lunes, 24 de enero de 2005

Doble crisis

Cuando comencé a escribir esta columna, se definió como campo preferencial la crítica a los medios de comunicación, al periodismo, reflexiones sobre la ética y el profesionalismo en el periodismo. Siempre cuando hubiese un tema de este campo, la columna enfocaría en él. Si no, la columna tiene campo abierto.

Esta semana me encuentro en un dilema. La renuncia de Lafitte Fernández al Diario de Hoy obviamente es el tipo de temas que yo y El Faro teníamos en mente cuando surgió la idea de la columna transversal.

El problema es que nadie -afuera de los personajes protagonistas de esta telenovela- sabe lo que realmente está pasando. Como muchos, tengo una idea bastante clara del trasfondo de este pleito, pero no hay manera de escribir una versión verificable. Esta situación me recuerda mucho a la crisis de La Prensa Gráfica, cuando varios editores renunciaron; cuando el miembro de la familia Dutriz al mando del periódico, después de haber llevado a la quiebra a una conocida institución financiera, fue relevado por su propia familia; y cuando metieron a Cecilia Gallardo de Cano para salvar la situación. En aquel entonces, yo escribí un artículo, aunque -igual que hoy en el caso de El Diario de Hoy- no hubo ninguna versión verificable sobre el trasfondo y la solución de la crisis. A pesar de eso, yo me atreví a sostener la tesis que la ex-ministra de educación Cecilia Gallardo de Cano era la persona que los bancos mandaron a La Prensa Gráfica para intervenirla y para salvar los intereses políticos y financieros del aglomerado político-financiero encabezado por Alfredo Cristiani.

Tuve que redactar el artículo en forma de un cuento, por falta de mecanismos de corroboración. Aun así, nadie me lo publicó. Ni siquiera Roberto Turcios en Tendencias. Retrospectivamente tengo que decir: tuvo razón Roberto.

Ahora se produce una situación similar. Nada me costaría escribir un cuento de intrigas sobre la lucha de poder dentro la familia Altamirano y su El Diario de Hoy, dentro del contexto del mismo problema que estuvo al fondo de la crisis de La Prensa Gráfica hace 8 unos años: el rol de los dos periódicos principales dentro de la derecha salvadoreña. Irónicamente, hace 8 años el periódico que jugaba el papel de vocero fiel del gobierno de ARENA fue La Prensa Gráfica, mientras que El Diario de Hoy asumía posiciones inacostumbradas de independencia, crítica y a veces hasta de oposición. Hoy es al revés: La Prensa Gráfica se ha ubicado en una posición de relativa distancia crítica al actual gobierno de ARENA, mientras que El Diario de Hoy se ha convertido en instrumento de campaña del gobierno y del partido.

No me parece casualidad: más bien tiene elementos de lógica (y talvez de justicia) que un medio, al abandonar su independencia crítica y asumir compromisos con el gobierno y el partido gobernante, tarde o temprano entre en crisis.

Estoy convencido que algo de esto se encuentra detrás de la renuncia de Lafitte y de las discusiones que en este momento deben estarse dando dentro de la familia Altamirano y dentro de la derecha sobre el papel del periódico.

No voy a cometer el mismo error dos veces. No voy a escribir una historia tan importante para el desarrollo del periodismo salvadoreño antes de poderlo hacer con pleno conocimiento de los hechos. Lo que significa que lo más probable es que nunca la podré escribir.
No poder contar una historia no necesariamente nos obliga a mantener silencio. Me sentí obligado a escribir lo que a esta altura se puede y debe decir sobre el asunto.
***
Como estas limitaciones no permiten llegar a una columna completa, aquí algunas consideraciones sobre el otro tema que poderosamente llama a una reflexión de tipo ético. Dos diputados del FMLN rompieron la disciplina partidaria y votaron con el resto de partidos para desentrampar la decisión sobre el presupuesto nacional. No sorprende, ni a ellos, que ahora los expulsen y los llamen traidores. Tampoco sorprende que los acusen de haber vendido sus principios y sus votos.

No sorprende, pero si merece reflexión. Yo me pregunto: ¿Quiénes son los hombres de principios en esta historia? Veamos: hubo innumerables reuniones para discutir cómo debería actuar el FMLN frente al problema del presupuesto; seguirlo bloqueando y pagar un altísimo precio político; o aprobarlo, negociando algunas mejoras. Se discutió en la fracción, en la dirección del partido, y obviamente también en el seno de los "reformistas". En la fracción y en los órganos de dirección del Frente, obviamente prevaleció la posición oficial del partido formulada por los ortodoxos: no dejar pasar al presupuesto, para poner en crisis al gobierno Saca. Punto. En cambio, entre los "reformistas" se llegó, luego de mucho análisis y mucho debate, a la posición contraria: que era un error seguir bloqueando el presupuesto, porque esto causará daño a la población y daño político al FMLN, y que lo correcto y responsable era aprobar el presupuesto.
Cuando llegó la hora de la votación, la dirigencia "reformista" dio marcha atrás. Lo que ellos mismos habían argumentado que era correcto, ahora era siempre correcto pero no oportuno. La consigna: cerrar filas con los ortodoxos y seguir bloqueando el presupuesto. ¿Son hombres de principio o vendidos?

Dos diputados votaron como habían quedado que era correcto, desbloqueando el camino hacia el presupuesto, aunque esto significaba romper la disciplina partidaria y la unidad del partido (que de todos modos es una ficción). ¿Son ellos hombres de principios o son vendidos?

El día siguiente salió, en una página de un periódico, una foto de Oscar Ortiz, dirigente de los "reformistas", junto a Medardo González, coordinador del FMLN. Ambos declararon que tenían absoluta coincidencia pidiendo la expulsión inmediata de los diputados rebeldes. En la siguiente página del mismo periódico sale la noticia que Medardo González respalda la candidatura de Oscar Ortiz a la reelección como alcalde de Santa Tecla.

Entonces, ya que tanta gente en el Frente se llena de boca de palabras mayores como traición, venta de principios, venta de votos, ¿Quiénes han mostrado que son hombres de principios? ¿Quiénes dan la impresión que son vendibles?

En las dirigencias políticas, independientemente de su signo ideológico, siempre existe un menosprecio hacía los cuadros de segunda y tercera fila. Cuesta convencerlos. Y una vez convencidos, van como burros, cuesta detenerlos…

Sólo que sin estos tercos que cuesta convencerlos pero que, una vez convencidos, no se detienen, no se llega a ninguna parte, ni en la guerra, ni en la política. (Publicado en El Faro)