sol, como Rodolfo Parker, y los grupos empresariales relacionados con ellos?

Si esto es reciclaje, bienvenido sea. Se necesita urgentemente un proceso de este tipo que erosione los fundamentos de un bipartidismo insano e inmóvil como lo tenemos entre ARENA y el FMLN. No es reciclaje de personas, sino del mapa político. O se queda con el mapa dibujado en la guerra, con el alto costo del sistemático bloqueo a las reformas institucionales, económicas y sociales que necesita el país, o se trabaja para redibujarlo. Alguien tiene que hacerlo, ¿y quienes podrían estar en mejor posición de hacerlo que los protagonistas de los capítulos anteriores? Es más, es su responsabilidad histórica, no pueden simplemente retirarse y dejar al país esperando que llegue una nueva generación de dirigentes.

Lastimosamente, la coalición Silva-Sol no ha sabido (o más bien sus partidos integrantes no han querido) convertir en fuerza y dinamismo su gran amplitud. Perdieron las elecciones cuando decidieron reducirse a una coalición de los partidos CDU y PDC, en los cuales no tienen cabida la mayoría de estos personajes y de las tendencias que representan. La todavía difusa pero potencialmente fuerte corriente de la izquierda democrática no cabe en el CDU. Y la nueva derecha con vocación social y democrática no cabe en el PDC.

Tanto el PDC como el CDU son variantes del socialcristianismo. El socialcristianismo es una pieza importante e indispensable dentro del rompecabezas que habrá que armar para construir la coalición amplia y novedosa que se necesita para sustituir al Frente como fuerza principal de oposición y como alternativa a ARENA. Pero tienen que tener igual espacio y protagonismo las diferentes expresiones de la izquierda democrática (llámense renovadores o socialdemócratas, revolucionarios democráticos o socialistas), de la cual incluso una buena parte todavía está dentro del Frente; más la centroderecha, de la cual una parte todavía está ligada a ARENA.
Entonces, el punto en la agenda a partir del 22 de marzo es debatir cómo construir esta coalición. Lo más lógico y sano me parece que cada uno primero arregle su casa: las diferentes corrientes de la izquierda democrática, que se pongan de acuerdo para constituir una fuerza pluralista, pujante de izquierda con producción intelectual y organización territorial y sectorial, quitándole al Frente la posibilidad de seguir capitalizando el hecho de ser el único partido de izquierda y la heredera exclusiva de la acumulación histórica de la izquierda salvadoreña. Las diferentes tendencias de la democracia cristiana, que superen el caudillismo, vayan al reencuentro y formen un partido demócrata cristiano fuerte y capaz de recuperar su base histórica que después de la guerra la han perdido al Frente.

Y la derecha democrática y con vocación social, que demuestre que realmente existe y quiere asumir un rol activo en la transformación del país, constituyéndose como un grupo con cabeza y cuerpo, y sobre todo, con identidad política propia. Y tal vez nos llevamos la sorpresa que este grupo, una vez articulado, se perfile más bien como parte integral de la izquierda democrática.
Estas tres afluentes –que no necesariamente tienen que organizarse como partidos- pueden convertirse en una corriente fuerte, una coalición verdaderamente pluralista, participativa y capaz de romper el equilibrio fatal de los extremos. Para que esto sea posible, dentro de cada uno de los tres campos así como entre los tres campos tienen que echarse a andar procesos nuevos, creativos y honestos de discusión y de toma de decisiones. En esto, nuevamente, tendrán un papel indispensable los dirigentes “reciclados”, o sea los dirigentes con capacidad de reinventar el proyecto político común.

Así como en Afganistán y en Irak, cuando dejaron de existir todas las instituciones del estado y de los partidos, recurrieron a especies de “Concejos de Sabios” para crear una mínima base de consenso sobre cómo seguir funcionando como nación, les va a tocar a las personas que visten autoridad histórica, moral o intelectual en el contorno de la izquierda democrática a constituirse provisionalmente, a partir del 22 de marzo y hasta que haya un proyecto político conjunto, como Concejo de Sabios para echar a andar el proceso de discusión, definición y toma de decisiones.
(Publicado en El Faro)